Seré curioso

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Tabaré Cardozo: "Hay gente que nos dijo fachos y hace poco nos decía oficialistas"

Agarrate Catalina llega este mes al Sodre. El mayor de los Cardozo reflexiona sobre hechos artísticos y productos, la grieta y el eclecticismo de la murga.

04.07.2019 06:00

Lectura: 28'

2019-07-04T06:00:00-03:00
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Por César Bianchi
@Chechobianchi

Fotos: Juan Manuel López

Tabaré Cardozo (47) dice que él es como una estación de servicio. "'¿Viste que en una estación de servicio no te dejan usar el celular, ni podés prender fuego? Bueno, mi cabeza es igual. Es todo nafta", dice. Por eso, porque su cabeza funciona como una estación de servicio, prefiere no tener redes sociales ni dejarse llevar por el chusmerío debajo del escenario de carnaval. 

Ahora, parece, le importa contestarle a los que tildaron a la Catalina de fachos, que -se la juega- son los mismos que hace pocos años tildaban a la murga de oficialista. Por eso, a los que les dicen "tibios", les señala que hoy no hay nada más tibio que jugar a la fácil: pegarle al FA por Sendic y algún otro desvío ético, pero terminar con la moraleja de "ojo, voten a la izquierda, que se viene el neoliberalismo". Esa postura, que para él campeó en la pasada edición del concurso de murgas, representa la tibieza, el atajo, hacer la segura: pegarle de punta y al medio. Lo jugado, lo valiente, es pararse en el medio y gritar a viva voz que no todos los buenos están de un lado y los malos del otro, que no todos los de izquierda son ateos ni todos los de derecha están contra el matrimonio igualitario. Porque, sabe, debajo de una falsa grieta hay mil matices. O "multipensamientos".

El adolescente que son sus hermanos formó los Cardozo Brothers para hacer Teatro Joven en los 90, que luego se dio el lujo de dirigir y escribir para murgas como Contrafarsa o Curtidores de Hongos, terminó dándose el lujo de dejar cualquier empleo formal, para vivir del arte y trabajar con sus hermanos.
Este martes y miércoles 24 Agarrate Catalina -murga de la cual es director escénico- llegará al auditorio Adela Reta del Sodre para presentar "Los defensores de las causas perdidas", su espectáculo 2019, con algunas sorpresas e invitados especiales.

Luego de su disco doble ("Librepensador" y "La ley de Newron") de principios de 2018, Tabaré, el mayor de los Cardozo, le dedicó todo este año a la Catalina, la murga que siempre fue ecléctica, que abrevó en la vieja escuela y también bebió de la sensibilidad de la murga joven, pero donde hoy sus integrantes tienen claro que pensar con lógica binaria sólo continuará haciendo de este espacio un mundo "invivible".

-¿De chico soñabas con ser murguista?

-Sí... De chico nunca imaginé que iba a ser artista, a escribir mis canciones o a escribir guiones, como hice. Yo soñaba con salir en una murga. No me imaginaba que me iba a ganar la vida como murguista. Yo consideraba que de grande me iba a ganar la vida de algo, y aparte, poder cumplir el sueño de ser murguista.

-¿Cuándo te diste cuenta que podías llegar a vivir de tus discos, de tus creaciones, y de la murga con tus hermanos?

-Al arte me dediqué antes que saliera la Catalina. Yo trabajaba de otra cosa, cuando renuncié trabajaba en un proyecto haciendo de iniciación musical. Yo estudié para educador social, no terminé la carrera pero empecé a trabajar de eso tempranamente. Trabajé en varias ONGs, y en la última, trabajaba como "profesor de música", no era tan así porque no tengo formación académica, pero sí haciendo iniciación musical. Igual tuve otros empleos antes: trabajé de cartero, como sereno, en los camiones de Emaús, pero en el momento que decidí dedicarme a la música fue en el año 98. Entré en la murga Contrafarsa, y ese año la murga ganó y yo era el libretista. Y eso me abrió una cantidad de posibilidades: me llamaron de varios canales de TV para hacer guiones, me llamaron de una compañía discográfica para grabar un disco solista. Se empezaron a abrir otras puertas y me di cuenta que era bastante viable económicamente lo que estaba percibiendo en Contrafarsa, entonces decidí dedicarme por completo a la parte artística y resignar algo de lo económico.

