Contenido creado por Jorge Luis Costigliolo
Entrevistas

Caribe con A

Conversamos con Héctor Buitrago, de Aterciopelados, que se presenta el 28 de noviembre en La Trastienda Samsung

"Estamos con la energía y las ganas parecidas a las que teníamos hace 20 años".

24.11.2017 16:09

Lectura: 10'

2017-11-24T16:09:00-03:00
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Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
jcostigliolo@montevideo.com.uy

Cuando empezó a sonar en las radios el "Bolero falaz" fue un sacudón, una sorpresa de las buenas. Era un hit, pero no se trataba de una canción sencilla. Sobre su melodía recordable y su estribillo ganchero, la voz delicadamente áspera de Andrea Echeverri contaba una historia de celos y paranoia. Después fuimos sabiendo (eran épocas pre internet) que Aterciopelados no era una banda más de la oleada masiva de la "alterlatinidad", esa etiqueta un poco mezquina que tomamos para definir todo lo que suene a música pop mestiza de rock y folklore.

Para entonces, este grupo colombiano portaba las credenciales de su primer disco, Con el corazón en la mano (1993), que incluía "Mujer Gala", una provocativa canción punki, y con El Dorado (1995) hacía saltar la banca. La fórmula era irresistible: melodías festivas (¿Qué esperar, si no, de una banda nacida en el Caribe atómico?), se amalgamaban con las letras de carcasa de a ratos kistch, de a ratos naif, pero en las que subyacía una preocupación intelectualmente profunda por cuestiones que, para la época, solo estaban en la agenda de algunos enterados. Así, sus temas abordaban tópicos como la violencia machista, los derechos de la mujer, la realidad sociopolítica de América Latina y las cuestiones medioambientales, con enorme soltura y picos de genialidad, sin abrevar en el panfleto.

La banda se posicionó entre las más interesantes de la nueva camada de artistas de la región, con una frontwoman que se comía propiamente a los niños crudos a fuerza de carisma y talento, y un respaldo instrumental sólido e inspirado. Después vinieron más discos: La pipa de la paz (1996), que los trajo a Montevideo a un show frustrado por la lluvia a fines del 97, Caribe Atómico (1998), Gozo poderoso (2000), el último para una multinacional, y Oye (2006) y Río (2008), publicados de forma independiente y casi artesanal.

Tras un hiato en el que Echeverri y Héctor Buitrago (bajista, fundador del grupo, ex pareja y siempre compinche de la cantante) se dedicaron, entre otras cosas, a trabajar en sus proyectos solistas, celebraron los 20 años de la banda en el festival Rock al Parque, y Sony Music los tentó para grabar un DVD [Reluciente, rechinante y aterciopelado], que recoge algunas de las mejores canciones de la banda.

Ahora, mientras giran con ese repertorio, preparan un nuevo disco que aparecerá el año próximo. "Estamos muy contentos", asegura Buitrago. Aterciopelados todavía tiene cosas que decir, y eso no puede dejar de ser bueno.


*

 

¿Recordás aquel concierto que no pudieron dar en Montevideo en 1997?

Sí. Recuerdo que no pudimos tocar por la lluvia, pero también recuerdo haber visitado una ciudad muy bonita, y conocido gente interesante. Y estoy sorprendido del tiempo que pasó entre el 97 y hoy, y que nunca pudimos volver hasta ahora.

 

Desde entonces grabaron discos, se separaron, hicieron trabajos solistas. ¿Qué sucedió en Aterciopelados desde aquella vez, además del paso del tiempo? ¿Qué desafío tienen para seguir siendo una banda referente de lo que en algún momento se llamó alterlatinidad?

