Contenido creado por Inés Nogueiras
Entrevistas

Como si lo hubiera vivido

Con Hugo Gargiulo sobre su libro ''Recuerdos robados''

Hugo Gargiulo, cofundador de la Compagnia Finzi Pasca, presenta su libro de cuentos Recuerdos robados en el Auditorio del Sodre y antes conversó con Montevideo Portal.

14.08.2015 09:00

Lectura: 7'

2015-08-14T09:00:00-03:00
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Montevideo Portal / Inés Nogueiras
inogueiras@montevideo.com.uy

''Empecé a escribir cuando me di cuenta de que comenzaba a soñar en italiano''. Con esa frase inicia el preámbulo de Recuerdos robados, libro que recoge un puñado de relatos que Hugo Gargiulo fue hilvanando a lo largo de más de una década. Es que ya son 19 años de vivir en ''otra tierra'': en 1996 se radicó en Suiza y se sumó al Teatro Sunil, fundado por el clown Daniele Finzi Pasca, con quien luego cofundaría la célebre Compagnia Finzi Pasca.

Actor, director, dramaturgo y, fundamentalmente, escenógrafo, Hugo se siente un privilegiado por poder vivir de su arte y reconoce que, en la escritura, encontró un espacio íntimo, solitario y personal. A diferencia de su trabajo con la Compagnia, en el que todo es necesariamente grupal y colaborativo, con Recuerdos robados quería ''tirar un ancla'' a su país de origen -varios cuentos tienen detalles esencialmente uruguayos- y pincelar una serie de historias abiertas a la imaginación del lector.

En la previa de la presentación del libro en el Auditorio del Sodre, Montevideo Portal conversó con él sobre esta aventura literaria.

Este libro que hoy tenés en la mano tiene una larga historia, comenzó a principios del 2000...

Sí, es que no me considero un escritor, en mí hay varias disciplinas artísticas y me muevo de una a otra. Escribir no es la principal. El primer cuento ["Elvira"] surgió porque estábamos pensando un espectáculo coreográfico de mi esposa María Bonzanigo, y a partir de ciertas imágenes sobre el vuelo, sobre el sueño de volar, surgió. Después María quedó embarazada y a lo largo de esa gestación, en esos nueve meses, surgieron los siguientes. Casi todos tienen como protagonistas a mujeres.

¿Fue casual?

En los primeros tres fue casual, después vi que había un concurso de narrativa inédita [Premios Nacionales de Literatura del MEC, 2001] y para darle una unidad decidí completar esos primeros cuentos con historias de mujeres. Esa es la primera parte del libro, "Las habrían llamado brujas", porque son mujeres con una visión un poco particular. Me alegré mucho de haber tenido un segundo premio, con un libro tan chiquito. Se ve que algún valor debía tener. Pero quedaron ahí, sobre todo porque no estoy acá, y moverse con las editoriales requiere un trabajo más sistemático. En los últimos años seguí escribiendo, hasta que decidí unir esas dos partes y surgió este libro.

"Cuando sueña, Elvira siente la fuerza. Se despierta toda bañada en sudor, despeinada. De nada sirve todo el trabajo que se toma en trenzarse el pelo antes de acostarse. Cuando duerme, Elvira sueña con volar. Primero son sus manos las que parten. ‘La cabeza no es la única que piensa, no señor'. Las manos se agitan y gritan su independencia, gritan y después parten en vuelo: y son picos, alas, entrevero de plumas..."

El hilo conductor del libro son los recuerdos, pero aclarás que son imaginarios.

Son recuerdos inventados. Me interesa mucho esto de crear una memoria inventada, que es una memoria no demasiado realista, más bien una memoria filtrada por el interior de los personajes. Una memoria subjetiva.

¿Lograste, como pretendías, que funcionara como un ancla a este país, a esta parte de tu vida?

No son mi historia, pero hay muchos detalles que sí lo son. Hay detalles que voy a pescar de cosas que vi, que viví, ciertas atmósferas que prácticamente están en vías de extinción. Hay una cierta nostalgia también en eso. De hecho estoy pensando en cerrar un círculo con este libro, estoy escribiendo otro tipo de cuentos que por el momento los llamo La historia de la otra tierra, que son cuentos de la otra parte de mi vida, en Europa.

