Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
En abril, cuando el país y el mundo estábamos todavía descubriendo todo lo que implicaba esto del Sars Cov-2, el cardenal Daniel Sturla (61) lo interpretó como un mensaje de Dios a la humanidad: "Sean más humildes". En aquella oportunidad, previo a la Semana Santa, Sturla se lamentó por la decisión gubernamental de suspender los encuentros eclesiásticos. Hoy, a nueve meses de la experiencia pandémica, Sturla se vuelve a enojar -dice que siente "dolor" y "bronca"- por el pedido del Gobierno de no celebrar misa hasta el 10 de enero.
Dice, con el obispo canario Alberto Sanguinetti, que el Poder Ejecutivo no puede prohibir la celebración de la misa, evento amparado por la libertad de culto, consagrada en la Constitución. Que Álvaro Delgado hizo un "pedido" firme, y que la Iglesia Católica decidió aceptar, "a regañadientes". Pero que, en miles de misas en todos estos meses, todas bajo estricto protocolo, no hubo ningún contagio.
El cardenal repasó el momento que vivió la Iglesia cuando en 2016 puso un 0800 para recibir denuncias de abusos sexuales de sacerdotes, y analizó el "anticlericalismo feroz" que encabezó el Estado de José Batlle y Ordóñez, y cómo esta "intolerancia" hacia el catolicismo ha influido en la sociedad que tenemos hoy.
En vísperas de la Navidad, Sturla recordó cómo vivió la presencia de Dios "como un familiar más" en su casa, el momento clave en que tuvo que abandonar una novia por dedicarse a la religión, el contacto cercano que tuvo con los más vulnerables en esta pandemia y el mensaje de esperanza que, dice, el Señor tiene para los uruguayos.
-En nuestra anterior charla para este espacio, me dijo que "desde siempre" creía en Dios. ¿Recuerda cuál fue el primer diálogo que tuvo con él?
-No, no lo recuerdo. Pero sí tengo clarísimo que Dios era una presencia... como podía estar mi padre, mi madre, y mis hermanos, estaba Dios en mi vida. Estaba Dios, estaba la Virgen, rezaba desde chico. Dejame hacer memoria... no tengo un recuerdo marcado, era una presencia normal, como un pariente más de la familia. En la Navidad -yo soy el menor de cinco hermanos- me hacían vivir todo eso, hacían que el niño Jesús a las doce bajara al pesebre y ahí lo iluminábamos, ese tipo de cosas que hacen a la tradición.
Hay imágenes de vírgenes que peregrinan en las casas, entonces en la casa de mi abuela llegaba la imagen de la Virgen y mi madre me hizo aprender una poesía que me la soplaba después para que yo la recitara, porque yo era muy chiquito.
-¿Nunca dejó de creer en Dios o tuvo dudas?
-Son dos cosas distintas. Una cosa es dejar de creer y otra es tener dudas. Dudas sí, porque en determinado momento uno se plantea... pero recién siendo cura yo me hice más el planteo de la existencia o no de Dios, no antes. Lo que golpea la existencia de Dios son distintas cosas... Una es el mal del mundo, ¿no? Eso sin dudas es una gran interrogante: el mal del mundo que también lo interroga a uno. Y después el misterio del universo inmenso, que me sobrecoge la inmensidad del universo.
-¿A qué le hace acordar la frase de Jesús en el Evangelio que dice: "El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el Reino de Dios"?
-Jaja... Esa fue una frase que me marcó mucho en el camino vocacional. Yo estuve como dos años desde que se me planteó la duda hasta que dije "me la tengo que sacar". Y en el camino del último año antes de ingresar, en un momento yo quise poner el freno a continuar, y esa frase en un día me vino dos veces de un modo que ta, me pareció un signo, una señal divina. Me la dijo un cura y la encontré en un libro, también. De las dos formas el mismo día. Estaba el tema de volver a salir con una chica, y de frenar todo. Pero me encontré con esa cita y continué mi camino religioso.
-¿Cuántas veces leyó la Biblia?
