Contenido creado por Jorge Luis Costigliolo
Entrevistas

Dendritas contra el bicho feo

Conversamos con El Alemán

El Alemán presenta este domingo “Del principio”, su nuevo disco. Antes del show, conversó con Montevideo Portal, y habló del carnaval, la noche, la enseñanza de música y la gran escuela de la Murga Joven, y hasta de psiquiatría, uno de los disparadores de su último trabajo.

10.10.2013 15:52

Lectura: 15'

2013-10-10T15:52:00-03:00
Compartir en

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
jcostigliolo@montevideo.com.uy

Por estas horas se pone a la venta Del principio (Montevideo Music Group, 2013), segundo disco de El Alemán, sucesor de Sistema (MMG, 2009), un trabajo crítico y, por momentos, de dientes apretados. Las historias que hacen este álbum, dice, ya estaban armadas en su cabeza, pero tuvo que juntar ganas y sumarle un poco de presión para ordenarlas y darles forma definitiva.

Esta vez, el detonador provino de la psiquiatría. No es cosa de locos. "Fui a una charla de Ariel Gold, un psiquiatra, y el tipo expresó y dejó claro teóricamente cosas que yo quería decir y no sabía cómo: la desigualdad de origen". Ahí el Alemán halló el estuche donde encajaban la mayoría de sus cuestionamientos. Docente de música de niños de contexto crítico en el Programa de Aulas Comunitarias, y en el otro extremo social, de chicos de un liceo privado de la costa montevideana, descubrió el determinismo desde la ciencia biológica. "Gold dice una cosa que yo también pensaba: todo depende de la suerte de dónde te tocó nacer. Se supone que el sistema del mundo liberal promueve una competencia ‘justa', en la cual cada uno hace su futuro y jodete. Pero si de entrada le estás dando armas diferentes para esa lucha, es desigual. Me pareció que esa explicación científica cerraba con lo que yo traía de antes, las canciones que había escrito en el disco anterior".

Tus canciones reflejan un ‘compromiso social' (de alguna manera hay que llamarlo), que excede la regla de los artistas del MPU. Me refiero a que quizás son más cercanas al canto popular de la post dictadura, y que te emparentan más con La Teja Pride que con Asaltantes Con Patente.

A mí me gusta poner lo que pienso. Sé que mucha gente dice que soy un demagogo, o que dice ‘pah, mirá los disparates que dice este', y no me va a escuchar ni loco porque no está de acuerdo con lo que digo. A mí me pasa lo mismo. Hay músicos que para mí son excelentes, pero que, siendo más joven, los dejé de escuchar por lo que dicen sus letras.

¿A quién bloqueaste?

Cuando era mucho más chico me gustaban Celia Cruz y Gloria Estefan. Me encantaban. Después, al empezar a agarrar un poco de conciencia de lo que decían medio como que los empecé a bloquear. Cada cual dice lo que piensa. Luego, si eso genera discusiones, me parece que es lo que se debe buscar. Creo que uno puede tratar de esquivar los problemas, pero no me parece que sea lo mejor. Tampoco digo que quienes no cantan estas cosas esquivan problemas. Cada cual hace lo que le sale.   Yo espero que a mí no se me vayan las ganas de hablar de esto, de tratar de pensar que uno puede cambiar algunas cosas, ojalá que no me pase. Pero nadie está libre.

Como artista te movés en distintos planos. Fuiste parte de la movida tropical con Los Fatales, salís en Carnaval, sacás tus discos como solista. ¿No corrés el riesgo de ‘agarrar oficio', encontrar una fórmula y entrar a hacer todo igual?

Me gusta ser sincero. Cuando empecé a hacer la carrera de solista podía haber tomado el camino que quisiera, porque me lo daba el lugar en el que yo estaba. El público de la música tropical es muy grande y muy seguidor. Ya en Los Fatales compuse temas que no fueron hit, pero decían las cosas que quería decir. En A la uruguaya', por ejemplo, hablaba de cómo te atienden los funcionarios públicos cuando vas a hacer un trámite. El Fata (Delgado) medio como que me miraba medio de costado pero bancó. Esas canciones están en los discos de Los Fatales, se grabaron, pero no fueron las que más caminaron. Y está bien. Puede ser que ese público no quiera consumir ese tipo de temas. No sé cuál es el público hoy para mis canciones, y tampoco me interesa. Sí me interesa, por supuesto, que se escuchen, sería un mentiroso si dijera que toco para mí. Toco para que la gente escuche lo que hago. No entiendo la diferencia entre lo comercial y lo no comercial, no me meto en esa lógica. Me parece que eso no existe, que cada uno hace lo que quiere para que lo escuchen. Cuando tuve que tomar la decisión de pensar qué era lo que iba a hacer elegí esto que hago ahora, que es lo que siento. Después de empezar a escuchar a Ruben Blades, y ver que era eso lo que me movía, de ver una realidad movilizadora, decidí ir por ese camino.

