Contenido creado por Inés Nogueiras
Entrevistas

Con la música a esta parte

Con Diego Naser, un enamorado de la música

"Mi norte, cuando me paro en un escenario, es dejar un mensaje con impronta personal": Entrevista al director de orquesta Diego Naser. Por Ana Jerozolimski.

15.08.2015 10:12

Lectura: 17'

2015-08-15T10:12:00-03:00
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Diego Naser no necesitaba llegar a los 34 años, que está por cumplir, para saber que eligió bien. Desde pequeño tenía claro que lo suyo era la música; ya antes de tener a los 6 años su primer violín. Toca también la viola, pero su ocupación principal es la dirección. Es el director de la Escuela Superior de Música y del Programa Nacional de Formación Orquestal y además director asistente (maestro preparador) en la Orquesta Juvenil "José Artigas" del Sodre. 

Desde hace casi un año, es violinista en la prestigiosa West East Divan Orchestra del Maestro Daniel Barenboim, compuesta por músicos israelíes y árabes y de ascendencia árabe o judía, que justamente ahora lo ha llevado a una nueva gira.

Este es un resumen de un enriquecedor diálogo con Diego que hemos tenido recientemente, en el que también nos contó sobre el impacto positivo que le causó, hace pocos años, su viaje a Israel.

Diego, es un placer estar aquí conversando contigo. Te conocí hace muy poco en una cena en la casa de amigos comunes, el escritor Fernando Butazzoni y su esposa Lucy. En realidad, ya sabía antes de verte que sos un músico joven y ya muy reconocido. Pero me pregunto cómo te presentarías a vos mismo, ¿qué te gustaría que se sepa de Diego Naser?

Esa es una buena pregunta, nunca me la habían hecho. Tengo que empezar por otra parte... comentándote que para mí, ser un artista, es diferente de ser un trabajador del arte. Ser artista significa que uno entiende que tiene una responsabilidad, porque cuando uno se para en un escenario, o presenta una obra de pintura o una escultura, está dando un mensaje.

Mi norte es, cuando me paro en un escenario, dejar algo especial, algo particular, algo individual con una impronta personal. Entender eso también en las clases o a la hora de tocar es entregarle un mensaje a alguien. Yo muchas veces me valgo también de hacer toda una introducción, de lo que se va a escuchar y situarlo dentro de un contexto. Por ejemplo, les digo a los alumnos "en la época de Schostakowisch, cuando escribió esto, pasaban tales y tales cosas". Hay veces que lo que suena ridículo o gracioso no lo es. Por ejemplo en este compositor en particular, es una crítica y burla al régimen de ese momento, y una cosa que es realmente una crítica, y que significa también un riesgo enorme que el hombre tomó y por el que fue perseguido muchas veces, por darte un ejemplo.

O sea, se puede apreciar su obra pero de otra forma. Es interesante este ángulo.

Había un director que decía que en la partitura está todo escrito menos la música. Yo les digo a mis alumnos que cuando trabajamos una obra nueva es como un bebé. El bebé nace y le vas dando forma, y lo que tú le pongas adentro es lo que él va a ser más tarde. La música para mí es un ser vivo porque va madurando con nosotros. ¿Cuáles son las personas que recordamos? Son todas aquellas que han dejado una impronta personal y que han hecho algo con estilo propio, y han dejado un mensaje y un legado. Y el legado es el mensaje personal.

Creo que el mensaje final que quiero dejar en la vida quizás no lo voy a ver yo, lo verán mis pares, quienes convivan conmigo, cerca de mí. Y a lo que apunto es, justamente, a trascender a través de un mensaje, de una filosofía de vida, de un concepto artístico, de una impronta personal artística, musical.

Y creo que acá puede entrar perfectamente la idea que está justamente detrás de la Orquesta Juvenil "José Artigas", dirigida por el Maestro Ariel Britos, en la que tú mismo participas, con la música se cambian cosas, se educa.

Exactamente. Y yo soy el que trabajo todo el tiempo con la orquesta en todos los ensayos. Entonces preparo la orquesta y cuando invitamos a directores vienen y dirigen las cosas que venimos preparando nosotros. Ese es el rol del maestro preparador. A veces me toca dirigir a mí también, pero por lo general yo preparo la orquesta. Y eso es una tarea difícil, y es de aprendizaje para mí y para los chicos de la orquesta.

Y te cuento que me he encontrado en una reunión de amigos con el maestro Doron Salomon, que te conoció cuando estuvo en Uruguay precisamente dirigiendo a la Orquesta Juvenil, y a quien entrevisté en su momento justamente por su viaje a Montevideo. Me habló de modo sumamente elogioso sobre tu conocimiento y destreza como Director. ¿Cómo llegaste vos a la orquesta Juvenil?

