Karina Vignola fue invitada al ciclo de streaming Sin vueltas (Campo TV), conducido por Fernando Marguery, y allí abrió su corazón para hablar de uno de los momentos más duros de su vida: su intento de autoeliminación en 2019.
“Estuve 48 horas en el CTI. Me revivieron como tres veces y cuando abrí los ojos dije: ‘qué divino estar viva’. Hacía 24 horas quería no estar más en este mundo”, recordó con crudeza.
Al hablar del episodio, la comunicadora explicó que al principio le costó asumirlo públicamente.“Me dio mucha vergüenza. Salí de ahí mintiendo. No quería hablar. Mentía y todo el mundo sabía la verdad. Es un tema tabú. Pero a raíz de que lo empecé a contar con naturalidad, me di cuenta de que ayudás a muchas personas. Lamentablemente, es una pandemia silenciosa, aunque ahora se visibiliza mucho más”.
“La muerte de mi papá fue el primer quiebre fuerte para mí. Era muy unida. Eso fue lo que empezó la debacle. No lo supe manejar. Éramos muy unidos. Fue un golpe que no supe manejar. Siempre tuve problemas de depresión. Lo entendí con el tiempo. Antes ir al psicólogo era cosa de locos. Por suerte, ahora la salud mental está en la agenda política”, agregó.
Karina fue clara al afirmar que no agradece lo que vivió, pero sí busca resignificarlo: “No voy a agradecer lo que me pasó. Pero puedo transformar ese episodio espantoso en algo bueno, en todo lo que me queda por vivir”.
Luego, la artista reveló que la primera vez que habló públicamente del tema fue en el programa de Luis Carballo (Algo contigo): “Él sabía la verdad. No quería seguir mintiendo. Lo conté, y la cantidad de gente que me escribió fue impresionante. Me ayudé a mí misma para ayudar a otros”.
Acto seguido, Karina expresó que uno de los momentos más difíciles fue enfrentar a sus hijas tras haberles ocultado la verdad.“Les había mentido. Explotó todo. Cuando llegaron del colegio, les conté en formato niñas. La reacción de las dos fue suprema”.
Más adelante, la conductora se refirió a su relación con el humorista Gaspar Valverde, con quien estuvo en pareja durante varios años. “Tuvimos un matrimonio soñado. Éramos muy amigos, tanto que los primeros besos fueron rarísimos. Fuimos muy felices. Crecimos juntos, nos potenciamos. En la pareja hay que ser equipo, y nosotros lo fuimos”.
Sobre la separación, explicó que no hubo un conflicto puntual, sino un desgaste natural: “Se apagó el amor y empezaron otros conflictos. Costó mucho. Pero nos fuimos con la conciencia tranquila. La tiramos hasta el final.”
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