La Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay alertó por el impacto que sigue teniendo el régimen de encomiendas internacionales en el comercio formal, a raíz del crecimiento sostenido de plataformas como Temu.
Según explicó a Montevideo Portal Ana Laura Fernández, jefa del Departamento de Estudios Económicos, mayo volvió a cerrar con un promedio de 150.000 envíos mensuales, lo que implica un movimiento de entre US$ 14 y 15 millones.
“Es un crecimiento muy importante respecto a lo que era previo a la llegada de Temu, que eran más o menos 45.000 envíos promedio en el mes”, señaló. Esa diferencia marca un nuevo piso en el uso del régimen de franquicias postales, que permite ingresar mercadería del exterior exonerada de tributos para uso personal.
A comienzos de mayo, la Cámara mantuvo una reunión con el ministro de Economía, Gabriel Oddone, donde planteó su preocupación. “No le fuimos a presentar soluciones”, aclaró Fernández. “Lo que hicimos fue poner sobre la mesa la problemática y advertir por el trato diferencial que se genera con la mercadería que ingresa bajo este régimen”. Según dijo, el gobierno “entiende el problema” y se encuentra analizando posibles medidas, algunas de las cuales podrían llegar vía decreto reglamentario, mientras que otras requerirían incluirse en la ley de presupuesto.
Entre los rubros más afectados, la economista mencionó vestimenta y juguetes, aunque aclaró que el impacto “hoy golpea a todos”. De acuerdo con datos oficiales incluidos en un informe de la Cámara, la vestimenta representó el 21,6% de los envíos bajo el régimen en 2024, y los juguetes, el 11,8%.
En el caso de la vestimenta, se trata de un sector que, si bien tiene baja producción nacional, “todavía enfrenta aspectos de tipo proteccionista”. Fernández detalló que la importación formal paga 20% de arancel, 5% de tasa consular, 22% de IVA, adelantos de IVA e IRAE, además de costos como la licencia automática del Ministerio de Industria, tasa escáner, despacho y logística. El sobrecosto total supera el 80%.
“El comerciante formal, el importador, se ve aún más desprotegido a la hora de competir con estos productos”, afirmó. A modo de ejemplo, relató lo que le transmitió un empresario del sector calzado: “Ese precio es al que yo compro en China, pero comprando 6.000 pares. A eso le tengo que agregar el flete, el seguro y todos los pagos del régimen general”.
En el caso de los juguetes, la desventaja no es solo tributaria, sino también regulatoria. Los importadores deben cumplir con controles vinculados a la seguridad de los productos y materiales, mientras que los ingresos por encomienda, al ser declarados para uso personal, no están sujetos a esas exigencias. “Ahí también se da un trato diferencial y se amplía la desigualdad”, señaló.
Además, Fernández advirtió por la posible reventa de esta mercadería en el mercado informal. “No decimos que todo se revende, pero sabemos que sucede”, concluyó.
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