Cuando en 2012 apareció el primer álbum de Lucía González, su nombre era una novedad para la música uruguaya. Hija y hermana de prestigiosos músicos y concertistas, hizo todos los deberes y estudió con aplicación hasta que se dio cuenta de que lo suyo era desoír el mandato familiar. Y dejó. A los 20 años armó un bolso y se fue a Europa, donde trabajó en otras cosas, estudió fotografía, y alimentó ganas.

De vuelta al barrio, le puso esfuerzo a su disco debut, porque la música, de distinto color, seguía estando. El resultado fue un álbum de canciones crepusculares, a medio camino entre el indie y la electrónica soft, que puso su nombre en las bateas y en la consideración de los enteraditos.

Ahora regresó con Solar [Bizarro, 2017], un disco menos oscuro pero cargado de texturas, un puñado de canciones que remiten a la vanguardia indie y folk del siglo XXI lo mismo que a los Beatles, masticados por su peripecia personal y la de Gabriel Casacuberta, coautor de todos los temas de la placa y columna vertebral de la banda.

Lucía González festeja la edición del álbum en formato físico, pero celebra aún más que esté en las plataformas digitales, que "es donde la gente hoy escucha música". Sueña con viajar montada en sus canciones a México, Argentina, Chile, Brasil, y desea, más que nada, que este camino de la música dure para siempre, un poco menos que la eternidad.

¿Pero quién es Lucía González?

*

¿Quién es Lucía González? Vas por tu segundo disco, y, si bien venís de la música, de un hogar musical, empezaste tarde...

Sí. Toda la vida estuve relacionada a la música, por mi familia, por mis amigos. Siempre estuve vinculada a músicos, a bandas, pero nunca había tomado las riendas y decir "yo voy a hacer música". Era muy loco: en realidad sentía que era parte de eso, siempre me sentí música, pero en realidad nunca lo había hecho. Cuando tenía 20 años me fui a vivir a Barcelona, estuve ahí unos cuantos años, y cuando volví ya tenía pila de ganas de hacer un disco propio. Hasta ese momento no había hecho nada.

 

¿Fue un clic? ¿Y por qué no habías hecho antes, por romper con la tradición familiar?

Cuando era chica estudiaba violín, y en un momento vi que todo iba para ese lado, de lo clásico, y no quise. Mi padre y mis hermanos son como de ese ambiente, y mi padre estaba re copado, me llevaba a las clases, veía que yo avanzaba. En la adolescencia dije "yo no". Porque no era por ese lado que quería abordar la música, y siempre tuve ganas de hacer canciones. Y me fui a Barcelona bastante chica, y los años que estuve ahí estuve haciendo otras cosas, juntando ganas de volver y hacer un disco. Allá estaba en otra cosa, y acá tenía todas las herramientas. Era mucho más fácil, así que cuando volví me puse con eso.


¿De dónde salieron las canciones? ¿De un proceso de acumulación, o te sentaste a componer especialmente?

Me senté de cero. Al principio teníamos como una forma de hacerlo con Gabriel [Casacuberta, productor y co-compositor de buena parte del material de Lucía González], que se iba de viaje, porque viajaba mucho con Bajofondo, se iba de gira y me dejaba unas bases preparadas. Una batería, a veces un teclado, un bajo, algo, y yo hacía una letra encima de eso, una melodía. Las empezábamos a armar de ese lado. Después varió. Pero Gabriel llegaba y le decía "tengo esto, esto y esto", y comenzábamos a armar bien el tema. Ahora ya es distinto, ya surge de otros lugares.

 

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, yo con la guitarra, haciendo unos acordes y cantando, o con el teclado, o de cosas que trae Gabriel también. Pero no salen de una base.

 

Foto: Montevideo Portal | Martín De Benedetti

Odio la palabra "ecléctica", pero hay un eclecticismo en lo que hacés. Desde que las canciones están en distintos idiomas, a las instrumentaciones. Hay folk, pero no desde un punto de vista tradicional, o electrónica, que se despega de las experiencias que han hecho artistas locales, como Loopez, Fede Deustch, o Bajofondo, que tienen un sello característico...

