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Con el cantautor español José Luis Perales

“Mirar a la gente y contar su historia, que es también la mía: ese es el único secreto, no hay otro”. José Luis Perales dialogó con Montevideo Portal antes de sus presentaciones en Uruguay.

05.10.2016 15:24

Lectura: 7'

2016-10-05T15:24:00-03:00
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Por Gerardo Carrasco
  gcarrasco@m.uy

Es uno de los clásicos de mayor vigencia dentro de la canción melódica. Su carrera musical comenzó como compositor para otros artistas, y casi fue necesario obligarlo manu militari para que se decidiera a cantar.

Sus letras hablan de los vaivenes del amor y el desamor, pero siempre fue hombre de una sola mujer, y muy celoso de separar su vida personal y familiar de las luces de la fama.

José Luis Perales, autor de perennes éxitos como "Me llamas", "Qué pasará mañana" o "Un velero llamado libertad", se presentará en los próximos días en el Auditorio Nacional del Sodre, en el marco de su gira "Calma".

Desde la provincia argentina de Salta, dialogó telefónicamente con Montevideo Portal.

Miscelánea

Interrogado acerca de la naturaleza del espectáculo que ofrecerá en nuestro país, el cantautor detalla que "consiste en presentar unas cuantas canciones del trabajo nuevo, de Calma". "Hay un acústico de unos cuántos apuntes de canciones que he escrito para otra gente, que antes no lo había hecho nunca. Y luego evidentemente están las canciones de siempre, las que la gente espera y que no me perdonarían que me marchara sin cantarlas". En total, el show dura unas dos horas.

La calma ante el caos

El título de su nuevo disco no preexistió al trabajo, ni estuvo previsto de antemano, reconoce Perales.

"Cuando terminé el disco pensé ‘¿qué título le voy a poner?’", y sólo después decidió bautizarlo con el nombre de una de las piezas que lo integran.

"Hay una canción que se llama ‘Calma’ que me gusta mucho, y quizás el momento social que cuenta esa canción es un poco depresivo, porque hay guerras, paro, mucha tensión en la gente, en la forma de vida que hemos creado. A veces lees las noticias y te dejan mal porque parece que no pasa nada bueno, te muestran lo más violento, lo más sensacionalista. Al final acaba uno acostándose por la noche con una inquietud tremenda de que todo está mal, y no debe ser así. Creo que la palabra para título de este disco salió sola. Era una necesidad de decir ‘calma’, de gritar ‘calma’ para que todo cambie de alguna manera. Para que procuremos un estilo de vida más relajado, porque pienso que hemos llegado a este mundo para ser un poco más felices", reflexiona.

Éxitos de ayer y hoy

La carrera de José Luis Perales está jalonada por un puñado de temas que se han sostenido con pertinacia en la memoria y la emotividad del público, conquistando a generaciones de oyentes. Cuando se le pregunta acerca de las posibles causas de semejante vigencia, el artista responde con claridad y modestia

"Creo que si han permanecido en el tiempo, primero es porque fueron buenas canciones, supongo. Porque si no la gente no las habría conservado con tanto cariño", aventura. Sin embargo, de inmediato traslada buena parte del mérito a terceros.

"Para durar tanto tiempo, esas canciones han tenido que contar con la fe de una compañía, la constante promoción de una compañía. Cuando salieron eran tiempos en que las empresas, las ondas medias de radio, las ponían constantemente", recuerda, añadiendo que esa situación ya no es la misma.

"Ahora, al menos en España, esas radios se limitan prácticamente a los debates entre políticos, entre periodistas, etc. Hay programas más superficiales y no ponen música". En ese panorama "La música suena sólo en determinados canales y es siempre de la gente más joven que está haciendo música, y a veces buena. Pero si en pocas semanas un tema no pega en las listas, automáticamente desaparece".

"Esas canciones no harán nunca la historia que hicieron las nuestras", lamenta Perales, insistiendo en "el empeño y la promoción sin límites" de las que los músicos disfrutaban en décadas pasadas.
"Hasta que no se agotaba una canción no sacaban la siguiente. Y dudo que estas canciones que acabo de hacer permanezcan en la cabeza de la gente del mismo modo que las de antes, sencillamente porque no están sonando. No suenan en las radios, solamente lo hacen en los conciertos. Posiblemente mucha gente no llegue a conocerlas".

