Contenido creado por María Noel Dominguez
Pantallazo
Golpe a golpe

Dolph Lundgren, el ingeniero sueco que conquistó Hollywood con músculos e inteligencia

Detrás del villano de “Rocky IV”, hay un científico brillante, sobreviviente del cáncer y cineasta meticuloso.

30.05.2025 09:02

Lectura: 3'

2025-05-30T09:02:00-03:00
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Fue Ivan Drago, el enemigo soviético por excelencia en la pantalla grande durante la Guerra Fría. Un símbolo de fuerza, frialdad y precisión. Pero Dolph Lundgren nunca fue solo eso. Detrás de esa figura intimidante se esconde una de las trayectorias más insólitas de Hollywood: la de un ingeniero químico sueco con formación académica de elite, que dejó el laboratorio por los sets de filmación.

Nacido en Estocolmo, Lundgren se graduó con honores en ingeniería química en el Instituto Real de Tecnología de Suecia. Obtuvo una maestría en la Universidad de Sídney y fue aceptado en el prestigioso MIT con una beca Fulbright. Todo indicaba que su vida transcurriría entre reactores y ecuaciones. Pero el azar, como en toda buena historia, tenía otros planes.

De los laboratorios al ring cinematográfico

Su relación con la cantante Grace Jones lo introdujo en los círculos de la farándula. Primero como guardaespaldas, luego como acompañante habitual en eventos. Allí conoció los primeros destellos de Hollywood, que lo capturaron rápidamente. Un papel menor en una cinta de James Bond abrió la puerta. Pero el verdadero salto llegó con Rocky IV (1985).

Sylvester Stallone dudó. Lundgren era “demasiado perfecto”, tan frío y exacto que generaba rechazo instantáneo. Precisamente eso convenció a Stallone: si él lo odiaba, el público también lo haría. Y así, el científico se convirtió en uno de los villanos más memorables del cine de acción.

Un intelectual en el cuerpo de un héroe de acción

Durante los años 80 y 90, Lundgren fue parte de una constelación de actores musculosos que dominaron la pantalla: Schwarzenegger, Van Damme, Norris. Pero a diferencia de ellos, Lundgren siempre conservó una distancia crítica con la fama. Produjo, dirigió, diseñó coreografías. Era meticuloso, técnico, cerebral.

Nunca abandonó del todo su vocación científica. En cada producción se involucraba como si de un proyecto de ingeniería se tratara. Esa precisión, esa obsesión por los detalles, lo distinguieron del resto.

Una batalla real: el cáncer

En 2015, un diagnóstico de cáncer de riñón cambió su vida. Superó el primer embate, pero en 2020 la enfermedad regresó con más fuerza. Con pronósticos desalentadores —“dos o tres años de vida”—, buscó una segunda opinión y accedió a un tratamiento experimental. En 2024, los tumores se habían reducido en un 90%. Lundgren anunció que estaba libre de cáncer.



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