Hey, teacher, leave them kids alone

¿Cuándo entró a tallar el interés por los niños?

Fue medio accidental. Allá en el barrio Peñarol, en mi casa, decía que iba a estudiar y me iba al kiosco de un amigo que vendía diarios... es una historia muy linda, más allá de que no iba a estudiar nada. Me iba a cantar murga con el Sapo, el diariero de la esquina de mi casa. Había una maestra en la vuelta, Sandra González, que planteó un taller en sexto de escuela. Mi amigo El Sapo, que daba los talleres, un día no pudo ir, y me preguntó si no me animaba. Fui y lo hice. Tenía 16 años y me encantó. De ahí en adelante empecé a trabajar en talleres, en jardines, dando clase a los niños. Sandra González es la coordinadora del Aula Comunitaria en la que trabajo, para que veas cómo es la cosa. Inventaba canciones para los jardines, y después me entré a dar cuenta de la importancia que habían tenido ciertos profesores para mí en lo que hago en la música. Mi profesor de Historia de tercero de liceo me acuerdo que me marcó.

¿Te acordás del nombre?

Tomanini, Tomanini. Yo soy espantoso para los nombres, pero me acuerdo de Tomanini. Y otros profesores que te dan la pauta de para qué lado arrancar. Está bueno incidir en eso.

¿Y que público es el más complicado? ¿El de los gurises o el de los adultos que escuchan al Alemán?

Con los gurises está todo bien, son unos cracks. Muchas veces a los profesores de música les da vergüenza cantar delante de los niños. A mí no; yo les digo ‘vengo a cantar acá de mañana sin haber calentado la garganta, me mando tremendos gallos y no me importa lo que piensen'. Estamos entre amigos. Ahí canto lo más bien, y ellos también. Hay que lograr eso: que no importe, que no haya vergüenza para el canto, que es algo que en el Uruguay está salado. Si no, no aprendés. Las escuelas de música, en este país, hoy por hoy, son la Murga Joven. Hay mil murgas, y aprendés a cantar en un coro polifónico a diferentes voces, de darte la cabeza contra la pared 40 veces. Y uno que sabe un poquito más agarra la viola y hace los arreglos. Pero después, en el liceo, no se le da bola a la música.

¿Por qué? ¿No es importante?

Es sumamente importante, pero no se lo ve como tal. Pero de nuevo: Ariel Gold habla de la importancia de la música para el cerebro, y es fundamental. En otros países del mundo se ha entendido de esa forma. Acá no. Acá la música es secundaria, o menos todavía. En todos los programas de liceo, durante toda la historia del Uruguay, el área de expresión siempre estuvo por allá abajo. Recién hace unos años hay bachilleratos artísticos, pero también socialmente los que hacen esa orientación están mal vistos, que no quieren estudiar y yo qué sé.

¿Qué es una murga, papá?

¿Y por qué crees que con esa persecución de lo artístico, levantás una piedra y sale un músico?

Es muy mágico eso. No te puedo hablar del palo del rock and roll, donde igual estoy seguro de que pasa algo parecido, pero en el carnaval la gente que ve que, entre comillas, es muy fácil llegar a que te conozcan, y a que si vos sos bueno se te reconozca. En Murga Joven, si encontraste el lugar, encontraste la murga, si cantás bárbaro, estás ahí, aparecés, y a los meses te está viendo un público bastante grande. Te va a ver gente que tiene influencias, que sale en otras murgas. Se va a ver a la gente que escribe en la murga joven, es como que hay un lugar para mostrarse mucho más grande.

Que hace 20 años no existía...

