Seré curioso

SERÉ CURIOSO

Uriarte: “Lo veo mal al Partido Colorado; no lo veo a la altura de las circunstancias”

El exministro de Ganadería analiza su breve gestión y su cese. Enumera las prioridades del campo, y se muestra duro con Ciudadanos.

06.04.2023 09:05

Lectura: 23'

2023-04-06T09:05:00-03:00
Compartir en

Por César Bianchi

Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti

Se lo nota dolido a Carlos María Uriarte (63), como si estuviera despechado. Dedicado a su actividad como productor agropecuario, y disfrutando de los nietos, el exministro de Ganadería, Agricultura y Pesca evidencia en una charla un domingo de tarde, en su casa de Carrasco, que la herida de su alejamiento de la cartera todavía no cicatrizó. Sobre todo, porque fue a pedido de sus propios compañeros de Ciudadanos, y porque nunca le dieron explicaciones.

Uriarte es un apellido ligado al campo desde la época de la colonia, mucho antes de que este país se llamara Uruguay. No había forma de que Carlos se dedicara a otra cosa. Vivió su infancia entre el campo de Tacuarembó y el Barrio Sur de la capital, hasta que su padre le dijo que no había lugar para todos, y él debía “agrandar la torta”. Entonces, se puso a estudiar Agronomía, luego arrendó un campo a portera cerrada y comenzó su propia carrera como productor agropecuario.

En esta charla, Uriarte analiza las prioridades del campo: la erradicación de la mosca de la bichera, el riego y la buena utilización del agua, el manejo de la tierra y la preservación del campo natural como política de Estado.

Colorado, pero de cuna blanca, fue asesor en temas rurales del exlíder de Ciudadanos, Ernesto Talvi. Fue este quien lo eligió como su ministro de Ganadería y propuso su nombre para el cargo cuando ganó Lacalle Pou. Y fue Adrián Peña —quien tomó la posta de Talvi en el sector político— quien lo bajó del cargo, a 15 meses de haber asumido. Uriarte dice que Peña lo traicionó, que él lo consideraba su amigo, y hasta lo acompañó en sus recorridas por el santoral canario cuando Peña estaba en plena carrera política.

Uriarte no lo ve bien al Partido Colorado. Dice que no está “a la altura de las circunstancias”, y eso lo preocupa por la coalición de cara a 2024. Luego pone la lupa en Ciudadanos y usa una figura: “Hay un término en veterinaria: fagocitismo. Cuando tú te comés internamente y te debilitás internamente. Eso ha hecho Ciudadanos: se ha debilitado atacando a sus propios integrantes. En vez de sumar: ‘Vengan, vengan, vamo’ arriba’, ataca a los propios. Tendríamos que estar sumando y no corriendo gente”, dice.

Es más, especula con que Talvi se alejó de la actividad por motivos parecidos a los suyos: por “alguna desilusión política”. Pero el productor rural, que ya piensa en su jubilación, dice que está a la orden si lo vuelven a llamar para ocupar un cargo en el Ejecutivo, porque se quedó con ganas de “servirle más a la patria”.

“El presidente y el secretario de Presidencia [Álvaro Delgado] me decían que me apoyaban en todo, que con ellos podía contar, pero que ese era un ministerio del Partido Colorado. ‘Cuidate del fuego amigo’, me dijeron”

¿Cómo nació su gustito por el campo? Un poco se lo transmitieron en la familia…

Vengo de familia de campo, sobre todo por parte de padre. La familia Uriarte es una de las familias que están en el campo, desde antes que Uruguay fuera país, desde que era colonia. Había dos familias: los Aró y los Uriarte. Y la verdad es que desde chico acompañé mucho a mi padre. Era otro país, cuando uno iba al interior, iba por mucho tiempo, vivía aislado en el campo, y la educación había que terminarla en algún lado de la ciudad. Papá eligió Montevideo para educarnos, separados de él. Nuestra infancia fue mucho en Tacuarembó, y si no, acá en Barrio Sur de Montevideo. Me crie en esa idiosincrasia, la del campo.

En nuestra anterior charla, me dijo que “no tenía chance” de agarrar para otro lado que no sea el campo, “porque cuando venís de una familia de campo y sos el mayor, no tenés opción de no poder estudiar del campo. Hice agronomía y cuando fui a trabajar afuera, mis viejos me dijeron: ‘Mirá, la torta no da para todos, hay que hacerla más grande’”. Y entonces, ¿qué pasó? ¿Se agrandó la torta?

