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Cultura

El crack de la semana

Enrique Larnaudie, de cervecero casero a pionero del whisky single malt en Uruguay

Sus botellas, que llevan por nombre su apellido, viajan por el mundo; una de estas es parte del Museo del Whisky en Argentina.

10.04.2023 15:18

Lectura: 7'

2023-04-10T15:18:00-03:00
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Por Valentina Temesio

“Nunca vendí un vaso de cerveza. Siempre trabajé por vocación, por disfrute, como hobby. Fui un gran defensor del cervecero casero, que no es lo mismo que el cervecero artesanal”, dice Enrique Larnaudie. La diferencia, explica, es que uno vende, mientras que el otro la reparte entre sus amigos y familia. Por eso, cuenta, algunas personas le dicen que es un fundamentalista.

Cuando tenía 44 años Larnaudie enviudó: “Quedé solo con tres hijas y tuve que dedicarme exclusivamente a salir adelante”. En cuanto fueron creciendo encontró su espacio propio, uno en el que se podía esparcir libremente. En 2011 se vinculó a un club de cerveza, aprendió cómo hacerla, se entusiasmó, dio cursos gratuitos en su casa. Ese fue su primer encuentro con la malta; era su actividad “sagrada”.

Seis años después, en 2017, Larnaudie comenzó a prever su jubilación y, ya en esta nueva etapa, llegó un nuevo proyecto: los destilados. Primero comenzó a investigar sobre proyectos de whisky en Argentina. Entonces se propuso un desafío: si ya había hecho cerveza en su casa, ¿por qué no podía hacer whisky? Los expertos, recuerda, se reían. Pero él, que tiene cerca a una de sus hijas que es ingeniera química, tenía dónde respaldarse para iniciar su proyecto. Y así empezó.

Su primer producto fue el gin, que tiene un tiempo de producción de aproximadamente un mes. Al principio no se animó a probarlo: “Tenía miedo de quedarme ciego”. Larnaudie sostiene que en Uruguay “no hay cultura de destilación” porque “hasta el año 96 no hay antecedentes; no hay historia ni conocimiento”.

De a poco avanzó y desarrolló dos recetas de gin. Uno de ellos fue el gin Sacro, de renombre en el mercado uruguayo artesanal; el otro, Chamal, lo registró junto con su amigo Bruno Malacrida. Una vez más se ató a aquel deseo, ese que hace que lo llamen fundamentalista: no quiso comercializar sus bebidas.

Pero el tema, dice, es que el whisky debe estar dos años como mínimo en barrica para alcanzar ese estatus. Por eso, su proyecto inicial demoró más, a pesar de que el éxito de su gin le dio confianza.

Con el tiempo, en 2021, llegó el primer whisky single malt certificado (con todas las normas del Mercosur y legales) del país. Este tipo de whisky, dice Larnaudie, se hace “puro de malta, no es un blend”. Es un whisky de alta gama, caro (porque lleva muchísimo más proceso), que hoy por hoy “está más de moda”. Según Larnaudie, tiene mayor complejidad, ya que no está hecho por mezclas de distintas barricas, sino que, por lo general, se realiza directamente de la destilación de la malta hacia la maduración. Eso también le da “suavidad”. 

Larnaudie dice que a través de este proyecto gana en salud y en su realización de vida.

“Tengo 64 años, y este proyecto es de 20 años; sueño con que mis hijas se entusiasmen”, confiesa.

El proceso de hacer whisky en casa

La cerveza y el whisky parten de la misma base: la malta —la semilla de la cebada—. Esta se muele —para separar la cáscara y el interior— y se incorpora a un caldo con agua —a unos 66 grados— para que las enzimas de la cáscara transformen el almidón en azúcares. Se sumerge durante una hora y media en agua para producir un mosto dulce que luego se enfría, se coloca en un fermentador con levaduras y se convierte en alcohol y dióxido de carbono. A la hora de hacer whisky, ese mosto se destila dos veces: primero se saca la mayor cantidad de alcohol —para eliminar todas las sustancias tóxicas que la fermentación pueda haber generado— y, luego, una segunda para “afinar la pureza y el espíritu”. De esta última destilación saldrá el whisky que irá a las barricas, donde reposará dos años, tomará color, absorberá sabor a madera, agarrará complejidad y forjará su propia identidad.

“No hay dos whiskies iguales, como la Coca-Cola o la Pepsi Cola; cada uno tiene su identidad”, explica Larnaudie.

El éxito del boca en boca

“Cuando me preguntan digo que estoy sorprendido, porque era un desafío muy grande y las apuestas eran 100 a 1”, dice Larnaudie, que con su whisky se hizo un lugar en los círculos de los mayores especialistas de la bebida en el país. “Se empezó a correr la voz de mi whisky, que era bueno, y terminó siendo pedido y probado por gente que se dedica a esto de manera profesional”, cuenta.

Para Larnaudie, hacer whisky en Uruguay es un desafío, pero “si uno quiere hacer las cosas, y se pone, a veces las cosas se dan y salen”.

El proceso requiere una dedicación “enorme”, tiempo. Así, cuando llevó su producto a Ancap para certificarlo, se enteró de que en Uruguay no existen antecedentes de otro single malt: “Hicimos historia”, comenta. El primer whisky de esta índole lleva su apellido. Se siente feliz y orgulloso.

Sin embargo, dice que tiene cuidado de no perderse, “porque hay muchos cantos de sirena” que se le acercan para hacerle propuestas. “Yo sé que este proceso funciona en esta escala. Capaz que tengo para cinco o 10 años más mejorando el producto. Lo tengo que hacer conocer y probar para llegar al nivel que me gustaría que tuviera”, señala.

Este 20 de mayo, el whisky Larnaudie formará parte de la segunda edición del Uruguay Whisky Day, que se celebra en el marco del Día Mundial del Whisky. Allí compartirá espacio con las “mejores marcas del mundo” y expertos podrán degustar.

Instagram, un canal de venta al por menor

Si bien sigue fiel a no comercializar su bebida, Larnaudie vende algunas botellas para dar a conocer su marca. El único canal de venta es a través de su cuenta de Instagram.

El whisky que hizo hace tres años recién está dando sus frutos. Cada tirada tiene, más o menos, unas 60 botellas. Entre las que regala y las quedan en su casa, puede vender unas 20 o 30, dice. Si bien su whisky ha llegado a manos de expertos, Larnaudie apunta a que cualquier persona pruebe su bebida. “La gente que no consume los whiskies caros se maravilla cuando prueba el mío; mi objetivo es que se pueda conocer para que la gente participe, conozca el producto, pero a volúmenes que pueda manejar”, sostiene.

De Uruguay pa’ todo el mundo

Al whisky Larnaudie lo vinieron a buscar a Uruguay. Está exhibido en el Museo del Whisky de Argentina, que según el libro Guiness es la colección privada más grande del mundo. El embajador del Museo, Juan Carlos Baucher, levantó la botella. “No lo puedo creer, me erizo hasta la nuca”, confiesa Larnaudie. Sus botellas viajaron a Japón, a Holanda, a Alemania. Los canales: las redes sociales y el boca a boca.

“Está interesante mover la cuestión porque, también, si aparecen más haciendo whisky, toda la movida se puede revitalizar y habrá más sinergia”, dice. Para él, sería lindo que más personas fabricaran la bebida, y aclara: de manera artesanal.

Por Valentina Temesio