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Entrevistas

Horizontes perdidos

Entrevista a la banda estadounidense Calexico

"¿Por qué no pueden las fronteras ser simplemente fronteras y no tener otro significado?": entrevista con Calexico, que se presenta el 10 de junio en La Trastienda.

10.06.2016 09:53

Lectura: 8'

2016-06-10T09:53:00-03:00
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Por Martín Otheguy

Hay una canción de Calexico que se expande por los confines del espacio exterior, libre de las vicisitudes mundanas y las limitaciones de las fronteras terrestres. Se llama adecuadamente Crystal frontier (Frontera de cristal) y mezcla las trompetas mariachis con la voz sureña del cantante Joey Burns, entre imágenes de tierras polvorientas, almas perdidas y vientos que vienen de ninguna parte. El astronauta Mark Kelly, comandante del transbordador espacial Discovery, la eligió en el 2006 como unas de las dos canciones a transmitirse a bordo para despertar a la tripulación.

De esta forma, la música de Calexico parece haber atravesado la frontera final hasta convertirse definitivamente en asunto universal, la consecuencia lógica de una carrera que desde mediados de los 90 intenta borronear los límites geográficos y musicales. Lo hace desde el nombre, que remite a un pueblo ubicado en la frontera entre México y California e ilustra bien el tráfico de culturas que hizo a Calexico (dúo integrado por Joey Burns y John Convertino) una banda trascendente e imprevisible. En ella conviven el folk sureño, los aires de western, la música norteña mexicana, el country, la música surf e incluso la cumbia. Con esa materia prima crearon un paisaje musical propio y casi inasible, lleno de horizontes polvorientos que sin embargo logran transmitir más calidez que soledad.

Este 10 de junio Calexico se presentará en La Trastienda de Montevideo (Fernández Crespo 1763) con Garo Arakelian como invitado, con la excusa de presentar su reciente -y estupendo- Edge of the Sun, en el que las influencias latinas están más presentes que nunca. Sobre las fronteras, su pasión por Latinoamérica y su capacidad para absorber las experiencias culturales como esponjas charlamos con John Convertino, de Calexico.

La música de Calexico siempre se trató sobre cruzar las fronteras, pero en Edge of the Sun la influencia latina parece más presente aún que antes. ¿Eso se dio así por grabar en México?

Hay canciones como Falling from the Sky o When the Angels Played que fueron compuestas en México y sin embargo no suenan como si lo fueran. Creo que lo más que nos interesaba era generar un espacio en el que no tuviéramos distracciones para componer canciones y probar algunas ideas. Amamos México, así que cuando se dio la oportunidad de pasar un tiempo allí nos entusiasmamos y vimos que sería perfecto para nosotros. Y fue realmente así.

¿Y cómo influyó eso en Edge of the Sun?

En realidad empezamos el disco en Tucson, hicimos una pausa y luego recomenzamos con algunas ideas en México. Creo que la influencia surgió de tener tiempo y espacio para no hacer nada más que trabajar. Obviamente que ver la Casa Azul (el museo de Frida Kahlo) y la Casa de Leon Trotsky (en Coayacán) fueron cosas increíbles, y que comer comida mexicana casera ayudó, pero los sonidos y ritmos de Latinoamérica están con nosotros desde el comienzo; son algo que amamos, con los que nos gusta experimentar y es música que nos divierte tocar. Tuvimos la oportunidad de pasar por la experiencia de estar en Ciudad de México con un trabajo para hacer, vivir en un barrio, caminar por las calles no como turistas sino como un grupo con una misión, componer música y sentirnos parte de un país vecino que amamos.

Tenían mucho entusiasmo por visitar Sudamérica hace unos años, cuando llegaron a Argentina y Chile. ¿Por qué?

Sudamérica tiene una forma de ver la vida, un estilo y una apertura que nos encanta y a la que queremos mostrar nuestra música. Tenemos muchísimo entusiasmo por ir, especialmente a Uruguay, un país al que nunca fuimos. La última vez nuestras expectativas se cumplieron. Ojalá tuviéramos más tiempo para conocer los lugares, pero la gira es un poco relámpago, tocamos en una ciudad distinta cada noche y no creo que tengamos más que una sensación general de presentarse ahí y hablar un poco con la gente. De todos modos, tenemos la esperanza de poder grabar en Sudamérica alguna vez.