-¿Entera de un tirón? Una sola vez. La tengo muchas veces en mis manos. Los evangelios, como tales, de corrido los leí a los 15 años, y después los leo continuamente, pero no así, toda la Biblia entera.
-¿Cómo ha afectado la pandemia a la Iglesia Católica?
-Ha afectado mucho, como a todo el mundo, primero porque hemos tenido algún caso cercano de muerte. Ha muerto el papá de un sacerdote de acá de la Arquidiócesis, ha muerto gente amiga, entonces lo primero que uno piensa es en la gente que ha fallecido en este tiempo. Después afectó muchísimo no poder celebrar Semana Santa y todo el tiempo pascual con celebraciones con fieles, como ahora nos afectará que en Navidad no podremos celebrar misas presenciales. Son las dos grandes fiestas del mundo cristiano.
El tema de todos los grupos que durante mucho tiempo no se pudieron encontrar y ahora se han suspendido también campamentos, misiones de verano, recorridas por los barrios que se hacen, todo este tiempo, al menos hasta el 15 de enero hay mucha actividad, todo eso se ha suspendido y son sobre todo actividades con jóvenes. Eso es muy duro.
-Cuando hablamos en abril, usted estaba apenado porque se venía la Semana Santa y no habría misas presenciales. Pero, por otro lado, fue una posibilidad para aggiornar la Iglesia y apelar a apps y redes sociales por las que se transmitió la misa. En ese sentido, fue una oportunidad ganada...
-Sí, sobre todo porque hay cosas que son medibles, y realmente ha sido asombrosa la cantidad de gente que ha seguido las misas. Las visualizaciones totales en YouTube, no solo de misas, procedieron de 31 países. La misa con más reproducciones fue la del 29 de marzo con 93.429 reproducciones. En Uruguay teníamos un promedio de entre 2.000 y 3.000 personas por misa de domingo. La misa del domingo de Ramos, el 5 de abril, tuvo 73.287 reproducciones en YouTube (18.000 en México, 11.000 en Estados Unidos y 8.000 en España). El 12 de abril, el domingo de Resurrección, tuvimos 31.075 reproducciones (9.000 en México, 4.000 en Estados Unidos y otras 3.000 en Uruguay).
Como verás, mucha más gente ha seguido las misas que la gente que participa de ellas. Y mucha gente fuera del país ha seguido las misas de ICM (Iglesia Católica de Montevideo), como ves, pero además de ICM están las de cada parroquia. Y ahí sí muchos me han dicho que sigue más gente las misas por las redes que la gente que viene a la misa, o sea que en ese sentido le llegó a mucha gente.
"Ha sido asombrosa la cantidad de gente que ha seguido las misas. Las visualizaciones totales en YouTube procedieron de 31 países. La misa con más reproducciones fue la del 29 de marzo con 93.429. En Uruguay teníamos un promedio de 2.500 por misa de domingo"
-Contó en nota con El País hace unos días que en el aspecto social acompañó al grupo Sembradores de Gabriel "Chespi" Muscarelli. ¿En qué consistió esa movida y qué realidad vio por las noches, con sus propios ojos?
-Chespi es un personaje especial, un fuera de serie. Él hace 20 años que sale a repartir comida de noche algunos días, después se fue formando este grupo, Sembradores. Es un muchacho humilde, trabajador, de Villa Española, con su familia formada. Cuando él formó Sembradores el año pasado salía dos veces por semana, y este año dijo: "Hay que salir todos los días, si me tengo que morir en la calle, lo haré". Porque al principio había mucha incertidumbre, él salía cuando no salía nadie. Y yo sentí que tenía que salir con él. Y se sumó una experiencia muy fuerte, muy linda, que es lunes y jueves llevar a la gente en situación de calle a bañarse, a jugar al fútbol con los más jóvenes, a tener un rato de catequesis y almuerzo.
Por un lado, se hacía en las obras de las Misioneras de la Caridad y con los más jóvenes, en un campo deportivo de los Misericordistas. Aprendí mucho este año estando en contacto con la gente a la que atendíamos, que era muy variada. Había gente que vivía en pensiones, que iba a pedir la comida para su familia, y estaba la gente en situación de calle. Y la gente de calle es gente muy sufrida, muchos con problemas de adicción, que han estado en cárceles algunos.
