Contenido creado por María Noel Dominguez
Salud

Desde el vamos

Mindfulness para niños: cómo y por qué comenzar desde los 3 años

La atención plena ayuda a reducir el estrés infantil, mejorar el sueño y fortalecer la inteligencia emocional.

19.09.2025 09:02

Lectura: 5'

2025-09-19T09:02:00-03:00
Compartir en

En una sociedad atravesada por la inmediatez, la sobreestimulación digital y el estrés cotidiano, cada vez más familias y escuelas buscan estrategias para que los niños aprendan a detenerse, reconocer lo que sienten y mejorar su bienestar emocional. En ese contexto, el mindfulness —o atención plena— se ha posicionado como una herramienta accesible, incluso desde edades muy tempranas.

Conversamos con Cecilia González, facilitadora en mindfulness para niños y jóvenes, fundadora de @pleninfancias.uy, quien trabaja desde hace años adaptando esta práctica a contextos educativos y familiares en Uruguay.

¿Qué es el mindfulness y cómo se aplica en niños pequeños?

Cecilia González: El mindfulness es una práctica que consiste en dirigir la atención, de manera consciente y sin juicios, a la experiencia del momento presente. En niños, esto se traduce en juegos, ejercicios de respiración y movimientos conscientes que los ayudan a conectarse con su cuerpo, sus pensamientos y emociones. No se trata de pedirles que estén quietos y en silencio, sino de generar propuestas lúdicas que los inviten a observarse.

¿A qué edad se puede empezar?

Ya desde los 3 o 4 años, los niños pueden iniciarse en estas prácticas si los ejercicios están bien adaptados a su nivel de comprensión. Por ejemplo, se puede trabajar con sonidos, sensaciones físicas, o simplemente con la respiración. Lo importante es respetar su estadio evolutivo y hacerlo de forma natural y divertida.

¿Qué cambios concretos observás en los talleres?

Muchos niños reducen sus niveles de ansiedad y aprenden a hacer pausas antes de reaccionar impulsivamente. Esas pausas les permiten observar qué sienten, qué piensan, y procesar esas emociones sin juzgarse. También se notan mejoras en el sueño, la concentración y la empatía, y esto impacta directamente en su vida cotidiana: en el aula, en casa, en los vínculos.

¿Cómo ayuda el mindfulness a mejorar la atención en un mundo lleno de pantallas?

El entorno actual promueve la inmediatez. Los niños quieren todo ya, les cuesta esperar. El mindfulness les ofrece la posibilidad de detenerse y entrenar la atención con ejercicios muy simples, como respirar conscientemente. Si un niño logra focalizarse en su respiración por un minuto, es probable que luego pueda prestar atención en clase con más facilidad.

¿Qué rol juegan las emociones en estas prácticas?

Las emociones están en el centro de todo. Muchas veces observamos solo la conducta —el grito, el berrinche—, pero no vemos la emoción detrás. Enseñamos a los niños a identificar lo que sienten, ponerle nombre, ubicarlo en el cuerpo, y a sentirse acompañados en ese proceso. Y para eso, el vínculo afectivo con el adulto referente es clave.

¿Cómo pueden colaborar los adultos?

Desde casa o desde la escuela, podemos reforzar esta práctica con pequeños gestos cotidianos. Hacer tres respiraciones profundas antes de ir al colegio, observar cómo nos sentimos al despertar, o simplemente preguntar: “¿Cómo está tu cuerpo hoy?”. No se necesita mucho tiempo, solo constancia y presencia.

¿Qué ejercicios simples recomendás para practicar en familia?

Uno muy sencillo es el de las tres respiraciones conscientes: inhalar por la nariz, sentir el aire, y exhalar por la boca, tal vez con un sonido divertido. También podemos sentir los latidos del corazón llevando las manos al pecho, sobre todo antes de dormir. Son momentos de conexión que generan mucho bienestar.

¿Niñas y niños responden diferente a estas prácticas?

Más que una diferencia de género, lo que importa es la historia personal y la madurez emocional de cada niño. Algunos se conectan más rápido, otros necesitan más tiempo. Lo esperable es que hablen, pregunten, se muevan. La atención se entrena de a poco, y lo importante es ofrecerles un espacio seguro donde puedan explorar sus emociones sin ser juzgados.

¿Qué mitos existen sobre el mindfulness infantil?

El más común es que se trata de “estar en silencio” o “meditar quietitos”. La verdad es que la mayoría de los ejercicios con niños implican movimiento. También se cree que es aburrido o que se necesita mucho tiempo, y no es así. Cinco minutos al día pueden tener un gran impacto si se sostienen en el tiempo. Y es importante aclarar: no es una terapia, pero puede complementar otros tratamientos y mejorar la calidad de vida.

¿Qué impacto puede tener esta práctica en su futuro?

Muchísimo. El mindfulness promueve la atención, la autorregulación, el descanso, la inteligencia emocional y la compasión. Son habilidades fundamentales para el aprendizaje, los vínculos y el bienestar general. Si los niños aprenden desde pequeños a conectar con lo que sienten y a manejar su atención, estarán mejor preparados para afrontar los desafíos que la vida les presente.

Contacto
@pleninfancias.uy (Instagram)
099 659167