Contenido creado por María Noel Dominguez
Salud

La tormenta perfecta

Salud mental en crisis: “Estamos en una tormenta perfecta”, advierte Balaguer

El psicólogo Roberto Balaguer alerta sobre vínculos frágiles, crianza sin límites y la hiperconexión digital.

16.06.2025 11:53

Lectura: 6'

2025-06-16T11:53:00-03:00
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Por María Noel Domínguez

“Estamos peor que antes”: Así sintetiza el psicólogo Roberto Balaguer el deterioro de la salud mental tras la pandemia. A más de cuatro años de la emergencia sanitaria global, lejos de superarse, la situación se ha vuelto más compleja. “La pandemia tocó muchísimas aristas. Puso la salud mental en la agenda porque la necesidad se volvió visible, pero lo que estamos viendo ahora es la cronificación de muchos fenómenos. Y eso genera nuevas patologías”, advierte.

Balaguer describe un escenario de “tormenta perfecta” en el que convergen factores como la ausencia de referentes adultos, vínculos sociales debilitados, una crianza sin contención emocional, hiperconexión tecnológica y un desgaste emocional sostenido. Un entorno que interpela a las familias, a los sistemas educativos y al Estado.

En esta tormenta, los vínculos se debilitan, la convivencia se deteriora, los límites se diluyen, la tecnología interfiere en lo humano y los adultos abandonan su lugar de referencia. “Ojalá hubiera más trabajo de prevención, más acompañamiento. Pero hoy lo que hay es emergencia, en contextos donde antes no sucedía.”

Y eso, remarca, debilita fenómenos esenciales: “La empatía, por ejemplo. La capacidad de ponernos en el lugar del otro. Cuando comento algo en una red social e insulto, grito, ¿pienso que hay una persona detrás con una historia, una familia, sentimientos? Estamos en un capítulo de ‘Black Mirror’, pero real. Ya ni sorprende”

“Desaprendimos a convivir”

Uno de los fenómenos centrales que Balaguer identifica es el deterioro de la convivencia. “Es como que hemos desaprendido las maneras tradicionales de convivir. Y hemos aprendido nuevas, sobre todo a través de la tecnología”.

Las formas de vincularnos cambiaron, dice, pero no necesariamente para mejor: “Estamos tan hacia afuera, tan fragmentados en múltiples vínculos cada vez más débiles, con conocimientos cada vez menos profundos, que cada conexión de esas es extremadamente débil. Cortarla o no cortarla, más o menos da igual”.

Y eso, remarca, debilita fenómenos esenciales: “La empatía, por ejemplo. La capacidad de ponernos en el lugar del otro. Cuando comento algo en una red social e insulto, grito, ¿pienso que hay una persona detrás con una historia, una familia, sentimientos? Estamos en un capítulo de Black Mirror, pero real. Ya ni sorprende”.

La crianza sin contención

Para Balaguer, muchos padres se retiraron del rol de formar y contener. “Hoy tenés niños que son alentados o empujados a una crianza sin ningún tipo de límite. En la teoría suena bien, porque coartar la expresividad del niño parece feo. Pero un niño sin límites, sin hábitos, sin rutinas, se parece más a un niño primitivo”.

“Lo que se pierde es la capacidad de convivir. Si alguien se estaciona antes que vos, no podés empujarle el auto. Si el ascensor se llenó, podés esperar. Si no les enseñamos eso a los niños, no van a saber negociar, y sin negociación no hay convivencia posible”

Usa una metáfora clara: “El niño trae un hardware. Después viene un software del padre, de la madre —el malo siempre es del otro lado, nunca es nuestro—. Pero hay que hacer instalaciones, actualizaciones. Y eso requiere mirada, contención, límites. Requiere decirle: ‘Este es el ámbito de lo posible, esto no’”.

El resultado, si eso no sucede, es preocupante: “Lo que se pierde es la capacidad de convivir. Si alguien se estaciona antes que vos, no podés empujarle el auto. Si el ascensor se llenó, podés esperar. Si no les enseñamos eso a los niños, no van a saber negociar, y sin negociación no hay convivencia posible.”

“Adultescentes” y niños sin infancia

Balaguer habla de una “adolescentización” de la familia. “Muchos adultos, en vez de ocupar el rol que les toca, se comportan como adolescentes. Yo los llamo adultescentes. Técnicamente son adultos, pero su postura frente a los hijos es de par, no de referente”.

Y los niños, dice, terminan replicando esa confusión: “Son tweens, niños con comportamientos adolescentes. Y en esa simetría, en esa falta de roles diferenciados, lo que se pierde es el proceso de socialización”.

La tecnología, lejos de ayudar, muchas veces agrava el problema. “Ya no estás solo, aburrido; estás solo conectado. Conectado con tantos que perdés el hilo, la profundidad. Mandás el mismo saludo a todos. Vivís en una paternidad mediada por Instagram. Estás subiendo fotos de tus hijos, pero no estás ahí”, indica.

Consumo, tiempo y bienestar

“El sistema está armado para que estés haciendo algo todo el tiempo”, señala Balaguer: “Consumiendo bienes, consumiendo información, haciendo, haciendo. Pero alguien paga la fiesta. La salud, el sueño, el bienestar, la familia”.

Y diferencia bienestar de felicidad: “El bienestar es algo más estable, más profundo. Es sentirte alineado con lo que hacés, con lo que querés, con tener dominio de tu tiempo. Pero eso se perdió. Vivimos como si el tiempo fuera infinito. No lo es. Siempre estamos renunciando a algo, aunque no lo pensemos”.

Incluso él lo vive: “A veces uno tiene la suerte de trabajar en lo que le gusta, y no parece trabajo. Pero al final del día, hay que poner un límite. Renunciar. Porque, si no, estás renunciando igual, solo que sin darte cuenta: a dormir, a estar con otros, a estar con vos mismo”.

“La resiliencia es la que te permite pararte después de cada caída. Y eso aplica para ser futbolista, político, médico o criar un hijo”

Fragilidad emocional y generación sin GRIT

El mundo laboral también refleja esta fragilidad: “Hoy cuesta encontrar gente con formación, con motivación, con perseverancia. Hay un concepto en inglés que me gusta mucho: GRIT. Es esa mezcla de resiliencia, tenacidad, capacidad de soportar frustraciones”.

Y advierte: “Nos fuimos de un extremo a otro. Antes había que bancar todo. Ahora, no se banca nada. Pero si no soportás nada, tus posibilidades de lograr algo son muy escasas. La resiliencia es la que te permite pararte después de cada caída. Y eso aplica para ser futbolista, político, médico o criar un hijo.”

“Relaciones humanas sin toxicidad no existen”

Otro error, según Balaguer, es esperar vínculos perfectos. “Si querés relaciones libres de toxicidad, comprate una mascota chiquita. Las personas tenemos lados B. Siempre hay algo de poder, de narcisismo. Lo importante no es eliminar eso, sino convivirlo”.

Y concluye con una idea poderosa: “Cuando un vínculo es bueno, no es porque los dos son buenos. Es porque se ayudan a crecer. A veces, incluso dos personas no tan buenas se encuentran y se mejoran mutuamente. Los vínculos no son para soportar ni para someterse. Son para crecer”.

Por María Noel Domínguez