-¿Cómo evocás tu sumatoria a Agarrate Catalina, que ya existía?

-La Catalina se armó en torno a Yamandú. Él siempre había estado acompañándome: cuando yo entré a Falta y Resto en el 95 él fue utilero, cuando fui a Contrafarsa él siempre me acompañaba, cuando estuve en La Eterna Madrugada y La Clarinada, él fue utilero de las dos murgas. Y en La Clarinada en 2001, el año que salimos con el "Canario" Luna, él quiso armar su propia murga y presentarla en Murga Joven con gente que estaba en La Eterna Madrugada, que había estado en La Clarinada, amigos y amigas, y armó ese proyecto. Durante varios años estuvo él solo en la Catalina, y mi hermano Martín y yo no participábamos. Yo estaba en Curtidores de Hongos y Martín tenía su banda de metal, estábamos en otra. Hasta que nos incorporamos; yo en 2006 y Martín antes. La murga había nacido en 2001.

No fui antes a la Catalina, porque yo estaba en Curtidores de Hongos, escribía y era el director musical. Fue la primera murga que me dio esa responsabilidad. Yo ya había ganado un par de premios personales como el Víctor Soliño, pero en Curtidores me hice director y aparte me pagaban un sueldo. Con la consolidación de mi figura como murguista en Curtidores, no me resultó fácil dejar esa murga para irme con mis hermanos.

-De la impresión que Agarrate Catalina es una murga que nació grande, que apenas cuatro años después de haber sido creada, en 2005 ese grupo cooperativo ganó el concurso oficial de carnaval y ya tenía una hinchada... ¿Hay algo de eso?

-Creo que es una cuestión de coyuntura. Agarrate Catalina es producto del encuentro de Murga Joven. La efervescencia de esa movida cultural (Teatro y Murga Joven) favoreció no sólo la aparición de la Catalina, sino también de La Mojigata, Queso Magro, La Quimera y otras. Después pasó que Daecpu permitió que las murgas que ganaban Murga Joven podían pasar directamente a concursar en el concurso oficial de carnaval. Eso estuvo bueno. También Queso Magro y La Mojigata, que son murgas que nunca ganaron, pagaron el precio de ser la vanguardia; la Catalina vino después, con un camino allanado, y con un discurso menos antagónico hacia el establishment del carnaval, no tan crítico de la vieja escuela. Pero no por estrategia, sino por gusto personal. La Mojigata, Queso Magro, son más bien de la escuela de la (Antimurga) BCG, de los talleres que dio (Guillermo) Lamolle, el director de La Gran Siete, y nosotros veníamos de haber actuado en carnaval, lo habíamos vivido desde adentro, habíamos salido con el "Canario" Luna, con Roberto García, con Walter Venencio. Nosotros fuimos compañeros de ellos. No teníamos un discurso antisistémico.

-Entonces, vos decís que la murga abrevó en lo mejor de la murga de la vieja escuela y también de las bondades de la murga joven...

-En un principio fue un poco así, pero después, cuando la murga empezó a ganar y pasó a ser un rival peligroso, pasó a tener el antagonismo de la vieja escuela.... No de la vieja escuela (La Matiné, el "Canario" Luna, "Pepe Veneno") eran hinchas nuestros, nos protegían, pero sí de la escuela intermedia, los que estaban en la cresta de la ola en ese momento. Nos empezaron a mirar con un poco de recelo, porque ya no éramos tan simpáticos. No quiero dar nombres porque es como "miliquearlos" (sic), no era nada personal contra nosotros, era algo circunstancial. Entonces nos ganamos la antipatía de ellos y también de un núcleo duro de la Murga Joven, que nos consideraba como una apología del under. Cuando vos entrás en el circuito de lo establecido, alguien lo puede llegar a tomar como que te vendés al sistema, cuando en realidad nosotros toda la vida tuvimos un discurso amplio respecto a eso.