No lo pienso demasiado, no pienso "quiero hacerlo de esta manera". Va saliendo, y las cosas que vas escuchando te van influyendo. Siempre escuché un poco de música electrónica, todo lo que hago es un poco un revuelto de distintas cosas. No haría un disco puramente electrónico, pero sí fusionar y meter de repente un tema más así, o meterle cositas, synthes, jugar con eso. Me encanta.


No hay una racionalización antes del proceso creativo...

No, es lo que sale. Después sí, le vamos agregando. Acá estaría bueno meter un synthe, acá tal sonido, pero no hay una premeditación.

 

¿Y hay algún lugar al que seguro no llegás?

No sé, nunca lo pensé así. Siempre vamos construyendo desde una base armónica, una melodía, y partimos desde ahí. Tenemos muchos instrumentos en mi casa, muchas cosas para tocar, entonces se nos va ocurriendo. Lo vamos haciendo así, con mucha libertad. Y probamos. Muchas veces decimos "esto no", pero es eso. Poner, sacar...


¿Y los textos salen de la misma manera?

Las letras las escribo más bien yo sola. Ahí es otra cosa.

 

Es tu marca...

Sí. Sobre todo en este disco. Gabriel me ayudó bastante en momentos en que estaba trancada, pero es algo que prefiero hacer sola. Me siento con un cuadernito, cuando estoy tranqui. No es algo que pueda hacer de forma muy grupal, algo que haría con más gente. Lo hago desde otro lugar.

 

¿De dónde surgen esos textos, de la música de las palabras o de la intención de contar una historia, un estado de ánimo?

Siempre hay intención de eso, de sacar un poco, de contar. Para mí, igual, la melodía es importante. Está buenísimo si hay una letra atrás que está buena, pero lo primero que escucho, cuando escucho cualquier canción, es la melodía. Es lo que me hace sentir directamente sin estar pensando qué está diciendo. Es la música en su expresión más abstracta. Siempre le doy mucha importancia a eso. Y la letra es un lindo lugar en el que uno puede decir cosas y hablar de lo que le pasa, de lo que siente. Si hacés una letra y está buena, mejor, pero le doy mucha importancia a lo otro. Mis letras, igual, son súper personales. Sobre todo en el primer disco, había mucha melancolía, mucha cosa que quería decir. En este disco un poco también. Hay desde cosas súper personales hasta un viaje, una cosa inventada. De todo un poco.


¿Y la elección de los idiomas es parte de eso?

Sí. ahora, en este disco hay una canción en francés. Eso fue una cosa caprichosa. Siempre me gustó cómo suena el idioma cantado, y tuve ganas de hacerlo. Así que hice una letra en español, le pedí a mi tía, que vivió en Francia pila de años, la tradujo, otro amigo con el que hicimos la canción, Nandy Cabrera, me la corrigió, me corrigió la fonética. Eso fue como un caprichito, una cosa que quería hacer. Después lo del inglés, del español, es como lo mismo. Hay cosas que me gusta más cómo suenan en inglés, otras están más buenas en español, pero tampoco digo "tengo que hacerla en este idioma".


No hay muchas artistas locales como vos. ¿Te sentís en una posición incómoda?

En realidad, sí. Siempre me pasó, desde el otro disco, que quedaba en un lugar que no era mucho parte de nada, porque no soy una cantautora, una chica con la guitarra, y tampoco soy electrónica, ni folk. Soy una mezcla no sé de qué.

 

Te estás perdiendo pila de laburos...

[Risas] Sí, a menos que hagan el festival de raros y no sé qué con mujeres. Estoy en un lugar que tiene un poco de todo, pero a mí me gusta. Tampoco podría hacer canciones sola, tipo guitarra y voz, siempre estuvo mezclado, me sale así.

Foto: Montevideo Portal | Martín De Benedetti

¿Nunca lo intentaste o directamente no te sale?

Nunca lo intenté. Ponele que a veces te invitan a tocar a lugares y te dicen "vos y otra persona", formato reducido, y mis canciones no lucen mucho así. Tienen muchos elementos, y para hacerlas en vivo está bueno tocarlas como son. No rinden solo con la guitarra. Tienen muchas texturas.


Sos medio rara para el medio, pero, ¿Tenés algún espejo en el que mirarte como artista?

