En el año 2005, la escritora bonaerense Claudia Piñeiro obtuvo el Premio Clarín de novela gracias a una obra que poco tiempo después sería calificada como profética. Para muchos, su obra Las viudas de los jueves, anticipó los tristemente célebres "crímenes de los countries", abordando desde la literatura la sórdida realidad que se ocultaba bajo la perfecta apariencia de un paraíso custodiado por cercas, alarmas y guardias privados.

Sin embargo, Piñeiro ya contaba con una nada despreciable obra literaria en su haber, compuesta por novelas, relatos y obras de teatro. En el marco de la Feria del Libro de Montevideo, Claudia Piñeiro visitó nuestro país para presentar su reciente novela "Las grietas de Jara", obra que relata las peripecias de un hombre que atraviesa la crisis de la edad madura, y que además oculta un muerto, aunque no precisamente en el ropero.

Al finalizar una mesa redonda en la librería Yenny Pocitos, Claudia Piñeiro dialogó con Montevideo Portal acerca de su último libro, los anteriores y los que vendrán.

Gracias a tu novela "Las viudas de los jueves (Premio Clarín 2005), fuiste calificada como "La escritora que predijo los crímenes de los countries". ¿Qué hay de cierto en esa profecía?

La novela la comencé a escribir antes de que esos casos policiales ocurrieran, sin embargo, a menudo me preguntan si me basé en ellos para escribirla.

Hay un libro de Antonio Tabucchi, titulado Autobiografías ajenas, donde se explica que hay ciertos temas que están "en el aire", y diversas personas los van tomando de distintas maneras. En aquel entonces, yo estaba observando un momento de la Argentina, donde proliferaban estos countries, lugares con determinadas reglas y modos, que hacían que -en caso de haber un crimen-, fuera posible ocultarlo, e impedir el acceso de la policía. Es decir, ciertos modus operandi que los convertían en el lugar ideal para situar una novela como la que yo quería escribir, donde un crimen puede ser silenciado y mantenido en secreto. En la década de los 90 en Argentina, ese escenario era mejor que otros para montar una novela de esas características. Creo que se trata de un fenómeno de observación. Mientras yo reparaba en esa situación particular, alguien quiso matar a alguien, y observó que si lo hacía, si mataba a alguien, podría mantenerlo oculto. Son temas que están en la vuelta.

Existe una discusión en el ambiente de los escritores, acerca de si uno debe hacerse cargo del momento histórico que vive y sus pormenores, o escribir a partir de la abstracción. A mí me cuesta –a la hora de poner a los personajes en movimiento- olvidarme del lugar donde vivo, por eso en mis novelas suceden cosas que de algún modo refleja lo que está pasando en la realidad. Pero en verdad me impresionaba cuando me llamaban de alguna radio y me preguntaban si yo era una clase de adivina o algo por el estilo.

Como te decía, son cosas que están en el aire, situaciones y condiciones dadas, que algunos pueden tomarlas para escribir una novela, y otros para cometer un asesinato.

Tanto en Las viudas de los jueves como en tu nueva novela, Las grietas de Jara, hay algunos elementos propios del género policial, pero en rigor, no puede decirse que se trate de novelas policiales propiamente dichas ¿Qué papel juega el suspense en tu literatura, es una herramienta?

A la hora de escribir, utilizo ciertas herramientas para ayudarme a trazar un camino por el cual seguir. En el policial está el enigma y la búsqueda de la verdad, y las novelas deben ir hacia ahí. Se plantea un misterio y hay que marchar hacia su resolución.

En Las grietas de Jara, el enigma tiene cierto tinte policial, dado que hay un muerto de por medio, el resto de la obra transita por otros caminos, sin llegar a cumplir con el resto de los requisitos del género. Por ejemplo, mientras que en una novela policial se procura saber quién fue el asesino, en mi literatura importa más por qué esa persona fue muerta, cuáles fueron las circunstancias que rodearon ese hecho.

Si en Las viudas de los jueves la interrogante era por qué esta gente terminó de esta manera, en Las grietas de Jara, la interrogante es por qué hay un muerto sepultado bajo un edificio, y quienes lo saben nunca dijeron nada al respecto. Siempre importa más el por qué que el quién.

¿Usás entonces recursos del género policial como pretexto para algo más?

Es un pretexto, y un modo de poner a personajes comunes ante una situación extrema, ante la que deben reaccionar de manera diferente a la rutina cotidiana, una manera de preguntar al lector ¿si estuvieras ante esta situación, qué harías?

Si tuvieras que hacer el marketing de tu propio libro, y señalar los puntos destacables del mismo ¿qué señalarías?

Podría decir que es una novela sobre la "crisis de mediana edad", cuyo protagonista, Pablo Simó, está casado hace 20 años con la misma mujer, y trabaja desde siempre en el mismo lugar como arquitecto. Sin embargo, fantasea constantemente con otra mujer y otro trabajo. Entonces dibuja cada día el edificio que le gustaría edificar cuando abandone su trabajo, pero nunca se resuelve a hacerlo. Esa utopía, esa ilusión, es lo que lo sostiene en su vida diaria.