-¿Vio el hambre y la necesidad de cerca?
-Sí, sí, sí, sin duda. Sobre todo en el invierno, porque en invierno hay menos recursos, el invierno fue durísimo. Es cierto que se vio muy patentemente la acción del Mides, haciendo el rastrillaje tipo 21.30 por 18 de Julio, pasaban y levantaban a la gente para llevarlas a los refugios. Nosotros llevamos gente a refugios, salíamos de Veracierto algunas noches.
-¿Qué opina de los anuncios del Gobierno de cara al fin de año y comienzo de 2021, ahora que empeoraron los datos y las cifras del Covid-19 en el país?
-Tenían que tomar medidas. Creo que hubo algunos errores cometidos, sobre todo el tema de algunas marchas, que me parece que nos complicaron, pero también nos descuidamos todos... esa es la verdad. Yo miraba el mapa mundial del Covid-19, y me daba orgullo Uruguay. Y se dio eso que nos descuidamos, esa es la verdad. Y no sé hasta dónde nos estamos cuidando ahora. Acá en la Ciudad Vieja es notorio que en las tres últimas semanas se ven muchos más tapabocas, pero uno va por la rambla y no lo ve tanto, y no he ido a las ferias, pero me dicen que no hay tanto cuidado.
Y respecto a las medidas, en general están bien, rondan entre seguir manteniendo la economía abierta, seguir dándole pie a la libertad y responsabilidad de cada uno, pero con limitaciones. Son limitaciones suaves, me parece a mí.
-¿En qué momento cree que se desmadró la cosa? Recién me dijo que "algunas marchas complicaron". ¿Se refirió a la marcha de la Diversidad?
-Bueno, sí, pero aparentemente todo indica que fue a fines de octubre que empezó el levantamiento de la curva. Basta mirar las estadísticas. No sería tanto -parece- esa marcha. Todo indica que fue desde el 25 de octubre en adelante, entonces fue algo que pasó la semana previa. Yo dije hace unos días que el brote se había dado por la Marcha de la Diversidad y por las elecciones departamentales, pero me hicieron ver que la cosa empezó a fines de octubre.
"Yo miraba el mapa mundial del Covid-19, y me daba orgullo Uruguay. Y se dio eso que nos descuidamos, esa es la verdad. Y no sé hasta dónde nos estamos cuidando ahora. Uno va por la rambla y no ve tantos tapabocas"
-¿Qué opinión le merece el famoso artículo 38 que acaban de reglamentar, respecto al derecho a reunión?
-Me parece bien siempre y cuando esté limitado en el tiempo, como lo dice la misma normativa. Obviamente estamos en un momento muy difícil y hay que tomar medidas extraordinarias.
-¿El Gobierno debería destinar una renta básica a los trabajadores más vulnerados, como pide el FA, el Pit-CNT y el SMU?
-Yo diría: si se pudiera, sí. Ahí es un dilema entre lo posible y lo real. No la tengo clara. Uno puede reclamar sobre todo si uno no es el que pone la plata, pero si uno tiene que gobernar, bueno, si se dice que la política es el arte de lo posible, me imagino que gobernar -por mi experiencia dentro de las instituciones donde he tenido que tomar decisiones-, bueno, no siempre se hace lo que uno quiere, la mayoría de las veces se hace lo que se puede.
-Y ahora volvieron a prohibir las misas presenciales. ¿Cómo lo toma?
-Con mucho dolor y un poco de bronca. Porque ahí sí, nosotros calculamos grosso modo que del 19 de junio al 20 de diciembre, en seis meses, debe haber habido por lo bajo 36.000 misas en todo el país, y ahí no se cuentan ni bautismos, ni casamientos ni otro tipo de celebraciones. No hubo ningún contagio comprobado. Y además el presidente había dicho hacía 10 días que allí donde se actuaba con protocolo, no había habido contagios. Si en algún lugar se ha actuado bajo estricto protocolo, y además, a la vista está que no hubo contagios, es en las iglesias. Al menos en la Iglesia Católica.