-Pero los golpeó la realidad el año que no sortearon la prueba de admisión (2015). ¿Fue un fracaso o hicieron autocrítica y reconocieron que les faltó nivel para concursar?

-Yo no lo tomo un fracaso. Al contrario, lo tomo como un éxito. Ese espectáculo fue "Un día de Julio", que después agotó en más de 300 localidades en todo el mundo, con una crítica unánime a favor, elogiando la calidad del espectáculo. Y todo lo que se presentó en la prueba de admisión estuvo incluido. Lejos de ser un fracaso, fue una clara señal de éxito. Lo que pasa que éxito o fracaso...

-...son dos grandes impostores, dijo Rudyard Kipling.

-Sí. Aparte, ganar o perder depende de a qué estás jugando. Yo no participé de la prueba de admisión porque no estaba en la murga en ese momento, así que lo puedo ver de afuera. Sí participé del armado de ese espectáculo después, porque inmediatamente después que la murga queda afuera, me incorporé al grupo y salimos de gira por el mundo. Digo que fue un éxito no sólo por la respuesta de la gente, sino porque nosotros la miramos con nuestros propios ojos, con lo que a nosotros nos gustaría ver. Y creo que logramos ese año un espectáculo que rompió con todos los cánones establecidos. Lo de ganar o perder el concurso es eventual. Los parámetros de éxito o fracaso no pueden estar ligados a un posicionamiento en el concurso, porque sino con ese criterio, La Mojigata sería un fracaso... porque es una murga que no ganó nunca, pero está siempre buenísima. A mí, casi siempre es la murga que más me gusta.

"Los parámetros de éxito o fracaso no pueden estar ligados a un posicionamiento en el concurso, porque si no La Mojigata sería un fracaso... Porque es una murga que no ganó nunca, pero está siempre buenísima. A mí es la murga que más me gusta"

-Tenés un discurso muy tabarecista (de Tabárez, no de Tabaré)... Te falta decir que el camino es la recompensa.

-Es que creo que es un buen discurso. Pero no porque sea un buen cassette. La diferencia entre un hecho artístico y un hecho deportivo, es que en el deporte, más allá de que a todos nos gusta ver buen fútbol, que la Celeste juegue bien, todo se basa en ganar o perder. Y acá no. Acá es un concurso por defecto, yo lo tomo como un encuentro. Nosotros quisimos con "Un día de Julio" presentarnos por fuera del concurso y no nos dejaron. Vos para participar del carnaval tenés la trampa de que tenés que meterte en el concurso. Eso no quiere decir que vos quieras concursar. Nosotros queríamos contar la historia de Julio, que con los cánones del reglamento carnavalero obviamente no la podés contar porque dura dos horas, porque tiene pantalla gigante, porque incluye entrevistas con otra gente, entonces era muy probable que pasara lo que pasó: que no nos dejaran concursar porque dentro de los cánones no entra.

-¿Fue un punto de inflexión en la historia de la Catalina el cachetazo de ese jurado?

-Yo creo que sí. Como todo cachetazo te remueve los cimientos, pero ese repensar no implica decir que estuvimos mal artísticamente. Nosotros siempre hacemos autocrítica, todos los años hacemos un balance artístico, y muchas veces no coincide con los gustos del jurado y otras veces sí. Algunos años donde fuimos más duros con la autocrítica fueron años que hemos ganado... De cualquier manera ese año lo tomamos como un año refundacional para la murga, aunque lamentablemente, nos privó de participar de ese carnaval. Creo que a todas las murgas les interesa más participar culturalmente del carnaval que la competencia del concurso en sí.

"El año que no pasamos la prueba de admisión lo tomamos como un año refundacional para la murga.... Creo que a todas les interesa más participar culturalmente del carnaval que la competencia del concurso en sí"

-Puede haber murgas que compitan pensando en ganar, y sea eso lo que les interese...