Aposté mucho a mi conocimiento, a mi experiencia, y a tener trabajos afuera. Llegué a tener cuatro trabajos afuera del campo de mi padre. Ayudaba a mi padre, pero trabajaba como peón, con sueldo de peón. Tenía otros trabajos que me permitían generar un ingreso, y también tuve la suerte de arrendar un campo a portera cerrada, o sea, sin disponer de capital. Y así fue como arrancamos. La manera de agrandar la torta fue sumar para la empresa familiar —pusimos un tambo— y eso sumó a la empresa de mi padre, después en lo personal, fui buscando mi futuro afuera de la empresa.

Asumió como ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca en marzo de 2020 y fue cesado en junio de 2021. Estuvo poco más de un año. El propio sector Ciudadanos pidió su relevo, y hubo acuerdo con el presidente Lacalle Pou. ¿Por qué fue cesado? ¿Qué le dijeron en ese momento?

De parte de Ciudadanos nunca tuve una explicación. Tampoco tuve una expresión de disconformidad con mi gestión. Nunca se me consultó sobre nada. Y sin embargo, de parte del presidente sí tuve avisos, avisos previos. El presidente y el secretario de Presidencia [Álvaro Delgado] me decían que me apoyaban en todo, que con ellos podía contar, pero que ese era un ministerio del Partido Colorado.

¿Y cuáles eran los “avisos”?

“Cuidate del fuego amigo”. Esas fueron las textuales palabras. Yo creo que todo eso estuvo ligado a que yo nunca oculté mi cuna blanca. Yo nunca milité, pero mi abuelo peleó con Aparicio [Saravia]. Estaba en Ciudadanos, sí, pero para mí Ciudadanos era otra cosa, era lo que Ernesto [Talvi] nos inculcó. Y eso nos atrajo: el país por encima de todos, trabajar por un pequeño país modelo.

Me llama la atención que piense que sus compañeros colorados le soltaron la mano por sus antepasados blancos…

No tengo otra explicación. Tené en cuenta que en las elecciones anteriores [2014], Álvaro y Luis me habían hablado para ocupar el mismo cargo si ganaba el Partido Nacional. El PN no ganó y quedó por esa. Entonces, en 2019 fue Ernesto el que le propuso a Luis mi nombre para ese ministerio, entonces se discutía de quién iba a ser realmente ese ministerio, si blanco o colorado.

Cuando se reunió con Lacalle Pou para hacerle saber del cese, ¿le dijo que Ciudadanos ya no lo quería ahí?

Cuando decís Ciudadanos, tú sabes que a mí me duele, porque para mí Ciudadanos es más grande que las personas que me pidieron el cargo. Para mí, más que Ciudadanos fueran determinadas personas las que pidieron mi cargo, personas que tienen una forma de hacer política que yo no comparto. Pero no fue el presidente el que ya no me quería más ahí, todo lo contrario.

No me dieron argumentos. Yo fui a trabajar ese domingo [27 de junio de 2021], con Adrián [Peña], porque Adrián todavía no aterrizaba bien en el Ministerio de Ambiente. Y yo estaba ayudándolo.

Y tras el cese, ¿no lo llamó por teléfono? ¿Él no lo llamó a usted?

No, no, no. Yo no lo llamé, no le pedí explicaciones. Adrián en ese momento no era ninguna autoridad en Ciudadanos, era el vocero nomás. Ciudadanos no tenía autoridades en ese momento, había habido una asamblea en la que no se habían nombrado autoridades. Lo que yo pensé es si valía la pena entrar en una discusión con él que generaría fisuras, no solo en el Partido Colorado, sino en la coalición. Y yo eso no quería. Ni pedí ni me dieron explicaciones.

¿Qué logró hacer en esos 15 meses de gestión? Dígame tres grandes logros en ese período exiguo como ministro.

Lo que más nos llevó la atención fue la pandemia, el desafío de que el agro no parara, que el país no parara. Hubo que desarrollar todo un protocolo de forma que todas las industrias, los puertos, el transporte, todo se pudiera trabajar, y hubo mucho trabajo con el Ministerio de Trabajo, y con el Ministerio de Salud Pública. Eso nos absorbió muchísimo. La seca, que no fue esta de ahora, pero ya comenzaba, nos sacó del “vamos”.

