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Cultura

We are Fantastic

Con Fantastic Negrito, que llega a La Trastienda: "El arte puede curarnos de Trump"

El dos veces ganador del premio Grammy cuenta a Montevideo Portal cómo el blues salvó su vida y cómo puede ayudar en la era Trump.

12.03.2019 13:18

Lectura: 8'

2019-03-12T13:18:00-03:00
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Por Martín Otheguy

La vida de Xavier Dphrepaulezz (alias Fantastic Negrito) es un viaje en una montaña rusa sin cinturón de seguridad. Hijo de inmigrantes somalíes, criado con 14 hermanos en un entorno rural y reglas islámicas estrictas, pasó de un día al otro a vender droga adulterada y robar casas para subsistir en los suburbios californianos. O a fingir ser un estudiante en la universidad de Berkeley para colarse a las aulas a aprender música.

Desde entonces su vida es casi un cuento con moraleja sobre el potencial salvador del arte, con una seguidilla de sucesos extremos que incluyen un par de "casi" muertes artísticas y literales, que tienen el efecto de un sopapo tras otro cuando se leen en orden: estuvo a punto de ser asesinado por una banda de gángsters, se mudó a Los Angeles y logró un contrato con Interscope por un millón de dólares, fue un fracaso comercial, casi muere en un accidente de auto que mutiló su mano, dejó la música, plantó marihuana para sobrevivir, tocó en la calle, se reencontró con el blues y, casi sin que lo buscara, el éxito lo encontró siendo ya un tipo de mediana edad al que "todo le importaba un carajo".

Ahora se encuentra en la parte más alta del subibaja, del que espera no volver a caer. En febrero ganó su segundo premio Grammy en la categoría blues contemporáneo por su disco Please don´t be dead (2018), que ofrece una mezcla de blues, soul y funk sobrealimentado a base de una dieta rica en riffs. Una fórmula que, por cierto, venían explotando comercialmente sobre todo artistas blancos en los últimos tiempos, una historia recurrente en la industria discográfica.

Este 22 de marzo a las 21 horas Fantastic Negrito llega a La Trastienda de Montevideo (Fernández Crespo 1763) para ofrecer las canciones de su última encarnación, que por momentos lo hacen sonar como el hijo ilegítimo de Prince y Led Zeppelin, bautizado por el diablo de Robert Johnson. De algo de eso y de cómo sobrevivir en los Estados Unidos de Trump, el hombre que decidió rebautizarse en honor a los latinos con los que creció en California, charló antes con Montevideo Portal.

Foto: Lyle Owerko

¿Cuánto te importa el premio Grammy que obtuviste recientemente, el segundo de tu carrera?

La primera vez que gané el Grammy fue un shock, porque lo hice en forma independiente, sin un sello discográfico. Esta segunda vez tuvo quizá más impacto, porque lo sentí como una confirmación, algo auténtico. Lo agradezco mucho y es algo genial, pero no es algo sobre lo que uno pueda basar su existencia. Tenés que dejar el premio a un lado e irte a hacer un gran disco, porque de eso se trata todo. Yo ni siquiera guardo los Grammy o los pongo en un estante, porque no quiero tener que mirar a algo así, quiero mantenerme fresco y hacer música que me conmueva a mí y a la gente; esa es mi pasión. Es bueno ganar premios pero tenés que sacarlos de la vista.

Dijiste estar sorprendido de que la Academia reconociera a un "freak" como vos. ¿Te sentís fuera del establishment, pese al éxito?

Por supuesto. Estoy definitivamente fuera del establishment. La gente me llama un artista de blues, pero luego dicen que mi blues tiene mucho rock. Y luego que mi rock se parece mucho al blues, o que el soul que toco no tiene suficiente blues, o que el blues tiene mucho funk. Así que por supuesto que soy un freak, siempre lo he sido. Y aprendí a aceptarlo y disfrutarlo. Por eso soy Fantastic Negrito, solo hay uno en el mundo.

¿Te queda cómoda la etiqueta blues contemporáneo, que es la que usa el Grammy?

Seguro, estoy cómodo con cualquier cosa, no me preocupa la forma en que la gente llama a mi música. Leí tantas cosas sobre lo que yo hago... y está bien. La gente necesita etiquetas. Yo no las necesito.

