La Mochila
Cómo era la Villa Olímpica en 1924

Anécdotas de las Olimpíadas en las primeras décadas del siglo XX

Este año los Juegos Olímpicos se suspendieron, pero compartimos contigo viejas historias mientras esperamos que se concreten.

14.07.2020 16:40

Lectura: 2'

2020-07-14T16:40:00
Compartir en

 

Cuenta el periodista Ricardo Lombardo que en 1924 la bandera uruguaya flameó en lo más alto del podio en Colombes, en Francia, en los Juegos Olímpicos. Ese año la selección uruguaya de fútbol se consagró como la mejor del mundo y también lo haría cuatro años después, en 1928.

El viaje al Torneo Olímpico

"El domingo 16 de marzo de 1924 amaneció nublado. Día señalado para embarcar rumbo a una ilusión. [...] Desde muy temprano, en los barrios populosos de Montevideo, fue palpitante el clima rumoroso que motivaban las despedidas de aquellos muchachos esforzados, admirados y respetados en trance de emprender lo que todos veían como una apasionante aventura. [...]

Desde un extremo de la bahía se hacía a la mar el remolcador Villa del Cerro, repleto de hinchas, desplegando banderas uruguayas y de Rampla Juniors.

Cuando el Desirade lanzó su estridente anuncio y comenzó a separarse del muro, se agitó el adiós de pañuelos. Sonaron bocinas de todas las embarcaciones. Tripulantes de la Armada se alinearon en sus naves haciendo su característico saludo. Mar afuera, seguido por los remolcadores, el Desirade recibió el primer mensaje desde la Estación Cerrito: ‘Los centinelas del espacio de guardia en Cerrito, auguran a delegados y jugadores uruguayos, el más feliz de los éxitos en esta cruzada deportiva que enaltece al Uruguay'.
El Desirade enfiló hacia el Atlántico. Dejó una estela de emoción y de esperanzas...


El equipo de fútbol de 1924 viajó en barco para participar de las Olimpíadas. Cuando los futbolistas llegaron se encontraron con una mala sorpresa.

"Recién llegados a la Villa Olímpica, las expectativas se desvanecieron, aun antes de entrever una idea cabal. En silencio fueron inclinándose hacia la desazón y el desaliento. ¡Villa Olímpica! ¡Qué distinta la imaginaron!...
Un centenar de casillas de madera desmontables, con techo a dos aguas, aparentemente construidas de prisa, hacinadas con un orden aproximado, en terreno reducido. Cada casilla con su subdivisión de cuatro cuartos, de dos camas y una especie de percha-ropero. Y no mucho más. Allá otras casillas más espaciosas, tipo restaurante, luego el ‘stand' de baños, sendas estrechas, etcétera".