Contenido creado por Manuel Serra
Internacionales

Por The New York Times

Una famosa fotografía de Robert Capa le da nueva vida a un inmueble y a sus residentes

A 85 años de esa foto tomada en plena guerra civil española, catorce familias se vieron inesperadamente beneficiados por ella.

25.03.2021 13:23

Lectura: 4'

2021-03-25T13:23:00-03:00
Compartir en

Por The New York Times | Raphael Minder

MADRID  En 1936, el fotógrafo Robert Capa enfocó su lente en unos niños afuera de una vivienda deteriorada en Madrid que había sido bombardeada por la fuerza aérea de la Alemania nazi. Esa imagen de la guerra civil española sigue siendo un poderoso recordatorio de los efectos del conflicto armado sobre los civiles.

Este mes, unos 85 años después que la fotografía fue tomada, hay planes en marcha para preservar el decrépito edificio de más de un siglo de antigüedad y convertirlo en un centro cultural que celebrará el trabajo del fotógrafo y conmemorará la historia de la guerra en Madrid. Los residentes de la edificación fueron mudados permanentemente a viviendas subvencionadas.

Para aquellos que habían convertido el inmueble en su hogar, el cambio estaba pendiente desde hacía mucho tiempo. La mayoría no puede costear algo mejor debido a la escasez crónica de viviendas subsidiadas en Madrid. En enero, el desfase entre las personas con recursos y quienes carecen de ellos fue evidente cuando una gigantesca tormenta de nieve profundizó la miseria en una de las zonas más pobres de esa ciudad.

En sus nuevos hogares, los residentes pagarán lo mismo o incluso menos por más espacio, calefacción adecuada y otras mejoras.

"Capa ha sido maravilloso para nosotros", dijo Cristina Uquillas, quien se mudó a su nuevo hogar la semana pasada con sus dos hijos y su madre, la última de las 14 familias que vivían en el edificio en dejarlo. "Pero también siento que la gente debería tener una casa decente sin tener que esperar este tipo de ayuda milagrosa de un gran fotógrafo".

Debido a esta problemática, cuando los últimos ocupantes se salieron, los constructores sellaron inmediatamente las puertas y ventanas del edificio para evitar que tomen el sitio ocupantes ilegales.

Uquillas, quien trabaja como empacadora de carne en el mercado principal de Madrid, dijo que estaba feliz de abandonar las paredes húmedas y descascaradas, pero reconoció que echaría de menos a la unida comunidad del edificio.

"Todos hemos tenido problemas", expresó. "Pero siempre había alguien que te ayudaba".

José María Uría, quien trabaja para una fundación sindical que lideró los esfuerzos para rescatar el edificio de Capa, mencionó que cuando la propiedad se abrió en 1927, fue anunciada como un "nuevo modelo de vivienda para la clase trabajadora".

Algunos residentes locales incluso llamaron al edificio el "Hogar de los Ricos", explicó Uría, porque uno de sus patios interiores tenía el relativo lujo de contar con un pozo de agua.

Desde entonces, el inmueble de Capa, ubicado en el barrio madrileño de Vallecas, ha tenido una vida un tanto venturosa.

No solo sobrevivió a la guerra civil española, sino también a la extensa remodelación de la zona en las décadas posteriores a los combates, por lo que es uno de los escasos edificios de esa época aún en pie con pocas modificaciones.

La fotografía tomada por Capa, quien nació en Hungría y viajó a España para documentar la guerra, inicialmente fue la portada de una revista de noticias francesa llamada Regards, en diciembre de 1936. Luego fue usada por otras publicaciones europeas y estadounidenses, incluyendo The New York Times.

La imagen "impulsó su reputación", según aseguró Cynthia Young, una antigua curadora del archivo de Robert Capa en el Centro Internacional de Fotografía en Nueva York. "Fue la primera vez que se le reconoció por su trabajo en la portada de una revista, algo poco común para cualquier fotoperiodista de la época".

La decisión de preservar el edificio se tomó en 2018, cuando el Ayuntamiento de Madrid votó para crear el centro cultural. La ciudad pagó a los antiguos propietarios un total cercano a un millón de dólares para adquirir la propiedad.

Hoy en día, cualquier vínculo sentimental que hayan podido tener con el edificio histórico en que vivieron ha quedado anulado ante sus desventajas prácticas, dijeron los residentes.

"La única razón por la que viví aquí tanto tiempo es que no podía pagar algo mejor", confesó Rosa Báez, quien habitó ocho años en el edificio.

"Ahora tengo un apartamento mejor y estoy entre los afortunados", agregó.

Uquillas, al irse con su familia, agradeció a Capa por su papel indirecto en la mudanza. Comentó que recibir por fin una vivienda mejor se sintió como "ganar la lotería".