Han pasado muchas cosas, pero me da la sensación de que estamos en un momento muy parecido al de hace 20 años. Desde esa visita a Uruguay seguimos girando mucho, después pasamos a una etapa en la que hubo, incluso, una crisis en las discográficas. El sello en el que estábamos cerró en Colombia, y decidimos lanzarnos a una carrera autogestionada e independiente. Por eso, tal vez, no se oyó mucho de Aterciopelados en otros países, porque decidimos editar los discos nosotros y trabajarlos independientemente. Los últimos discos de Aterciopelados, hasta 2010, fueron hechos de esa manera. Ahí paramos con Andrea por cuatro años, cada uno se dedicó a sus proyectos solistas, también de manera independiente y autogestionada, y entonces tampoco hubo mucha información de esos trabajos en muchos países. Después de 2014 retomamos, volvimos a tocar con Aterciopelados, en el festival Rock al Parque, celebramos los 20 años de carrera con un libro, con discos recopilatorios, y con el DVD que estamos promocionando desde hace dos años y que grabamos en 2015, Reluciente, rechinante y aterciopelado, y ahorita estamos recargados, con muchas ganas y muchas expectativas de lo que será el nuevo disco, que saldrá en 2018. Estamos con la energía y las ganas parecidas a las que teníamos hace 20 años.

 

Con más experiencia... El hecho de tomar un camino independiente debe aportar mayor conciencia, mayor sabiduría...

Exactamente. Y ahora estamos como hace 20 años, de nuevo con una multinacional. Volvimos a grabar con Sony, porque ellos fueron los que nos hicieron la propuesta de grabar un DVD, de un concierto con todo el montaje, la escenografía y la parte técnica, que de otra manera no habríamos podido hacer. Decidimos aceparlo, nos fue bien, y ahora estamos con un contrato firmado para un nuevo disco. Hemos pasado por muchas etapas, hemos aprendido mucho.

 

Menos confiados que antes...

Claro, claro. Ahora hay más elementos de donde poder analizar las cosas, pero también todo ha cambiado mucho. Estamos como acomodándonos a la nueva manera de hacer, incluso, los negocios con las disqueras. Ha cambiado también la manera de relacionarse con la música. Hace 20, 25 años, editamos nuestros primeros discos en vinilo y cassette...

Foto: Prensa Aterciopelados


Aterciopelados siempre fue parte de un grupo de bandas que, vistas desde acá, tenían una pierna en el rock y otra en el folklore de la región. Pienso en Fabulosos Cadillacs, Café Tacvba... Eso sigue estando en Aterciopelados, pero ¿Cómo se encara ahora que dejó de ser una novedad, que ya no hay sorpresa? Quizá hace 20 años era una cuestión vanguardista, y hoy es casi clásico, vintage...

Así es... Incluso ese declive, primero de las compañías discográficas y luego del mismo género, del rock en español y lo alterlatino, dándole espacio a otras expresiones que surgieron luego, hicieron que nosotros nos moviéramos independientemente, tranquilos con esa situación, tocando en Colombia y otros países de vez en cuando. Pero hoy en día se siente, de alguna manera, que hay, no sé si un revival, o que el rock en español ha recuperado espacios, hay una generación nueva que estaba queriendo, o escuchando por primera vez esos sonidos, y apareció una ola nueva, o artistas de esa misma época, que están girando. Siento que hay, en este momento, una escena vibrante de nuevo. En un nicho no tan grande como el de aquella época, pero sí muy importante.

 

Esa escena de la que participaron fue quizás la última gran manifestación original del rock en América Latina. En los últimos 20 años todo se ha mantenido más o menos igual, los nuevos artistas que surgieron no fueron capaces de aportar un "revolcón" como aquel...

Sí, exactamente. También, como que hubo una esperanza de que el movimiento siguiera tan fuerte como en ese momento, pero fueron muy pocas las bandas que lograron mantenerse. No sé si por el declive mismo del género o por no tener conciencia, en ese momento, de que había que mantener una efervescencia creativa. No se logró mantener, y, más allá de tres o cuatro grupos que aparecieron después, no hubo una continuidad. Sin embargo, en este momento, vemos muchas bandas, no tan masivas pero sí con propuestas, gran talento en nuestros países. En Colombia, en este momento, hay una gran movida musical de muchos géneros, y muchos de ellos influenciados por el rock latino, y está muy bien.

