Ácido fue una de las bandas insignia del rock uruguayo post dictadura y ahora, luego de 30 años, publica un tardío álbum debut. Sí, chiquilines de las últimas generaciones, había vida antes de MTV, el Cargo 92 y los grandes festivales. Precursores de lo que luego con más tesón que medios sería el heavy metal vernáculo, Ácido se apuntó en una veta hard rockera en castellano, en la que sobresalían y dictaban cátedra los españoles Barón Rojo y los argentinos Riff, con Pappo al frente. Bocones y bravucones, se hicieron en ese entonces de una mala fama que los persigue hasta hoy, años, familias, trabajos, kilómetros y kilos mediante.

Durante buena parte de la década del 90, la voz de Álvaro ‘Varo' Coll estuvo asociada a lo que por entonces pretendía ser el rock nacional; desde su trinchera y tribuna en ‘De Acá', de X FM, ‘el Varo' acompañó con su garganta de pulidora los esfuerzos de los viejos sobrevivientes y las nuevas olas. Pero antes de eso, bastante antes, marcó el ritmo de Ácido tras los parches de la batería.

Un baterista que solo puede tocar en Ácido, que sueña con el día en que pueda "reubicarse en la banda", que cree que es mejor que vuelvan los viejos rótulos para poner un poco de orden y aclarar los tantos del rock, y que dice que su música no se negocia por mensajes de texto.

Tres décadas después de su formación y más de 20 largos años desde el último show, Ácido está de vuelta, "aunque nunca se fueron a ningún lado". El regreso, la reunión o como se llame comenzó a gestarse en uno de los tantos homenajes que Varo organiza en la memoria de Pappo. Ahí, la mayoría de los Ácido coincidió en Montevideo y decidieron hacer algo como en los viejos tiempos. "No fue un buen toque pero quedamos prendidos, con ganas de seguir tocando", dice Varo.

Esas ganas los llevaron a grabar Al ataque (Perro Andaluz, 2013), su primer disco, un trabajo "grabado a pulmón, con garra charrúa", y que parecía ir a contrapelo de la historia. Pero no. No estaban tan fuera de forma, y quedaron con ganas de más.

"Ahora tenemos la cabeza de sonar bien", dice Varo. "Hacemos lo posible por tener siempre un buen sonido. A esta altura no buscamos fortuna, al menos acá en Uruguay. Yo tengo equipos de guitarra y soy el mejor guitarrista frustrado, no sé tocar una nota. Tengo violas, batería, en San Pablo, donde vive El Perro (guitarra y voz líder del grupo) tenemos una parte de equipación, en Buenos Aires otra parte. Ahora vamos a quemar los últimos cartuchos. La cabeza nuestra está donde nos llamen, donde nos quieran. Ahora apuntamos a lo que siempre debimos haber hecho. El rock que hacemos nosotros es en español, del Río de la Plata, pero del otro lado. Siempre pienso que acá, del rock post dictadura, lo que más se vendió fue lo que manejaba Alfonso Carbone, obviamente. Él era un poco el que trajo todo. Él apareció en Palacio (de la Música) y Palacio terminó representando a todos los sellos del mundo. Y lo que más vendió, con lo que más influyó, fue el punk español. Esa es mi idea. No fue el rock pesado, directo, no fue directamente a esas bandas".

Eso explica, según Varo, la poca difusión de la música pesada desde los 80 en adelante, y justifica la marginación casi total de Ácido de los grandes medios, los festivales y los vernissages con promotoras.

"Incluso los críticos que hay ahora, los tipos que laburan en los sellos, y estoy pensando en gente conocida como Andrés Sanabria, Gabriel Peveroni, locos que hace años que están y reconozco, te das cuenta de qué gustos son. Yo, más allá de lo que haga Fernando Cabrera, no sé cómo llegó a la tapa de la Rolling Stone. Los argentinos no se pueden comer que el rock uruguayo es solamente La Vela Puerca y No Te Va Gustar, a quienes yo mismo he difundido. Conozco a los pibes y sé que son buenísimos y los aprecio, pero vamos... la otra vez me llegó por Facebook ‘no sé qué rock' y eran todas bandas de reggae y Tabaré Cardozo. ¡Vo, loco! Prefiero volver a los 80, cuando era ‘vos punk, vos metalero'. Etiquetar las cosas. Yo quiero saber qué hace cada uno. Capaz que es muy rudimentario, ¿viste?. Ojo, no soy boludo, entiendo la fusión. De pendejo ya había escuchado jazz rock, conocía la fusión por intermedio de ese gran hermano de la vida que es Artigas Silvestro, bajista de Siddhartha. Pero se van al carajo. No jodan.

Hordas de chicos malos con sus camperas de cuero

Ácido tenía, en los tempranos 80, mala fama y algunos acreditados antecedentes. No eran los tipos que las madres quieren tener de yernos, y hacían dudar al más kamikaze de los productores.

"Esa mala fama sigue", dice Varo. "Yo traté de mejorar mi parte desde ese aspecto. Estando en la X me encargué de demostrarle a los tipos de los sellos y de las otras bandas que yo era un tipo serio, responsable, pero muchos siguen sin creerlo".

En asunto, piensa Varo, es que no hubo un problema puntual, sino una cadena de episodios que fue dando lugar a la leyenda negra.

