Por Lorena Zeballos
laslecturasdelo
Corre el año 2020. Un misterioso virus se expande por todo el mundo y provoca una crisis sanitaria sin precedentes. Los gobiernos comienzan la carrera por encontrar una vacuna, mientras atajan la enfermedad con las herramientas que tienen. Cierran escuelas, centros comerciales, cines, oficinas, aeropuertos. Solo queda esperar. Es un año de terror.
Sin imaginar que fuera a estrenar en un contexto siniestro, Maxi Contenti comenzó hace años la elaboración de un sueño: llevar a la gran pantalla a un asesino que recordara al cine de terror "Giallo" italiano con reminiscencia del Slasher norteamericano.
En tan solo un mes consiguió materializar el sueño y convertirlo en Al morir la matinée, el primer y esperado estreno nacional en esta nueva normalidad.
Filmada íntegramente en agosto de 2019, la película cuenta con la participación estelar del reconocido director de género Ricardo Islas (radicado desde hace dos décadas en Estados Unidos) quien se despoja en este filme de su oficio detrás de cámaras para encarnar al temible "comeojos" que causa pavor en la histórica sala de Cinemateca 18.
La experiencia de Contenti e Islas se fusiona con la sangre joven de promesas como Julieta Spinelli o Luciana Grasso que dejaron todo para hacer esta una película de culto.
Pero rodar una película de estas características en tan solo 24 días es para campeones. Gran parte del elenco y equipo de producción se enfermó de neumonía durante el rodaje por las bajas temperaturas, en la fase de postproducción tuvieron que recorrer tierra y mar para conseguir los derechos de la película a proyectar dentro del filme y la entrañable sala de cine estaba a punto de llegar a su fin.
De estas y otras anécdotas de rodaje conversamos con el director Maxi Contenti y buena parte del elenco, entre ellos Luciana Grasso desde Argentina y Ricardo Islas desde Estados Unidos. Se unieron a la charlaEmanuel Sobré, Patricia Porzio, Julieta Spinelli, Vladimir Knazevs y Daiana Carigi.
SINOPSIS
Llueve torrencialmente en Montevideo un domingo de 1993.
Un hombre particularmente sospechoso ingresa a la última función de una película de terror en un cine céntrico. La sala poco concurrida debido a la tormenta que arrecia fuera, comienza a teñirse lentamente de sangre.
Ana, la hija del proyeccionista, quien ha tomado el lugar de su padre sólo por esa noche, está a cargo de la función. En la oscuridad del cine, los espectadores caen uno a uno en manos del asesino. Desde la sala de proyección Ana comienza a notar que algo extraño sucede. Una adolescente y un niño que se escurrió en la sala se encontrarán con Ana mientras intentan escapar. Juntos deberán enfrentar a este sádico y despiadado asesino, para salvar sus vidas y evitar una masacre en la matinée.
Por Lorena Zeballos
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