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Internacionales

Por The New York Times

Ucrania es el tema decisivo de Biden y su mayor desafío económico

Biden no puede acabar con la guerra por sí solo. Pero puede buscar minimizar sus consecuencias económicas.

01.12.2022 15:09

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2022-12-01T15:09:00-03:00
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Por The New York Times | Jim Tankersley

La guerra de Rusia en Ucrania se ha convertido en el mayor desafío económico del mandato del presidente Joe Biden, y amenaza con empujar al mundo a una recesión que podría poner en peligro la ya de por sí frágil recuperación estadounidense.

La combinación de las sanciones punitivas, impulsadas por Biden y sus aliados, con las represalias de Rusia ha repercutido en los mercados mundiales de alimentos y energía, y ha exacerbado una inflación ya alta y socavado el crecimiento global. Una conmoción petrolera provocada por la invasión hizo que los precios promedio de la gasolina superaran los 5 dólares por galón a nivel nacional en junio, antes de que cayeran de manera constante en julio y agosto.

Esta semana se espera que la Unión Europea le dé los toques finales a un plan que intentaría contener más daños económicos a través de la imposición de un tope en el precio que Rusia pueda obtener por la venta de un barril de petróleo exportado. La idea no probada, diseñada por la secretaria del Tesoro de Biden, tiene como objetivo mantener el flujo del petróleo ruso hacia el mercado global, aunque Europa continúe imponiendo nuevas restricciones a las ventas de petróleo de Moscú.

En el próximo año, ese precio tope y otras medidas para manejar las consecuencias mundiales de la guerra deberían ser el enfoque principal económico de Biden. Con pocas opciones legislativas disponibles luego de que su partido perdiera el control de la Cámara de Representantes, Biden tendrá que encontrar formas de proteger los mercados estadounidenses de los efectos de la guerra, incluidas nuevas iniciativas internacionales para reforzar el suministro de alimentos y prevenir una posible crisis financiera en cadena en los países en desarrollo.

Esa misión se ha vuelto más importante con el surgimiento de una amenaza cada vez mayor para el crecimiento global que está, en gran medida, fuera del control de Biden: una creciente cantidad de protestas en China contra los confinamientos por COVID-19 impuestos por el gobierno. Los analistas advierten que los disturbios podrían ralentizar la producción industrial crítica de China y entorpecer aún más las cadenas de suministro mundiales, lo que afectaría el crecimiento y exacerbaría la ya de por sí alta inflación.

Biden y su equipo económico pasaron gran parte de la cumbre del Grupo de los Veinte este mes en Bali, Indonesia, sentando las bases para su gestión sobre Ucrania. Negociaron con las naciones ricas las mejores maneras de incrementar la producción mundial de alimentos para remplazar los cultivos perdidos en Ucrania, con la esperanza de aliviar la escasez de alimentos que ha perjudicado particularmente a los países de bajos ingresos. También intentaron avanzar un sistema para ayudar más fácilmente a países altamente endeudados y de bajos ingresos, como Sri Lanka y Chad, que enfrentan crisis fiscales mientras los aumentos de precios causados por la guerra orillan a los bancos centrales a incrementar las tasas de interés y, con ellas, los costos de endeudamiento.

Sin embargo, las decisiones económicas más importantes de Biden en los próximos meses están relacionadas con la guerra: debe determinar cuál es la mejor manera de apoyar la resistencia de Ucrania a la invasión rusa y con qué nivel de agresividad debe presionar para poner fin a los enfrentamientos. Los funcionarios gubernamentales están de acuerdo en que la mejor manera de fortalecer la economía global en los próximos meses sería acelerar el fin de la guerra, lo cual Biden ha dicho repetidamente que debe ocurrir bajo los términos de Ucrania.

Mientras tanto, los funcionarios gubernamentales afirman que la pieza central de sus esfuerzos para minimizar el daño económico es un plan para imponer un tope en el precio del petróleo —a un nivel que los funcionarios europeos todavía están discutiendo— para las exportaciones rusas. Biden ha impulsado la idea durante meses de negociaciones transcontinentales. El objetivo es mantener el flujo de millones de barriles de petróleo ruso hacia el mercado mundial incluso con las sanciones europeas en vigor, y al mismo tiempo garantizar una reducción de los ingresos que Moscú necesita para continuar con su esfuerzo bélico.

El lunes, John Kirby, coordinador de Comunicaciones Estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional, les dijo a los periodistas que lo que está teniendo un “impacto global muy agudo y significativo en la economía es la guerra en Ucrania. Y es por eso estamos tratando de buscar un tope en los precios del petróleo ruso”.

El plan, en esencia, es una manera de evitar una conmoción petrolera mundial potencialmente catastrófica que, de otro modo, Biden podría haber ayudado a poner en marcha este año cuando exhortó a Europa a seguir el ejemplo de Estados Unidos y prohibir las importaciones de petróleo ruso. Los funcionarios del gobierno confían en que el tope hará exactamente eso, mantener el petróleo en el mercado, pero con un tope de precio de alto nivel que limite su tajada en los ingresos rusos.

“Sin duda somos optimistas de que un tope de precios exitoso evitará una gran conmoción en los precios energéticos”, afirmó Ben Harris, subsecretario de políticas económicas del Departamento del Tesoro, en una entrevista. “Este es un caso de planificación anticipada para evitar una crisis”.