Pero en determinado momento, se produce una situación puntual, con la aparición de una mujer más joven, que hace que él revise toda su historia vital, y se replantee especialmente "de qué lado hay que estar". Porque hay una serie de reglas laborales, de mercado, etc, que nos obligan a tomar partido, sin ser a veces muy conscientes de ello. A veces, en el ámbito del trabajo, podemos hacer cosas que en nuestro fuero interno reprobamos, y eso forma parte de los cuestionamientos que Simó se hace a sí mismo.

Desde principios de los 90 a esta parte, y a partir del auge de escritoras como Marcela Serrano o Ángeles Mastretta, se comenzó a hablar con insistencia de una literatura latinoamericana "de mujeres y para mujeres". Para algunos, se trataba de un nuevo movimiento, mientras que otros entienden que se trata de una etiqueta más bien machista. Cómo escritora mujer ¿cuál es tu opinión al respecto?

Cuando a las escritoras se nos habla de literatura femenina, solemos responder de inmediato que no existe tal cosa, que no hay una literatura para mujeres. Esa es la primera reacción, porque muchas veces se trata de una calificación peyorativa. En lo que a mí respecta, creo que no hay tal fenómeno, y la literatura es universal. No obstante, es evidente que una escritora mujer puede tener un punto de vista diferente al de un escritor. En cuanto a Las grietas de Jara, no creo que sea el tipo de novela donde pueda reconocerse una mirada femenina. En el caso de Las viudas de los jueves, el jurado del Premio Clarín (José Saramago, Rosa Montero y Eduardo Belgrano Rawson) se llevó una sorpresa, porque dos de los tres integrantes creían que se trataba de una obra escrita por un hombre.

En el caso de otra de mis novelas, Elena sabe, la situación es diferente, porque es una obra que en parte refiere a la feminidad, al cuerpo de la mujer y a ciertos prejuicios acerca de la maternidad. Porque eso creo que esa primera reacción de rechazo ante la calificación de literatura femenina, surge porque por lo general tiene una carga peyorativa, pero insisto en que existe una mirada femenina, que te sitúa en un lugar diferente al del hombre.


La autora junto a Julián Ubiría, de Grupo Editorial Santillana. Montevideo Portal

Otra cosa bastante interesante es que las mujeres, a la hora de leer, armamos un universal a partir de la literatura escrita por un hombre. Una mujer puede leer El Padre, de Kafka, o La invención de la soledad, de Paul Auster, y trazar un universal padre - hijo, sin pensar "esto es para hombres". En cambio, para los hombres resulta más difícil armar el universal a partir de una relación madre - hija, o una situación femenina

El tema de la crisis de la mediana edad, del conflicto entre la estabilidad y el deseo de emprender nuevos rumbos, ha sido muy visitado por la literatura y el cine ¿Crees que aún posee "rendimiento"?

Elegí como epígrafe una frase de la novela El Crack-up, de Scott Fitzgerald, que es una obra acerca de esa crisis de la mediana edad, crisis que existía en tiempos de Fitzgerald y sigue existiendo hoy.
Lo que es cierto es que se va corriendo la edad. Hoy esa edad mediana no es la misma que antes, y no será la del futuro.

Pero siempre se trata de un momento de inflexión, en el que uno toma conciencia de que o sigue como está, o hace el cambio, porque no le queda mucho tiempo por delante. Eso no quiere decir que una persona de cuarenta años se vaya a morir en breve, pero en general es el momento para decidir si se cambia de vida, o se continúa así por el resto de la vida.

¿Qué proyectos tenés entre manos actualmente?

Empecé a escribir una nueva novela, pero es algo que apenas está empezando a tomar forma. Este año no va a ser muy rendidor para mis tiempos de escritura, tanto por el lanzamiento de Las grietas de Jara, como por la versión cinematográfica de Las viudas de los jueves. Eso genera mucho trabajo de ése que a veces no nos gusta tanto pero igual hay que hacer, como viajes, reportajes, etc.

Además, en octubre viajo a la Feria del Libro de Frankfurt, porque el año que viene el país invitado será Argentina. Por tanto, una pequeña delegación de escritores viaja a presentar el evento. Todo esto hará que hasta el año que viene no pueda dedicarme de lleno a la nueva novela.

La literatura argentina del siglo XX brindó muchos y muy talentosos escritores, así como una movida muy intensa en cuanto a debates, movimientos, discusiones y publicaciones críticas. ¿Cómo ves a ese respecto el panorama literario de la Argentina de hoy?

Creo que hay muchos grupos, unidos por afinidades. Cada uno tiene características diferentes, pero en la literatura hay lugar para todos, siempre que escriban algo que valga la pena ser leído. Me parece que antes el panorama era menos diversos. Hoy día hay un número mayor de grupos, que al ser pequeños no se destacan tanto, porque están más atomizados.