El reconocido académico español Arturo Fernández-Cruz, experto en medicina antienvejecimiento, afirmó que el estrés no es, en sí mismo, la causa directa del envejecimiento o la enfermedad, sino que es la manera en que las personas lo enfrentan lo que determina su impacto en la salud.
Durante una sesión científica celebrada en la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME), Fernández-Cruz, académico de número en Medicina Social, sostuvo que el estrés, en su mayoría, es un mecanismo adaptativo y positivo, siempre que sea transitorio y gestionado adecuadamente.
“Puede ser breve, puntual y fortalecedor, ayudando a mejorar el rendimiento. Pero puede ser mortal si se cronifica y no sabemos cómo abordarlo”, advirtió.
¿Qué define la respuesta al estrés?
El especialista explicó que factores como la educación, el entorno familiar, el contexto social y geopolítico, la religión o la ideología de cada persona son determinantes a la hora de interpretar los acontecimientos estresantes, activando diferentes respuestas neurohormonales.
En este sentido, el sistema nervioso autónomo puede mediar el estrés dentro de un marco de control, o, por el contrario, llevar a alteraciones por una mala adaptación que derive en enfermedades físicas o mentales.
Aunque la mayoría de las veces el estrés funciona como un aprendizaje que prepara al cerebro para desafíos futuros, Fernández-Cruz advirtió que, cuando se vuelve crónico, sus efectos son profundamente negativos: debilita el sistema inmunológico, daña el ADN, acorta los telómeros celulares y acelera el envejecimiento biológico.
Recomendaciones para una vida más saludable
Para prevenir los efectos del estrés crónico y el envejecimiento prematuro, Fernández-Cruz propuso una serie de hábitos sostenibles:
- Meditación y mindfulness, para mejorar la plasticidad cerebral.
- Ejercicio físico regular, de 3 a 5 veces por semana, para estimular el sistema parasimpático.
- Sueño reparador, entre 7 y 9 horas diarias con horarios constantes.
- Alimentación consciente y equilibrada, rica en nutrientes naturales.
- Relaciones significativas: hablar y compartir con personas de confianza.
- Aprender a decir “no” sin culpa y organizar mejor el tiempo.
- Tiempo para el ocio, el descanso y actividades con sentido personal.
- Entrenamiento en estrategias de manejo del estrés, para desarrollar resiliencia a largo plazo.
“Nuestra sociedad ha normalizado un ritmo de vida estresante. El agobio no debería ser parte de lo cotidiano. Necesitamos generar menos ruido externo e interno para vivir mejor”, concluyó.
Con información de Europa Press
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