Contenido creado por Inés Nogueiras
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Temporada de caza

Hablamos con Lucía Puenzo sobre "Wakolda"

"Wakolda", película que imagina el paso del criminal nazi Josef Menguele por el sur argentino, llegó a las salas uruguayas tras una exitosa gira por festivales internacionales. Hablamos con su directora, Lucía Puenzo, sobre este filme que describió como "la historia de una seducción y de una cacería".

18.03.2014 17:45

Lectura: 7'

2014-03-18T17:45:00-03:00
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La película "Wakolda" surge de una novela de ficción que lleva ese mismo título y que tiene la firma de Lucía Puenzo, escritora y realizadora argentina. Estrenada en la vecina orilla en setiembre del año pasado, tuvo un interesante recorrido por festivales internacionales de renombre, como Cannes -donde fue presentada en la sección "Una cierta mirada" y ovacionada por el público- y San Sebastián.

Protagonizada por Alex Brendemühl, Natalia Oreiro, Diego Peretti, Elena Roger, con la presentación de la joven Florencia Bado, la película -ambientada en 1960- narra el encuentro de una familia con un médico alemán en una desolada región del sur argentino. Tras atravesar con ellos la ruta del desierto hacia Bariloche, el extranjero -que no es otro que el criminal nazi Josef Menguele- es invitado a convertirse en el primer huésped de la familia en una hostería de su propiedad.

Allí comienza una historia de seducción en la que el médico revivirá sus obsesiones vinculadas a la pureza de la raza y establecerá una conexión especial con Lilith (Florencia Bado), la hija de la pareja interpretada por Oreiro y Peretti, una adolescente cuyo cuerpo es muy pequeño para su edad.

Con motivo del estreno del filme en las salas montevideanas, que tuvo lugar el pasado fin de semana, hablamos con Lucía Puenzo sobre cómo fue elaborando esta historia, los giros que tuvo su adaptación al cine y el trabajo con los actores, además de la buena recepción que tuvo en el extranjero y que logró darle a la película una vida larga.

¿Cuál fue el mayor desafío de adaptar la novela a la película? ¿Habías pensado en la posibilidad de adaptarla cuando estabas escribiéndola o surgió después?

Las ganas de filmar Wakolda aparecieron unos meses después de publicar la novela. Hay grandes cambios en la adaptación. Primero, un viraje total del punto de vista: mientras en la novela todo es visto a través de la mirada de Mengele, un fanático que mira el mundo como un gran laboratorio, diseccionándolo todo, camuflando su ferocidad en el cuerpo de un médico amable y seductor, en la película es la adolescente protagonista y su familia los que llevan adelante el relato.

Adaptarla fue salir a jugar con una misma historia y dos puntos de vista opuestos. En la novela el vínculo entre Mengele y la protagonista es más jugado, una relación erótica que se deja entrever con mayor claridad. La literatura permite cosas que el cine tiene vedadas, porque junto con la imagen los personajes tienen un cuerpo. No me interesa perturbar al espectador con un golpe de efecto. Sobre todo después de encontrar a la actriz que iba a interpretarla, que es muy bella y magnética.

Hay casos como el de "La cinta blanca", de Michael Haneke, donde se avanza más en ese sentido, pero ahí eso tiene una justificación que acá no había. Ya tenía un jerarca nazi que experimenta con niños; si además hubiera cruzado esa línea... No quería generar ningún morbo por ese lado. No hacía falta que fuera pedófilo para delinear su carácter. Hubo muchas cosas de la novela que quedaron afuera de la película.

La idea de que el alemán de la historia fuese Menguele surgió cuando ya habías avanzado con la novela, ¿qué te sedujo de incorporar a esta persona?

Siempre me resultó la cima de la omnipotencia que el nazismo creyera que podía modelar genéticamente a una nación entera. Y Mengele es la encarnación más feroz de todo ese fanatismo y esa omnipotencia. Me resulta también paradójico que un médico fanático y con tanta alergia por las razas mestizas terminara ocultándose en un continente mestizo como es el nuestro, en el que nadie tiene la pureza racial que él buscaba.

¿Cuánto investigaste sobre él para elaborar el personaje?

Muchísimo, aunque siempre la invención me importa más que la investigación, esta fue la novela para la que más tuve que leer otros materiales, reunirme con historiadores, con documentalistas...

Hay como una línea marcada entre el horror y la seducción, ¿cuánto reflexionaste sobre qué mostrar en la película de la psicología o personalidad de los personajes?

Sigo pensando que Wakolda es por sobre todo la historia de una seducción y de una cacería. Una doble cacería: la de Mengele hacia la protagonista y su familia. Y a su vez la cacería de esta familia hacia él, por la enorme fascinación que ellos le generan que le impide irse aún cuando el cerco se está cerrando.

¿Cómo fue el trabajo con los actores?

A Brendemühl lo había visto en "Las horas del día", la película de Jaime Rosales, un director español que me gusta mucho, y también en "Rabia", una adaptación de la novela de Sergio Bizzio que se filmó dos años atrás en España. Me gusta esa mezcla de registros que maneja Alex: puede ser seductor, suave, amenazante, gélido y encantador. El Mengele que compone es complejo, le escapa al estereotipo. Además, es perturbadoramente parecido a Mengele. Y maneja muy bien el alemán, incluso el acento del sur que tenía Mengele.

Después armé un elenco con actores que me gustaban. Con Diego (Peretti) ya habíamos filmado un corto juntos, y lo que me gusta de él es que cuando le dice que sí a un proyecto se mete de cabeza y es un aliado.

Natalia fue una sorpresa. Necesitaba una actriz que hablara alemán. Viendo el material bruto de "Infancia clandestina", la película de Benjamín Ávila que produjo mi papá (Luis Puenzo), me impresionó su trabajo. Hizo un laburo de gran hondura. Le propuse hablar alemán por fonética y en dos meses se preparó e hizo una prueba impecable. Es una laburante, se arremanga, y eso siempre sirve.

Elena Roger también aprendió alemán y hebreo por fonética. Y lo hizo mientras hacía Evita. Los tres son apasionados cuando se meten en un proyecto. Esa predisposición del elenco ayudó muchísimo.

¿Cuál fue el mayor desafío para transmitir lo que querías mostrar?

Desde que empecé a escribir la novela tuve claro que no me interesaba para nada el estereotipo. Creo que esta gente era tan peligrosa justamente porque fuera de los campos de concentración lograba camuflarse muy bien. No es casual que cuando encontraron a Priebke en Bariloche, mucha gente haya dicho "yo pensé que era un viejito adorable". Estereotipar a estos personajes implica no entender su perversidad. Detrás de esos hombres elegantes, cultos, refinados, había un grupo de asesinos.

Se sabe que Mengele adoraba la música clásica, que leía mucho, que hablaba varios idiomas, que era un tipo seductor. Eso es más inquietante que calzarle el traje de malo. En la película, hasta los tramos finales, cuando ya empieza a hacer lo que se le antoja, da la sensación de que podría matarlos a todos si quisiera, pero él no cruza la línea simplemente porque no le hace falta.

¿Qué expectativas tenías con el filme? ¿Te sorprendió la repercusión internacional que logró?

Sí, claro, me sorprendió y todavía me sorprende la vida larga que está teniendo Wakolda. Sigue dando vueltas, aunque ya todos los que la hicimos estamos con nuevos proyectos. Es lo mejor que puede pasarle a un libro o una película, que sigan su vida solos. Los que lo hicimos le metimos dos años de nuestra vida a este proyecto, lo queremos muchísimo, cómo no va a alegrarnos.


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