En sus canciones hay mucho interés y conocimiento de la cultura latinoamericana. ¿De dónde surge eso?

Siempre estuvo en nosotros. Joey creció en California del Sur, pasamos muchos años en Arizona y ahora en El Paso, Texas. En mi caso, experimentar con ritmos latinos abrió las puertas a la composición de las canciones de Joey. La trilogía de la frontera del escritor Cormac McCarthy (compuesta por Todos los hermosos caballos, En la frontera y Ciudades de la llanura) fue también una gran influencia para nosotros. Las historias de frontera son interesantes, es un gran lugar para vivir.

Los lugares parecen importantes en su música, especialmente cuando componen. ¿Cómo es ese proceso de transformar las experiencias en las canciones?

Sí, pero el proceso es algo que a todos nos gustaría entender cómo funciona. Pasa de muchas formas distintas, pero en algún momento hay que ponerse a trabajar y descifrarlo, o al menos sentarse detrás de tu instrumento, ver qué pasa y comenzar desde ahí. Hay una memoria consciente de la que uno obtiene cosas, y luego yo creo que hay recuerdos en nuestras células que alimentan la mente consciente, lo que explica por qué las canciones pueden tener distintos significados en diferentes épocas en tu vida.

En Cumbia de Donde cantan sobre no pertenecer a un lugar específico. ¿Hacen un esfuerzo consciente por borrar los límites y fronteras, tanto en la música como en la vida?

¿Por qué no pueden las fronteras ser simplemente fronteras? ¿Por qué tienen que tener algún otro significado de lo que simplemente son? En una nación como la nuestra, lo que hace a nuestro país es que todos somos de algún otro lugar, por lo que de hecho somos un país sin fronteras, pero lamentablemente mucha gente no cree en ello. Yo sí.

Hablando de fronteras, una de sus canciones fue transmitida en el espacio hace algunos años. ¿Cómo se sintieron al respecto?

Somos amigos del capitán Mark Kelly y de su esposa, Gabby Gifford, que es una congresista a la que respaldamos haciendo algunos conciertos a beneficio para las elecciones. Ella es fan de Calexico, además de una buena amiga. En este caso, yo les conté antes a ambos por qué me llamo John Glenn Convertino. Fui nombrado en homenaje al primer astronauta en orbitar la tierra, que hizo el regreso el mismo día que yo nací. Mi madre escribió un poema al respecto y se lo envió a John Glenn, que le respondió y le envió una foto autografiada. Así que se siente bastante increíble saber que la música puede ir tan lejos, que esas canciones significan tanto para alguna gente.

Se los asoció originalmente al rock indie pero luego se los vinculó también a la world music. ¿Encontraron en otros géneros cosas más interesantes que en el mundo del rock?

No diría que una cosa es más interesante que la otra, pero es la combinación lo que se vuelve interesante para mí, la variedad y los giros inesperados que puede tomar la música si te aproximás a ella de una forma más abierta.

Se canta mucho en español en Edge of the Sun. ¿Los lenguajes cambian la forma en que se aproximan a la música o abren sus posibilidades?

El español es hermoso de escuchar. He intentado aprenderlo y tuve muy poco éxito, pero mi hijo, por ejemplo, habla los dos idiomas con fluidez, mi padre hablaba italiano y a todos nos encantaba escucharlo hablar con nuestros abuelos. Creo que trabajar con los lenguajes sí incide en las influencias y la forma de ver la música.

Tengo entendido que no son muy amigos del formato CD, pero ¿creen que se ha perdido algo con el aumento de las descargas en internet y el streaming?

Sí, hay un montón de grandes tradiciones que parecen irse perdiendo, pero aún hay mucha gente que disfruta sentarse a escuchar un disco, leer un libro o ir al cine a ver una película. No tantas como antes, por lo que muchos artistas no ganan la plata que hacían antes (otros están ganando más). Yo espero que las próximas generaciones se tomen el tiempo de al menos una vez en su vida sentarse y abrir un disco, oler el vinilo, disfrutar la tapa del disco y escuchar el lado A y el lado B.

 

Por Martín Otheguy


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