En Océano FM, Gustavo Rey ultima detalles del "Abrepalabra" del día, toma unos mates y conversa con Montevideo Portal. "No me preguntas fechas, edades, nunca me acuerdo", avisa en el arranque, mientras su compañera de aire, Carolina Anastasiadis, apunta que el programa de la tarde ya va rumbo a los cinco años. "¿En serio?", pregunta incrédulo, "no me acordaba".

No sos bueno con las fechas, pero tenés claro por ejemplo que "Caras y más caras" ocupó un montón de tiempo en tu vida...

Veinte años. Lo recuerdo porque es un número redondo; y porque me avivó Mauricio Almada el año anterior, sino me olvidaba.

¿Lograste acomodar tu biorritmo al nuevo horario?

Sí. Se ve que así como tengo algunos problemas, hay cosas para las que tengo mucha facilidad. Me puedo acostumbrar muy fácil a los cambios, a todo nivel. A pesar de que he estado mucho tiempo trabajando en los mismos lugares, y tengo un trabajo muy independiente, me acostumbro muy fácil a lo que sea: de tener que ir a algún lado y dormir en un lugar, cambiar horarios. Me acomodé el primer año.

En lo personal, en las rutinas...

Sí, totalmente.

¿Y en lo profesional extrañás estar de noche, los ritmos, el hacer espacios como "Más allá de la medianoche"?

Lo que me pasó con "Más allá de la medianoche" fue que con el paso del tiempo lo fui dimensionando, porque la gente lo destacaba. Creo que fue un espacio que le llegó a mucha gente que capaz que otros espacios y propuestas no le interesaban, y fue el único espacio que estuvo del comienzo hasta el final. Era algo nuevo, estaba bueno y marcó a la gente.

Tenía eso que te escuché decir más de una vez, que no era el típico espacio que fomentaba el "es de noche y estamos todos deprimidos, llamá para compartir tu depresión"...

Claro, nunca fue así.

Ahora que podés escuchar radio de noche ¿qué escuchás? ¿En qué está la radio nocturna?

La radio en la noche siempre fue el estereotipo de fomentar el estar solo. Fomentar que "necesitás de nosotros como compañía" cuando en realidad es a la inversa: vos necesitás los oyentes para estar acompañado. Ahora, es verdad que la gente se siente más sola de noche y es verdad que lo podés potenciar y le podés sacar un plus, pero no me parece que esté bueno. Lo que nunca quise es ese estereotipo de programa nocturno, sufrido, y "qué solos que estamos todos, contémonos nuestras penas", esa nunca fue la idea, todo lo contrario. Tampoco el programa era "pum para arriba" todo el tiempo, como si fuese una fiesta de viernes. Tenía historias de llunes a viernes simples y normales, a nadie se le preguntaba con quién estaba, salvo en alguna propuesta un poco especial.

Y contestando a qué escucho de noche, soy de hacer mucho zapping, pero tengo mis programas. Puedo pasar por Dolina, y a veces no lo pongo a propósito, porque en general salgo a las 22 horas de mis cursos y voy a casa escuchando radio, puedo escuchar un resumen del día, un programa deportivo o hasta un partido de básquetbol. Y cuando me voy a dormir, a veces no pongo a Dolina porque me tiento y no me duermo. Y quería decir otra cosa, porque parece que todo el mundo lo único que ha escuchado es a Dolina y por suerte hay gente que no. Hace no mucho tiempo Carlos Tanco mencionó otros programas que escuchaba, y yo me sentí muy identificado porque toda la vida hice lo mismo, siempre escuché de todo. Desde un programa de deportes en CX30, otro en la 1410AM Libre, a Dolina, a Gustavo de los Santos, "El tren de la noche"...



¿Y podés desengancharte de la radio, de escucharla como profesional, y disfrutarla?

Totalmente. Porque la radio es la gran compañera, vos la tenés ahí, te acompaña. Puedo estar trabajando y buscando información o contestando mails y está ahí, la tele te retiene más.

¿Llegaste a la radio con esa naturalidad que planteás en varios aspectos de tu vida, o estabas preocupado por hacer algo de radio específico?

Estaba preocupado, y ocupado, en hacer periodismo. Ése era el perfil. Y hay cosas que surgieron en mi vida por algo, no sé si de casualidad. Jugué con la radio mucho de chico, jugué de adolescente, aprendí mucho con la radio, pero también con lo escrito. Y en algún momento sí tuve la suerte de que alguien me dijo "¿no querés hacer un micro?" en un espacio de Joventango. Me da vergüenza hasta recordarlo, no por el espacio sino por mí. Me llamó Raúl Laurenzo, que estaba potenciando Joventango, y lo primero fue un micro para radio, después integré la revista, y una cosa trajo otra. A partir de ahí lo fui buscando.

¿Sigue habiendo lugar en la radio para el tipo que se acerca porque le gusta mucho, charla con alguien y le dan la oportunidad?

Sabés que sí. No te voy a mentir, hay miles de personas que presentan proyectos. Pero yo también estoy entre las miles de personas que han presentado otros proyectos y me ha ido muy bien, muy mal, regular y rematadamente mal. Pero está eso, cada tanto está. Pero mirá que no es que llegó de la nada, caíste y se te dio todo...

Me refiero al tema de las oportunidades. Porque actualmente hay bastante aire para proyectos...