-Mirá, nosotros ya ganamos cuatro veces y perdimos no sé cuántas... Pero lo verdaderamente importante es hacer arte. Que después te evalúen y que una gane y otras no es anecdótico. El mundo ideal sería tener el mejor espectáculo posible, estar contento con eso y encima ganar. Pero si eso no pasa, y te dan a elegir entre ganar con un espectáculo que no te dejó conforme o no ganar y tener un espectáculo que te deja completamente satisfecho, obviamente vas a elegir eso. Uno no hace lo que hace para tener aceptación pública. Cuando vos hacés arte, lo hacés para sintonizar con la gente que está en tu misma frecuencia. Yo hago los espectáculos que hago imaginándome que estoy sentado como espectador y pienso qué me gustaría ver. Cuanta más gente conecte con mi vibra, mejor.

-Estuvieron siete años sin concursar. Sin embargo este año volvieron al concurso y la química con la gente estaba intacta. ¿A qué lo atribuís?

-A que la murga no dejó de existir nunca. No tuvimos un parate de siete años en el que desaparecimos. En el medio estuvo todo el espectáculo de "Un día de Julio", donde no pudimos hacer tablados, pero la murga giró por todo el interior. Previo a eso, hicimos una reedición del espectáculo de "Las cucarachas" del 2012, cuando venía el segundo "fin del mundo", y en 2014 hicimos la gira mundial con el espectáculo de "los viejitos", reeditado... La compañía se siguió moviendo. Lo increíble es que este año en los tablados había niños de 7 u 8 años con camiseta de la Catalina, y nunca habían visto a la Catalina en un tablado.

-¿Se convirtieron en una murga de culto?

-No, creo que no. Otra vez vuelvo a La Mojigata... Porque La Gran Siete, La Mojigata o la BCG con murgas de culto. Son murgas under que nunca ganaron el primer premio y que tienen una hinchada fiel y esa otra bendición, la bendición del under. Por lo general, cuando vos ganás, eso lo perdés. Cuando vos supuestamente entrás en el sistema, hay gente que está desde el principio que deja de seguirte y dice: "Estos ya se vendieron". Es lo mismo que pasa con las bandas de rock. Ponele que bandas de culto pueden ser los Buenos Muchachos, Eduardo Mateo es de culto, (Jorge) Galemire, después hay artistas que son súper reconocidos...

-Hay algo que otras murgas nacidas de la murga joven se lo deberían agradecer. La Catalina patentó otro modelo de negocios y empezó a "vender" el producto murga a nivel mundial (literal)... ¿O no?

-Creo que es un proceso natural, que se va dando. No creo que sea un producto y no creo que lo hayamos vendido. Es un hecho artístico, que se redimensionó. Eso necesita de una infraestructura y una logística. Y nosotros tenemos gente que se ha encargado de esa parte, porque estamos viviendo otros tiempos, más profesionales que hace unos cuantos años. Agarrate Catalina tuvo la suerte coyuntural de que este movimiento cultural que se generó agarró a estos muchachos (yo me excluyo porque no estuve en el principio, y aparte, les llevo 10 años), pero todos tenían 18 años en el 2000. Yo tenía 28. A los 18 años, ninguno estaba casado, ninguno tenía hijos, ninguno tenía un trabajo fijo, entonces todos se podían ir a Buenos Aires a cantar por el pancho y la coca y dormir en un colchón en el piso. Es lo mismo que hizo No Te Va Gustar o La Vela, por ahí por esa época. Generacionalmente nos pasó lo mismo.

La Falta (y Resto) también hizo una gira por Europa después de haber copado Buenos Aires... La Reina de la Teja y Araca también viajaron. Nosotros establecimos un circuito regular, ya fuimos a los cinco continentes, por ejemplo. Expandimos un poco más la cosa. Pero no fue una planificación, se fue dando... Imaginate que al principio eran un grupo de amigos, Yamandú y sus amigos se juntaban en el club La Espada, los iban a ver mi tía y dos primas, y de repente empiezan a tener éxito, ganan Murga Joven y empiezan a concursar en el concurso oficial de carnaval (ahí está el valor de ganar premios). Después, una cosa lleva a la otra: cruzás a Buenos Aires, te va bien, gusta el "producto" (aunque no me guste esa palabra, que remite a publicidad y marketing). Y gustó y empezamos a ir más allá y llegar a otros destinos. Pero no había una finalidad lucrativa. Fue un hecho colateral; lo que buscábamos era (lograr) un hecho artístico, que obviamente tiene que ser viable.