Después nosotros pusimos énfasis en un proyecto muy especial, que fue la erradicación de la mosca de la bichera. Nosotros estábamos muy orgullosos en un grupo de trabajo que se conformó y se avanzó muchísimo. Y después, en lo interno, en el ordenamiento del ministerio, en la conformación del equipo, es otra cosa que me dejó muy satisfecho. No solo por la gente de los cargos de confianza que nombramos, con el criterio que Ernesto nos había inculcado, es decir que desempeñaran los cargos los más capaces, independientemente de su filiación política. Y se conformó un gran equipo. El ambiente de trabajo dentro del ministerio cambió muchísimo.

Te vuelvo a recordar la pandemia: trabajábamos con un 30% del personal, y nos obligaron a reducir el 15% de los gastos (eso fue para todos). Y a pesar de eso, se logró avanzar en todos los aspectos. Había mucha gente en el ministerio, y lo que había que darle era confianza, para que pudiera trabajar. Se me viene a la cabeza la gente de los transgénicos. Eso fue un trabajo enorme, hacía muchos años que no se aprobaban eventos y logramos avanzar en una comisión, gracias al trabajo de la gente del ministerio que estaba ahí, se puso la camiseta y salió a trabajar.

¿Y qué le quedó en el debe? ¿Qué políticas públicas pretendía instrumentar no le dio el tiempo?

Para no olvidarme, hice un trabajo que se llamó “Rindiendo cuentas”, ahí está todo: lo que hice y lo que me quedaba por hacer. Hoy han pasado casi dos años y sigo pensando en que lo que me hubiera gustado implementar fue la erradicación de la bichera. Ese es un mal que provoca 40 millones de pérdidas en forma directa en Uruguay, por año. La mosca ataca a todos los animales de sangre caliente, pero en especial a las ovejas. Les provoca la muerte. La mosca deja en las heridas los huevos, ese huevo se transforma en un gusano y ese gusano termina matando el animal. Según un estudio del gobierno anterior, la bichera provoca 40 millones de pérdidas directas por año. Yo como productor lo sufrí toda mi vida. Me pasaba los veranos curando ovejas para tratar de salvarlas. Tenía que estar recorriendo toda la semana la zona para curar los animales que estaban enfermos. Cualquier persona de campo te va a identificar la bichera como un problema importante.

El otro tema que veníamos instrumentando es el riego y toda la utilización del agua. Creo que el Uruguay tiene un gran desafío, no por la seca que tuvimos recién, y por la que hemos tenido los tres años, digamos. Es más que el riego: es el agua. El agua, de la que llueve, solo el 5% utiliza OSE. El resto se va al mar. Tenemos que avanzar muchísimo en el almacenamiento del agua, que se puede utilizar para regar, pero también para darle de beber a los animales. Hay que implementar el riego por bebederos: tú aíslas al animal, que no entre al agua en verano, los mantienes aislados en bebederos que toman el agua fresca y no ensucian con defecación o con andar las aguas que después tienen fósforo y más problemas como las cianobacterias. La utilización del agua, para mí, debe ser una política de Estado.

Otro tema que a mí me quedó y me duele, es el siguiente: yo fui arrendatario toda mi vida, porque de mi padre no recibí nada. Comencé arrendando ese campo que te decía, hace 40 años (y todavía lo arriendo), y nunca tuve la chance de asegurarme mi estancia ahí. Entonces, el acceso a la tierra ha sido un compromiso de siempre. Sobre todo, para el que no tiene la chance de poder heredarlo o comprarla. Yo viví en Nueva Zelanda muchos años, y ahí conocí un sistema que hoy es muy exitoso en Nueva Zelanda. Creo que [el Instituto Nacional de] Colonización es lo más cerca de esa herramienta que el Uruguay tiene, y no la aprovecha como debería. Colonización está dirigido por un directorio al que si mirás desde el punto de vista institucional, está perfecto. Pero a la hora de nombrar los representantes de las instituciones es parte del bolsón político que se reparten. Entonces terminamos con gente en una institución que maneja un fin tan importante, con 400.000 hectáreas de campo, y termina siendo dirigido desde el punto de vista político, porque casi todos los que aterrizan en el directorio son políticos. Eso es algo que habría que cambiar.

“Hoy han pasado casi dos años y sigo pensando en que lo que me hubiera gustado implementar fue la erradicación de la bichera. Ese es un mal que provoca 40 millones de pérdidas en forma directa en Uruguay, por año”

Fue presidente y después vicepresidente de la Federación Rural, es productor agropecuario y hombre de campo de toda la vida. ¿Cuáles son los problemas del sector agropecuario hoy? 

