Por The New York Times | Nicholas Bakalar

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Holly Frost, profesora adjunta de pediatría en Denver Health, quien no participó en el estudio, añadió que, en la vida real, pocos médicos utilizan la receta diferida, incluso en los casos en los que ya está recomendada, y mucho menos para las infecciones respiratorias.

“Casi a todas las personas con infecciones de oído y sinusitis se les recetan antibióticos”, dijo.

Además, es probable que la receta diferida no ayude a reducir el uso de antibióticos, explicó, ya que la mayoría de la gente va directamente a la farmacia con su receta “diferida” de todos modos. En un consultorio que estudió, descubrió que el 93 por ciento de las recetas diferidas se surtían de inmediato.

Tampoco es adecuado sermonear a los pacientes sobre la resistencia a los antibióticos. En cambio, la estrategia debería consistir en decirles: “No te vas a sentir mejor si tomas antibióticos”. Frost no está en contra de la práctica de proporcionar recetas diferidas, sino que la considera una opción entre muchas más.

“Tenemos que explorar cualquier estrategia que tengamos para reducir la prescripción de antibióticos”, concluyó.