Diana fue la primera en recibir la terapia CAR-T en Uruguay. Su nombre ya forma parte de un hito: detrás de su historia hay un equipo que creyó posible lo que, hasta hace poco, parecía inalcanzable. Años de investigación, colaboración y esperanza confluyeron en un resultado histórico: la Fundación Pérez Scremini logró aplicar, por primera vez en América Latina, esta inmunoterapia de última generación que modifica las células del propio paciente para que reconozcan y destruyan las células cancerígenas.
“Diana siempre fue la primera candidata, la que reunía todas las condiciones para recibir este nuevo tratamiento. Viene respondiendo muy bien y hasta ya se fue de vacaciones, volvió al liceo; nadie diría al verla que transita la enfermedad”, cuenta a Montevideo Portal Lucía D’Andrea, jefa de Laboratorios de la Fundación Pérez Scremini.
La terapia CAR-T —sigla de Chimeric Antigen Receptor T cells, o “Células T con receptor quimérico de antígenos”— consiste en extraer linfocitos T del propio paciente, modificarlos genéticamente en el laboratorio para que aprendan a reconocer y atacar a las células tumorales, y luego reintroducirlos en el organismo.
“Se aíslan los linfocitos T, se modifican con un vector viral, y se expanden en cultivo. Cuando están listos, se infunden nuevamente para que ataquen las células malignas”, explica Marcela Barrios, responsable del laboratorio de Citometría. Al usar las propias células, el cuerpo las reconoce como suyas, lo que elimina el riesgo de rechazo, como puede suceder en un trasplante.
Lucía D'Andrea y Marcela Barrios. Foto: cedida a Montevideo Portal
El ensayo clínico, aprobado por el Ministerio de Salud Pública, permite incorporar pacientes de entre 0 y 29 años con leucemia linfoblástica aguda tipo B o linfomas tipo B que ya hayan pasado por múltiples tratamientos sin éxito.
“Es la última opción antes de los cuidados paliativos. Hasta ahora, no existía ninguna alternativa para esos casos”, señala D’Andrea.
Los resultados son alentadores: los estudios internacionales muestran tasas de respuesta del 50% al 70%, cuando antes eran menores al 10%. “Es un salto de calidad enorme”, agrega.
Foto: cedida a Montevideo Portal
Además, genera menos efectos secundarios que la quimioterapia tradicional. Los pacientes permanecen internados apenas una semana, con síntomas leves y controlados. “Ya hicimos cuatro procedimientos; fueron dados de alta y están retomando su vida normal”, cuenta la científica.
El tratamiento se aplica en una única dosis. “Eso también es muy positivo: no tienen que venir todos los días ni atravesar ciclos largos”, detalla D’Andrea.
El único seguimiento permanente es la administración de inmunoglobulinas, ya que estos pacientes no tienen la capacidad de generar anticuerpos. Pero, más allá de eso, pueden retomar su vida cotidiana.
Foto: cedida a Montevideo Portal
“Cuando los ves bien, retomando su vida, todo cobra sentido. Esa es la alegría más grande para todos”, confiesa D’Andrea.
Con este logro, la Fundación Pérez Scremini se convierte en el primer centro de América Latina en producir y aplicar CAR-T en pacientes pediátricos y jóvenes. En Brasil existe una versión para adultos, pero Uruguay marca la diferencia con un enfoque público y gratuito.
“Cualquier paciente puede acceder si cumple los criterios del ensayo. No hay costos”, destaca la especialista.
Foto: cedida a Montevideo Portal
Las expertas subrayan que nada de esto sería posible sin la visión del doctor Ney Castillo, referente de oncología pediátrica nacional. “Él no se pone techo nunca. Siempre busca cómo sortear los obstáculos. Esa mirada nos impulsa a todos”, resume D’Andrea.
El proceso es complejo y multidisciplinario. Participan médicos, hemoterapeutas, técnicos, intensivistas, imagenólogos, psicólogos y maestros de apoyo. “Cada muestra tiene nombre y apellido. Detrás de cada tubo hay una historia, y eso es lo más importante”, afirma Barrios.
Foto: cedida a Montevideo Portal
El procedimiento completo lleva unos 12 días y se realiza en un sistema cerrado que garantiza la esterilidad del cultivo. Por ahora, el equipo puede tratar dos pacientes por mes, aunque ya proyecta incorporar más equipamiento y extender la técnica a adultos, en convenio con el Hospital de Clínicas.
Mientras los pacientes comienzan a recuperar su vida, la fundación sigue creciendo. “Estamos ampliando el área de internación y el laboratorio de biología molecular para incorporar nuevas tecnologías”, adelanta D’Andrea.
En un país pequeño, lograr que una terapia de vanguardia como CAR-T se produzca y aplique de forma local y gratuita no es solo un avance médico. Es una historia de ciencia, esperanza y compromiso que vuelve a poner a Uruguay en el mapa de la innovación oncológica.