No. El carnaval es algo muy salado en ese sentido. Aparte pasa mucho que los dueños de los conjuntos dicen ‘voy a traer a tal, que dicen que anda volando', y te escribe un cuplé, y mató, y de un día para el otro el loco es conocido y empieza a laburar en la televisión ... Te estoy hablando de algo que sucede, que ha sucedido y que lo vimos todos. Por ejemplo con Agarrate Catalina. En ese sentido me parece que está buenísimo. La vidriera que tiene el carnaval, para artistas que no han estudiado canto, artes escénicas ni nada por el estilo, y sin embargo tienen una capacidad innata que se va decantando en los tablados.

¿Y no mató eso un poco la mística del carnavalero viejo que hacía cualquier cosa durante el año y en febrero salía en carnaval?

Me parece que es más lo que se piensa que lo que realmente es. No es tan así. Este año salí en Asaltantes Con Patente, con Rafa Cotelo, que labura en la televisión, igual que Diego Bello, pero después, la gran mayoría, es gente que trabaja de otra cosa. En Asaltantes, que se supone que era una de las murgas mejor pagas. No existe vivir del Carnaval, es mentira. La gente que piensa que el tipo que sale en Carnaval vive de eso está equivocada. La plata que gastás para ir a los ensayos nomás... Mucha gente que sale en Carnaval termina perdiendo plata. Hay que ir todos los días, comer por ahí. Perdés de estar tiempo con la familia... Y además hay conjuntos que hacen muy pocos tablados. Hay escenarios multitudinarios de muchísima gente y cada vez hay menos tablados en los barrios periféricos. En mi barrio, Peñarol, había un tablado todos los días, y ahora abre solamente los días de Carnaval, y así con muchos. El sonido ahí no está bueno, las instalaciones tampoco, por esto los conjuntos no hacen su espectáculo como lo tienen que hacer, y muchas veces la culpa la tenemos nosotros, los murguistas, que hacemos menos minutos. Creo que ahí sí se perdió algo, estamos perdiendo cada vez más. A nivel económico es cierto que antes se ganaba muchísimo menos, pero no te creas que hoy es tanto, y la exigencia artística es mayor. Tenés, de repente, una jornada entera de domingo haciendo puesta en escena... ¡te querés matar! Con la murga ya empezamos a ensayar. Salgo de estudiar y me tengo que tomar un taxi para llegar en hora, pero es así.

Decías recién "nosotros los murguistas"... ¿sos murguista todo el tiempo o solamente en carnaval?

Somos murguistas todo el tiempo. Siempre digo que la gente del MPU tiene la misma cepa. Somos gente que tiene un código que es conocido por nosotros, y nada más.

¿Se podría dar que alguien que no esté vinculado al Carnaval formara parte de la MPU? Alguien que de repente empezó a escucharlos a ustedes hace 10, 15 años, y de repente nunca fue a un tablado...

Indirectamente te metés. Toda la gente que está en el MPU tiene un coro de murga, sale en Carnaval, entonces en febrero se habla de eso. Te digo: el guitarrista, el bajista y el pianista de mi banda no son carnavaleros. Entran a la banda a tocar el instrumento, pero yo les estoy enseñando, día a día, a cantar murga, y les aconsejo que se metan en Murga Joven a cantar, porque les está faltando ese roce. Todo el tiempo estamos tratando de enseñarles el canto murguero, y van aprendiendo los códigos. Todos los que estamos en esto tenemos ese código que hace que todo el año sea carnaval.

¿Y son permeables ustedes a lo que traen los demás?

En mi caso sí. Vos agarrás un disco de los míos y son de lo más variados. Lo hacemos para congeniar el aporte y los gustos de todos. Hay gente de la banda que es rockera a morir, y gente que es de la ‘tropi'. El Papo (Enrique Guzmán), que para mí es uno de los mejores percusionistas de este país, salió de la música tropical. Y de repente tiene que garrar y tocar la batería. Y el Rodri (Rodrigo Galván), que es del palo del rock and roll, tiene que aprender cómo es la llevada de la salsa en el bajo, porque la propuesta es así. Al final está bueno, todos terminan copándose. En ese sentido somos bastante abiertos.

¿Esa apertura no llevará a que en un mediano plazo sea todo lo mismo? El Alemán, No Te Va Gustar, Tabaré Cardozo, La Vela Puerca...

