Un jovencito de Yibin, en la provincia de Sichuan, en el suroeste de China, fue internado en una clínica psiquiátrica, como consecuencia de su adicción a la gasolina, y por padecer “desórdenes mentales”.
Su padre confesó al diario el West China Metropolis Daily de Sichuan que, desde que su hijo vio la película Transformers, “empezó a beber gasolina para convertirse en un ‘combatiente valiente’ como Optimus Prime".
En ese entonces, el niño comenzó a robar encendedores del kiosco de su madre, y se bebía el contenido. Al ser descubierto, comenzó a extraer el líquido de la motocicleta de sus padres, y, posteriormente, de los vehículos del vecindario.
El muchacho, que antes daba muestras de gran inteligencia y conocimientos prácticos, es incapaz, ahora, de realizar las operaciones matemáticas más elementales, como consigna el periódico Shangai Daily. Houquan Peng, médico del hospital local, explicó que “la gasolina contiene una gran cantidad de plomo que puede afectar el cerebro humano, y que, para peor, el jovencito está en una etapa de desarrollo físico, por lo que esta costumbre produjo daños casi irreparables en su cuerpo”.