Contenido creado por Ignacio Palumbo
Internacionales

Cual "zona de guerra"

Voluntarios improvisan red de ayuda para atender víctimas de la tormenta en Brasil

Diversas donaciones comenzaron a llegar desde todo el país a medida que se difundió la noticia de la tragedia por las lluvias.

18.02.2022 21:05

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2022-02-18T21:05:00-03:00
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Como si se tratase de una operación de guerra, centenas de voluntarios autoorganizados trabajaban a todo vapor este viernes para atender a las víctimas del histórico temporal que azotó a la ciudad brasileña de Petrópolis, donde faltan artículos básicos como biberones, leche y ropa interior. 

Las lluvias torrenciales del martes, que provocaron letales inundaciones y deslizamientos de tierra que dejaron al menos 136 muertos, han convertido a la pintoresca ciudad montañosa de Petrópolis en lo que numerosos funcionarios, incluido el presidente Jair Bolsonaro, describen como una "zona de guerra".

Los equipos de rescate están hundidos hasta las rodillas en el barro en busca de víctimas de los deslaves, mientras las familias angustiadas lloran por sus seres queridos perdidos bajo los escombros, y los restos destrozados de los automóviles arrastrados por las inundaciones repentinas permanecen esparcidos por la ciudad.

Muchos residentes como el abogado Daniel Vasconcellos han respondido a la emergencia creando de un día para el otro organizaciones benéficas semejantes a las operaciones logísticas en tiempos de guerra.

Al ver que la ayuda gubernamental y de ONGs no suplía adecuadamente las necesidades de sus vecinos, Vasconcellos y su socio Bernardo da Silva Oliveira transformaron su oficina en el afectado barrio Chácara Flora un centro de ayuda masiva. 

Frente al local, una larga cadena humana pasa paquetes de agua embotellada de mano en mano a gran velocidad. 

En el interior, el piso está repleto de ropa, alimentos, productos de higiene, pañales y numerosos productos para quienes lo perdieron todo. 

"Cuando se produjeron los deslizamientos de tierra, nosotros y muchos otros nos apresuramos a ayudar a las personas atrapadas en el lodo y los escombros", cuenta Vasconcellos, de 28 años.

Pero una vez que los rescatistas y el ejército llegaron, "vimos que la gente necesitaba otro tipo de ayuda", dijo a AFP.

Las donaciones comenzaron a llegar desde todo Brasil a medida que se difundió la noticia de la tragedia. Pero él y Oliveira vieron que había una brecha entre lo que la gente recibía y lo que necesitaba.

"Los centros oficiales de donación están llenos, pero a veces no llegan a la gente que está allá arriba en los barrios de las laderas, donde esperan hallar el cuerpo de un familiar", explica Vasconcellos.

Nacidos en el barrio, sabían lo que hacía falta: motos. 

En las comunidades pobres de los cerros que rodean Petrópolis, escenarios de los deslizamientos más mortíferos, "hay muchos lugares donde los autos no pueden ir, solo una motocicleta puede llegar allí", dice Oliveira, de 29 años. 

"Recorremos todo el camino hasta la cima de la montaña".

"Vamos hacia ellos"

Comenzaron con dos motocicletas, utilizando las redes sociales para correr la voz y recolectar donaciones de familiares y amigos.

Pero la operación pronto se convirtió en una bola de nieve. A medida que crecía, buscaron mejorar el trabajo, adaptando las donaciones a las necesidades de las personas.

Al principio, con los cortes de agua y electricidad, la necesidad más urgente de los habitantes era agua embotellada. Ahora, necesitan cambiarse de ropa, los pañales de sus bebés y cepillarse los dientes.

"A veces, la gente recibe una donación y la termina tirando", dice Vasconcellos.

"Vamos a ellos y les decimos: '¿Qué necesitan?' Si no lo tenemos, vamos al supermercado a buscarlo". 

¿Las mayores necesidades en este momento? Biberones, leche y ropa interior, dicen. 

El padre Moisés Fragoso de Sousa encabeza otra operación logística masiva en la iglesia de Santo Antonio, que se encuentra frente al Morro da Oficina, barrio donde se produjo el deslizamiento de tierra más letal.

La plaza afuera de la iglesia es un hormiguero de gente, con alrededor de 100 voluntarios corriendo para clasificar y entregar donaciones para la comunidad y 200 personas sin hogar que se refugian adentro.

"Empezamos con una estructura muy improvisada, pero cada día nos organizamos mejor", dice el sacerdote de 35 años.

"Ha sido increíble ver el espíritu voluntario de la gente. Ha sido la mayor mano de obra en esta tragedia".

Con base en AFP


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