"Al principio Yamandú y sus amigos se juntaban en el club La Espada, los iban a ver mi tía y dos primas. Empezaron a tener éxito, ganaron Murga Joven y una cosa lleva a la otra: cruzás a Buenos Aires, la murga gusta y empezamos a llegar a otros destinos"

-Escuché a Yamandú en Desayunos Informales y decía que llegaron a ser traducidas, mientras cantaban arriba de un escenario, a 15 o 16 idiomas cuando hicieron la gira mundial de "El viaje" en 2014. Todo un tema traducir una metáfora bien nuestra al sueco o al japonés, ¿no?

-Yamandú se juntó con los traductores. La planificación de esa gira duró tres años. Ahí hicimos en dos meses, 32 ciudades de los cinco continentes. Tradujimos todo a 16 idiomas y Yamandú se juntó durante 16 meses con los traductores y evaluaban cada metáfora. Era increíble ver chinos o coreanos reírse... porque iban leyendo arriba en una pantalla la traducción. Y fue increíble ver niños chicos que no estaban en edad de lectoescritura y los veías reírse y tirarte papelitos igual que acá. Esas criaturas estaban disfrutando de otra cosa, del color, de la alegría, de la música, y de las macacadas, porque llevábamos máscaras y era todo muy histriónico, muy actoral. De eso se reían.

-Se los tildó durante años, sobre todo después de aquella imitación benevolente a Mujica, e incluso que pusieron las voces para un spot del MPP, como una murga oficialista, mujiquista especialmente. ¿Te hacés cargo de eso? ¿Reconocés a la Catalina como una murga pepista?

-Creo que todo es coyuntural. Nosotros como murga seguimos el "mandato" de militancia que siguieron todas las demás murgas, el 99% de las murgas. Todas las murgas, o casi todas, son de izquierda. Han sido de izquierda, han militado y han cantado... yo canté con Falta y Resto, he visto a Araca y la Reina cantando en actos del FA. Hemos ido con la Catalina a cantar no sólo al MPP, sino a actos de otros grupos dentro del FA. Eso que decís lo escribimos durante la campaña que terminó en el 2004, y lo cantamos en febrero de 2005, cuando él recién fue electo senador y después se lo designó ministro de Ganadería. El cuplé decía que sólo el Pepe había cuadriplicado los votos de Sanguinetti. Al ser un año electoral se mostró lo que había sido el año electoral. También estaba el cuplé de "Los jóvenes blancos".

Es cierto que se generó una empatía con Mujica, a propósito de una caricatura, que obviamente era como cualquier otra caricatura, ni tan benevolente ni tan maliciosa... Lo mismo hicimos con los jóvenes blancos. Ese cuplé decía que iban todos en 4x4 a Masoller, y hubo gente del Partido Nacional que se hizo hincha de la Catalina a partir del cuplé de los jóvenes blancos. Así como hubo gente del MPP que tomó a mal las críticas al Pepe no en ese año, pero sí en años posteriores. No fue que fuimos el bufón de la corte que le cantaban ditirambos y pleitesías al presidente. Era un personaje que recién salía a la luz pública como político de fuste, y bueno, a partir de ahí se empezó a decirle a la Catalina "la murga del Pepe", porque nosotros tampoco éramos en ese momento una murga muy conocida. Era una murga desconocida que le hace un cuplé a un personaje emergente, cuando la imitación de mi hermano (Martín) fue genial, porque fue la primera imitación que se hacía de Mujica. Él era un personaje disruptivo desde el punto de vista estético.

-Pero se lo imitaba con cariño...

