Un equipo de científicos del Instituto Paul Scherrer, en Suiza, logró identificar con Uprecisión los mecanismos mediante los cuales la espermina, una molécula presente en altas concentraciones en el esperma pero también distribuida en otras células del cuerpo humano, podría prevenir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. El hallazgo, publicado en la revista Nature Communications , podría abrir una nueva vía para terapias que enfrenten el creciente desafío del envejecimiento poblacional.
La investigación, liderada por Jinghui Luo , demostró que la espermina favorece el proceso de autofagia, una especie de sistema de reciclaje celular mediante el cual las proteínas dañadas o anómalas —como las amiloides tóxicas , relacionadas con estas enfermedades— son eliminadas con eficiencia por el organismo.
El mecanismo es ingenioso: la espermina estimula el aglutinamiento de estas proteínas tóxicas , facilitando su encapsulamiento en vesículas celulares para su posterior degradación. Luo lo describe de forma simple: “La espermina es como el queso que une la pasta: la hace más digerible”.
¿Qué es la espermina?
La espermina es una poliamina, una clase de moléculas orgánicas pequeñas con funciones clave en la vida celular. Participa en la regulación de la expresión genética , el crecimiento celular, la división celular y su muerte programada. También cumple un papel esencial en la condensación biomolecular, proceso en el que las proteínas se agrupan en microgotas dentro de la célula. Este fenómeno ha sido identificado como crucial para evitar la formación descontrolada de agregados tóxicos.
Avance técnico y modelo experimental.
Para observar estos procesos en detalle, el instituto suizo empleó tecnología de vanguardia, incluyendo un sincrotrón , una instalación que permite análisis estructurales de altísima precisión mediante dispersión de rayos X. El modelo experimental se basó en nematodos , gusanos microscópicos cuyo sistema celular comparte similitudes con el humano. En ellos, la espermina no solo mejoró la movilidad y prolongó su vida, sino que también fortaleció las mitocondrias —las "centrales energéticas" de las células— y mejoró la capacidad del sistema inmune para eliminar proteínas dañinas.