¿Qué harías si alguien colapsa a tu lado sin previo aviso? ¿Sabrías reconocer una emergencia médica? ¿Actuarías o esperarías que lo haga otro? Este martes se conmemora el Día Mundial de la Medicina de Urgencias y Emergencias, una fecha clave para reflexionar no solo sobre el trabajo silencioso y vital de los equipos de salud, sino sobre el entramado institucional y social que sostiene —o no— la capacidad de actuar cuando el tiempo apremia.
“La medicina de emergencias no admite margen de error”, resume la doctora Ana Mieres, codirectora ejecutiva y directora técnica de UCM Falck, la primera emergencia móvil del mundo, con medio siglo de experiencia en Uruguay. “Se trabaja con información incompleta, en escenarios caóticos, y con la obligación de actuar rápido y bien”.
Cuando el sistema se tranca
En Uruguay, los desafíos son múltiples. Desde ambulancias con pacientes que esperan hasta 22 horas por cama en hospitales saturados, hasta zonas rurales donde no llega ningún sistema de emergencia robusto, el país exhibe contrastes marcados en su capacidad de respuesta. Según la Cámara de Emergencias y Asistencia Médica Extrahospitalaria, este cuello de botella en las puertas de emergencia se repite con frecuencia en centros públicos y mutualistas de Montevideo.
El Ministerio de Salud Pública ha reconocido la necesidad de mejorar los sistemas de información para medir correctamente los tiempos de respuesta. Actualmente, los datos disponibles no reflejan la realidad vivida por los usuarios, lo que limita la capacidad de corregir deficiencias.
Saber actuar: la urgencia empieza en la calle
“Cada ciudadano entrenado es un potencial primer respondiente”, advierte Mieres. Y esa capacidad puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Porque la urgencia no comienza cuando llega la ambulancia: empieza con el primer testigo, con una llamada a tiempo, con alguien que sabe cómo reaccionar.
El conocimiento básico en maniobras como la RCP, la identificación de un ACV o saber qué decir al 911 puede ganar minutos cruciales. En ciudades densamente pobladas, otras herramientas —como las motoambulancias— han demostrado su eficacia para sortear el tránsito y ofrecer asistencia inmediata. “Hay que pensar fuera de la caja”, propone Mieres.
¿Emergencias sin especialidad?
En más de 80 países, la medicina de urgencias ya es una especialidad reconocida. Sin embargo, en Uruguay —como en muchas otras regiones— aún no cuenta con un marco institucional propio. Esa omisión afecta directamente la calidad de atención que reciben los pacientes y el respaldo que tienen los profesionales.
Para quienes están en la primera línea —médicos, enfermeros, choferes sanitarios—, el reconocimiento no es solo simbólico: es una condición necesaria para avanzar en formación continua, financiamiento adecuado y protocolos actualizados.
Una llamada, una vida
La medicina de emergencias no es solo técnica ni solo logística. Es una red de decisiones humanas, donde el margen de error se mide en segundos. En ese engranaje, todos tenemos un rol: capacitarse, informarse, entrenarse para actuar.
La próxima vez que alguien se desplome a tu lado, ¿sabrás qué hacer?
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