Contenido creado por Manuel Serra
Cultura

El aullido de las sombras

Ernesto Tábarez y el afán de Eté & los Problems por seguir conquistando la oscuridad

“Creo que todas las personas son oscuras en algún lugar”, dice el líder de la banda, que apuesta fuerte y se ensambla con una orquesta.

03.09.2021 09:06

Lectura: 17'

2021-09-03T09:06:00-03:00
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Por Manuel Serra

Fotos: Javier Noceti | @javier.noceti

Hace algunas semanas conocíamos la noticia de que la canción “Jordan” de Eté & los Problems superaba el millón de visitas en Spotify. Un hito no menor y que, en medio de la pandemia, pareciera, cuando menos, difícil de superar. Es que no quepan dudas de que el tema, inmortalizado en el videoclip en las canchas de básquet al lado del Club Neptuno, ya forma parte de imaginario popular de nuestra música y nuestro rock.

Pero la banda, que en este 2021 cumplió dieciséis años de vida, logró superarlo. Y quizá en un acto de resiliencia – contra la pandemia, contra los problemas de la cultura, contra ellos mismos – lograron desarrollar un innovador espectáculo que se estrenará este mes. ¿Lo curioso? No será en un bar o sala de conciertos, recinto típico para presentarse con una banda de rock. La apuesta es mayor, y hasta se podría decir que tiene tintes de all-in: este 11 de setiembre estarán por primera vez en la sala principal del Sodre, en el Auditorio Adela Reta. Un hito, sin dudas, mayor.

Para semejante ocasión la puesta en escena debía ser diferente y, es por ello, que idearon un show en el que estarán acompañados de una orquesta. Acostumbrados a ser cuatro en el escenario, no solo serán cinco por los cambios de conformación que vivieron – se fueron dos integrantes y entraron tres nuevos –, sino también por todos los miembros detrás de la filarmónica. Serán nada más ni nada menos que catorce en escena.

El nombre de este debut orquestal es “Orquesta en las Sombras” y ya desde el nombre dice bastante. Tanto de la banda como de la situación que vivió la música durante este último año. La sombra, los grises, la penumbra… son todos adjetivos y una paleta de colores que puede definir bien al sonido de los Problems. O al menos, sus últimas creaciones. Pero también las sombras son el lugar en el que se sintieron muchos músicos en estos tiempos de confinamiento y donde tocar se volvió una quijotada, si no algo imposible.

Con el trauma de la gira alemana ya cicatrizada – según las propias palabras del cantante y frontman Ernesto Tábarez –, el grupo se prepara quizá a dar un salto a lo desconocido, pero que ha sido pensado y madurado con tiempo. Es incluso, podría decirse, un devenir natural para una banda que en el último tiempo no ha parado de crecer, tanto a nivel musical, artístico, como de popularidad. Y en la valentía de animarse a probar por fuera de la certidumbre es donde, muchas veces, uno da el paso para seguir creciendo.

Hoy, además de Tábarez como cantante, Eté & los Problems son Andrés Coutinho, baterista y marca registrada de la banda, sumando a ellos los “nuevos”: Bárbara Jorcin en teclados y coros, Martín Iglesias también en coros y guitarra, y, por último, Iván Krisman en el bajo.

A días de tirarse a las aguas del Sodre, Tábarez recibió a Montevideo Portal en la Pensión Millán, un curioso y fermental establecimiento en Ciudad Vieja, que es compartido por todo tipo de artistas, y, con el tabaco omnipresente en la boca en toda la nota, nos brindó una charla íntima en la que quedaron pocos temas sin hablarse. Y dejó una máxima que vale la pena repetir antes de adentrarnos en el abigarrado terreno de las preguntas y que adelanta, quizá, el tenor de lo conversado.

“Es igual de necio pensar que la música de hoy es mejor que la de antes que decir que es mejor la música de antes que la de hoy”, sentenció en algún punto de la entrevista, sin miedo a ganarse enemigos. De un lado o del otro. Y es que parece que, sin importar el paso del tiempo, algo es claro: sigue teniendo hambre.

