En un país en el que la música instrumental está relegada a nivel masivo a las reversiones pasteurizadas de los supermercados o los breves interludios inofensivos de algunos ascensores, lo de Gustavo Ripa es una proeza. En la serie de discos iniciados con "Calma" (2010), el ex integrante de "Canciones para no dormir la siesta" y "Rumbo" no sólo logró reconectar emocionalmente al público con la música instrumental, alejándola del efecto sedante de los espacios de consumo, sino también convertirla en un éxito discográfico.

Ripa no es el único que está haciendo actualmente algo significativo en el rubro -basta citar al grupo Enclave, por mencionar solamente un ejemplo- pero sí logró otorgar una nueva dimensión al cancionero uruguayo a través de una reinterpretación lúcida, que camina con elegancia en la cornisa entre lo clásico y lo popular. Obtuvo además un inesperado éxito de ventas en una época sufrida para la industria discográfica. Sus álbumes "Calma" y "Más calma", compuestos por versiones instrumentales de temas de Alfredo Zitarrosa, Fernando Cabrera o Ruben Rada, entre otros, fueron "Disco de Oro" y "Disco de Platino" y ayudaron a cambiar -literalmente- la vida a muchas personas.

Según cuenta Ripa, que se muestra sorprendido por la cantidad de mensajes que recibió en estos últimos años gracias a "Calma", las canciones son usadas en los bloques quirúrgicos de los hospitales, son escuchadas durante los partos o acompañan a las parejas durante todo el proceso del embarazo. "Lo mejor es sentir que mi música se puede usar y que la gente encuentra algo allí que sirve para su vida", explica.

El puente que logró entre la canción popular uruguaya y la interpretación clásica no es casual. Antes de integrar "Canciones..." o "Rumbo" Ripa estudiaba para ser concertista, lo que le dio la disciplina del estudio de la música clásica y explica en parte su fascinación por lo instrumental.

Ripa acaba de editar "Calma 3" (Bizarro Records), que continúa la tradición de "escuchar nuestra música en una atmósfera tranquila" pero que agrega a la fórmula un mayor número de composiciones propias, nuevas instrumentaciones y técnicas novedosas, como el acompañamiento de percusión en la guitarra mientras toca. El "viaje" al que invitan sus discos es en parte el del mismo Ripa, que tras varios años componiendo música para el mundo de la publicidad decidió cambiar de rumbo y retomar la experiencia "espiritual" de retomar la guitarra y las canciones que marcaron su vida.

¿Te sorprendió el éxito de tus discos, teniendo en cuenta que la música instrumental suele ocupar un segundo plano en Uruguay?

Sí. Yo nunca espero mucho de lo que hago, más allá de que esté bien hecho y que guste, pero el grado de respuesta me sorprendió desde el primer disco, y creo que fue una sorpresa generalizada. Nadie se esperaba que un disco de música instrumental, prácticamente de guitarra sola, que te invita a detenerte, a escuchar con atención, cuando no estás sobreestimulado, haya tenido esta repercusión.

¿A qué atribuís este éxito?

Por un lado, porque es un diferencial a la propuesta general de lo que escuchamos. Tenemos opciones de música "pum para arriba" pero cuando necesitamos sosiego, introspección, tranquilidad -y con música uruguaya- la cosa no es tan clara. Además, la gente se encontró con otro enfoque de las canciones que forman parte de su historia musical.

Para mucha gente, sin embargo, la música instrumental no es justamente música a la se deba prestar atención, sino algo que se coloca de fondo...

Yo creo que lo que hago es útil y eso me encanta. Por ejemplo, he tenido mails de gente que me dice que lo pone para trabajar o estudiar. Es una música que no te distrae, pero si estás en una situación de escuchar con atención también te invita a un viaje. Yo escucho mucha música instrumental, es lo que más me gusta en general, y al respecto recuerdo unas declaraciones de Daniel Barenboim en las que hablaba justamente sobre el tema de la escucha y de la importancia de esa predisposición que uno debe tener, ese lugar que uno se da a sí mismo para escuchar.