-Se lo imitaba con cariño, y tenía un editorial claramente frenteamplista, y de eso nos hacemos cargo. En la siguiente elección, cuando él se tira a presidente, sí algunos de nosotros (no la Catalina como murga) pusimos nuestras voces para un jingle, Yamandú y yo lo escribimos, pero lo hicimos como un aporte gratuito y extraoficial ("Vamos Pepe, Pepe con la gente..."), que se empezó a difundir y terminó siendo la canción más recordada. Pero hasta ese momento nosotros tomamos una decisión artística, extra-murga. Eso nunca involucró el espectáculo de Agarrate Catalina. Fijate que dos años después hicimos la crítica más fuerte al gobierno del Pepe. Ese mismo año hicimos del Pepe nuevamente, criticamos la campaña electoral, pero fue una crítica pintoresca con una "dada para adelante". Pero en 2011 hicimos un cuplé durísimo, y mucha gente del MPP se enojó con nosotros. No entendió cómo por la lógica binaria cómo nosotros ciudadanos quizás lo votamos, y después lo criticamos como murguistas.

Pero antes te hablaba de la antipatía que había generado la murga por haber ganado tantas veces, y generó antagonismo entre los mismos competidores, entre los colegas y en el circuito del entorno del micromundo del carnaval. Entonces aquello que en principio fue simpático de "la murga del Pepe", pasamos a ser la murga oficialista, por lo tanto, hacíamos -suponían- cosas por conveniencia, o que ganaríamos con el caballo del comisario. Eso se tornó incómodo.

-Un fragmento del espectáculo "Defensores de causas perdidas" del pasado febrero, y que repetirán en el Sodre el 23 y 24 de julio, dice: "Yo me bajo de esta lógica binaria/de este ring en blanco y negro, de esta noria/que separa a tus hermanos de los míos/del absurdo de esta línea divisoria/ya no quiero ser soldado de una idea/ni rebaño de la izquierda o la derecha/me resisto a etiquetar a las personas/¡Y me cago en la locura de esta brecha!". Fueron muy criticados, sobre todo en redes sociales, por "tibios", por no jugársela y sobre todo en un año electoral. Es más, mucha gente de izquierda les reclamó que se pronuncien de qué lado de la mecha están.

-Yo soy muy respetuoso de las críticas. Nosotros estamos haciendo arte, el arte es simbólico y cada uno lo puede interpretar como le parezca. Y además, soy muy respetuoso de las libertades individuales, me parece que es el fundamento de la convivencia y de la democracia.

Si me preguntás si como espectador lo veo tibio, te digo que al contrario, lo veo prendido fuego, lo veo incandescente, porque no hay nada más disruptivo en este caso que pararse en el medio en un momento en donde la polarización hace invivible la sociedad. Y no es agarrar por el camino del medio, "cortar por Petain", como decían las murgas, no es "no jugársela". Al contrario: es jugársela, sabiendo quiénes somos. Las críticas a la izquierda de parte nuestra se tienen que tomar como autocríticas. Hubo gente que nos dijo "fachos" este año, y probablemente fue la misma que hace unos años nos tildaba de murga oficialista. La tibieza, tal vez, este año era jugarse a la segura: pegarle de punta al medio. O sea, criticar a Sendic, ponele, y después decir "pero ojo muchachos, que se viene la derecha, voten a la izquierda". Fue básicamente el discurso que utilizaron el 80 o 90% de las murgas, que criticaron, pero después dejaban claro en un epílogo: "Pero ojo con el neoliberalismo". Nosotros no es que no estuviéramos de acuerdo con eso, es que dábamos por sentado eso. Y se supone que nosotros sabíamos que la gente sabía de quién venía. Pero muchas críticas, más allá que las respeto, trato de interpretarlas, y las interpreto como la lógica del concurso.

"Hubo gente que nos dijo fachos este año y fue la misma que hace unos años nos tildaba de oficialistas. La tibieza este año era jugarse a la segura. O sea, criticar a Sendic, ponele, y después decir 'pero ojo, que se viene la derecha, voten a la izquierda'"

-Algunos comentaristas de carnaval, como Marcelo Fernández, recuerdo, por el contrario, destacaron la valentía de la murga en ese texto. La valentía de no tomar partido. ¿La idea fue luchar contra las etiquetas y mandar un mensaje de evitar que llegue a Uruguay la "grieta" de la sociedad argentina?