Foto: Montevideo Portal | Javier Noceti

Foto: Montevideo Portal | Javier Noceti

¿Cuáles son los problemas de Eté hoy?

Y llegar pronto al 11 es, básicamente, lo que me tiene todo el tiempo ocupado. Es un conjunto muy grande entre la orquesta y la banda, hay mucho que resolver. Estamos todavía a contra reloj. Vamos a llegar bien mientras le metamos todo. No tenemos tiempo que perder.

¿Cómo es presentarse en un teatro, en la sala principal del Sodre, junto con una orquesta? No es el típico escenario para el que están pensadas las bandas de rock. Imagino que significa un cambio.

Claro, por eso mismo trajimos a la orquesta también. Porque nosotros tuvimos al lugar antes que a la orquesta; primero surgió la posibilidad de hacer un show ahí, y después se me ocurrió que tenía que ser con orquesta. Entonces, tan distinto es el escenario que armamos un show totalmente distinto.

Se llama “Orquesta en las Sombras”, ¿cómo surge el concepto? ¿Por qué sombras?

Por un lado, porque es lo que estuvimos haciendo cuando no podíamos tocar y estábamos en las sombras. Encerrados. Este proyecto corrió todo este año, nosotros empezamos en febrero a trabajar en esto cuando ya no podíamos salir a tocar de vuelta. También porque fue un periodo sombrío para mí y para la banda. Y para la música en general.

El nombre, además, viene de la puesta en escena. Pero eso hay que verlo.

Más allá de esto, la música de Eté, o al menos la última, es bastante sombría y oscura. ¿Vos mismo te considerás una persona sombría?

Por momentos, sí, claro. En todo caso, estoy bastante en contacto con mi oscuridad. Yo creo que todas las personas son oscuras en algún lugar.

Y en ese sentido, no dividís la obra de la banda con vos como individuo. ¿O sí lo hacés?

La divido sí, pero no deja de ser una expresión de lo que me ronda y lo que vivo. Yo trato sí de dividir la obra de las personas, en general, porque me parece que la música es más grande que la gente. Entonces trato de que mis canciones, al menos, no sean un diario íntimo, sino algo que metaforiza sobre lo que me sucede a mí y a otras, y al mismo tiempo lo redime y trata de transformar. O sea, yo no quiero arrastrar al que me escucha a mi barro personal. Justamente quiero salirme de eso y darle un sentido.  

Foto: Montevideo Portal | Javier Noceti

Foto: Montevideo Portal | Javier Noceti

Volviendo a lo atípico de tocar en un teatro, ¿cómo cambia eso la dinámica de ensayo y preparación del show?

Mucho. Porque tenemos que ensayar con más gente. Y porque tenemos que ensayar en paralelo también. Yo estoy haciendo ensayos con la orquesta y ensayos con la banda. Con la banda escuchamos grabaciones de la orquesta, y con la orquesta vamos con Bárbara Jorcin – la tecladista – y hacemos la parte de la banda. Es carísimo este show y no teníamos un lugar dónde podamos ensayar todos juntos. Es mucha gente, somos como catorce personas en el escenario. No podíamos pagar cuatro meses un lugar así. Así que ensayamos separados y ahora nos juntamos.

¿Cómo te sentís con el hecho de tocar con tanta gente a la vez?

Está buenísimo. Es muy distinto a tocar con el quinteto, donde tenemos todo, más o menos, bajo control. Y acá es muy amplio lo que pasa, hay mucha música. Por eso también hablamos con Nacho Algorta, que está escribiendo los arreglos nuevos de las canciones para la orquesta. Él es director y arreglador, entonces tiene el control de la orquesta y nosotros el de la banda. Y vamos todo juntándolo. Entonces, es medio que te lleva el oleaje, no tenés mucho control. Y está bueno eso también.