Lo que pasa es que a la gente, muchas veces, le gusta encasillar las cosas, tenerlas bien divididas, compartimentadas. Pero no lo creo. Yo admiro lo que hace León Gieco, que va, toca con La Renga, Pibes Chorros, con quien sea. Eso me encanta. Es muy fuerte la música. Culturalmente mueve mucho, mueve masas. ¿Por qué vas a enfrentar, a hacer que alguien deje de escuchar algo que puede estar bueno de otro género musical? Me parece que es una pavada.

Bichito nochero

En esta ocasión, y por primera vez, el Alemán compuso un tema ‘a pedido' Habitualmente, las opiniones de los demás durante el proceso de composición le importan poco: "no les doy bola porque estoy seguro de lo que estoy haciendo", dice. Pero esta vez, accedió a la sugerencia de Federico Marinari, productor del sello discográfico. "El Fede me dijo: ‘hay que escribirle a la gente de la noche; hacelo vos, que la vivisite, que estuviste años en la vuelta'". Ahí sí, dice, le pedía aprobación a cada rato.

La noche, la bohemia, es un terreno recurrente del Carnaval y la música popular, pero a la vez está cargada de antivalores. Las luces del Estadio, de Jaime Roos, por ejemplo, es una hermosura líricamente, pero la imagen de los personajes es nefasta, y la mayoría de esa ‘gente de la noche' termina con la vida arruinada...

Esa canción que hice, que se llama ‘Nocturno', y que tiene ese nombre porque el nocturno es una forma musical que representa la aparente calma de la noche, no ensalza eso que decís. Nombra sí personajes que llevan una vida complicada. Era lo que me decía el Fede: ‘imaginate la vida del tipo que se viste de mina y sale a laburar porque es lo único que puede hacer'. No habla en sí de la bohemia. Sí una canción anterior que se llama ‘Cambio de noche' toca ese tema: el de la decisión alguna vez alguno tuvo que tomar de quedarse un rato más, y ese rato en la noche termina siendo muy largo, o irse para la casa, donde lo espera la familia. Tratar de que no te coma la cabeza, estando en tu casa de noche, pensar en lo que podría ser si estuvieras con tus amigos en el boliche. Yo en ese sentido estoy de acuerdo con lo que planteás. Te lo dice una persona que toma poquito. Es un tema complicado, porque mucha gente valora eso, lo pone allá arriba. Es más, el programa ‘Boliches' (que conduce Marcelo Fernández en Canal 10), habla de esto. Vos ves que hay tipos que sienten que su vida está ahí, en el bar, pero está lleno de anti valores. Andá a saber la familia que tienen esos muchachos por atrás. ‘Nocturno' habla de eso, de la gente que se queda toda la noche en el casino, ponele, pero no lo presenta como algo positivo.

Pero también es cierto que esa bohemia, ese lado oscuro de la noche es parte del carnaval; capaz que sin el uno no existiría el otro...

Está claro. A mí me pasa que soy ‘demasiado bueno' en Carnaval, siento que, en ese sentido, estoy como fuera de la corriente. Yo termino el último tablado y me voy para mi casa, pero eso no está bien visto. Lo corriente es quedarse a tomar una, y hablar. Hay otras cosas, también. Yo me caliento cuando se le da demasiado para atrás a determinado conjunto o compañero. Me he dado cuenta, de estar en varios conjuntos, que muchas veces, el darle para atrás a otro es como darse para delante solamente a uno, que el único crack sos vos, estás pensando que el uno sos vos. A mí en los Asaltantes me decían Don Bosco, porque cuando hablaban mal de uno yo saltaba y me quemaba. Pero eso está como en el ADN del carnaval. Ojo, creo que antes era más bardo todavía. Yo me sé historias de tipos que se creían Batman y se tiraban de dos pisos para abajo porque creían que iban a volar, cosas aberrantes que se cuentan como algo gracioso y no está bueno, no es un ejemplo. Pero tampoco es privativo del Carnaval, ni del rock ni de la música popular.

 

El Alemán y su banda presentan "Del principio" el domingo 13 de octubre en la Sala Zitarrosa. Las localidades están a la venta en todos los locales de la Red UTS y en la boletería de la Sala.

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
jcostigliolo@montevideo.com.uy