Te cuento. Primero fui a estudiar a Europa con 20 años y estuve allí 11 años. En Alemania fundé una orquesta juvenil, después agregué una orquesta infantil y después agregué una orquesta que estaba en el medio de ambas. Y terminé teniendo un proyecto de orquestas, igual al que está en Uruguay por Ariel Britos y Claudia Rieiro.

Esposa de Ariel y también Directora Académica de la Orquesta Juvenil.

Así es. Te cuento que yo lo invité a Ariel a que viniera a dirigir mi orquesta en Alemania e hizo un concierto con mi orquesta, yo hice conciertos con la juvenil acá, nos conocimos y en un momento me preguntó por qué no venía a hacer esa misma obra a mi país, y eso a mí me sedujo y me vine. Volví realmente por lo que te decía al principio, todas las preguntas están relacionadas, el tema ese de cómo uno puede aplicar la obra de vida a lo que se dedica, a su profesión, y yo lo quería aplicar a nivel social y a nivel nacional. Este es el granito de arena que puedo aportarle a la construcción de mi país.

UNA FAMILIA MUSICAL

¿Cómo se fue desarrollando en vos el amor por la música, los valores en tu hogar, como para que de allí haya crecido Diego Naser el violonista y director de orquesta?

Mis padres fueron padres muy jóvenes. Mi madre tenía 19 años y mi padre 25. Teníamos pocas cosas materiales pero muchas espirituales. No recuerdo una pelea entre mis padres, recuerdo siempre atención, oídos que me escuchaban, conversaciones, desde "Dios existe" hasta cualquier cosa que te puedas imaginar. Ese tipo de temas trascendentales, y era hasta las dos de la mañana o tres; mis padres me seguían y me acompañaban en ese tipo de cuestiones de niño también. Era un hogar lindo, donde papá trabajaba todo el día, mamá eligió quedarse con nosotros y trabajar desde casa.

Mi familia tenía varios tíos que hacían música y ese fue mi primer acercamiento con la música. De escuchar a una tía que tocaba la flauta, otra el oboe, otro la viola, mi abuela que había tocado el piano... entonces había mucho. Me acuerdo que había un tocadiscos enorme, muy viejo, en la casa de mi abuelo, y tenía una musicoteca enorme. Con discos de 78 rpm incluso y de pasta. Y ahí había un disco de Pedro y el Lobo, que fue el que me marcó porque me acuerdo hasta el día de hoy de su tapa y el dibujo que tenía en la portada y el miedo que me daba escuchar eso. Pero creo que me marcó en varios sentidos. Uno, me acercó a la música, porque era un cuento musical para niños, esa fue la intención de (Serguéi) Prokófiev cuando lo escribió. Y el otro es que, justamente, es una obra en la que la música te hace pasar por un montón de sensaciones. Desde lo intrépido, de un niño que sale a caminar por el bosque sabiendo que hay peligro; a la ambición de querer cazar a un animal que está desenfrenado; el miedo... Pasa por un montón de estados de ánimo que hasta el día de hoy atesoro. No es como lo material que se gasta. Esto no se consume. Esto se va transformando a medida que lo va interpretando desde mis nuevos lugares donde estoy parado en la vida.

¿Y tu acercamiento personal a la música?

Ese fue mi primer acercamiento a la música. Y a los seis años dije que quería tocar el violín. Mis padres me compraron un violín un mes más tarde. Y en esa época éramos muy pocos los que estudiábamos música clásica: violín, viola... Era prácticamente impensable, nadie lo hacía. Fue muy duro eso también de joven porque siempre fui el único de mi clase que tocaba un instrumento musical. Y eso también era bastante aislante, sobre todo cuando había juegos de pelota o lo que fuera, yo generalmente tenía que estudiar. Pero era autoimpuesto. Después tuve mis momentos en mi pubertad que no quería estudiar mucho, pero la tuve a mi madre apuntalando hasta que volví a enganchar, por suerte.

¿Y tenías el norte bien claro siempre o no es lógico de tan chico?

Tenía el norte bastante claro, yo quería ser músico. Y quería ser artista, siempre me gustó esa libertad intelectual que esto requiere. Es que dentro de la disciplina, cuando yo estoy estudiando o interpretando, termino siempre haciendo lo que quiero. Entonces la libertad está en otro lado, no está en el horario. Yo incluso hasta el día de hoy nunca sentí que cumplo un horario porque al tener una profesión que me gusta, todos los días lo disfruto. Para mí cuando dicen "Son la 1 de la mañana, vamos a ensayar", yo no tengo ningún problema, podría dirigir orquestas 10 horas por día, 12. Me encanta. Hago pausas para comer. Cuando tengo un día libre y no puedo dirigir una orquesta estoy como loco, me falta.