Montevideo Portal/Gerardo Carrasco

Parte de la música instrumental tiene mala fama, como la música usada generalmente en los ascensores o los supermercados, ¿qué te pasa a vos con este tipo de música asociada al consumo, lo que parece opuesto a lo que vos decías?

Me molesta. Filtro un poco cuando estoy en el supermercado, aunque me es difícil no prestar atención, por deformación profesional. Son músicas en las que no pasa nada; pueden estar tocando una versión de Lennon pero no tienen alma, no te pasa nada emocionalmente. Es una línea recta que no molesta mientras comprás todo lo que puedas.

¿Entran en la misma categoría esos discos que mezclan adaptaciones clásicas con sonidos de la naturaleza?

En ese caso es una música que se puede poner de fondo y no te va a molestar. Apela a recursos que en el fondo tienen lo suyo, porque los sonidos de la naturaleza conectan al ser humano. Escuchar un mar calmo nos produce una relajación real, es algo que está en el ADN del ser humano, como el canto de los pájaros. El tema es cómo lo usás.

Hablando de la música compuesta para el consumo, ¿cómo llevabas la relación del arte con la publicidad, que para muchos artistas es compleja? ¿Te sentiste aliviado al dejar ese mundo?

Me sentí muy aliviado. También creo que es un oficio como muchos, que hay que aprender a hacerlo; no todos los músicos se adaptan a lo que es la mecánica de la publicidad. Considero que en esos años aprendí muchísimo, cosa que agradezco. Aprendí mucho de producción, tecnología, de resolver cosas rápidamente. Simplemente no pude sostener la dinámica de la publicidad.

¿En qué sentido?

En el sentido de los tiempos, de la exigencia. Sentir que iba dejando otras cosas, como tocar la guitarra, que era parte de mí. Encuentro que haber dejado atrás esa etapa me ayudó a reencontrarse con cosas que me gustan más de raíz.

¿Sentías que no tenía el mismo valor estar componiendo para un producto?

Lo del valor no lo sé, no tengo una opinión. Lo que sí sentía es que no tenía más ganas de destinar mi tiempo y lo que podría ser mi energía creativa en apoyar o formar parte de un producto de consumo tan salado como es el de la publicidad, que muchas veces no me interesaba lo más mínimo y lo hacía simplemente por trabajo.

Hacés mucho hincapié sobre la experiencia de escuchar la música. ¿Cómo te llevás con el consumo de la música hoy en día, que es más fragmentario y para el que no se dedica tanto tiempo exclusivo?

Con todo el tema de la tecnología soy muy apasionado. Trato todo el tiempo de conocer las herramientas y me apasionan Internet y la comunicación en general. Lo que sí siento es que lo importante no es si uno se sienta con un vinilo, un casete, la compactera o escucha la música en el celular. El tema es el tiempo que se dedica a ello. Lo que sí hemos perdido -que de repente en otro momento tenía lugar- es sentarse y decir: "voy a escuchar este disco". O reunirse para escuchar diez veces un mismo álbum y tratar de descubrir qué era lo que pasaba en él. Y hablo de disco como obra genérica. Ahora estamos mucho en la inmediatez y las cosas pasan muy rápidamente; no nos detenemos en ellas. Escuchar música desarrolla el espíritu pero hay que darle lugar, lo que es difícil si vivimos tan rápido.

El tema no es acumular 3288 canciones en un Mp3 sino saber cuál de todas realmente conocés, con cuál interactuás, qué es lo que te mueve realmente. Mucha música actual que se supone que es muy cool sigue siendo la misma línea horizontal de la que hablábamos hoy con respecto a la música ambiente de los supermercados: no hay transmisión emocional, no pasa nada, y la música está para que te sucedan cosas.