Nunca pienso que quiero parecerme a... Pero hay muchos artistas que me gustan, algunos desde siempre y otros que voy descubriendo y me van inspirando, me dan ganas de hacer cosas más de ese estilo. Hay una chica que me gusta mucho que se llama Melody Prochet, que tiene Melody's Echo Chamber, que está producida por Kevin Parker, el cantante de Tame Impala. Es como medio parecido, pero canta una mujer de voz muy dulce. Ella es, de los últimos años, lo que me hizo decir "waw, qué bueno esto". Y después hay cosas clásicas, que nunca dejo de escuchar, como Björk, miles. Hay muchas artistas femeninas que me gustan, pero no hay una que te diga "esta".


El Río de la Plata no ha sido muy gentil con la producción femenina...

Hay como cosas más clásicas. Ahora hay un montón. Por suerte ahora hay varios proyectos de mujeres medio de mi edad, que están buenos. Estoy re copada de que haya una movida así.

 

Es interesante porque tu música es hecha en Uruguay y, pese a tener alguna cosa como "local", no parece uruguaya...

¿Qué es lo local?

 

Algún timbre, fraseos, cierta melancolía...

La melancolía es nuestra.

 

Pero hay una apuesta a diferenciarte de lo hecho en esta parte del mundo, que construye, a la vez, una identidad local...

Sí. Uno no puede evitarlo... Viviste acá toda tu vida, escuchaste cosas. Eso también, por más que uno no se proponga hacer algo "uruguayo", o lo que sea, es parte de vos y en algún momento se refleja.

 

¿Te preocupa tener la "conexión local"?

No. Si la tengo, me encanta. Está bueno. Eso hace que sea más personal, no solo que suene parecido a otra cosa. Que tenga un sello. Pero nunca me propongo hacer algo para que suene más de acá, no es premeditado. Sale naturalmente. Es verdad que eso está. Viví toda mi vida acá, escuché miles de cosas, y en algún lugar de mi persona eso está.

 

El disco anterior fue fruto de las ganas acumuladas, y ahora ya vas por el segundo. ¿Entraste en la dinámica de hacer discos cada tanto?

Quiero, deseo, que sea un proceso que nunca pare. Hubo como muchos años de separación entre el primero y el segundo, y me gustaría que el siguiente no se demore tanto. Pasan rapidísimo los años. Y entre que te dedicás a promocionar el otro y eso se te va un año, dos. Ahora quiero ponerme a componer, porque el proceso es largo, y entonces me gustaría que no pare, que sea continuo.

 

¿Te gusta ese proceso de componer largo, y grabar?

Es de lo que más me gusta. Me gusta componer, grabar, y editar.


Tocar en vivo te gusta menos...

Me gusta también, pero es un viaje re distinto. Dame horas en el estudio para hacer cosas, probar... Podría vivir haciendo solo eso.

Foto: Montevideo Portal | Martín De Benedetti

¿Tiene que ver con tu laburo o no?

No, no. Yo laburo de otra cosa, hago dirección de arte.


Por eso, es también como de análisis, de diseño...

Sí. Ojalá pudiera dedicarme solo a hacer música. Es difícil en este país. Pero si pudiera hacerlo sería feliz estando todo el día en un estudio. Me gusta mucho todo el proceso. De tocar en vivo me gusta la parte de ensayar, lo que se crea cuando vas transformando las canciones, los toques en sí mismos. Son momentos lindos, y tengo la suerte de que la banda que toca conmigo sea de amigos. Compartimos más, además de ensayar y tocar. Es como un tiempo muy lindo para mí. Es otro viaje que disfruto pila, pero no tiene nada que ver con grabar.


¿El hecho de ser mujer representó alguna tranca a la hora de tocar?

En realidad, como soy yo y cinco hombres más no me ha pasado. Pero supongo que sí, que debe haber sucedido sin que yo me diera cuenta. De hecho, en festivales y cosas así, por ser mujer, no te toman en cuenta. Pasa eso. Pero no lo sentí directamente. Pasa que yo, en ese sentido, soy como un amigo más. Soy "el muchachito", siempre tuve esa personalidad, y me relaciono muy así. No he sentido nada, pero supongo que es porque estoy rodeada de gente especial, que me trata bien, me respeta. En lo cotidiano no lo siento. Sí es claro que, en el momento de elegir un artista, siempre es más complicado para nosotras acceder a los mismos lugares que los hombres. Supongo que se irá revirtiendo ahora que hay tantas artistas femeninas. Espero y deseo que eso cambie.