Es una medida inútil, y en un momento espiritual donde la gente necesita la fe, necesita acercarse a la iglesia, necesita la eucaristía y la celebración. No es lo mismo la celebración virtual que participar de una celebración eucarística. Aparte, para la Iglesia Católica la misa es el centro de su vida. De ahí se deriva todo lo demás. Entonces, que se quite esa posibilidad y además en la Navidad me parece de lo más desafortunado.
-¿Qué piensa de lo que dijo el obispo de Canelones, Alberto Sanguinetti? Él publicó en la web de la Diócesis de Canelones algunas reflexiones. Dijo: "No es verdad que el Gobierno suspendió o prohibió la celebración de la misa, simplemente porque no puede hacerlo", y alude a la libertad de culto. Pero además dijo que no es cierto que haya habido un acuerdo, tras una reunión por zoom de comunidades religiosas con el secretario de Presidencia. "Hay acuerdo cuando las partes obran de conformidad y armonía. Simplemente las autoridades se mantuvieron en su pedido exigente y no hicieron lugares a las razones y pedidos de los católicos", dice el obispo Sanguinetti. ¿Es así?
-Es así. Más que una exhortación del Gobierno hubo un pedido muy fuerte a que suspendiéramos las celebraciones. Las medidas las tomamos los obispos, o las tomaron las distintas comunidades religiosas, porque el Gobierno legalmente no lo puede hacer.
-¿Y tras la reglamentación del artículo 38?
-No, podría hacerlo reglamentando el artículo 5, que es el de la libertad de cultos. No se tocó el artículo quinto, y espero que no lo toquen, porque sería meterse en honduras. El Gobierno les pide a las comunidades religiosas que suspendan las celebraciones religiosas, eso es correcto. No fue una orden, fue un pedido a las comunidades religiosas para que suspendieran el culto. Las comunidades religiosas acogemos ese pedido y lo aceptamos, pero manifestando nuestra discrepancia. Algunas comunidades lo aceptaron de buena gana, porque incluso ya habían suspendido el culto, pero la Iglesia Católica no quería suspender el culto. Lo aceptamos... a regañadientes. Nosotros pedimos, al menos celebrar la Navidad, y se nos dijo que no.
"Del 19 de junio al 20 de diciembre debe haber habido por lo bajo 36.000 misas, y ahí no se cuentan ni bautismos, ni casamientos. No hubo ningún contagio comprobado. Que no haya misas presenciales es una medida inútil"
-¿Por qué los uruguayos han perdido la fe en Cristo? Según una encuesta de Equipos de 2017, un 43% de los uruguayos sumaba los que no tenían ninguna religión en particular (31%), ateos (9%) y agnósticos (3%). ¿A qué atribuye que sea uno de los países de Latinoamérica con porcentajes más altos de gente alejada de la Iglesia Católica?
-La Iglesia en este país siempre fue una Iglesia frágil comparado con el resto de las iglesias del continente. ¿Por qué? Porque acá cuando vino la guerra de 1811, cuando empezó la revolución, la presencia eclesiástica en lo que era la Banda Oriental, era una presencia frágil y todo el período de la revolución y el período siguiente fue de fragilidad de la Iglesia. Recién en 1860, cuando asume monseñor Jacinto Vera, la Iglesia entra a consolidarse. Vida religiosa femenina recién hubo en 1856, antes no había monjas en Uruguay. Los jesuitas fueron expulsados más de una vez.
Cuando arranca a organizarse y ganar en forma la Iglesia, ya comienza la secularización del Uruguay. Y después, cuando comienza el período batllista, ya antes con Máximo Santos, pero después con Batlle y Ordóñez, empieza una secularización que fue -lo dicen (los historiadores José Pedro) Barrán y (Benjamín) Nahum-, no fue un tema menor para Don Pepe el hecho de secularizar el Uruguay. Lo hizo con un sentido muy combativo. Muchas veces se presenta como "la linda laicidad uruguaya", y en realidad hubo un anticlericalismo feroz. Se organizaban asados en la Plaza Matriz el viernes santo. Había una burla permanente hacia los sacerdotes y religiosos, con una campaña de desprestigio.