Romántico con matices

Debido a la naturaleza de sus principales éxitos, Perales es a veces colocado en el casillero de los cantantes "románticos", aunque sus composiciones abarcan asuntos diversos y trascienden esa categoría.

"Yo creo que mi definición está en mis canciones. Hay una cara de Perales que no es conocida porque tampoco se ha promocionado mucho, y tampoco he sido abanderado de nada", comenta.

"Evidentemente, las canciones que han permanecido más han sido las de amor, que son también las que las compañías veían como de más fácil llegada al público. Eso tiene un hándicap, porque al final la gente solo te conoce porque eres romántico". No obstante, "el que quiera conocer realmente a Perales, solamente tienen que ver mis discos y verán que hay otros Perales, más desconocidos, pero que también existen y que no renuncian a mostrarse en cada disco, incluido Calma. Puedes buscar y verás el Perales crítico, el Perales social, el Perales inquieto, preocupado por la sociedad en la que vive, independientemente de la gran canción romántica que también está. ‘El reencuentro’, por ejemplo, es una canción romántica, pero es también una película", dice, haciendo referencia a uno de sus más recientes éxitos.

Sin pretensiones de Casanova

Quien escribe estas líneas creció escuchando a cantautores melódicos en Aquí está su disco o Radio El Tiempo. En la cocina de la casa familiar, su madre y abuela solían comentar que Perales era su preferido, por encima de estrellas como Julio Iglesias o Camilo Sesto. Uno de los argumentos para tal preferencia consistía en que Perales se limitaba a cantar sus canciones "sin hacerse el lindo ni dárselas de galán, como los otros". Así, el paso de los años acabaría por pasar factura a quienes apostaban demasiado a su imagen, y dejaría intocado al que había jugado todas sus cartas a la música y la poesía.

"A tu mamá le agradezco el comentario y creo que acertó", ríe Perales al escuchar la breve anécdota, explicando que "el misterio de permanecer o no, es el de contar historias con las que la gente se identifique".

"Evidentemente nunca jugué la parte del farandulero. Me ha preocupado hacer música, hacer mi vida familiar, mis hobbies, mis viajes. No he asistido a las fiestas que hacen los artistas. No me han gustado las revistas del corazón que te pagan por hacer una portada. Simplemente me ha llamado la atención pasear por la calle, mirar a la gente y contar su historia, que es también la mía. Ese es el único secreto, no hay otro", sostiene.


Según pasan los años

Durante sus cuatro décadas largas de carrera, Perales ha mantenido un estilo musical y una coherencia compositiva, pero eso no significa que se haya repetido. En cuanto a su modo de trabajar, mantiene hoy el mismo rigor de ayer.

"La verdad que no ha cambiado mi forma de escribir, aunque quizás ha cambiado el lugar. Antes estaba en el campo y ahora estoy instalado en Madrid y de vez en cuando necesito nutrirme de la soledad del campo para hilvanar las canciones nuevas que tengo ganas de hacer". Sin embargo, en cuanto a su estilo y método, afirma que no ha cambiado nada. "Quizás soy más exigente en los temas que elijo, más exigente en el lenguaje que uso, pero no hay un gran cambio. El único cambio es que la sociedad cambia y las historias que son nuevas serán nuevas canciones".

La favorita

Cuando se le pide que escoja una sola canción de su vasto repertorio, para "salvarla" o señalarla como la más representativa de su obra, Perales reconoce que no se trata de una elección fácil. Finalmente, se decanta por "Que canten los niños", un tema que compuso a principios de los 80, luego de conocer la labor de Aldeas Infantiles, y cuyos derechos cedió a esa organización.

"Es una canción que ha ido más allá de la música y ha sido soporte para una idea fantástica. Sin duda es la que ha aportado más", concluye.

Por Gerardo Carrasco
  gcarrasco@m.uy