La semana pasada, la estadounidense Kaylyn Marie se vio afectada por un incidente doméstico. Nada demasiado grave, pero que podría resultar muy molesto.

La mujer suele usar un palo como cerrojo de la puerta corrediza que da al patio trasero de su casa. En la mañana del sábado, ella salió y volvió a correr la puerta, y de algún modo el palo cayó sobre el riel y trabó la hoja.

Ante semejante situación, Kaylyn afrontaba una espera de varias horas hasta que alguien llegara a casa. En caso contrario, debería telefonear a alguien de su familia y luego soportar las pullas que la situación provocaría.

Ain embargo, contaba con su querido amigo Sam, quien fue capaz de interpretar lo que se le pedía.