¿Tienen el objetivo de trasmitir algo en especial o están expectantes y abiertos a la reacción del público y a cómo lo interpreten?

Las dos cosas. Vos tirás algo desde el escenario y se recibe como se recibe. A nosotros nos parecía muy importante, después de que tocamos un montón el año pasado, dentro de lo que se podía… Y, si bien lo modificamos un poco, nuestro espectáculo original está hecho para gente parada escuchando a una banda que toca fuerte. Eso lo adaptamos un poco cuando volvimos del primer encierro, pero realmente nos generó cierta preocupación. Porque es difícil hacer un show para gente sentada si no estás haciendo un show para gente sentada. Entonces eso fue lo que buscamos: un show donde hay mucho que escuchar y mucho que ver. Y no es necesario estar parado. Después que cada uno lo procese y lo transforme en lo que sea.

Más allá de lo que hablábamos de la pandemia, de los problemas que trajo para la cultura y la música, ¿qué otras cosas le dejó a Eté el coronavirus? ¿Fue un momento para sentarse a reflexionar?

No, en realidad lo que nos pasó fue que un poco antes del inicio encaramos un cambio de integrantes. Se fueron dos y entraron tres. Eso nos iba a requerir un tiempo, teníamos estipulado un tiempo sin tocar bien acotado, para poder cumplir con compromisos que ya teníamos. Íbamos a parar como mucho un mes y medio, y darle. En cambio, la pandemia nos permitió, ni bien pudimos volver a ensayar, tener un montón de meses para que la entrada de los nuevos integrantes de la música fuera mucho más profunda. No solo que aprendieran unos temas y salieran a tocarlos, sino que nos permitió revisar mucho las canciones. Cambiar, además, muchas cosas y también socializar. Porque Iván Krisman (bajo) ya era nuestro amigo, se había ido de gira a Alemania; era como parte de la banda. Pero Bárbara y Tincho (Martín Iglesias, guitarras y coros)… nada, nosotros llevamos dieciséis años tocando y meter gente siempre es raro. Entonces, fue un tiempo que nos permitió conocernos mejor y generar cierta camaradería.

Antes de la pandemia podemos decir que estaban en un pique de popularidad, ¿creés que la pandemia paró eso o que no influyo en ese sentido?

No sabemos, no terminó. Cuando termine todo, sabremos en qué quedamos. Sé, por ejemplo, que nos mató dejar de ir a Argentina, donde vamos mucho, tenemos muchas personas queridas y nos va a ver pila de gente. Hay que ver cómo es la vuelta a eso. Yo creo que nos están esperando. Ahí siento que nos puede haber afectado más. Acá no sé, nosotros cuando vamos a tocar nos sentimos bien y, de hecho, no hemos perdido público. Porque tuvimos que hacer muchos más shows porque no dejaban a entrar a todos. Si tocábamos para ochocientas personas, tuvimos que hacer cuatro Trastiendas porque no podíamos hacer una. Y vinieron a las cuatro.

Foto: Montevideo Portal | Javier Noceti

Foto: Montevideo Portal | Javier Noceti

Si bien pasaron un par de años de su publicación, no quería dejar de hablar Hambre. Personalmente, siempre me llamó la atención que el primer tema se llame “Fundación”. ¿Es casualidad o el disco en sí tiene un afán refundacional?

Sí, claro. Nos habíamos ido de gira a Europa con El Éxodo y había sido una gira larguísima, sobre todo, en Alemania. En medio del invierno, era muy frío todo. Estábamos muy pobres y nos llevamos muy mal. Todo tendió a desarmarse y ese disco fue el que nos volvió a juntar. O que, en todo caso, renovó nuestro contrato personal.

En la tapa del disco se ven dos niños amamantados por una loba. No pude evitar pensar en Rómulo, Remo y la fundación de Roma…

Es que sí, son Rómulo y Remo. Es un perfil de la estatua que hay de ellos en Roma. Es por la fundación, y también porque ahí está incluido el hambre, el alimento, el amor. Cuando salió el disco acababa de ser padre y cuando lo estaba grabando estaba en todo ese proceso. Entonces hay un montón de cosas que están adentro del disco que son representadas por esa imagen.

