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Entrevistas

Con licencia para conducir

ENTREVISTA CON ORLANDO PETINATTI

Orlando Petinatti conoce más que nadie eso de "cualquier cosa que diga podrá ser usada en su contra". Lejos de aplacarlo, esa certeza lo impulsa a seguir rompiendo esquemas. Montevideo Portal habló con "el licenciado" del éxito, de las críticas propias y ajenas, y de lo que significa llevar dieciséis años de Malos Pensamientos a cuestas.

03.05.2007

Lectura: 16'

2007-05-03T00:00:00-03:00
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Montevideo Portal / Inés Nogueiras
inogueiras@montevideo.com.uy

¿Cómo sos con tu trabajo? ¿Sos de la autocrítica constante o de darle para adelante sin mirar atrás?

Siempre fui muy exigente conmigo y, por ende, con la gente con la que trabajo, y soy muy autocrítico en todo lo que hago, mido consecuencias. Nuestro trabajo depende de lo que hacemos, entonces considero que lo que hago tiene que tener ese grado de profesionalismo, de exigencia y responsabilidad que genera el estar frente a un micrófono o frente a las cámaras. Al ser una persona pública y trabajar en los medios tenés que ser muy responsable de lo que decís.

Eso de medir las consecuencias, ¿no se hace difícil de manejar en tu programa de radio, que es en vivo, al que te llama mucha gente y te cuenta muchas cosas?

Es muy difícil, pero es un desafío constante. La persona que va a salir al aire, antes, tiene minutos u horas de trabajo con la producción, para saber exactamente qué historia va a contar, confirmar que sea 100% verídica, y que no oculte algo que pueda llegar a hacer que lo que iba a ser gracioso se transforme en algo trágico.

¿Te arrepentiste alguna vez de algo que haya salido al aire?

Arrepentirme no, porque de todas las cosas se aprende. Con la experiencia uno más o menos palpa qué persona tiene al aire con el sólo hecho de escucharle una frase. Pero sí recuerdo que hace muchos años yo le estaba dando "la mano" a un tipo que quería volver con la mujer y se había mostrado muy enamorado y muy apenado por la ruptura. Pero cuando llamamos a la chica, ella no le perdonaba que le había pegado. Entonces me nació decirle que cortara y que no lo quería ni siquiera como parte de la audiencia, porque hay cosas, como la violencia, con las que no se puede hacer humor.

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¿Cuánto le dedicás a estudiar una historia?

A mí me gusta saber lo básico, porque quiero ir sorprendiéndome con la audiencia. Me imagino en el lugar del oyente, quiero jugar con esa espontaneidad que surge en la charla. De las historias sé muy poco porque quiero preguntarle a la persona que está al aire lo que la audiencia le preguntaría.

¿Y si estuvieras realmente del lado de la audiencia? ¿Creés que serías un radioescucha participativo? ¿Llamarías a un programa como el tuyo?

Es algo que nunca podría llegar a saber. Fui un escucha participativo cuando no salía al aire. Pero más de una vez en mi vida debo haber tenido historias en las cuales perfectamente podría haber llamado, y creo que vos también. Si nos quitáramos ese prurito o esa careta diríamos "bueno, lo llamo a ver qué pasa". Y funciona, que eso es lo bueno. Si un tipo llama porque quiere volver con la mujer, en la mayoría de los casos vuelve. O una mujer quiere apretar al novio para que se case, y se casan; me han mandado tarjetas de casamiento.

Antes de que existiera Malos Pensamientos la banda de sonido de los talleres mecánicos, de los ómnibus era la Clarín. Con el tiempo la banda de sonido de los lugares de trabajo pasó a ser tu programa, ¿sos consciente de eso? Desbancaste a Clarín.

Desbanqué a Clarín, desbanqué a las cumbias y, sobre todo, desbanqué esa radio absolutamente musical que existía en FM. Con el tiempo me empiezo a dar cuenta de las cosas que hice y realmente es muy fuerte que un programa solo haya cambiado la radio del país. Lo siento como una responsabilidad, pero me gusta.

En cuanto a la cumbia, en la época de mayor auge del pop latino, el chocolate, la mayonesa...

Perdón... Malos Pensamientos arrancó cuando todos los choferes de ómnibus escuchaban Casino, la Cumana, Cienfuegos. Esa era la música, y no el pop latino que, digamos, es más comercialote. Antes la "cumbia cumbia" era la que sonaba en las FM

Claro, pero la cumbia siempre fue considerado un género menor, y con el auge del pop latino llegó a todos lados, empezó a estar en boca de todo el mundo, y vos seguiste con la tesitura de no pasar cumbia.

