Un puerto, dos gaviotas, dos ratas y una tortuga. Estos son los animales que integran la obra de teatro Las gaviotas, que estrenó el primer fin de semana de setiembre y se extiende hasta el último en la Sala Camacuá. Además, la pieza, dirigida por Silvana Carballo, y de la que forman parte María Cristina dos Santos, Ana Lucía dos Santos, Cecilia Burdgart, Carolina Iribarne, Mariana Kulas y Rita, está enfocada a las infancias desde una perspectiva novedosa: la ambiental. Así, a través de la reflexión, de la enseñanza y del humor, lo que antes era incomprendido y absurdo para los animales portuarios, encuentra un sentido. Las próximas funciones serán los domingos 18 y 25 de setiembre a las 16:00. Las entradas pueden adquirirse aquí.
Las gaviotas busca concientizar sobre el consumo desmedido, ese que provoca contaminación, que muchas veces no hace falta. Ese consumo del que, si bien los niños no son culpables, juegan un rol importante, por eso esta pieza está dirigida a ellos. Para eso, las dramaturgas, que también son docentes, realizaron una investigación para sensibilizar sobre esta temática desde un lugar que no abruma a sus espectadores, sino que educa sobre cuestiones cotidianas que, muchas veces, desconocen el sentido.
Asimismo, como a las artistas que integran la obra de teatro les gusta sentirse incluidas en las propuestas infantiles, la obra les habla a grandes y niños, desde el “profundo respeto”, para que estas ideas que busquen un mundo mejor resuenen, se repliquen en las caminatas por la rambla, al ver animales, al pensar qué pasa con los desechos que tiramos, a dónde van, qué harán con ellos, por qué están.
Por eso la locación portuaria, una cotidiana de la escena montevideana. También, por eso, la protagonizan dos gaviotas y dos ratas, por sus similitudes, porque comen desechos, porque tienen muchas cosas en común. Para bajar los conocimientos a la escena local, a los momentos de todos los días y dar la tranquilidad de que no todo está perdido. Y el motor: dejar un mundo mejor.
¿Cómo surge la idea de fusionar la educación ambiental
con el arte?
Ana Lucía dos Santos: Surge con mi hermana, las dos somos las dramaturgas de la obra. Además, yo soy actriz y ella es bailarina. Queríamos hacer un proyecto artístico escénico para niños y niñas. Eso fue lo primero que tuvimos claro, y después queríamos que el tema fuese uno que nos convocara a nosotros también. A la educación ambiental ya la veníamos explorando como docentes con los niños. Entonces, ya era algo que estaba en nuestra sintonía. Qué cosas los niños pueden aportar a esta temática, por qué no los pueden mandar a reciclar y son chiquitos, pensamos: ¿hasta dónde puede estar el aporte? Y así vimos que el tema tenía muchísimo que ver con el consumo exagerado que tenemos en nuestra sociedad, del que los niños participan. Obviamente que nunca son responsables, siempre partimos de esa base, pero sí nos parecía que, si ellos toman conciencia de esto, podían ser replicadores en sus casas.
Además, se conjuga con una situación personal. Yo acababa de tener a mi bebé y venía de trabajar con mis alumnos este tema. La cantidad de pañales descartables que tiraba me empezó a hacer mucho ruido, compré pañales reutilizables y empecé a lavarlos. Hubo una movilización también a partir de los niños, del mundo que les vamos a dejar.
De ahí surge la idea, de que fuese una obra que hablara sobre el consumo en unión a la contaminación. Después, se ensambló el cómo hacerla. Pensamos en que fuesen animales porque nos gustaba la idea de demostrar como absurdo el consumo que tenemos los humanos. Porque sentimos la necesidad de cosas que en realidad no necesitamos. Por eso, nos pareció que un animal podía ayudarnos en esto, uno portuario que tuviese que ver con las ciudades. Primero iban a ser garzas, después definimos que eran gaviotas y ahí siguió una investigación más por el lado biológico.
¿Cómo interactúan los personajes entre sí?
Silvana Carballo: Las gaviotas están en el puerto, de pronto llega la tortuga pidiendo ayuda. Luego se encuentran con la ropa humana, con objetos humanos, se distraen con eso. Por otro lado, las ratas llegan al puerto a traer información de la ciudad y se encuentra con ellas en una situación que no es habitual. La rata trae ciertas vivencias un poco más humanas, y comienzan a interactuar desde ese lugar.
AD: Las gaviotas son cocineras, que es una especie que se alimenta de desechos, como las ratas.
¿Qué mensaje buscan transmitir con esta obra?
AD: Lo que más nos importa es, desde el humor, generar una reflexión en los niños y en toda la familia. Porque eso también fue parte de la investigación que hicimos. El niño, frente a esta realidad que es dura y pesada, muchas veces se angustia y la idea no es transmitirlo desde ese lugar. Porque, además, ellos no son responsables de la contaminación que nos rodea y tampoco del consumo, pero sí nos interesa que empiecen a reflexionar y a pensar qué pequeñas prácticas cotidianas puede hacer para reducirlo, y que no sea caer en el absurdo, cuestionarlo para ir a la causa.
Le habla a los niños que van a ir acompañados de sus padres, sus madres, personas grandes, entonces, es un mensaje que a la vez se dirige a varias generaciones.
SC: A través del humor, de la experiencia artística completa, todo está pensado desde un lugar educativo, humorístico y reflexivo. Fuimos coherentes en el proceso de elegir cómo queremos hacer la escenografía, los vestuarios, la publicidad y la difusión de la obra. Intentamos ser lo más consecuentes posibles con la idea que queremos transmitir. Porque a partir de ahí, el mensaje tiene que ser la experiencia completa. Está bueno que eso sea el fuerte para los niños, les va a quedar resonando, son muy esponjas, o sea, todo queda y todo lo trasladan. También, obviamente, está la familia que va a recibir el otro mensaje, la otra lectura.
Cuando termine setiembre y se hayan realizado las cuatro funciones, ¿qué impacto esperan haber dejado?
AD: Hay un impacto, que incluso veo en mí, de una mayor sensibilización con este tema. Esto a mí también me ha hecho caminar hacia un lugar, no es que yo ya venía en un proceso y ahora quiero que el resto de la gente me siga, sino que también me sensibilicé y creo que a todas nos ha pasado eso.
SC: Todas tenemos como esa tendencia. Para mí, también algo importante que tiene que ver con las aves que elegimos, el lugar donde situamos la obra; tiene que ver con un contacto con lo cotidiano de los niños. Pueden quedar resonando, por ejemplo, al caminar por la rambla de Montevideo y observar un poquito más allá de lo que se veía habitualmente. Es una obra que se puede conectar con tu vida diaria. Además de ser una experiencia artística en la que vas al teatro, que pueda extenderse a la vida. Que los niños despierten cierta curiosidad y, al ver una gaviota, se pregunten por qué hay tantas, cómo vuelan, cómo se mueven, qué hacen, si hay otros tipos.
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