El presidente tiene pocas opciones nacionales si esos planes fracasan. Debido a que su partido perdió el control de la Cámara de Representantes, con casi toda seguridad, Biden tendrá una capacidad limitada para impulsar nuevas medidas económicas en el Congreso durante los próximos dos años.

El Fondo Monetario Internacional y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos han reducido sus pronósticos de crecimiento global para el próximo año, citando los persistentes efectos de la invasión rusa.

Según una declaración de los líderes del Grupo de los Veinte al final de la cumbre en Bali, la guerra “está causando un inmenso sufrimiento humano y exacerbando las fragilidades existentes en la economía global, lo que restringe el crecimiento, aumenta la inflación, interrumpe las cadenas de suministro, incrementa la inseguridad alimentaria y energética, y eleva los riesgos a la estabilidad financiera”.

Biden no puede acabar con la guerra por sí solo. Pero puede buscar minimizar sus consecuencias económicas.

Eso comienza con el tope de precios. El próximo mes entrará en vigor una prohibición de la Unión Europea sobre la importación de petróleo ruso. Esas sanciones podrían sacar millones de barriles de petróleo ruso de los mercados mundiales y disparar los precios del crudo.

El tope de precios busca eliminar esa posibilidad con un plan novedoso, pero nunca probado de permitir que Rusia continúe vendiendo petróleo en el mercado global, pero con descuento. Eso reduciría los ingresos petroleros que Moscú está utilizando para ayudar a financiar la guerra. También mantendría más estables los precios del petróleo y evitaría el escenario en el que un galón de gasolina en Estados Unidos, según algunos analistas, pudiera llegar a costar hasta 7 dólares. Además, aliviaría algunas tensiones en las naciones en desarrollo que están teniendo problemas económicos, al permitirles, en teoría, comprar petróleo ruso con un gran descuento de los precios del mercado.

Los pronosticadores petroleros parecen compartir la confianza del gobierno en que el plan funcionará: no han cotizado ninguna perturbación en el mercado en los próximos meses.

Rusia podría tomar represalias contra el plan y sacar el petróleo del mercado, lo que dispararía los precios nuevamente pero también cortaría los ingresos a Moscú. También podría incrementar los riesgos económicos globales al intensificar la guerra.

En fechas recientes, Moscú ha acrecentado sus ataques con cohetes contra objetivos ucranianos, incluidos civiles. La detonación aparentemente accidental de un misil ucraniano en Polonia le ha recordado al mundo los riesgos de una escalada del conflicto que podría extenderse más allá de Ucrania hacia Europa y otros lugares. Hasta ahora, Biden ha logrado evitar una escalada al impedir que el conflicto afecte de manera directa a aliados de la OTAN como Polonia. Más misiles perdidos —o provocaciones de Moscú— podrían poner en riesgo ese cálculo.

Biden insiste en que la economía de Estados Unidos, con un mercado laboral que continúa añadiendo empleos a un ritmo vertiginoso, está bien posicionada para soportar cualquier nuevo lastre a la economía mundial causado por la invasión. Sus asistentes señalan que Estados Unidos, como gran productor de energía que es, no sufre como Europa por la falta de acceso al petróleo o gas natural ruso.

Hasta el momento, Biden ha enfrentado poca presión política nacional por sus decisiones sobre Ucrania. Si bien la guerra ha acaparado los titulares y ha ocupado gran parte del tiempo de Biden, incluidos discursos frecuentes, todavía no se ha convertido en un tema crucial electoral. Ucrania ni siquiera entró en la lista de los 60 temas principales en los anuncios de campaña a nivel nacional en el ciclo de las elecciones de medio mandato, según datos de AdImpact.

Pero si Biden decide buscar la reelección, el impacto de la guerra en la economía podría desempeñar un papel importante. Podría hacer subir los precios de la gasolina, lo que tiende a afectar la opinión pública sobre el presidente. La inflación obstinadamente alta de alimentos y energía podría empujar a la Reserva Federal a incrementar las tasas de interés más rápido y por más tiempo de lo que pronostican en la actualidad los funcionarios gubernamentales. Eso frenaría de golpe el crecimiento y aumentaría la posibilidad de una recesión.

Biden ha dicho repetidas veces que esas amenazas no lo disuadirían de hacer lo que considera correcto en Ucrania. Este verano, cuando se le preguntó en una conferencia de prensa en España cuánto tiempo tendrían los estadounidenses que pagar precios más altos de gasolina como resultado de la guerra, Biden fue contundente. “El tiempo que sea necesario”, afirmó, “para que Rusia no pueda derrotar a Ucrania y avanzar más allá de Ucrania. Esta es una posición crítica para el mundo. Esta es nuestra realidad”. Manifestantes pro-Ucrania frente a la Casa Blanca en Washington, el 9 de abril de 2022. (Kenny Holston/The New York Times). Desde la izquierda: el presidente francés Emmanuel Macron, el primer ministro canadiense Justin Trudeau, el presidente Joe Biden, el primer ministro del Reino Unido Rishi Sunak y el presidente del Gobierno de España Pedro Sánchez; durante una reunión de “emergencia” para hablar sobre un ataque con misiles en territorio polaco cerca de la frontera con Ucrania, al margen de la cumbre de líderes del Grupo de los Veinte, en Bali, el 16 de noviembre de 2022. (Doug Mills/The New York Times).