Llegó un momento en que me dijeron "la audiencia va a enganchar más con el programa si vos ponés música más comercial". Pero yo no quiero que la gente se enganche con el programa por la música que pongo, sino por lo que digo. Fui uno de los primeros en pasar Offspring, Green Day. Me acuerdo que con el tema Basket Case la gente decía "pah, ¿y eso no suena muy fuerte?". Sí, y qué.

¿Te dio placer desbancar a la cumbia?

Sí, totalmente. Me da placer ganar las batallas contra los molinos de viento, porque mucha gente me decía "Malos Pensamientos... personajes, historias, no puede funcionar". Para llegar a hacer el programa que estoy haciendo no sólo me divertí, sino que luché muchísimo contra lo que era la radio musical.

Volviendo a lo que hablábamos al principio, te reconocés muy autocrítico. ¿Cómo manejás las críticas que llegan de afuera?

Son inevitables, por el lugar que ocupo y por lo que logro. Hay algunas que me divierten y otras que me asombran, pero no me molestan. Soy mucho de escuchar las críticas constructivas de gente que sabe más que yo, que por suerte hay mucha. Pero a las personas que critican por el sólo hecho de trascender o de subirse al carro no, no puedo perder tiempo en escucharlas.

Sos de los comunicadores que está más expuesto, te han dado de todos lados...

Pero no me preocupa. Es un clásico de este país, emparejar para abajo o tratar de crecer tratando de destruir al otro. Fijate que tengo 16 años con Malos Pensamientos, 20 años de radio, y nunca perdí mi tiempo hablando mal de nadie. Porque el primero nunca habla del segundo, eso me lo enseñó gente que trabaja hace muchos años en radio. Y menos del quinto.

¿Y cuando vos eras el segundo, o el quinto?

Cuando empecé con Malos... fue al terminar El Subterráneo, el programa que conducía con Daniel Figares, y no quise competir. Él hizo Tarde de Perros, que terminaba a las cuatro de la tarde, y yo dije "bueno, voy a hacer mi programa a partir de las cuatro, que la gente nos escuche a los dos, nos compare, y elija con quién se queda".

Aparte tomaron caminos totalmente distintos...

Totalmente diferentes, porque era obvio que Figares por el humor no podía sostenerse, y a mí no me interesaba la línea que iba a tomar él. Pero cuando arranqué de abajo, con Malos Pensamientos, desde cero, tras haber abandonado El Dorado FM, indirectamente le dije a la audiencia: "escúchenlo a él y escúchenme a mí, y después elijan". Y ahí no era quinto, ahí era décimo o decimosegundo.

Cuando arrancaste con Malos Pensamientos ¿te imaginaste que ibas a estar dieciséis años al aire?

Nunca me imaginé, cuando entré por primera vez a una radio, que iba a hacer la carrera que estoy haciendo.

¿En que tenías la cabeza en ese momento?

Estaba estudiando Derecho, pero iba porque era realmente divertido. Era otro mundo distinto al que yo había vivido en un colegio religioso, privado, de poca gente. Me metí en Derecho, que eran 400 personas, de todos los estratos sociales, que se peleaban por una silla. Pasaba horas en la cantina y me divertía muchísimo.

¿Y estudiabas?

Estudié mucho hasta segundo año. Y me fui invicto. No di Obligaciones, que era el examen que si lo pasabas...

... ya está, tenías que ser abogado

Claro, y dije "no, este libro no lo leo". Por suerte ahí apareció la radio, y cuando empecé laburé ocho meses gratis. Eran otras épocas, hoy ningún chico te labura gratis, con su diploma abajo del brazo. Otros momentos, otra época, otro país.

¿Alguna vez te sedujo estudiar sobre comunicación? O una vez que ya estabas en el baile...

Me anoté en Ciencias de la Comunicación de la Udelar cuando empezó. Las clases me parecían bárbaras desde el punto de vista teórico, pero no hay nada que te enseñe más que la práctica, que amar el estar más días en la radio que en tu casa. Descubrís una vocación, descubrís que tenés un don, un momento justo, un lugar exacto, tenés todo para ganar y no necesitás libros, pero tampoco hay que hacer la plancha. No hay por qué ir a ningún curso, pero sí informarse, leer, colgarse con libros que te hablen de los medios. Esas cosas las sigo haciendo.

¿Qué estás leyendo ahora?

