Una tarde fría, después de que se fuera la luz en mi cuadra y volviera en punto a la hora que habíamos acordado, César me espera desde su living para probar esto de Instagram Live.

"Ahora acabo de hacer pan, no lo probé, no quiere decir que fue bien", dice entre risas. La crisis sanitaria llegó en un momento con muchos proyectos entre mano, a caballo entre Uruguay, Brasil y Argentina. "Perdí todos los laburos", confirma, aunque agradece tener un hogar y el sueldo fijo de su esposa para paliar la situación, algo con lo que muchos no cuentan.

Y es que siendo uno de los actores más reconocidos de nuestro país, lejos de sacarse cartel con sus trabajos, César Troncoso piensa en el futuro de sus compañeros y del género artístico, en un momento de incertidumbre donde parece que todo se reactiva menos aquello que más animó al mundo durante el confinamiento. "Estoy de acuerdo con las movidas para que se reactive el sector, no porque crea que estén las condiciones dadas para volver como antes, pero si se está volviendo en tantas áreas, donde hay inevitablemente contacto, el trasporte público, los shoppings... Entonces quiere decir que de última se puede. ¿Por qué perjudicar a una población tan específica como la artística si todo lo demás está funcionando?", se pregunta.

"Los vivos [N. de la R.: los espectáculos y encuentros online] son piola pero no resuelven el tema económico de la gente", agrega el actor. "Lo que se cae es lo más débil y lo débil no quiere decir que es de mala calidad. No hay que olvidad que hay una cosa que nos diferencia del resto de los animales: nuestra sensibilidad, el desarrollo de lo espiritual, los intangibles del alma... Y eso lo alimenta las artes".

Parándose en lo positivo del aislamiento, reconoce tener una buena relación con las plataformas de difusión digital como Netflix, donde algunos de sus trabajos menos difundidos (ni siquiera estrenados en nuestro país) como El vendedor de sueños están siendo un éxito y se ven en todo el mundo.

"Creo que no hay que renegar de las plataformas. Lo que sí cambia un poco, y a veces uno lo lamenta, es el ritual de la salida: encontrarse, tomarse un cafecito en 18 de Julio, eso medio que se perdió. Me parece que eso estaba bueno, las casas son preciosas, pero hay un mundo ahí afuera", reflexiona.

Mirá la charla completa acá: