Contenido creado por Gerardo Carrasco
Internacionales

El gran escape

Un día como hoy, hace 82 años, se producía la fuga carcelaria más grande de Europa

Fue en España. 795 prisioneros republicanos escaparon de una prisión del bando sublevado. Todo terminó en tragedia.

22.05.2020 11:15

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2020-05-22T11:15:00-03:00
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En 1938, el Fuerte de San Cristóbal, situado en un monte cercano a la ciudad de Pamplona, era considerado el presidio más seguro del país. Sus celdas guardaban a 2.497 presos.

En medio de la rutina carcelaria, algunos de lo reclusos han tomado nota de la "ventana de oportunidad" que se produce en ciertos días y momentos, y deciden aprovecharla. El domingo 22 de mayo de 1938, llega la ocasión esperada. La guarnición militar del fuerte es mínima, y los pocos soldados a cargo se encuentran más ocupados en la cena que en la custodia de los presidiarios. Un grupo reducido de reclusos se hace con el control del penal y al grito de. ‘¡Sois libres!, ¡A Francia!', abren todas las puertas.

La fuga, planificada durante meses por un grupo de diecisiete reclusos, se ejecuta según lo previsto: reducen a los guardias que les llevaban la comida, les arrebatan las llaves y visten sus uniformes para atravesar el patio y acceder a las salidas, según recuerda una crónica del periódico La Vanguardia.

795 hombres, la mayoría sindicalistas, todos republicanos, huyen en tropel de la fortaleza protagonizando la mayor fuca carcelaria de Europa. Los fugados se dividen en grupos para dificultar la labor de sus perseguidores, soldados del bando nacional guiados por paisanos falangistas y requetés, los temidos "boinas rojas" de Navarra.

Si bien la fuga fue un éxito en sus primeros pasos, la empresa estaba condenada al fracaso. Los prófugos desconocían el terreno, iban descalzos y vestidos con harapos, y durante meses habían sufrido el hambre, alimentándose con una magra ración de agua y papas.

En semejantes circunstancias, la fuga se transformó en cacería humana. Más de 200 fugitivos murieron baleados durante la persecución en medio del monte, o fusilados a la vera de los caminos. Las autoridades militares, humilladas y sedientas de venganza, no escatimaron pólvora ni plomo. Todos los muertos fueron enterrados en fosas comunes.

Tras la masacre, las autoridades locales dijeron a la prensa que los fugados no eran presos políticos, sino "presos comunes de la peor especie (...), un puñado de asesinos, atracadores y ladrones" (Diario de Navarra, mayo de 1938), y recuperaron su autoridad con castigos despiadados. El 8 de setiembre, y tras un consejo de guerra, catorce de los diecisiete promotores de la fuga fueron condenados a muerte y fusilados en público en el centro de Pamplona.

Sólo tres de los fugados consiguieron recorrer los casi 50 kilómetros que los separaban de la frontera francesa, siguiendo para ellos las rutas usadas por los contrabandistas, y recuperar la libertad. Años más tarde, admitieron que no estaban suficientemente preparados para la fuga, pero que el hambre y las malas condiciones en la prisión les habían empujado a una acción desesperada.

Tras la fuga, el director de prisión y el administrador fueron denunciados por un funcionario, que los acusó de quedarse con parte del dinero que les era asignado para abastecer a los presos e incluso vender de contrabando la comida destinada a alimentarles, por lo que estos morían de inanición. Se inició una investigación, pero no condujo a nada. Los acusados fueron sobreseídos y la causa archivada.

El fuerte quedó en desuso en 1987 y fue abandonado por completo en 1991. En 2008 se destinó una partida de medio millón de euros para afrontar tareas que evitaran su derrumbe. Al año siguiente, algunas áreas del edificio se abrieron temporalmente al público.

En la actualidad, el Fuerte y sus alrededores (615.000 metros cuadrados) son una gran tumba.