Esos tres son problemas intrínsecos: la bichera, la utilización del agua, el manejo de la tierra. Y un cuarto que debería ser política de Estado: el manejo del campo natural o la reservación de los recursos naturales. Uruguay es uno de los pocos países en el mundo que tiene su producción basada en un tapiz natural, que era un 80%, fue bajando y hoy es 50%. Son años de selección natural que nos permiten reaccionar ahora, después de este drama que hemos vivido. Vos vas al campo ahora y te encontrás con una pastura así (hace un gesto de altitud con la mano), eso solo lo hace el campo natural. Y no lo estamos valorando como deberíamos.

De hecho, estuve trabajando en un proyecto de ley para la preservación y regeneración del campo natural. Esos serían cuatro aspectos claves, entre otros.

Hace tres años me dijo que creía que Uruguay debería copiar el modelo estadounidense y exportar la mayor cantidad de carne uruguaya que pueda, y priorizar el consumo de carne importada, no por eso de menor calidad. ¿Se está haciendo eso? ¿Se han abierto otros mercados para la carne uruguaya?

Así pensaba y así fue. Uruguay llegó a importar el 30% de lo que los uruguayos consumían. Y no precisamente cortes de baja calidad, muy por el contrario: cortes de excelentísima calidad tanto de Paraguay como de Brasil, y algún asado de Argentina también. Cuando hablé contigo no estaba China en el escenario. China entró después y se transformó en un socio al que Uruguay le exporta el 50% de las carnes, no era así cuando hablamos. Se mantiene esa premisa de que si logramos vender más caro, tenemos que exportar, aunque después tengamos que importar para nosotros. Que el uruguayo coma carne es muy importante, es parte de nuestra idiosincrasia.

Pero es raro que en un país netamente ganadero se apueste a comer carne importada, y que la mejor carne uruguaya se coma en el exterior. ¿O no?

No, porque la carne que importamos es casi tan buena como la nuestra. Te lo puedo asegurar. Yo soy uno de los que compra bife ancho paraguayo o brasilero, los comparo y te puedo decir que es muy buena calidad de carne. Nosotros hemos desarrollado una capacidad de marketing para la exportación superior a la que tienen los paraguayos y los brasileros. Brasil apunta más al volumen que al precio, Paraguay no puede acceder a China o a Estados Unidos, porque trabaja con Taiwán. Esas diferencias hacen que produzcan carnes de calidad, pero más baratas.

Estados Unidos exporta a Japón. Son los japoneses los que pagan carísimo la carne estadounidense. Tenemos mucho para avanzar para alcanzar a Estados Unidos, a Australia o Nueva Zelanda. En algún momento lo hicimos: en 2019 o 2020 vendimos más caro que esos países, así que es posible. Nosotros cambiamos de exportar a Estados Unidos o Europa, para apostar a China, pero China ya nos demostró que nos compra mucho, nos paga, pero es un mercado que te deja de un día para el otro. Es fundamental el desarrollo de otros mercados, como el del sudeste asiático, la propia India, que hoy aparecen como un mercado con un potencial enorme para Uruguay.

¿Cuál será el impacto de la sequía?

Cuando escucho las cifras, me parece aventuradas. Se habla de 2.000 millones de dólares. Pero eso está sujeto a una cosecha que todavía no se cosechó, a cuántos terneros vamos a sacar (todavía estamos con los toros en el ganado, todavía están preñando a las vacas) y hay que ver el daño que produjo en la granja. Hay eucaliptus que aparentemente están secos, pero capaz que reaccionan. Que va a ser fuerte, va a ser. Quizás lo que más va a sentir el Uruguay sea la falta del ingreso de esa exportación (venimos exportando un 17 o 20% por debajo del año pasado) y eso va a afectar realmente. Pero cuánto le va a costar al país, yo no me atrevería a decirlo.

¿El gobierno tomó nota de qué hay que hacer para evitar pérdidas millonarias por una eventual seca?

Esto que te decía de las reservas de agua es lo primero. Pero tener reservas de agua, es una inversión que cuesta mucho dinero. Ahora van a venir dos o tres años llovedores [sic] y nadie se acuerda. El que invirtió va a decir: “Me gasté un platal en esto, y ahora no lo preciso”. La forma de incentivarlo es pagarlo a largo plazo, nadie quiere regalos, pero sí incentivos, sobre todo para el pequeño y mediano inversor. Alguna ayuda del Fondo Agropecuario de Emergencia. Los temas a largo plazo como el riego o el almacenamiento de agua están por verse. Para tener eso hay que tener represas, aguantar el agua en algún lugar para que no escurra, para después escurrirla.

