Por The New York Times | Gina Cherelus
“Cuando tienes un cubrebocas puesto, solo logras ver la frente, los ojos, y cuando solo ves eso, te formas una imagen en la mente de cómo se supone que debe verse alguien”, afirmó. “Así que cuando se quita el cubrebocas, parece que estás mirando a una persona nueva. Siempre será algo que no te esperas”.
A lo largo de la pandemia, los cubrebocas se convirtieron en escudos confiables para Sundaram y sus compañeros de clase en la ciudad de Nueva York. Además de proteger contra la propagación de la COVID-19, ocultaron todo tipo de transformaciones que los adolescentes a menudo quieren ocultar: aparatos dentales, granos, cicatrices de acné, los primeros brotes de vello facial.
Ahora que la ciudad eliminó la obligatoriedad del cubrebocas en las escuelas públicas, los estudiantes se enfrentan a antiguas ansiedades sobre la apariencia y la presión por encajar. Y ahora que pueden ver mejor los rostros de los demás, descubren quiénes han estado recurriendo al engaño del cubrebocas, es decir, utilizando los protectores faciales para ocultar su aspecto verdadero.
El término en inglés es “mask fishing”, un juego de palabras con otro término en inglés, “catfishing”, el argot que se utiliza cuando alguien se oculta detrás de una identidad robada en internet. Para una generación que creció con los teléfonos inteligentes e Instagram, es una referencia adecuada.
“Algunas de estas personas no han visto mi rostro fuera de las redes sociales y cosas así”, dijo Damia Whyte, de 17 años. “Lo que publico en las redes sociales es un poco diferente a mi aspecto cotidiano”.
“En las redes sociales siento que estoy un poco más arreglada”, añadió Whyte.
“Las únicas personas que conozco de verdad y a las que he visto sin el cubrebocas puesto son las que veo fuera de la escuela y a las que veo cuando están comiendo”, comentó Jasper, de 15 años, cuyo padre pidió que se le identificara solo por su nombre de pila. “Así que no sé cómo luce la mayoría de mis compañeros de clase sin cubrebocas, a quienes no veo fuera de la escuela o en situaciones similares”.
“Nunca pensé en eso hasta que la gente lo mencionaba cuando me quitaba el cubrebocas para tomar un trago de agua”, señaló Nuzhat Ahmed, de 16 años. “Me decían: ‘Ay, no te imaginaba así’. Y entonces me daba cuenta y pensaba: ‘Ay, ¿estoy engañando con el cubrebocas?’”.
El término de argot, uno de los muchos que surgieron durante la pandemia para describir las nuevas dinámicas sociales, surgió en TikTok el año pasado. De los casi 40 estudiantes de escuelas públicas de Nueva York entrevistados para este artículo, varios expresaron sus dudas de que fuera algo más que un chiste de internet.
“Algunos de mis compañeros creen que mucha gente intenta usar el engaño del cubrebocas y ocultar su rostro con él, pero no creo que eso sea algo muy común en realidad”, aseveró Marc Duggan, de 18 años. “Creo que la gran mayoría de la gente usa cubrebocas porque piensa que debe hacerlo o porque quiere cuidarse de la COVID-19”.
“Algunas personas se han acostumbrado tanto a usarlo que supongo que no quieren mostrar su rostro”, dijo Russell Silverman, de 18 años. “Y otras siguen pensando que la COVID-19 es un gran problema en la escuela y solo toman las precauciones necesarias”.
Clementine Elorriaga, de 17 años, dijo que ni ella ni sus amigos están preocupados por el engaño del cubrebocas; su prioridad es protegerse de la COVID-19. Ella misma se ha dado a conocer en la escuela por adoptar el cubrebocas como un accesorio de moda.
“Combino mis atuendos con mis cubrebocas”, explicó Elorriaga. “Así que, con el K95, tengo el azul, el azul claro oscuro, el azul oscuro, uno rosa, uno rojo y también el negro”.
“Estoy tratando de encontrar un tono verde bonito porque me gusta usar prendas verdes”, añadió Elorriaga, “pero no he encontrado un cubrebocas que me parezca fiable y sea verde”.
Darlina Noi, de 15 años, también cree que la aprensión respecto al engaño del cubrebocas puede ser exagerada. “En lo personal, no siento que sea una gran preocupación para mí, pero sí siento que el ambiente de mi escuela lo permite”, dijo.
Aun así, algunos estudiantes afirmaron que habían llegado a verse a sí mismos de manera diferente.
“Hace tres años, habría pensado: ‘Tengo mucho acné últimamente, no sé qué hacer’”, señaló Cailin Paul, de 15 años, “pero, ¿adivina qué? Estaba en la secundaria, todo el mundo tenía acné. Todos estaban pasando por lo mismo. Era la inseguridad de todos, pero ahora se ha convertido en algo más personal, y parece que la gente piensa: ‘Oh, esta persona seguro no tiene acné porque no he visto su cara. Así que solo lo tengo yo’”.
Sundaram también se había vuelto más cohibida mientras estaba vigente la obligatoriedad del cubrebocas.
“Todavía me angustia mucho quitarme el cubrebocas por completo”, dijo Sundaram. “Si la gente ve la versión nueva de mí, en la que no me veo como antes, me estresa mucho que me consideren menos atractiva de lo que era antes”.
“En mi caso, lo único que podría preocuparme serían los labios agrietados”, comentó Ebenezer Hagan, de 14 años. “Porque antes, con el cubrebocas, no necesitaba corregirlo porque nadie veía mis labios y no veía la necesidad, pero ahora me aseguro de tratar de que se vean humectados y no resecos”.
Más allá de las inquietudes respecto de la hidratación, la idea de revelarles su rostro a sus compañeros no parecía molestarle mucho.
“Sí me importa un poco, pero no es una de mis preocupaciones principales”, dijo Hagan. “Obviamente, la gente tiene opiniones sin importar lo que hagas, así que pueden ver mi cara como quieran”. Russell Silverman, a la izquierda, y Marc Duggan, quienes han optado por quitarse el cubrebocas en la escuela, en Nueva York, el 16 de marzo de 2022. (Gabriela Bhaskar/The New York Times). Nuzhat Ahmed, quien ha elegido no quitarse el cubrebocas en la escuela, en Nueva York, el 21 de marzo de 2022. (Gabriela Bhaskar/The New York Times).
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