-Exacto, es que es invivible esa lógica, esa lógica maniquea donde sos Dios o el demonio. Todo es coyuntural... Yo soy un ferviente hincha de Fontanarrosa, pero estoy seguro que si viviera ahora, escribiría cosas totalmente diferentes y escribiría una versión de Fontanarrosa totalmente deconstruida de la versión de cuentos que escribió hace 30 o 40 años. Yo no escribiría ahora "La Travesaña", un cuplé que discriminaban a las minorías, o no escribiría parte de "Los jóvenes blancos", con nombres puntuales, o el cuplé que escribimos de la crisis de 2002, que decía "¡Bensión, esto es culpa tuya!"... Son cosas que la perspectiva de los años propios, la madurez y la perspectiva de los años te permiten ver las cosas de otra forma.

Pero, te decía, nosotros, quisimos hacer un espectáculo humanista, tratar de tener una mirada panorámica de la locura invivible en la que estamos. Esa grieta no es una grieta nítida, hay una cantidad de subgrietas (sic) transversales, y es lo que planteábamos. Supuestamente, la izquierda es atea y la derecha es católica. Pero yo conozco, en mi familia, gente que es cristiana y de izquierda, o tenés parejas homosexuales que son de derecha... O la legalización del porro, no todos son de derecha. Entonces lo que decíamos era que en realidad hay una falsa dicotomía, cuando hay subgrietas... Nosotros no estábamos haciendo una apología de pensamiento único (unifiquemos los dos pensamientos fracturados)... No. Es una apología del multipensamiento (sic).

-Acá si no sos foca, sos facho... aunque parece que todavía no estamos tan mal como nuestros hermanos argentinos.

-Allá está exacerbada la grieta. Yo creo que la crítica a la Catalina no fue tanto política, sino "concursera", del carnaval. Porque cuando nosotros fuimos a Argentina pensábamos: "Si en Uruguay se armó el revuelo que armó, cuando la cosa no está tan polarizada, vamos a ir allá y nos van a matar". Teníamos un susto terrible. Y fuimos y todo el mundo entendió todo. Nos hicieron entrevistas desde radios comunitarias ultra K hasta medios súper macristas, desde Clarín a La Nación, Infobae, todo el mundo entendía cuál era el espíritu de esto. ¿Qué quiero decir? ¿Que los argentinos fueron más perspicaces que nosotros? No. Que hizo mucho más ruido la gente que no lo quiso entender, que capaz que lo entendió pero no lo quiso entender, y mucha gente que escribe en los diarios u opina en las radios, como esto es muy chiquito, capaz que escriben para una murga o tienen un hermano que odia a la Catalina... Para nosotros ir a Argentina y ver que algo que potencialmente podía ser una bomba de nitrógeno, fue completamente entendido cuál fue el espíritu. Eso nos dio la pauta de que no estaba mal lo que nosotros estábamos planteando.

-A propósito de este hilo conductor de no a la grieta, de no aceptar la lógica binaria, ¿cómo has visto la campaña electoral hasta ahora, donde las acusaciones y las campañas sucias estuvieron a la orden del día?

-Yo creo que nosotros tenemos que vernos desde afuera. Los cambios culturales nos afectan como país, pero seguimos teniendo un espíritu republicano muy bueno. Sigue habiendo un respeto. Las "sucieras" que se han visto acá no han sido bien recibidas por la ciudadanía, ni de un lado ni del otro, y eso habla bien de la salud política de cualquier partido. Vos escuchás a Lacalle Pou y estaba preocupado por las fake news, pero escuchabas a (Daniel) Martínez y también. Me parece que eso habla muy bien de la salud republicana de nuestra sociedad. Lacalle Pou se bajó (del escenario montado frente al directorio del Partido Nacional) y destacó que lo había llamado el presidente después de cinco años, destacó eso como republicano. Rescató eso. Eso habla bien de nosotros como sociedad.