Un libro que se llama "1968: el año que conmocionó al mundo", porque es el año que nací. Lo encontré en una librería y dije "caramba, quiero saber que pasó cuando yo estaba naciendo". Y está genial, porque te habla de todo el mundo. Te habla del mayo francés, te habla de San Francisco, los hippies, de Cuba, de Estados Unidos.

¿Te sentiste importante?

No, porque no estoy en el libro. O por lo menos todavía no he llegado a la hoja.

El año que viene cumplís cuarenta, entonces. ¿Cómo la llevás?

¡La vida comienza a los 40! Muy bien, estoy muy contento. Pero muy contento porque sigo teniendo al aire las mismas ganas que el primer día. Y me siento así también de cabeza, divirtiéndome con las mismas cosas que me divertía hace tiempo. Eso hace que uno se sienta bien a los 40 años, más allá de que físicamente no hago ejercicio, por ejemplo. Aparte, estar rodeado de gente joven, en una radio donde hay mucha comunicación, muy buena onda, me parece genial.

Hablando de la radio, ya desde el nombre remite a esa comunicación desenfadada que había en la época de la banda Radio Futura, en los años 80, donde todos se llevaban el mundo por delante y se trataba de hacer una comunicación diferente.

Hay un poco de eso, pero nunca fui muy fan de la banda, sí del rock español de los 80. Pero con "Radio Futura" quise transmitir que miramos hacia adelante, que no somos los clásicos uruguayos nostalgiosos. Cada día me gusta más, considero que el nombre de un programa o una radio es fundamental. Una vez que lo tenés hay que imaginarse qué programas querés, qué grupo de gente querés para tu radio.

¿Cómo creés que funcionó eso en Radio Futura?

La radio, que empezó en junio de 2004, tuvo su proceso de crecimiento, de empezar a meterse en la gente. Hoy yo escucho la radio desde que me levanto hasta que me acuesto, me divierto y me entretengo. Tengo ese reloj interno que me dice que vamos por buen camino. A mí no me gusta saltearme escalones y no me he salteado ninguno a lo largo de mi carrera. Desde que empecé con Radio Futura tampoco, aunque hay veces que subir los escalones cuesta. Hoy estoy feliz de estar bien arriba con la radio que tengo, y no sólo con Malos Pensamientos. Eso es a lo que aposté con el cambio en 2004, que se escuche la radio y que todos los programas tengan su audiencia y se banquen por sí solos.

¿Y por qué te fuiste de Océano?

Me fui de Océano básicamente por eso. Yo quería seguir creciendo y lamentablemente en la radio donde trabajaba no tenía más oportunidad. Pero por sobre todas las cosas porque surge la opción de Claxson, que es un multimedio internacional que apostó fuerte a desarrollar una radio nueva. ¿Quién que trabaja en los medios no acepta el desafío de "si venís te pongo una radio"? El que diga que no, o es un mentiroso o no tiene huevo. Y yo huevo tengo, por suerte; y estando bien rodeado también tengo buena cabeza.

¿Evaluaste mucho la mudanza de radio?

Lo evalué durante mucho tiempo. Porque trabajé 13 años, y en la otra empresa digamos que no fue fácil dejarme ir, entonces era un tire y afloje...

Porque la otra empresa creció básicamente contigo y con otro programa

Sí, pero yo necesito volar y crecer.



Antes de que te ofrecieran Radio Futura tu inquietud era crecer ¿en qué sentido?

Artísticamente.

¿Con Malos Pensamientos o haciendo otras cosas?

Haciendo otras cosas, que en definitiva se plasman en la radio que estoy dirigiendo. Tenía un montón de ideas que son en su gran mayoría las que están saliendo al aire.

¿Y ahora cómo vivís la competencia?

La disfruto tremendamente, porque no hay cosa que no te haga ver el tiempo. Y el tiempo por suerte me dio la razón: Malos Pensamientos sigue siendo el programa más escuchado, y ahora llega a todo el país. Estoy haciendo que la radio siga creciendo cada vez más, o sea que no me estoy equivocando. Por otro lado, los resultados que tienen las demás radios no me generan ningún problema. Pero yo de la competencia no hablo, sobre todo en los momentos en que no les va bien.

Cambiando de ambiente, ¿cómo te sentís en la tele?, ¿te sentís un conductor de radio haciendo tele, o un showman?

Me siento un showman, si querés que utilice esa palabra.

Elegí la que te parezca más adecuada: conductor, comunicador, entertainer...

Eso: yo soy un entertainer. Ahí tenés el título de la nota. (Risas) No soy un conductor de radio en televisión, ni pretendo serlo. Es más, muchas veces me han ofrecido hacer Malos Pensamientos en televisión, pero es un producto para imaginar, para escuchar, es de radio cien por ciento.