Hay mucho aire, sobre todo distinguiendo el aire que está poblado y el que está bien poblado. Hay muchas radios musicales que en algún momento se tienen que hacer la pregunta de si la gente las está escuchando. Sus directores saben que no, y siguen pasando música. La pregunta es para qué, o para quién. Hay algunas que tiene un perfil musical interesante, segmentado, pequeño, y que lo tienen que defender a muerte, por ejemplo Babel, o Del Plata, que volvió un poco atrás con su perfil, o Urbana, que ahora pegó un cambio. A veces a las radios les cuesta darse cuenta que tienen que segmentarse, que la propuesta musical capaz que es reducida, porque no todo el mundo se puede dirigir a todo el mundo y la misma torta o la misma hamburguesa repartirla entre 800. Aire sobra, lo que falta son oportunidades y posibilidades económicas para revalorizar la radio.

¿Cómo lo ves eso? ¿Estás al tanto de cómo está el mercado o el movimiento de las radios?

Estos momentos, cerca de fin de año, son de quietud y de proyección para el año que viene. En diciembre la gente empieza a hacer balance, pero también a decir "algo tiene que pasar a nivel de medios", en todos los medios, en lo escrito, en la tele, en las radios. Creo que tiene que haber gente que apueste un poco más, está un poco quieto; fue un año un poco quieto. Hubo una muy buena noticia para el medio, que aparece en la última encuesta del Buró de Radio y es que la gente volvió a repotenciar el medio radio, algo que fue progresivo y que hay que potenciarlo con más propuestas. Hay muchas radios de AM y FM que están como nuestro país, despobladas.

¿Te gustaría armar una programación de una emisora?

Es muy difícil que pueda hacerlo estando con el proyecto de "Abrepalabra", que me encanta, y estando en una radio como ésta. Es muy difícil que pueda estar mejor que acá. Pero me encantaría encarar proyectos desde muy masivos hasta totalmente segmentados, que es como tradicionalmente fue la prensa, como existió en algunos perfiles de radios. Acá en algún momento existió una radio que era sólo de noticias, no funcionó y nunca más salió una. ¿Por qué no? Podría haber. Esa propuesta, de armar una programación, siempre te seduce, te gusta, te desafía.



Hace poco hicieron un programa especial de "Abrepalabra" en la Sala Zavala Muniz, con público en vivo. ¿Cómo vivís esas experiencias en las que dejás de ser "la voz de la radio" y te enfrentás al público con todo tu ser?

Llegué preparado, porque he tenido muchas experiencias en vivo. Con todo el respeto que le tengo a Dolina, no puede pasar que cada vez que se haga algo en vivo te digan: "ah, como Dolina", cuando en este país hubo una experiencia de fono plateas maravillosa, que no la viví pero la estudié, me la contaron; y soy de los que saqué el programa, hace veinte años, a otros lugares. Entonces llegué preparado a todo nivel, porque a mí me costaba mucho eso de tener que poner la cara y pensar que no es el programa de radio, no poder vivirlo con la naturalidad que lo vivís en la radio. Pero a esta altura ya hay pruebas que pasé: si no les gusta mi cara no la voy a cambiar. No me voy a hacer cirugías, no me voy a poner más pelo, ya no voy a crecer... ya me saqué muchos miedos...

¿Y cuándo surgió eso?

Cuando empecé y era muy joven costaba mucho. Cuando te evaluaban tus pares, de jóvenes, costaba más. Siempre alguien te va a imaginar distinto a como te imagina en su cabeza.

¿Pero eras una persona muy preocupada por esos temas?

No, no mucho. Pero no te olvides que cuando empecé, el tema de la voz era un tema delicado. Muchas veces me iba mal a casa porque me decían que tenía voz de vieja, de viejo. Ojo, a otros les encantaba. A veces cuento más las malas que las buenas.



¿En todo este tiempo, y sobre todo con el cambio de horario, cómo cambio tu manera de comunicarte en el programa, tu manera de entrevistar?

En algunas cosas cambió un poquito y en otras capaz que es lo mismo. Curiosamente ahora tenemos una entrevista en la tarde, y el criterio es que sea una entrevista larga, casi más de un ritmo para la noche, despojada, desocntracturada, y eso que en la tarde hay otro acelere de tiempos. Pero eso fue un criterio, el decir "ya hay miles de entrevistas cortas, directas, telefónicas vamos a hacer otra cosa". A veces puedo darle más velocidad, a veces relajarme un poco más, bobear un poco más en el programa, pero siempre lo hice.

¿Cómo ves posicionada actualmente a la entrevista, como género radial?

Creo que ha quedado bien parada, es un género madre que está en muchas modalidades de conducción; después si se hace bien o no ya es otro matiz. Muchos programas tienen entrevistas, en los periodísticos de la mañana es donde veo una gran ausencia y no me resulta atractivo. Ellos están en su derecho de defender su manejo de los tiempos, pero llega un momento en que lo hacen todos igual y no es entretenido ni dinámico. Sé que hay que manejar tiempos, pero ocurre que a veces puede haber un espacio mucho más interesante que todo lo que viene, y que puede durar más. Sólo hay que animarse a hacerlo.

¿Y cómo te parás ante la situación de ser el entrevistado? ¿Sos calculador o más impulsivo?

Capaz que hay alguna cosa que tiré y no la pensé, pero tiendo más a ser algo reflexivo que impulsivo.

"A no ser que le hables de Wanderers", acota Carolina Anastasiadis. "Ah, sí, ahí no pienso", concluye Rey.