-Usted entiende que Batlle y Ordóñez fue intolerante con la Iglesia Católica, por decir lo menos...
-Por supuesto. Pero intolerante dentro de la ley, acá no hubo una persecución. Hay un libro de (Roberto) Giúdice que se llama Batlle y batllismo, de 1928, y él ya dice en ese año que Uruguay es el país menos religioso del mundo y que eso se debió a la política de Batlle (que todavía vivía), y había llevado la lucha antirreligiosa en el plano de las ideas y de las leyes, sin caer en el error de un combate violento.
Lo histórico repercutió muchísimo después. Esa secularización fuerte de la sociedad en estos últimos 50 años, pos-Concilio Vaticano II, se descuidó mucho la catequesis, o se hizo una catequesis que hizo que muchos católicos perdieran su fundamento, creo que hay un desprestigio de la Iglesia por el tema de los abusos, ya hablo de los últimos años, y eso repercutió.
Nosotros estudiamos el tema con la gente de Equipos Consultores: nosotros quisimos estudiar por qué gente que fue catequizada de niño no manda a sus hijos a catequesis. Esa gente, en su gran mayoría, tiene experiencias positivas de lo vivido en la Iglesia. Los que vivieron experiencias negativas son el mínimo. Esa gente, un poco por dejadez, otro poco por el ambiente secular, no manda a los hijos a catequesis; entonces la gente que no tuvo contacto con la Iglesia de chica, y tiene preconceptos, refuerza esa decisión. Yo estoy en el trabajo y digo: "Uy, no mandé a mis hijos a la primera comunión", entonces el otro dirá: "Lo bien que hacés, qué los vas a mandar...". Hay como un ambiente que resuena en la gente, que fogonea la no participación en la Iglesia. Y hubo problemas internos: mucha gente sintió que la Iglesia cambió tanto tras el Concilio Vaticano II, que abandonó. Acá se cambiaron los altares, se tiraron los santos, mucha gente sintió un cierto rechazo hacia los cambios.
-En 2016, cuando yo estaba en Santo y Seña, abrimos la temporada con un informe sobre la pedofilia en la Iglesia Católica. La propia Iglesia en ese momento puso un 0800 para recibir denuncias de personas que hubiesen sido abusadas por curas. Han pasado casi cinco años de aquel informe y la iniciativa de la Iglesia. ¿Qué evaluación hace hoy de lo que pudieron recabar?
-Primero estuvo la película Spotlight, que ganó el Óscar, y después impactó mucho ese informe de Santo y Seña. Ahí hubo una explosión de denuncias. Quedaron unas 40 denuncias en 70 años. Fue un sacudón muy grande, la Iglesia lo afrontó y después ha habido alguna denuncia en cuentagotas, con algún caso muy doloroso, como el famoso caso de un sacerdote ecuatoriano que estuvo preso, de la parroquia de Paso de las Duranas. Sobre esas 40 denuncias, se investigó, había varios (curas) muertos y en algún caso, alguno había sido expulsado de la escuela clerical. Todos los casos habían prescripto, no había ningún caso que en ese momento pudiera ir a la Justicia. Con todo, creo que nuestro error fue no haber entregado todo a la Justicia... igual todos habían prescripto. Después hubo otro caso, que informó Búsqueda, de un laico del Opus Dei en una institución católica. Él ya no está en Uruguay.
"La secularización que encabezó Don Batlle fue muy combativa. Muchas veces se presenta como 'la linda laicidad uruguaya', y hubo un anticlericalismo feroz. Había una burla permanente hacia los sacerdotes, con una campaña de desprestigio"
-No puedo dejar de preguntarle por el proyecto de ley del diputado colorado Ope Pasquet que pretende legalizar la eutanasia y el suicidio asistido. ¿Qué opinión le merece?