Me siento muy bien en la televisión, pero claro, todo el mundo quiere que haga tremendo éxito, y a veces no se puede. La competencia es más cruda, es más caníbal. Siento que soy un conductor, un hombre de los medios, que busca de alguna manera el formato que mejor le cuadre. Con Distracción el año pasado me sentí muy cómodo, hicimos un producto muy profesional, muy entretenido. Pero la competencia que teníamos al lado era matadora, con Natalia Oreiro y con Tinelli. Este año Oreiro no está...

¿Van a volver con Distracción?

No, con el formato que vamos a volver me voy a sentir mucho más cómodo.

¿También en Canal 10?

Sí. Ahí también he tenido un cambio, de tantos años del 12 al 10. La verdad es que no esquivo los desafíos, los enfrento con mis mejores armas.

¿Podés adelantar algo de tu regreso?

Voy a hacer entretenimiento. No te puedo adelantar nada pero, sin dudas, con el formato que vamos a hacer este año me voy a sentir más suelto que con Distracción, con un abanico importante de entretenimiento, juegos, entrevistas y un montón de cosas más.

¿Cuándo sale?

En junio, julio a más tardar.

Quienes participan en tu programa de la radio se caracterizan por romper ciertas barreras, o ciertos límites, y con Distracción también pasaba que los participantes hacían cosas un poco fuertes, a veces pasadas del límite. ¿Alguna vez sentiste vergüenza ajena por lo que la gente hacía o decía en tus programas?

No, y es un "no" inmenso. Porque cuando la gente participa conoce las reglas del juego. Yo no le digo "mire, usted se va a sentar en una cabina, va a responder cinco preguntas y se va a llevar un auto". No. "Te vas a llevar un auto, pero te vas a tener que matar", o "vas a contar tu historia, pero yo voy a tratar de sacarte hasta lo que no quieras decir".

¿No te pasa que en el momento decís "este tipo está loco, mirá lo que está diciendo"?

Me da más adrenalina, y me enloquece, porque sé que hay cosas que tanto en la radio como en la televisión sólo yo puedo hacer o generar. Por haber roto esos esquemas desde mis primeros momentos en los medios.

¿Y cosas que te den vergüenza en la vida?

He hecho pocas cosas que me han dado vergüenza, porque soy muy autocrítico y en lo laboral hago lo que quiero y lo que no quiero no lo hago, me he ganado ese derecho. Y en la vida, por suerte, he crecido con mi trabajo. No es que el éxito me vino de un día para el otro, tengo los pies en la tierra siempre.

¿Te sentís un poco como Dr. Jeckyll y Mr Hyde? ¿Hay momentos del día que pensás como Petinatti y otros que pensás como Freddy? ¿Cómo manejás eso?

Trato de manejarlo. En la radio soy Petinatti, en la tevé también. En mi vida privada no tengo esa locura o esa exigencia de estar constantemente generando situaciones con humor, soy un tipo más calmo. Pero tengo claro que si estoy en el supermercado, por ejemplo, soy Petinatti. Salgo de casa siendo Petinatti siempre. En la calle me puede parar alguien, o me puede gritar alguien, y yo voy a ser muy parecido a lo que soy en la radio y en la televisión, pero simplemente porque soy muy parecido a lo que la gente escucha. Aunque en casa no estoy haciendo tantas locuras porque si no mi mujer me mata.

¿Te escuchan en tu casa?

Mi señora no, por motivos laborales y porque cuando nos conocimos nunca me había escuchado jamás. Obviamente, alguna vez que otra me debe haber escuchado, pero no era fan. Mis viejos sí, siempre están escuchando "a ver qué dice el nene".


¿Sos consciente de que tu exposición hace que tengas fanáticos y también gente que te odia?

Utilizo la palabra "detractores" porque odiar es muy fuerte. Pero, si hay gente que me odia, no puedo perder el tiempo explicándoles que no soy mal tipo, que soy bueno...



Vivís con esa cosa dual de saber que generás pasiones, que contigo es blanco o negro...

Sí, pero me gusta. Desde el primer momento, al hacer Malos Pensamientos, sabía que no iba a pasar desapercibido. Siempre dije, y lo sostengo, que tengo la audiencia que tengo porque el 80% ama mi trabajo y el 20% son detractores, que me escuchan para ver "qué dijo este hijo de puta". Pero no me molesta, al contrario, participan del programa. La persona que no tiene enemigos en su vida, pobre de ella, porque ha pasado desapercibida.

Montevideo Portal / Inés Nogueiras
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