Un nuevo estudio publicado en la revista Biological Psychiatry reveló que adultos jóvenes con trastorno bipolar —entre los 20 y los 45 años— presentan alteraciones tempranas en el funcionamiento cardíaco, incluso antes de que se manifiesten síntomas clínicos de insuficiencia cardíaca.
Los hallazgos, considerados pioneros, refuerzan una preocupación creciente en la comunidad médica: las enfermedades cardiovasculares pueden iniciarse silenciosamente en pacientes psiquiátricos mucho antes de lo previsto, y el trastorno bipolar no es la excepción.
Marcadores de riesgo invisibles, pero reales
El equipo de investigación taiwanés, liderado por el doctor Pao-Huan Chen de la Universidad Médica de Taipéi, detectó disfunciones miocárdicas subclínicas mediante el análisis de indicadores avanzados: la deformación sistólica máxima (una medición de la contracción del músculo cardíaco) y el trabajo miocárdico regional (que cuantifica el esfuerzo del corazón para bombear sangre).
Utilizando el modelo de 17 segmentos del ventrículo izquierdo propuesto por la Asociación Americana del Corazón (AHA), los investigadores encontraron alteraciones significativas en todos los territorios de perfusión de las arterias coronarias.
Según el primer autor del estudio, el cardiólogo Cheng-Yi Hsiao, estos hallazgos sugieren que el riesgo de insuficiencia cardíaca en el trastorno bipolar podría estar vinculado a una disfunción vascular coronaria aún no diagnosticada ni tratada en la práctica clínica.
Más allá del diagnóstico psiquiátrico
El trastorno bipolar, que suele debutar en la adolescencia o adultez temprana, ya había sido asociado con un doble riesgo de insuficiencia cardíaca en estudios previos. Sin embargo, esta nueva investigación aporta evidencia fisiológica concreta y temprana, detectada antes de la aparición de síntomas clínicos.
Para América Latina, donde los sistemas de salud mental y atención primaria suelen estar desconectados, los resultados invitan a repensar los protocolos de atención. En regiones con altos niveles de comorbilidades no tratadas, esta relación entre salud mental y cardiología puede tener consecuencias sanitarias de gran calado.
Hacia una medicina preventiva integrada
Los autores abogan por incorporar estas herramientas de diagnóstico cardíaco —como el análisis de deformación sistólica y trabajo miocárdico— en los controles regulares de pacientes con trastorno bipolar. Esto permitiría identificar complicaciones cardiovasculares silenciosas y diseñar estrategias terapéuticas que prevengan la progresión hacia una insuficiencia cardíaca manifiesta.
El estudio, aunque preliminar, refuerza la urgencia de una atención médica interdisciplinaria: los trastornos psiquiátricos no pueden seguir siendo tratados en compartimentos estancos, sino como parte de un abordaje integral de la salud.
Con información de Europa Press
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