"Las 'sucieras' que se han visto acá no han sido bien recibidas, ni de un lado ni del otro. Vos escuchás a Lacalle Pou y estaba preocupado por las fake news, pero escuchabas a Martínez y también. Eso habla muy bien de la salud republicana de nuestra sociedad"

-Hace unos meses le decías a La República, hablando de las consecuencias de decir cosas arriba de un escenario: "Sabés que vas a ser criticado, mal interpretado intencionalmente. Vas a despertar odios y rencores, ser presa de rumores, mentiras y exageraciones". ¿Sintieron todo eso este verano?

-Todo eso pasó. Es lo que te decía hoy: el concurso exacerba toda esa parte fea. Sentí que todo eso país, no necesariamente solo con nosotros. Es como un Gran Hermano, donde todo el mundo mata a todos el mundo para lograr un objetivo que... no sé cuál es. Nosotros tratamos de aislarnos. Yo, por mi salud mental, siempre digo que mi cerebro es como una estación de servicio: está lleno de nafta. Por eso no me drogo, por eso no tengo redes sociales. Trato de aislarme, porque si no termino enhebrado. Yo me crié en una escala humana, donde si vos decías algo mal de mí, yo me iba a acercar a intentar hablarlo... y esa escala se rompió.

-¿Qué es lo peor del concurso de carnaval? ¿La competencia, el conventillo?

-Que la gente se pierda de disfrutar el espectáculo. Es un espacio hermoso que tenemos, ahí hay un espíritu libertario en cuanto a lo cultural, somos un país que tiene una oferta cultural interesantísima. En lugar de analizar las cosmovisiones diferentes... Es como si en lugar de disfrutar nuestra sexualidad libremente y tenemos nuestros órganos sexuales para eso, es como si estuviéramos permanentemente en un concurso histérico de a ver quién la tiene más larga, en lugar de estar disfrutando con el tamaño que te tocó.

A mí lo que me enamora del carnaval es poder ir a ver distintas cosmovisiones de distintos colectivos artísticos, de diferentes cabezas, diferentes estratos sociales, gente que se junta y arma espectáculos que están buenísimos. Entonces, lo que más pena me da del concurso es que la gente se pierda esa posibilidad porque está con la venda en los ojos o va a mirar con antiparras el concurso... ¡Disfrutá, bo!

-¿Qué te sensibiliza para escribir?

-El prójimo. Suena medio bíblico, pero sería la otredad, digamos. Tratar de hacer ese ejercicio de empatía de ponerse en el lugar del otro. Fue lo que quisimos hacer cuando hicimos "La violencia", que también mucha gente lo malinterpretó, porque pensó que era una justificación, una apología a la delincuencia, cuando era todo lo contrario. Era hablar en primera persona de algo que condenamos, claramente. Por eso escribí la canción "Malandra", como una aclaración. Es un ejercicio de empatía: "Yo me pongo en tu lugar -le digo al "malandra"- pero vos ponete en el mío". Porque si vos me matás a m vieja.... yo te voy a salir a buscar. Es jugar a ser otro, pero no por simple ejercicio histriónico, sino para ver qué se ve desde la otra atalaya. Nosotros con la Catalina siempre estuvimos en eso. Pareciera como que ahora la Catalina fuera ecléctica, y siempre lo fue.

-¿Sos feliz?

-La felicidad es un estado de equilibrio difícil de conseguir y es el objetivo por el cual vinimos a este mundo. La búsqueda de esa felicidad trae muchas infelicidades de por medio, porque creo que en la elevación del espíritu humano. Yo creo que hay varias luchas internas. Una es nuestro relacionamiento con nuestros iguales, con el prójimo; otra es la trascendental, con el más allá, Dios o como lo quieras llamar; y la tercera es la interna. Esa es la única en que vos tenés el joystick en la mano. Mi revolución, como dice la canción de 4 Pesos de Propina, es la interna. ¿Y cuál es? La búsqueda de la felicidad, no del jolgorio y la alegría permanente... Para eso tengo carnaval.