El ministro anterior [Tabaré] Aguerre hizo mucho por eso en las represas multiprediales: el Estado pagaba una inversión y los que la utilizan, la pagan con el uso. Eso se hace mucho en otros países. El Estado invierte, hace las represas, hace los canales, y después, el que lo usa, paga.

“Los tres son problemas intrínsecos son la mosca de la bichera, la utilización del agua, el manejo de la tierra. Y un cuarto que debería ser política de Estado: el manejo del campo natural o la reservación de los recursos naturales”

Me voy a asuntos políticos: al comienzo de este año, usted dijo que Adrián Peña lo había traicionado. “Cada uno cosecha lo que siembra”, dijo cuando saltó el episodio de su título. ¿Por qué dice que Peña lo traicionó? 

Porque yo lo creía un amigo. Yo lo ayudé de la mejor manera que te puedas imaginar. Y él fue el que me comunicó lo del cargo [N. de R.: se refiere a su cese como ministro de Ganadería], sin darme ninguna explicación ni nada. Solo me dejó entrever que era una decisión del Partido Colorado, y que él no lo había podido evitar.

¿Y le creyó?

No. Por eso digo que es una traición, yo lo consideraba un amigo, un compañero de Ciudadanos, con quien veníamos peleándola juntos. Él me pidió que yo lo acompañara en su pueblo, en San Bautista, en San Ramón, en plena campaña política, y lo acompañé encantado. Me hubiera dicho: “Mirá que estamos disconformes con esto y esto, queremos que hagas esto así y asá”. Me lo hubiera dicho. Yo esperaba de él un comportamiento distinto.

¿Y Talvi no lo decepcionó?

Yo no puedo decir que Ernesto me haya decepcionado, no lo puedo decir. Todas las oportunidades que tuve, no solo para ser ministro, si no para trabajar (hicimos un grupo que se llamó AgroUy21, un grupo de trabajo de 40 personas, que copiamos el modelo de EdUy21), ese proyecto era para que quedara arriba de la mesa, para que lo usara el que le tocara gobernar. Ernesto nos dio esa chance.

Pero de alguna forma decepcionó a todos los que confiaron en él: los políticos que lo siguieron, los uruguayos que lo votaron en las internas y en las nacionales…

Obvio. Pero yo no puedo decir lo mismo. Espero tener algún día de él una explicación que me conforme. Hoy tengo una gran sospecha, que no es la explicación que él nos dio. Él nos debe haber dicho 10 veces, más o menos, por qué dejaba el ministerio [de Relaciones Exteriores], después, cuando dejó la política, me dijo: “Algún día va a llegar el momento en que podamos hablar de todo esto”. Y yo creo que lo que me pasó a mí puede explicar algo de lo que le pasó a él también.

¿Cómo es eso?

Alguna desilusión política, digamos. Si me permitís entro un poquito en Ciudadanos para explicarte: yo pienso que hoy la dirección política de Ciudadanos es un error, honestamente. Porque una de las cosas que tenía Ciudadanos y que la diferenciaba de los demás era que tenía un equipo técnico de 300 personas, de mucho valor, y no había muchos partidos que lo tuvieran. Y tenía, aparte, la parte política. La parte política iba por un lado, y la parte técnica, asumiendo cargos de responsabilidad, como mi caso, iba por otro. Pero en vez de estar unidos, nos veíamos como enemigos.

Yo no tengo dudas que si Ernesto estuviera hoy, nada de esto hubiera pasado. Él era el gran candidato a próximo presidente. Por algo hizo lo que hizo.

Pero sí cree que hay más motivos que los que el propio Talvi esgrimió.

No tengo la menor duda.

“Yo lo creía un amigo a Adrián [Peña]. Yo lo ayudé de la mejor manera que te puedas imaginar. Y él fue el que me comunicó el cese del cargo, sin darme ninguna explicación. Sólo me dejó entrever que era una decisión del partido, y que él no lo había podido evitar. No le creí”

¿Cómo vio el episodio del título académico de Peña? Le pregunto porque cuando la noticia era que no había realizado un curso, usted dijo: “El episodio del título es muy triste, por el cargo que desempeña como ministro y líder de Ciudadanos, lo que pasó no está de acuerdo a los principios de credibilidad y decoro que se necesitan”. Pero la historia no terminó ahí, porque finalmente el curso lo había aprobado, y solo le faltaba tener el diploma. ¿Cambia en algo lo que usted había dicho cuando se creyó que no tenía ese curso aprobado?