-Me parece que es negativo, porque va en el orden de esas leyes que favorecen una "cultura de la muerte", como la llamó Juan Pablo II. Más allá de que siempre se revisten de defensa de los derechos humanos. Crean una mentalidad negativa, y además ponen a las personas en tren de sentirse inútiles, inservibles, que lo mejor es desaparecer de este mundo. Pero eso, aunque esté circunscripto a unas pocas personas, después se derrama en la sociedad. En este país con una alta tasa de suicidio, el hecho de poner esa situación como algo factible... Alguno podrá decir: "Y yo, que tengo una depresión tan grande, aunque no tenga una enfermedad física, ¿por qué no entro también en esa realidad?". Atendiendo muchas personas enfermas, como muchas veces los sacerdotes hacemos, uno ve lo que significa el consuelo espiritual de estas personas.
Otra cosa es cómo hoy los cuidados paliativos han progresado muchísimo. El peso de las personas es más cómo joroban a la familia, más que como ellos se sienten. O lo mal que ellos se sienten por el peso que le causan a la familia. Nosotros les estaríamos diciendo: "Oficialmente, sos un peso, ¿por qué no das un pasito al costado?". Y entiendo que el mayor sufrimiento humano es el de la depresión, el de sentirse mal. Yo he conocido mucha gente en situaciones límites de vida, y me ha tocado cerca por familiares queridos, y el tema no es tanto el dolor físico, el tema es más psicológico, espiritual. Eso es lo que hay que atender.
-En abril le pregunté por la legalización del aborto y yo le dije que hoy las mujeres tienen el derecho a abortar si así lo desean. Usted me retrucó que no es un derecho. ¿Por qué no es un derecho?
-Porque ahí, claramente yo estoy tocando la vida de otro. Y eso no lo dice solo la Iglesia Católica, lo decía por ejemplo el doctor Tabaré Vázquez, que no era un hombre de fe. Y lo dice la ciencia. Es decir, que en el embrión, el gameto, ya hay una vida humana independiente de la madre.
-¿La mujer no tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo?
-Es que no es su propio cuerpo. Es el cuerpo de otra persona. O quizás todavía no persona, pero la vida humana comienza desde el momento de la concepción. Nadie puede decir que no hay vida humana en el útero de la madre, nadie lo puede decir. Otra discusión es desde cuánto es persona. Ahí hay una discusión jurídica. Nosotros decimos que hay una vida humana independiente de la madre, por lo tanto, hay que defenderla.
"El proyecto que pretende legalizar la eutanasia me parece negativo, porque va en el orden de esas leyes que favorecen una 'cultura de la muerte', como la llamó Juan Pablo II. Más allá de que siempre se revisten de defensa de los derechos humanos"
-Hoy es 24 de diciembre y desde la medianoche se celebra la Navidad. ¿Qué mensaje tiene para los fieles y creyentes uruguayos?
-El mensaje es de esperanza, porque de algún modo la Navidad es la fiesta del nacimiento de la personalidad más importante que hubo en la historia. Y marca un antes y un después en nuestra cultura, que lo tiene como eje de la historia humana. Y la mayoría, aún de los que no creen en Dios, menos en la Iglesia, menos en los curas, igual sienten un respeto hacia la persona de Jesús. como aquel que manda un mensaje de esperanza, de amor, de preferir a los más pobres, de estar de su lado. Y un mensaje de una persona que marcó la historia de Occidente, como nadie.
Creo que es un mensaje de esperanza porque, ¿cuál es el sentido más profundo para el creyente? Que Dios se ha hecho hombre en ese niño que es al mismo tiempo Dios y hombre. Que quiere que nosotros participemos de la misma vida de Dios. "El hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres lleguemos a ser hijos de Dios". Entonces hay una esperanza de que la vida no termina acá, que nuestra vida se prolonga en la vida eterna, de que empezamos a participar de la misma vida divina, y que el Señor viene a salvarnos de los dos grandes males: del pecado y la muerte. Y en esta Nochebuena, el mensaje de no estar solos. El Señor está con nosotros.
-¿Es feliz?
-A mí no me gusta decir que soy feliz, sino que vivo en una vida plena. Yo me siento pleno, más que feliz.
Por César Bianchi
@Chechobianchi
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