El actor Cary-Hiroyuki Tagawa, conocido por sus papeles en Mortal Kombat, Memorias de una geisha y Pearl Harbor, falleció este jueves a los 75 años debido a complicaciones derivadas de un derrame cerebral. La noticia fue confirmada por su representante, Margie Weiner, quien lo recordó como un artista generoso y comprometido, “cuya pérdida es inconmensurable”.
Tagawa nació en Tokio en 1950 y vivió su adolescencia en distintas ciudades de Estados Unidos, antes de instalarse en Los Ángeles, donde comenzó una carrera que abarcó más de cuatro décadas en el cine y la televisión. Su debut fue en 1987 en El último emperador de Bernardo Bertolucci, una producción galardonada con nueve premios Óscar.
“Fue como un sueño hecho realidad”, recordó el actor en una entrevista en 2015. “Trabajar con uno de los mejores directores del mundo, en China, en mi primera película... casi se me escapa: ‘¿cuánto tengo que pagar yo?’”.
Un rostro inolvidable del cine de acción
Cary-Hiroyuki Tagawa dejó una huella imborrable en el imaginario colectivo con su papel como Shang Tsung, el hechicero antagonista en la adaptación cinematográfica de Mortal Kombat (1995). El personaje se volvió icónico para toda una generación de espectadores y gamers, al punto que Tagawa fue convocado nuevamente en la serie de 2013 y como actor de voz en Mortal Kombat 11.
A lo largo de su carrera, participó en grandes producciones de Hollywood, muchas veces interpretando villanos o figuras de autoridad, en películas como Sol naciente, Pearl Harbor, Tekken, La leyenda del samurái (47 Ronin), Elektra, Licencia para matar y El planeta de los simios (versión 2001 de Tim Burton).
También tuvo una intensa trayectoria televisiva, con apariciones en series como Hawaii, Nash Bridges, Revenge y la distópica El hombre en el castillo. Prestó su voz en animaciones como Samurái de ojos azules y Star Wars Rebels.
El legado
Tagawa fue también maestro de artes marciales, espiritualista y referente para actores de origen asiático en un Hollywood que históricamente ha ofrecido roles estereotipados para intérpretes de esa ascendencia. Su carrera ayudó a visibilizar rostros y narrativas asiáticas en el cine de acción y aventura, y su presencia en pantalla combinaba intensidad física con una gran capacidad expresiva.
Aunque muchos lo recordarán por sus papeles como antagonista, quienes trabajaron con él lo describen como una persona afable, reflexiva y generosa con su tiempo y su oficio.
Con su muerte, el cine pierde a una figura clave en la consolidación del imaginario asiático en el mainstream occidental, un actor que supo cruzar culturas, géneros y generaciones sin dejar de ser fiel a su identidad.
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