Contenido creado por Lorena Zeballos
Cultura

¿Guerra gaucha?

¿Qué espacio tiene la danza folklórica en la Criolla del Prado? Por Walter Veneziani

La Danza Folklórica y la Criolla del Prado: casi una serie tempestuosa que prepara una nueva temporada.

07.11.2018 18:32

Lectura: 6'

2018-11-07T18:32:00-03:00
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Cuando faltan más de cinco meses para la realización de la próxima Criolla del Prado ya está establecida una fuerte controversia entre la Gerencia de Eventos de la Intendencia de Montevideo y un sector importante de los integrantes de grupos de Danza Folklórica, liderados por los titulares de los espacios llamados Fogones en la mencionada Criolla, que ha derivado en una recolección pública de firmas para frenar los cambios que la Intendencia propone.

Un poco de contexto.

A principios de la década del noventa una organización (luego vendrán otras) de grupos de danza folklórica logra que la Intendencia le otorgue un espacio dentro de la Semana Criolla del Prado donde realizar actividades artísticas y gastronómicas a fin de difundir y recaudar fondos. Esto contribuye a abrir un ámbito nuevo en una Criolla que culminaba temprano porque estaba centrada en el Ruedo. Junto con la apertura de escenarios artísticos centrales que van extendiendo su horario, la fiesta conquista nuevos públicos y continúa hasta bien entrada la noche.

La Danza Folklórica en nuestro país carece del amparo que el Estado está obligado (por varias convenciones internacionales) a otorgarle y que debería objetivarse en una política de manejo de los bienes inmateriales de nuestro Patrimonio Cultural. Esto hace que una actividad artístico-cultural que tiene una enorme extensión y profundidad especialmente en el área metropolitana, haya encontrado resquicios para auto-sustentarse con muy poco apoyo y de manera mayoritariamente precaria.

En ese contexto la participación de la danza folklórica a través de una estructura de Fogones en la Criolla del Prado ha sido casi la única manifestación concreta de apoyo al sector por parte del Estado. Un apoyo que ha sido errático, por no estar enmarcado en una política y en un plan estratégico, ha otorgado los espacios de manera poco clara durante mucho tiempo generando permanecías de más de un cuarto de siglo que hoy se esgrimen como argumentos.

En un proceso de cambios entre 2012 y 2015 se logró ampliar los Fogones de instituciones de Danza de los 4 que desde hace mucho había a 5 y también se logró que la Criolla contratara para sus escenarios principales a grupos de danza profesionales ya que hasta 2011 no contrataban ningún artista de la danza, solo organizaban un Concurso donde bailaban gratis con unos premios ridículos.

Luego se intenta mejorar en acceso a instituciones para administrar Fogones mediante un llamado pero al no haber objetivos y estrategias claras, la culminación es que solo quedan 3 Fogones de instituciones de danza y uno pasa a ser gestionado por una organización vinculada mayormente a la música.

Ahora la Intendencia a través de la Gerencia de Eventos encabezada por el Sr. Gerardo Reyes propone-impone una reforma donde todas las instituciones de danza y también la de música que tenían Fogones se deberían reunir en una propuesta única en un lugar cerca de la entrada y albergando (otra vez) un concurso de baile, en condiciones locativas que a esta gerencia le parecen óptimas y a los Fogoneros les parecen deplorables.

Parece claro que: Tengo que estar porque hace mucho que estoy. Si las cosas siempre se hicieron así lo mejor es no cambiar nada, no son una plataforma clara para obtener resultados en un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso.
Por otra parte, establecer cambios de manera casi iluminista, aunque se tenga la intención de tratar de que todo mejore, tampoco es la manera más adecuada de encauzar un rumbo compartido para el desarrollo de un sector de la cultura nacional tan importante como los son nuestras formas coreográficas con valor patrimonial, en este caso las del ámbito rural del siglo XIX.

Resulta claro que es necesario cambiar, también que el Estado debe asumir su responsabilidad en el desarrollo y sustento de esta actividad. Esa responsabilidad implica abrir los espacios de debate, pero también y por sobre, participar institucionalmente de los mismos. La Intendencia de Montevideo y también la de Canelones a través de sus Departamentos de Cultura y de Turismo, el Ministerio de Educación y Cultura, el de Turismo y el de Desarrollo Social, así como la Escuela Nacional de Danza, la UdelaR e incluso el INAE que está elaborando un Plan Nacional de Danza) y además, por supuesto la comunidad de la Danza Folklórica, todos deberían formar parte activa de un gran proceso de debate que lleve a la construcción de una Política de desarrollo y manejo para la Danza Tradicional y Popular del ámbito rural.

Estas definiciones políticas estarían marcando las metas y objetivos claros y recién allí estaríamos en condiciones de establecer un Plan Estratégico de Manejo de este bien cultural inmaterial y de apoyo a la gente que lo sustenta. Con acciones integrales que apunten a la investigación, preservación, difusión y desarrollo. Que puedan establecer formas de acceso a financiamientos, subsidios transparentes (e imprescindibles), plataforma de difusión, construcción de nuevos públicos, acceso a nuevos ámbitos.

Esto no se consigue ni quedándonos en un pasado que no nos ha llevado al avance que deseábamos, ni tampoco con propuestas mesiánicas que lo cambian todo desde arriba sin un rumbo claro, compartido y participativo.

Hoy se ha polarizado la situación, la Gerencia de Eventos quiere cambiar pero con sus ideas que no han logrado entusiasmar, ni penetrar en el sector que las debería realizar. Los organizadores de los Fogones lideran una recolección de firmas para que no se realicen estos cambios y se les den los mismos lugares y condiciones que tuvieron el año pasado. Ambas partes dicen estar abiertas al diálogo pero partiendo desde sus propios postulados.

No cambiar es un suicido, cambiar verticalmente y sin objetivos claros y compartibles también lo es, sería bueno que se pudiera ir por etapas, fijar rumbos, discutir, escuchar a todos los que tengan algo para aportar o responsabilidades que asumir y luego se toman las decisiones de gobierno sabiendo que no se puede contemplar a todos pero que vamos hacia un bien mayor.

Tal vez esta crisis sea una oportunidad, mientras no tiremos al niño con el agua del baño, la cultura popular es al mismo tiempo fuerte y vulnerable, tanto como los pueblos que la han construido, es nuestra herencia cultural y no admite decisiones apresuradas.


Artículo de opinión por Walter Veneziani