Documental revela relación entre dirigibles y elaboración de embutidos

Hug Hunt, ingeniero de la británica Universidad de Cambridge y apasionado por la historia, fue el encargado de aportar los datos más importantes para el documental "El ataque de los zepelines" , que se estrenará esta semana en la TV del Reino Unido, El profesional examinó a fondo el papel del Zeppelin en la 1° Guerra Mundial, arma que hizo que los británicos sufrieran las consecuencias de un conflicto armado dentro de su territorio por primera vez en siglos.

Los dirigibles fueron un arma clave para las potencias centrales durante la guerra de 1914 a 1918, pero su producción demandaba enormes cantidades de tripas de res, materia prima habitual para la preparación de embutidos.

Hunt señala que las tripas se utilizaban para fabricar ligeras y resistentes celdillas para retener el gas. La construcción de una sola aeronave requería los intestinos de 250.000 vacas, por ello esa materia prima se hizo tan valiosa que la elaboración de salchichas y otros embutidos fue temporalmente ilegal en Alemania y en la regiones bajo dominio de ese país.

Los detalles de la prohibición de salchichas fueron descubiertos por los investigadores que trabajaron en el mencionado programa de TV, mientras analizaban un documento preparado para el Comité Consultivo Nacional para la Aeronáutica de EE.UU. en 1922.

"La recolección de pieles de intestinos fue muy sistemática en Alemania durante la guerra. Cada carnicero estaba obligado a entregar las de los animales que había matado", reza el texto, que añadía que los agentes de control alemanes "ejercían un estricto control en Austria, Polonia y el norte de Francia, donde estaba prohibido hacer salchichas".

Desde su rol de ingeniero, Hunt investigó los pormenores de la construcción de esos silenciosos aparatos aéreos, y la reacción del pueblo británico ante la nueva amenaza.

"Una de las cosas más interesantes acerca de los zepelines es que no tenemos mucha información acerca de la forma en que se construyeron, ni de la forma en que fueron destruidos", dijo Hunt en declaraciones citadas por Daily Mail.

"Derribar un globo de hidrógeno pude sonar como algo muy fácil, pero de hecho era todo lo contrario. Durante casi dos años, fueron capaces de volar sobre Gran Bretaña, lanzando bombas y causando estragos", relata.

Otros registros históricos del conflicto sugerían que los alemanes utilizaron durante largo tiempo tripas de vaca para contener el gas que elevaba a los dirigibles, pero nunca quedó claro cómo lo hacían.

Hunt y sus colegas visitaron una fábrica de embutidos en Middlesbrough donde pusieron "manos en la masa". Allí, comprobaron que retirando las pieles de las tripas, extendiéndolas húmedas y permitiendo su secado, podían ser luego unirlas entre sí formando una red de vasos ideal para retener el hidrógeno.

Concebidos como un arma destinada a quebrar la moral de los británicos, los zepelines de combate no causaron víctimas suficientes como para cambiar el curso de la guerra. Sin embargo, para los civiles que desde enero de 1915 sufrieron los ataques, la experiencia fue tan nueva como impactante.

Los dirigibles atacaron a menudo el este de Londres y varias localidades del sur de Inglaterra. Su sigilo los hacía difíciles de detectar en vuelo nocturno, lo que aumentaba el pánico de la población. Los ataques con dirigibles sobre suelo inglés terminaron en 1917. Durante los dos años que duraron los bombardeos, 1.500 ciudadanos británicos murieron, y 77 de los 115 dirigibles que sobrevolaron la isla fueron derribados.

"Si le das un balazo a un dirigible, sólo consigues hacerle un pequeño orificio", explica Hunt. "Había 50.000 metros cúbicos de gas dentro de cada aeronave. Si les hacías unos agujeritos sólo lograbas hacer que perdieran una mínima cantidad de ese gas".

Finalmente, el ejército del Reino Unido desarrolló una bala incendiaria capaz de derribarlos.

Curiosamente, durante la realización del documental Hunt descubrió que Jim Buckingham, el hombre que creó dichas balas, era su tío abuelo.