En el disco son una constante las referencias a imágenes de manadas, árboles, bosques, lobos y hasta ríos. ¿Se podría afirmar que, en cierto punto, Hambre es una reivindicación de la naturaleza?

Si contás a la humanidad como parte de la naturaleza, sí. Todo lo que hace un humano es parte de la naturaleza. Entonces, si lo pensás así, sí. Pero si lo pensás como un disco como una reivindicación de la agenda ambientalista, no. En todo caso, es una reivindicación de las fuerzas naturales. Y al mismo tiempo, todo eso que enumerabas, pertenece a un ecosistema que es el de la gira alemana. El bosque, la nieve, el lodo. Todo eso pertenece a eso y no al monte nativo. Si bien hay links a eso y, de hecho, el disco intenta volver al sur. La primera canción “Fundación” dice eso justamente. Entonces es un disco como congelado en el norte que intenta volver.

Al escucharlo, además del nombre Hambre, uno siente que es un aullido. ¿Qué tipo de grito es?

Sí, sí. De hecho, hay muchos lobos en el disco. Yo elegí esa imagen que me acompañó en todo el proceso. Eso de nosotros como una manada nos acompañó en todo el proceso. Hay diferentes aullidos. Pero el aullido de un mamífero es el aullido de un mamífero. Es de lobos o es de gente. El aullido está ahí para lo que no se puede decir con palabras; hay cosas que solo se pueden aullar.

Contabas lo de la gira alemana, los problemas, las dificultades, el disco para recomponer las cosas, ¿pensás que esa es una herida que ya está cicatrizada?

Sí, hoy estamos súper bien. Ahora solo nos quedan chistes y algunas lecciones, que ya veremos cuándo podamos salir de gira. Porque, de hecho, en 2020 íbamos a salir de gira con Hambre y no pudimos. Así que veremos cuánto aprendimos de eso. Esperemos que sea el año que viene, cuando nos dejen volver a girar y nos dejen pasar.

Yendo hacia otros terrenos, hace unas semanas “Jordan” llegó a un millón de reproducciones es Spotify. Imagino que debe ser gratificante sentirse tan escuchados. ¿Lo sienten así?

Sí, sobre todo, porque es una canción, como el resto de las nuestras, que no está construida para ser un éxito. Están construidas para ser la canción que tienen que ser. Entonces, cuando vos la hacés como querés y pasa eso es doble el premio. Hay un mundo de cosas que se hacen pensando en qué está funcionando y nosotros no pensamos así las cosas. Yo hago las canciones que me gustan. Punto. Ese es el único objetivo: que me guste mucho. Y nunca pongo algo que no me gusta porque creo que le va a gustar a más gente. Si me gusta a mí solo, pero me gusta mucho, lo voy a hacer igual. Eso me parece un valor de esa canción; es una canción muy honesta.

Decías que intentabas dejar afuera de las canciones tu barro, pero en las redes, por ejemplo, te declarás fanático de la NBA. Y esa canción remite a nada más ni nada menos que uno de los más grandes.

No es que me deje afuera a mí, es que trato… por ejemplo, si tengo un problema, no lo cuento. No es “cobré el aguinaldo y se me rompió el calefón”, no quiero hacer una canción de eso. O capaz que sí, pero en tanto no sea un lamento y una queja de lo que me pasa a mí. Me gusta cuando eso se transforma en algo bello que mostrar, aunque sea un lamento, pero es algo tuyo. Que sea algo lindo que trasciende el problema concreto que tenés. Pero sí, claro, todas las cosas que salen de los discos están en mí de alguna manera. Vienen de ahí.

Hicieron también una campaña para que Jordan llegara, precisamente, a Michael.

