Santiago Ochoa es el Chango. Cuando un artista comienza a ser conocido, suele perder o cambiar su nombre, aunque mantenga su apellido.

Hace ya más de dos décadas que recorre teatros, festivales y centros culturales con su música.

Como su abuelo, su padre y su hermano, comenzó en la construcción, siguiendo un legado de albañiles. No en vano, su primer disco luego de 20 años de carrera se llama Cimientos, y es justamente un homenaje al oficio.

Hace 10 años se enamoró de la murga y el carnaval uruguayo, y este amor comenzó a compartirlo y despuntarlo con La Trasnochada en cada ocasión en la que la murga cruzaba a Argentina, para sumarse a sus giras.

Por eso este viaje desde su Villa Concepción del Tío natal al Club de Pesca Independiente, en la calle Rivera, en pleno Villa Dolores, Montevideo, es de incontenible emoción. De aquellas chacareras y sambas para los 1800 habitantes de su pueblo a cantar ante 5.000 espectadores.

En este 2023 recibió la llamada de Martín Souza, director escénico de La Trasnochada. Lo invitaba a venirse a Uruguay y salir en carnaval. El Chango ni lo pensó. Le avisó a la familia y se vino a vivir a Montevideo, siendo un nómade de tablados y de alojamientos. Terminada la segunda ronda, el Chango puede decir que forma parte de una de las 12 mejores murgas del carnaval uruguayo, y en carrera.

Y el punto más alto fue en ocasión de la segunda rueda, cuando llegaron a verlo Cecilia, su novia, y María, su madre, quienes nunca antes habían viajado a Uruguay.

Una locura

El Chango no tiene dudas: “Esto es una locura, es un sueño. Se me cruzan un montón de sensaciones, de sentimientos. Primero son muchos años de amistad con toda la banda, desde 2012 que vine acá y los conocí, y luego participé de algunas giras por Argentina. Pero sin dudas que estar acá, en Montevideo, instalarme, unirme a los ensayos y participar de esta fiesta hermosa que tienen en Uruguay, es tremendo.”

Sus palabras resuenan en el fondo baldío, pero en pleno proceso de limpieza, del club Independiente, nueva sede de La Trasnochada, mientras sus compañeros se maquillan.

Ochoa participaba de algunas murgas estilo uruguayo en Córdoba. La Runfla Del Calicanto, Los De Al Lado, La Perra Fauna fueron algunas de las agrupaciones con estilo uruguayo que integró.

“En 2012 se me dio por venir a conocer un poco la movida murguera, y termine cayendo sin querer en el Cerrito, a tres cuadras del club Fraternidad, y ahí me arrimé a la barra, a los ensayos primero en enero, y después creé una amistad que sigue hasta el día de hoy”, cuenta el Chango y sus ojos no dejan de brillarle.

“Primero soy hincha de la murga, me gusta la murga, así que cuando me llamó Martín para participar del carnaval, fue alucinante, loco, casi me caigo de espaldas”, confiesa.

“Cuando alguno de los compañeros no podía viajar a Argentina por temas familiares o de trabajo, yo me prendía a suplantarlo en las giras”, recuerda, y agrega: “Me aprendía las letras, los arreglos, algo de la puesta en escena y me sumaba a cantar de primo. Algunas veces me mandaban alguna pista que ya habían grabado del disco, entonces recibía los arreglos de los primos, pero todo era de oreja. Tratando de ir adivinando las melodías de los primos. Un lindo ejercicio que me encanta”.

El descubrimiento

Un día de su adolescencia, cuando estaba en cuarto o quinto año del colegio, un compañero se le acercó y le tiró: “Vos que cantás, ¿no querés arrimarte a una murga?”. Me dio un disco de esos truchos, copiado, “de esos que te los dan en un sobrecito blanco”, repasa.

“Lo puse en casa en una lectora de cd, de esos que son como un chanchito, y era Gol Uruguayo, de Falta y Resto. Jamás había escuchado esa tímbrica, las voces, la potencia, nada. Le saqué el jugo a ese disco, lo escuchaba todos los días”, dice.

Poco tiempo después el Chango Ochoa ya estaba integrado a La Runfla, la murga de ese compañero de clase.

En 2007 comenzó a cantar en la murga y aprovechó cada viaje a Argentina de Falta y Resto para participar de sus talleres.

“No sé exactamente qué tiene la murga estilo uruguayo que me cautiva tanto. Lo primero que me parece que me llegó fue la fuerza, la potencia y la tímbrica de las voces; después un poco el compromiso, la crítica y todo ese sentido junto a la percusión. Yo cantaba en bandas de folclore, a tres voces, una cada integrante, entonces no llega a tener nunca la fuerza ni la tímbrica de una murga”, dice mientras en un rincón del club, allá adelante, van entrando hinchas, voluntarios y familiares de los componentes para alentar o ayudar en la previa.

Dejar todo y venir a carnaval

Chango Ochoa dejó todo en pausa en Córdoba y se vino a vivir casi medio año a Montevideo. Así de fuerte le pegó la posibilidad de ser murguista.

“Como tengo mi propia banda y mi proyecto solista, pude venirme con menos dificultad que la que podrían tener otros en mi lugar. El tema fue contarle a mi familia, a mi pareja, a mis hermanos. Apenas me llamó Martín (Souza) para ver si me podía integrar a La Trasnochada, le conté a mi familia y me apoyaron en esta idea de dejar todo a 1.000 kilómetros de casa y mudarme seis meses a Uruguay. Ellos son re hinchas de La Trasnochada, así que fue una emoción, abrazo con mi hermano, con todos”, dice emocionado el Chango.

“El cambio me mata, pero pude juntar durante dos o tres meses el dinero de algunas de mis actuaciones en Argentina para venir con una pequeña base. Pero cuando realmente vine, no podía creer que la diferencia cambiaria era tan grande. Me vine primero a vivir a lo de Loli (Rodrigo) Souza y Facu Barboza; al mes me fui a lo de Martín y ahora estoy en el Prado, en la casa de la prima de unos amigos que me prestó el departamento durante febrero. Anduve por todo Montevideo”, dice entre risas.

Antes de carnaval, Ochoa cantó en algunos festivales, y también se unió a los Souza para tocar en otros sitios con el proyecto Malandra Son.

“Estoy tan feliz, loco. Cada pasito, cada cosita que vamos haciendo yo la estoy flasheando y siempre tratando de estar muy atento a lo que sugieren los compañeros, aprendiendo mucho y poniéndole todo. Moría por subir al Teatro de Verano y romperla. Es una emoción maravillosa participar del carnaval uruguayo. Siento que vine al lugar ideal. Primero por la amistad de años con la barra, y segundo, porque es una murga cooperativa, es una murga que tiene una hinchada, que se ha hecho desde bien de abajo, poniéndole el pecho y laburando un montón. La Trasnochada, tiene toda esa historia atrás que me parece que la hace más hermosa”, finalizó el Chango con los ojos llenos de lágrimas.

En el Club de Pesca Independiente ya llegaba su turno para maquillarse. Esa noche volvía al Ramón Collazo, ese lugar que desde Villa Concepción del Tío y por la radio sonaba lejanísimo.