¿Cómo reconectaste con el blues, que tiene tanta responsabilidad en tu éxito actual?

Creo que empecé a entenderlo cuando envejecí. Cuando era joven no me pasaba; crecí a base de hip hop y funk, y el blues era algo que escuchaban mis parientes más viejos. Pero a medida que crecí, que viví la vida, que fracasé algunas veces, empecé a entender qué era lo que sentía Robert Johnson, o Skip James o Howlin' Wolf, qué era lo que había en su voz, qué estaban sintiendo. El blues es un sentimiento. Y no todo el blues es bueno. Para mí, tiene que ser emocionante, tiene que ser bueno, antes que nada.

Dijiste que la firma del contrato de un millón de dólares con Interscope implicó tu "muerte creativa". ¿Cómo cambió tu relación con la industria discográfica?

Ahora me siento libre. No soy un rapero, no soy una chica rubia bonita cantando pop. Es más fácil para mí ahora, son ellos los que tienen la presión. Soy un tipo de mediana edad que estuvo tocando en las calles y terminó grabando un álbum llamado Last days of Oakland y otro llamado Please don´t be dead. Así que cuando grabo mis discos los hago desde un lugar de no importarme nada un carajo, que creativamente es muy saludable. De ahí es de donde viene todo el gran arte, de gente a la que no le importaba un carajo, que no tenía opciones.

Tanto en tu sitio como en los agradecimientos de los premios recordás con mucho cariño a Chris Cornell. ¿Cuán importante fue para vos?

Fue un maravilloso ser humano, artista e individuo. Y me dio mi primer espaldarazo, siendo alguien que era muy grande en el establishment. Me invitó a hacer tres giras con él, más una con Temple of the Dog. Fue el que realmente creyó en lo que yo estaba haciendo y eso significó mucho para mí.

¿Te resulta extraño ver tu vida narrada como un cuento de hadas en los medios?

Para mí, es simplemente mi vida, pero cuando escucho o leo sobre ella me resulta un poco extraño, porque no creo que nadie vea a su propia vida como increíble, solo se intenta vivirla. Cuando la gente habla sobre mi vida entiendo que parezca un poco difícil de creer que tanto haya ocurrido en tan poco tiempo.

Foto: Andre Forks

Tu último álbum apunta directo a la forma en que viven los Estados Unidos hoy. ¿Cómo lidiás con la América de Trump, como artista y como hijo de inmigrante?

Lidio con la música, componiendo con un sentido de urgencia. Por ejemplo, la canción "Plastic hamburguers" es un riff de blues en mí. Pensé: ¿qué une más a la gente al enfrentarse a la tiranía que el blues, y más en la clave de mi? Todo el mundo puede sentirse identificado con eso. Y en el estudio me gusta derribar los muros, cambiar cómo hacen las cosas. Me gusta tomar distintos beats, loopearlos y hacer esta especie de mantra hipnótico rítmico y sanador, esta vibración. Eso es lo que puede curarnos en la América de Trump, el arte. Así pensé este disco, para que las canciones se sintieran como armas, como un canto en el que quemar todo el odio y la maldad y dar luz a algo más sensato. De ahí salen canciones como "Take that bullshit and turn it into good shit". Me inspiró mucho lo que pasa en la América de Trump, esta combinación de clasismo y racismo que vivimos.

Tocaste para Bernie Sanders; ¿te entusiasma que se postule otra vez para presidente?

Toqué para él hace unos años, pero siento que cualquiera que venga va a ser mejor que este tipo, que es muy destructivo y muestra el peor lado de Estados Unidos. Lo que puedo hacer como artista es pararme en la línea de enfrente y hacer lo que hago ahora, seguir pensando en riffs musicales como armas, que nos unan.

Bromeabas sobre tu pasado criminal en los Grammy. ¿Hay algún arrepentimiento de eso o creés que te ayudó a ser quién sos hoy en día?

No me arrepiento de nada. Todo en nuestra vida pasa para ayudar a convertirnos en la persona que somos. Fantastic Negrito, el artista, es todo lo que pasó en su vida, lo bueno y lo malo, para finalmente dar a luz a un artista que sea algo productivo en la sociedad.

Por Martín Otheguy