Sí, no la hicimos nosotros. Fue como un chiste que se nos fue de la mano. Pero todo bien, tampoco hicimos nada para evitarlo. Porque, de hecho, nos parecía divertido que se fuera tan lejos todo. Que lo tuitearan personas de la Generación Dorada argentina (se ríe)… Ese tipo de cosas son para mí un chiste y, al mismo tiempo, nos parece bien.

Nos parece divertidísimo el chiste de como si a (Michael) Jordan le fuera a interesar. No hay manera que le importe. Pero lo divertido fue eso, una ola que se generó en Twitter, habrá durado tres días. Y yo scrolleaba y me divertía. Nada más que eso. Y eso era suficiente para mí. Pero todo bien.

Después que las canciones salen, a menos que lleguen a lugares muy oscuros, como que las agarré un partido neonazi, yo las dejo andar. Si veo que se está yendo muy lejos la voy a buscar, tipo “che, sáquenla de acá, porque me parece que no”. Si no es así, en general, el camino de las canciones es propio. Lo hacen ellas, no vos.

Foto: Montevideo Portal | Javier Noceti

Foto: Montevideo Portal | Javier Noceti

¿Cuál dirías que es el motor que ustedes tienen para seguir explorando musicalmente? Porque claro, hace dieciséis años que está la banda, han cambiado de formaciones. ¿Y cuál dirías que es el sonido que están buscando hoy?

El motor es la música. Nosotros hacemos esto porque es lo que más nos gusta hacer. Porque es lo que nos mueve; lo que nos interpela y nos genera placer. Después hay una parte humana, que es la de tocar juntos y vernos. Cuando paramos de ensayar en la pandemia una cosa que me pasaba era que la mayoría de mi vida social gira en torno a esto. Y todo eso me estaba angustiando mucho.

Hace poco salió en Montevideo Portal un perfil sobre Andy Adler reivindicando su figura. Si bien no fuiste entrevistado, mostraste tu contento al respecto en redes. Habiendo sido productor del primer disco de Eté, ¿qué influencia decís que tuvo sobre ustedes?

Me escribieron para entrevistarme y dudé mucho porque pensé qué hubiera querido Andy. En realidad, no lo llegué a decidir. Lo estaba pensando y se me pasó el tiempo. Y cuando salió me quedé muy contento porque me parece que es un perfil muy hondo de Andy, que logra aproximarse a una persona muy compleja y con muchas capas. Me parece un trabajo brillante. De hecho, le escribí a la autora (Federica Bordaberry) pidiéndole perdón por no haber participado y agradeciéndole por lo que escribió.

Andy tuvo un montón de influencia sobre nosotros. Lo que no aprendí yo en el estudio laburando, lo aprendí de Andy en el primer disco. Lo que sé de grabar discos, la mitad la aprendí con él. Sabía mucho de eso y era una persona muy apasionada por compartir el conocimiento. Muy, muy apasionada. Vos le planteabas un tema y dos días después a las cuatro de la mañana te llegaban cinco mails llenos de links con toda la información que había en todos los foros del mundo. Andy era un maníaco de eso y era muy enriquecedor estar cerca de él.

Ya para terminar, ¿cómo ves la música hoy? ¿Cuál sería tu análisis de la actualidad?

La música siempre es igual. Siempre está bien. Siempre hay un montón de canciones malas, pero siempre hay, pocas, pero que son un montón igual porque hay millones, de canciones buenas. Siempre fue igual y siempre va a ser igual. Los que creen que la música era mejor antes es que no escucharon suficiente música de ahora. Y si creés que la música es mejor hoy es que no escuchaste suficiente música de antes. No hay época dorada de la música porque la música es de oro.

Es igual de necio pensar que la música de hoy es mejor que la de antes que decir que es mejor la música de antes que la de hoy. Si lo que te gusta a vos son los cinco años que fuiste a ver a Los Traidores, está bien, hacelo, pero problema tuyo. La gente no extraña la música, extraña la juventud.

Por Manuel Serra