Así se vive la vida Diego... Maravilloso. Vos sos violinista y director de orquesta. ¿Sos más una cosa que otra?

Por suerte tuve la dicha de empezar como violinista, también estudié mucho tiempo la viola, trabajé muchos años en orquestas profesionales en Alemania y en Austria, también en Uruguay, y me fui inclinando por la dirección orquestal desde el año 2006. Y hoy por hoy estoy dirigiendo más de lo que estoy tocando, y es muy consciente el cambio. Lo que me llama la atención es que el director de la orquesta es el encargado de modelar, de moldear la música que están haciendo todos los músicos. Es el encargado de conciliar, de llevar adelante un proyecto musical puntual que es el de un concierto, una sinfonía particular, en la que todos los intereses diferentes, de todos los músicos diferentes e individuales, tienen que converger en un punto único. Y ese es el desafío principal que tiene un director: cómo lograr que 100 o 120 personas estén abocadas a ser lo mismo y de la misma manera.

UNA ORQUESTA COMPROMETIDA

Diego, quisiera que me cuentes un poco de tu participación en la orquesta de Daniel Barenboim, West Eastern Divan Orchestra, donde tocás con músicos israelíes y árabes de diferentes lados. ¿Cómo llegaste a esa experiencia?

Te diré ante todo que la idea de la orquesta es que se busca un punto de comunión, en el que la gente se encuentra a través del arte y que eso sea el bálsamo que transforma. Yo creo -como dice el Maestro Barenboim- que no hay una solución bélica de este conflicto y que todo pasará por la negociación.
Creo sinceramente que la orquesta hoy por hoy debe ser una de las mejores en el mundo entero. Tiene un nivel impresionante. Está compuesta por músicos israelíes, árabes, también hay algún alemán, algún español. Somos la mayoría músicos que ya estamos integrando o hemos integrado algunas de las mejores orquestas del mundo. Hay palestinos, egipcios, libaneses, israelíes, iraníes, es muy vasto. Creo que también de Irak. En total somos más de cien.

¿Cómo funciona el requisito de ser israelí o árabe?

Hay también gente con ascendencia árabe, como es mi caso, que yo no nací ahí, pero mi abuelo era del Líbano. Se permite hasta una segunda generación. En mi caso, yo no llegué a conocer a mi abuelo. Falleció cuando mi papá tenía 5 años.

¿Cómo llegaste a Barenboim?

Yo conocí al maestro Barenboim personalmente en setiembre del año pasado en Berlín, pero ya venía trabajando con su asistente de dirección orquestal en la Ópera de Berlín mucho tiempo antes, desde 2012. Estuvimos hablando con el maestro, almorzamos juntos, conversamos... Un genio. Para mí él es un genio musical sin duda, aparte una persona comprometida. Podrás estar o no de acuerdo con él pero él es comprometido con lo que hace, cree en algo, lo lleva adelante, trabaja, ayuda a mucha gente. También es muy comprometido con su orquesta y con sus músicos. Y con su ideología también, pero al mismo tiempo es una persona abierta en el sentido de que siempre está dispuesto al diálogo y al convencimiento propio y ajeno. Eso para mí lo convierte en un ser tolerante.

Le conté entonces por qué estaba en ese momento en Berlín, le dije que fui a ver los ensayos para aprender dirección orquestal y hacerme mis anotaciones mientras él ensaya. Me preguntó qué instrumentos toco, le contesté que toco violín y viola y cuando me preguntó mi nombre y oyó Diego Naser, me dice que es un apellido árabe, le respondí que es en efecto libanés y le conté que estaba ahí con mi mejor amigo, Ronen Weisman, que es israelí y vive en Alemania. Nos conocimos en mi época de estudiante. Y entonces el maestro nos dice: "Ustedes están divanizados, tengo al árabe y al israelí juntos, músicos". Ronen es pianista... Y me dice (Barenboim): "¿Por qué no venís al diván?", y le digo: "Encantado, maestro, ¿qué más quiero?". Tuve que hacer la audición, me aceptó con el violín y con la viola, pero me invitó a tocar el violín porque es lo que necesitaban y ahí quedé como violinista. Hoy por hoy ya soy un músico de la orquesta, desde octubre del año pasado, integrado al grupo. Feliz.

¿Cómo es el sistema de trabajo?

Se hacen varias giras al año, varios encuentros. Por ejemplo, este año nosotros nos reunimos en enero de 2015 en Córdoba (España). Ahí estuvimos ensayando, después hicimos los conciertos en Córdoba, Sevilla, Madrid y París; fuimos la primera orquesta invitada en la historia de la Philarmonie de París nueva, o sea que inauguramos teatro, prácticamente. Fue un concierto muy emotivo porque era justo habiendo pasado una semana de los sucesos de Charlie Hebdó. Fue terrible. Fue un concierto muy intenso.

