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Las vidas humanas y la salud no pueden cifrarse en términos económicos. Sin embargo, los tribunales de todo el mundo se ven en la necesidad de hacerlo a diario, a la hora de fijar indemnizaciones.
No existe para estos pagos una tarifa fija, que establezca un precio por una muerte, otro por daño moral y montos estandarizados por cada tipo de mutilación, como si se tratara de un menú.
En el caso de situaciones que deriven en amputaciones, el precio es sumamente variable. Depende, entre otras cosas, de las circunstancias que hayan provocado la pérdida. No es lo mismo que el problema se origine en una negligencia médica que en una agresión.
Este jueves, el periódico matritense ABC analiza dos casos de pérdida de testículos ocurridos en la comunidad autónoma de Aragón durante el año pasado, y en los que los resultados fueron bastante diferentes.
El último de ellos se resolvió hace unos días, cuando la Audiencia Provincial de Zaragoza condenó a tres años de cárcel y a una indemnización de 112.105 euros a un plomero que trabajaba en el Hospital público Royo Villanova de la ciudad de Zaragoza. Allí, el operario le propinó una patada a un guardia de seguridad que le costó a éste la pérdida de un testículo. De esa indemnización, 12.000 euros serán entregados a la compañía aseguradora que cubría al guardia y 100.000 redondos a la víctima que se quedó sin gónada.
La pelea se produjo en el propio centro hospitalario pero, según la sentencia, no fue fruto de un incidente laboral sino consecuencia de una disputa particular entre ambos hombres. De ahí que se exima de responsabilidad -y de abono de indemnización- a la Administración.
El otro caso por el que tocó tasar el precio de un testículo se remonta al año 2012 y condujo a una resolución jurídica el año pasado en favor de un niño que, por una negligencia médica, perdió un testículo. En este caso, la indemnización fijada fue de 41.566 euros, a abonar por el Servicio Aragonés de Salud como responsable de la mala atención médica prestada.
Cuando se produjeron los hechos, el muchacho tenía 13 años. Sus padres lo llevaron al servicio de urgencias del Hospital San Jorge de Huesca con un fuerte dolor en su bolsa escrotal.
Tras revisar el caso, el Consejo Consultivo de Aragón consideró probado que hubo una deficiente atención sanitaria, así como una inaceptable negligencia y tardanza a la hora de realizar un diagnóstico apropiado, y que eso provocó la pérdida del testículo. Según el mencionado periódico, al paciente no s ele hicieron las pruebas que hubieran permitido determinar que sufría una torsión del cordón espermático. La demora en la atención sentenció la pérdida del testículo.
En un caso, por tanto, el testículo perdido se valora en 41.566 euros; y en el otro, en 100.000 euros. La diferencia en la "tasación" tiene su explicación no solo en la particular valoración por parte de quien resuelve el caso sino, fundamentalmente, en las circunstancias que rodearon cada caso. Uno se trató de una negligencia médica; el otro, fue tipificado como lesiones agravadas. Se valoran igualmente en estos casos, a la hora de fijar las indemnizaciones, el tiempo de baja, atenciones sanitarias y afecciones en la salud personal de cada afectado.
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