 

Están viendo que lo sembrado dio sus frutos...

Sí. Cuando empezamos, la infraestructura era mínima. No teníamos dónde ensayar, ni dónde tocar. Cuando nos empezó a pasar todo esto fue muy precipitado, sorpresivo. Lo logramos, estuvimos en el momento apropiado, en el tiempo justo, y nos pasaron muchas cosas, pero, realmente, no había una escena, una infraestructura preparada. Pensamos que en Colombia iban a aparecer muchos otros grupos, pero no pasó. Y esa infraestructura tardó años en desarrollarse. Ahora ya hay muchas ruedas de negocios, e incluso carreras musicales... Entonces no había lugares para ensayar, escenarios dónde tocar. Ahora hay festivales, no solo uno, sino cinco, seis, diez al año. Pero faltaba antes toda esa infraestructura, y ahora por suerte empezaron a florecer otras propuestas en esta época.

 

Colombia cambió en cuanto a que mejoró su infraestructura, pero también es un país distinto. Para empezar, hoy ya no existe la guerrilla, como 20 años atrás. ¿Esos cambios que vivió el país influyen en el Aterciopelados de hoy?

Sí. Colombia ha pasado por muchos movimientos políticos, sociales, el tema del narcotráfico, que también fue muy duro... En ese momento estaba incrustado en la sociedad, con su problemática de las bombas, era un momento complicado que acompañaba, mientras tanto, el conflicto de la guerrilla y el paramilitarismo. Ahora sí, efectivamente, se logró bajar el tema del narcotráfico, puede seguir subterráneo de alguna manera, pero está mucho más tranquilo, se ha logrado controlar, se ha logrado erradicar un poco. Se logró también firmar el acuerdo con la guerrilla, aunque todavía no se ha implementado y sigue un poco la polémica. Se logró aplacar un poco a los paramilitares, aunque hay una lucha ahí que continúa. Todas esas etapas que hemos atravesado claro que han influenciado a los músicos. En algún momento, en las carreras artísticas de muchos, viendo la situación del país, a veces preferíamos, nosotros también, no hablar de ciertos temas. Hemos tenido canciones que hablan de la situación del país, pero pasamos por etapas muy fuertes. Ahora estamos en una un poco mejor, esperando que el conflicto y los acuerdos de paz se implementen y podamos pasar hacia el otro lado.

 


Aterciopelados, con una cantante femenina de presencia muy fuerte, siempre tuvo un discurso muy fuerte sobre los derechos de las mujeres, el respeto a las minorías, la ecología... Hoy parece que es un tema más de la tapa del diario que antes, pero, sin embargo, algunas cosas no han cambiado demasiado. ¿Cómo ven esa situación?

Por allá por La pipa de la paz empezamos a manejar dos temas, como que nos especializamos. Andrea en el tema de lo femenino, de los Derechos Humanos, de la mujer, y yo en la ecología, el agua... Ahora son temas que están puestos sobre la mesa. Mi opinión es que sentimos que las cosas están peor que antes. Pero que esos temas estén en la boca de todos dice que estamos avanzando bien. El maltrato a la mujer, la inequidad, los feminicidios, eran algo que estaba escondido en la sociedad. Siguen ocurriendo, pero ahora estamos viendo toda esa situación, al igual que lo del cambio climático. Era algo que veíamos antes: el extractivismo siempre existió, pero hay una resistencia. Estamos generando conciencia y despertando ante esas graves problemáticas de la humanidad. Siento que el hecho de que estemos viendo eso todos los días en las noticias es porque siempre han pasado, pero ahora tenemos que tomar el mando de la situación y despertar.


¿Las canciones de Aterciopelados han aportado su grano de arena?

Sí. Pocos grupos lo hacían. Incluso en nuestro último disco, Río, hay una canción que escribimos para el río Bogotá, y hablaba del agua y la ecología. Era extraño para esa época que tuviéramos una canción para un río. Ahora es más normal, diez años después.

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Aterciopelados se presenta el 28 de noviembre en La Trastienda Samsung, desde las 21:00

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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