PAZ Y VIOLENCIA

Cuando ustedes tocan en una situación así, y me imagino que también entre los músicos judíos y árabes hay diferencias, aunque estén todos a favor de la paz si están en esa orquesta, ¿cómo se da la dinámica en una situación especial como esa? ¿O se trata de esquivar el tema?

Sí, se habló, lo hablamos entre nosotros varias veces y lo que se dio generalmente es que un ser humano que es capaz de alejarse un poco de lo inmediato, no tiene la primera tendencia, que es a reaccionar, a sentir sed de venganza, lo que sea. Yo creo que está claro que ni el pueblo israelí ni los pueblos árabes buscan realmente vivir en guerra y en conflicto. Los pueblos no; entonces creo que la única forma posible es empezar por parar un poco y entender que el problema está en una pequeña minoría.

Ustedes estaban tocando en París justo después de un atentado cometido por fundamentalistas islámicos...

Es doloroso y es avergonzante, pero no diría que es obra del mundo árabe, es obra de un par de dementes.

Sin duda que son la minoría, el problema es que tienen la voz cantante. En cualquier radicalismo, ¿no?

Yo como descendiente libanés no me siento incluido en eso. No creo que por ejemplo, trayéndolo para nuestro lado, que los 38 millones de argentinos se sientan identificados con los que nos cerraron los puentes durante cinco años. ¿Y no eran argentinos? Sí, eran argentinos, pero son patoteros. No identifico al mundo árabe con esta gente, porque el mundo árabe es tanto más amplio que eso. Mi abuelo era cristiano y por esa razón tuvo que huir... Yo no estoy tampoco empapado en lo que es el mundo islámico-musulmán, ni mi familia tampoco, pero sí estoy al tanto pero no solamente por este conflicto sino por todos los otros conflictos de que uno no puede estigmatizar pueblos. Cuando voy y hablo con mis amigos árabes, israelíes o judíos de otros países yo no estigmatizo pueblos porque estoy en ese momento hablando con una persona.

UN VIAJE CLAVE A ISRAEL

Las generalizaciones nunca son justas.

No es justo y soy sincero, cuando yo estuve en Israel lo primero que me impresionó fue la paz, el equilibrio y la armonía con que se puede vivir en una ciudad como Jerusalén que está en parte dividida. Porque me acuerdo que tomamos un túnel que nos equivocamos y salimos en Palestina. Salimos en un control policial y nos dijeron "Den la vuelta". Me acuerdo que de repente estábamos en un bazar en la calle y estaban los cristianos que corrían para un lado, los judíos que corrían para el otro y los musulmanes también, e iba cada uno a su templo. Eso me encantó, es como debe ser. Eso es muy fuerte.

¿Fuiste de paseo simplemente?

Fui de paseo pero fue un viaje que a mí me transformó. Yo estoy desesperado por volver a Israel, siempre lo hablo con mi novia que es un viaje que es transformador. Porque es muy fácil ver el reporte de CNN, BBC, o lo que sea, y decir "Los árabes son esto; los judíos son esto", no, no es tan simple. Uno no puede decir "Todos los judíos son malos" porque apartemente porque tienen más poderío militar. No es justo y no es cierto.

La realidad tiene otra dinámica que no aparece en las noticias.

Por supuesto. Cuando hay guerra y hay tiros, yo digo que dejemos afuera a la gente que está tranquilamente trabajando y disfrutando de las playas en Haifa, en Tel Aviv; a los libaneses que están saliendo a las discotecas, trabajando, comiendo tranquilamente; a los árabes que están en los poblados árabes en Israel, que están cocinando y atendiendo clientes israelíes y viceversa. Hablemos de eso, no mintamos a la gente, porque si bien hay conflicto es una gran minoría.

SU CONCIERTO EN LA B'NAI B'RITH Y UN SUEÑO

Diego, tú diste un concierto de beneficencia organizado por la B'nai B'rith para una de sus obras sociales. ¿Qué te significó esa experiencia?

Comenzaría diciéndote que como descendiente de árabe me siento muy cercano al mundo judío. Ese concierto fue en abril. Fue un concierto muy emotivo, sobre todo al final, cuando terminé de tocar porque me hicieron un obsequio que nunca hubiera esperado: los tres árboles plantados en Jerusalén; creo que fue el mejor regalo que me hizo alguien en mi vida. Quiero ir a ver eso, me encantaría repetir el concierto que di en B'nai B'rith en Jerusalén, es uno de mis sueños. Tocar ese concierto en alguno de los templos de Jerusalén.

Ojalá se cumpla... Ahí haremos entonces la segunda entrevista. Mil gracias por tu tiempo y por enriquecerme.

Gracias a vos Ana.