¿Hace cuántos años que no vivís acá?

Ya son 19 años...

Pero me imagino que tu vida es un ir y venir, con la Compagnia...

Sí, con la Compagnia se viaja mucho, la vinculación con el Uruguay es muy fuerte. Los espectáculos siempre se presentan en Uruguay, hay muchos seguidores de la compañía y muchos amigos acá.

También eso provoca que siempre estés volando, quizá un poco desdoblado, como lo están muchos de los personajes de tus cuentos.

Sí, en el primero está el problema de aterrizar, y en el penúltimo ["Zapatos usados"] está este personaje que para él es un problema volar, que necesita aterrizar.

"[...] cuando empezaron los aplausos me percibí flotando sobre la platea. No era exactamente como volar, pero sentí que una parte mía se asomaba sobre los bancos y hasta podía ver a los espectadores desde el cielorraso. Los aplausos se volvían un poco forzados; todos esperaban que el actor que hacía de muertito, o sea yo, por fin saliera de abajo de las sábanas. A pesar de los nervios pude bajar (no sin esfuerzo) y como por suerte las botas eran inmensas, aterricé fácilmente adentro de ellas."

¿Con esta experiencia de la escritura notaste algún desafío especial, algún proceso novedoso o diferente al de tus otros trabajos artísticos?

La novedad para mí es que, trabajando en teatro y con el rol de escenógrafo, estoy siempre en un trabajo colectivo, siempre "al servicio de", o "en función de". La escritura lo que te permite es la libertad de poder hacer un trabajo totalmente personal y, al mismo tiempo, con cierta soledad.

¿Puede compararse con armar una escenografía?

Sí, pero la escenografía nunca nace sola... A mí me gustaría alguna vez hacer un espectáculo que sea solo una escenografía. Está, sí, la idea de la forma, de la estructura, en eso las dos cosas se relacionan mucho, pero por otro lado tengo otra libertad.

¿En qué cosas encontrás inspiración?

En observar, mucho. Me gusta estar en ese rol, como de desaparecer y observar, y luego tratar de construir a partir del detalle. Es una cosa que en la Compagnia es casi como una marca. El detalle, y buscar la parte de luz de las cosas.

"La mayoría de los habitantes de El Café hace rato que abandonó la vida que corre allá afuera. [...] Otros vienen porque en la calle y en sus piezas hace frío, o simplemente para estar acompañadamente solos. Porque aquí la soledad todavía se respeta como es debido, como se respeta también la decadencia que no consigue reciclarse en elegancia."

La Compagnia puede apelar a un gran despliegue, como en La Veritá, pero también a imágenes más íntimas, como en Bianco su bianco o Ícaro, pero en todos juega la fantasía del que los va a ver...

El espectador siempre completa el espectáculo, no hay espectáculo sin espectador. Lo que pasa en el escenario es lo que le pasa a él, esa relación. Y a eso apostamos, nuestro teatro es un teatro de relación con el otro.

¿Crees que eso influyó en tus cuentos?

Me gusta mucho eso, de no ser demasiado explícito, que las cosas vayan sugiriendo, que se vayan trenzando con el imaginario del que lo lee.

Cuando comenzaste a formarte como actor, ¿imaginabas que tu ''yo de ahora'' iba a ser este? ¿Te sorprende el rumbo que llevó tu vida?

No me lo imaginaba, absolutamente no. Es raro, porque cuando vos mirás tu biografía siempre la mirás desde donde estás hacia atrás, y siempre parecen pasos bastante lógicos. Pero cuando lo mirás desde el otro extremo hacia donde estás ahora, es inimaginable el camino que te ha llevado a donde estás. Creo que lo es para cualquiera. Para mí fue muy marcante, porque yo empecé de una manera muy amateur, estaba estudiando arquitectura y empecé con clases de teatro de noche. El teatro me conmocionó mucho, pero en ese momento no veía una posibilidad de vivir de eso, y hoy es una realidad. Me siento privilegiado, pero también hay mucho trabajo detrás.

Montevideo Portal / Inés Nogueiras
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