Nada. Primero, lo que yo dije, lo tomé de la comisión de Ética del Partido Colorado. Eso lo dijo cuando se expidió con respecto a Raúl Sendic. Y después lo volvió a decir. Yo comparto todo lo que dijo la comisión de Ética del partido cuando se pronunció por Sendic, y lo comparto ahora [por Peña] también. El tema no pasa por si había hecho el curso o no. ¿Cuánto hacía que decía que era licenciado y no lo era? Ese es el tema. Cuando yo hablo de “credibilidad” y “decoro”, pienso: ¿cómo le cae a cualquier profesional que alguien que no lo es, diga que es recibido? Y, además, él es un líder político, no es cualquiera. Y además, escucharlo hablar a él de otros que hacían lo mismo. ¿Cuánto tiempo pasó usando un título que no tenía? Ese el tema. Después de ese episodio, no podía seguir. No podemos aceptar determinados comportamientos.

¿Cómo está el Partido Colorado hoy?

Yo lo veo mal, la verdad. No lo veo a la altura de las circunstancias. Más que el Partido Colorado, a mí me preocupa la coalición. Sin un Partido Colorado fuerte, la coalición la va a tener muy brava para las próximas elecciones. Porque el aporte del partido fue fundamental para ganar las elecciones.

Hoy todo esto que está pasando es un renacer de la vieja política, donde los temas partidarios, personales, están por encima del país. Justamente, lo que Ernesto no compartía. Ese resurgir de la vieja política le está haciendo mucho daño a la coalición. Yo aspiro a que sobre una base de honestidad y sinceridad, apostemos al país y dejemos las rencillas personales que vemos todos los días, y construyamos todos el país. Puede haber diferencias con la oposición porque hay temas ideológicos profundos, concepciones de la vida distintas, pero los partidos que tenemos ideas parecidas tendremos que estar más juntos.

Hay un término en veterinaria para esto: fagocitismo. Cuando tú te comés internamente, y te debilitás internamente. Eso ha hecho Ciudadanos: se ha debilitado atacando a sus propios integrantes. En vez de sumar: “Vengan, vengan, vamo’ arriba”, ataca a los propios. Tendríamos que estar sumando y no corriendo gente.

El posible regreso de Pedro Bordaberry ¿sería una buena noticia para el partido?

Creo que sí, creo que sí. Es de los mejores parlamentarios que el país ha tenido. Lo conozco personalmente y sé de su capacidad. Ojalá venga, pero considero injusto pedirle que lo haga, porque ya ha dado mucho.

“Hay un término en veterinaria para esto: fagocitismo. Cuando tú te comés internamente, y te debilitás internamente. Eso ha hecho Ciudadanos: se ha debilitado atacando a sus propios integrantes. Tendríamos que estar sumando y no corriendo gente”

¿Cómo es su presente hoy? ¿A qué se está dedicando?

Soy productor [agropecuario], integro algunas ONG relacionadas a los temas que hablamos que trabajan en el campo natural, temas que me motivan. Hoy quisiera dedicarle tiempo a mi familia, y a consolidar la parte empresarial a esta altura de mi vida, por mi jubilación.

¿Le gustaría tener una revancha en un cargo ejecutivo en el gobierno?

Yo me quedé con ganas de seguir aportándole a la patria. Si a mí me llaman, como me llamaron, estoy a la orden.

¿Y si en 2024 gana el FA, y en 2025 le piden que agarre el Ministerio de Ganadería?

Lo tendría que pensar, la verdad. Pero si viene otro partido de la coalición, no tengo la menor duda que aceptaría. Yo vi de cerca lo que hizo Aguerre, lo considero un buen ministro, y estuvo muy solo, porque todo el FA piensa muy distinto. La ideología del partido es muy distinta. Hay cosas que yo no podría hacer, así que probablemente el FA no esté contento conmigo.

¿Es feliz?

Soy. Me siento agradecido a la vida, todo me ha costado, pero he tenido mucho más de lo que merezco. Pero soy un agradecido, empezando por los nietos.

Por César Bianchi