"Hubo momentos. El más jodido fue cuando se mezclaron las cosas. Acá cerca se juntaba una pandilla, que, cuando se reunían todos, eran más de 70 metaleros. Se juntaban en General Flores y Garibaldi. Y eso era ‘una' pandilla, loco. Imaginate el resto. Estaba la del Cerro, la del Barrio Sur, una en Punta Carretas. Y estos de acá un día vinieron a escuchar un ensayo. Vinieron los principales, a ver qué onda. Nosotros tratábamos de no salir mucho con ellos, pero a veces se daba. Y eso nos involucraba. Tampoco te voy a decir que yo me apartaba... ¡pará! Y a veces se complicaba y salíamos a cazar a alguno. Chumberas, cadenas... había bailes que no te dejaban entrar con campera de cuero. Había locos jodidos, que de repente te pegaban por cruzárteles. Eso nos jodió mucho. No porque fuéramos buenos, pero nosotros cuatro podíamos armar nuestro propio desbunde y no se enteraba nadie. Aquello era muy grande. Nunca la pudimos arreglar".

Aunque el problema, dice, fue del escenario para abajo. Con el resto de las bandas se llevaban bien, y existía cierta solidaridad en esos tiempos de escasez y bajos recursos, que unía por igual a punks, metaleros y modernos.

"Con ellos a nivel musical siempre hubo buena onda. Con el Perro íbamos a ver toques de los locos, el Peluffo (Gabriel) caía en toques nuestros. Mi hermano y yo tuvimos boliche y llegamos a la banda del Hueso (Gallos Humanos). Nunca en la historia hubo problemas con los músicos... podíamos tirarnos fruta en las notas de los diarios... que los punks, que los metaleros... pero ni a palos. Yo me acuerdo de haberle prestado la batería a alguno de los bateros de Los Estómagos. Con el gordo (Gustavo) Parodi siempre hablábamos de lo mismo... del buzo. Usábamos un tipo de buzo que no usaba nadie, de punto inglés, y jodíamos con eso".

Ahora, reflexiona, la gente cambió, el medio es distinto, pero siguen pesando las malas referencias. "No creo que sea por el público, si no, ya habría pasado algo antes y nunca pasó nada. Pero está lo otro: que las disqueras digan ‘le saco un disco a estos monos y no tocan nunca más'. No sé puede ser eso..."

Habrá consuelo para mi locura

"Mi primer maestro fue mi hermano, a los 7 años, haciéndome escuchar Meridiano Juvenil, clases de rock... Mi primer disco fue el Cosmos Factory de Creedence. Me acuerdo, parado de túnica frente a la vidriera de la disquería. Mi hermano fue mi primer maestro de rock, al que le agradezco, porque podría haber terminado en cualquiera, como muchos", dice Varo. Y a Varo le gusta el rock. ‘Es menester que sea'. Y punto.


"A mí no me gusta tocar la bata. No soy de poner un disco y tocar arriba, estoy renegado. Pero con Ácido no lo puedo evitar. Después que estamos arriba del escenario sale. Pero no me gusta ensayar, ponele. Yo soy fana de Juan Ramón Carrasco, que no le gustaba entrenar. Esa actitud. Se me cae un huevo de ensayar. Miro el reloj, no disfruto. Me rompe los huevos grabar, ensayar, cargar la bata. Es como que me saturó. Mucho tiempo esperando lo mismo. Si me decís ‘pará boludo, hace 30 años que vivís de esto y te gozás', ¿sabés cómo? Duermo con ella. Bueno, ahora duermo con ella, que la tengo toda desarmada alrededor de la cama... Pero tampoco tenemos grandes expectativas. Ahora vamos a ver si podemos grabar el próximo disco en Luján, en Argentina. En más horas, mejor. Igual, a nadie le interesa eso acá. Ponele que ganamos el Grammy, el Graffiti (la entrevista fue realizada días antes de la entrega de los Premios Graffiti, en el que Al ataque se alzó con el galardón al Mejor Álbum de Hard Rock y Metal), y al otro día, no sé, Andrés Sanabria (director de Bizarro Records) va a seguir con sus cosas. No se la va a jugar por una banda por la que no se jugó ningún sello antes. Y somos re amigos con Andrés. Lo nombro porque no conozco otro que maneje sellos...

No sé. Hacemos nuestro rock and roll. Como siempre. No somos Los Traidores, que van y vienen. A mí no me sigan hinchando las pelotas con que la lluvia cae sobre Montevideo, no me vendan más que Montevideo agoniza... ¿qué sos? ¿el próximo hit del próximo día de la nostalgia? Si hicieron cosas mucho mejores... ¿Cuántas cosas buenas hicieron? ¿Qué estamos festejando? ¿La toma de la Bastilla? ¡No jodan! Están perdiéndose el respeto. Tampoco me gustó ver 17 años de Buitres y mensajes de texto en las pantallas... Yo no se lo permito a un manager eso. Eso es solo un ejemplo, no tenemos nada contra las bandas. Y si seguimos siendo problemáticos con ese tipo de cosas... sí. La misma actitud de siempre. Por eso yo no quiero hablar nada. Si puedo no hablar, mejor. Ni siquiera este tipo de cosas, notas, entrevistas. Yo soy el batero, el Varo. Un batero muy limitado. Siempre vengo agarrado del mástil. Si echara a alguien de la banda, me echaría a mí. La salvo metiendo huevo y corazón".


Ácido se presenta este viernes 6 en BJ Sala (Uruguay 960), junto a Fixion y Siria. Las localidades anticipadas se consiguen a $200 en Remeras Bien D'Acá, Tequila Macho y BJ Sala.