"Ensayos Urbanos para la Nueva Normalidad" es un grupo de investigación de diversas disciplinas de la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo(FADU), que trabajó en conjunto con un equipo de Facultad de Medicina, de mayo a setiembre del 2020.

Presentaron en octubre un documento dirigido a la población en general, comunicadores y a los tomadores de decisiones (municipios e intendencias) donde hacen énfasis en las características de los espacios de relacionamiento al aire libre en contexto de la pandemia del coronavirus.

Sobre este tema la arquitecta Catalina Radi, el arquitecto Martín Cajade, la licenciada en bioquímica Carolina Prolo y el bioquímico Ari Zeida publicaron un artículo en la diaria, donde hacen énfasis en los cambios necesarios para potenciar y aprovechar los espacios abiertos.

En diálogo con Montevideo Portal, Radi, Prolo y Zeida explicaron cuáles son las claves para adaptar los espacios de uso público en nuestro país y algunas propuestas necesarias en el contexto de distanciamiento físico sostenido.

"Entendíamos que habían transformaciones espaciales que iban a ser necesarias. En el mundo se trataban distintos abordajes, aunque no eran trasladables literalmente. Había pistas o modos de entender que era necesario ejercitar y observar debido a que no íbamos a poder estar infinitamente con el concepto de ‘ ‘quedate en casa'", dijo Catalina Radi.

"Falta un montón de tiempo, no sabemos cuánto, pero falta para el fin de la pandemia. Cuando las soluciones de tipo medico estén presentes y sean comunes las estrategias espaciales van a ser necesarias igual por defecto", agregó.

Los investigadores hacen énfasis en la importancia de "analizar los problemas especiales y pensar soluciones, pero monitorearlas en tiempo real". En ese sentido estuvieron en vínculo con la Intendencia de Montevideo que "hizo sus primeras dos acciones", en referencia a la peatonalización de algunas avenidas.

Radi considera que "la percepción de riesgo juega un lugar fundamental. Saber si no existe o es muy baja y el factor comunicación previo, durante y posterior es clave" para tomar decisiones.

"Las acciones de modificación del espacio por si solas no funcionan, es necesario un trabajo interdisciplinario y con las personas", sostuvo la arquitecta.

Por su parte, Zeida, que junto a Prolo forman parte del Centro de Investigaciones Biomédicas (CEINBIO) de la Facultad de Medicina, dijo que "un tema que subyace a todas estas decisiones es que todo esto es muy nuevo para todas las disciplinas".

"Hay cosas que han sido claras desde el principio y no han cambiado demasiado, y hay otras que a la luz de la evidencia, los meses transcurridos y el trabajo en otros lugares, y acá, van cambiando. Las certezas son muy pocas, se trata de generar el mejor criterio posible. Una de las cosas que varió en el tiempo en el correr de estos meses es la formas de contagio. La forma más importante es el contacto entre personas a través de gotículas que parten de una persona y son recepcionadas por otra. En ese sentido el distanciamiento físico es la mejor herramienta, junto al uso del tapabocas", aseguró el bioquímico.

"Pero hay dos formas de contagio más cuya importancia fué cambiando con el tiempo. Uno es el contacto con superficies, que durante los primeros meses recibió muchisima importancia. Se veían los juegos de la plaza encintados para que los niños no jueguen, por ejemplo. Hoy en día, aunque sabemos que puede ser una forma de contagio, el contacto de las superficies no es una de las formas de transmisión más importante", añadió.

Por otro lado, Zeida sostuvo que "también empezó a tener importancia el contagio a través de aerosoles".

"Estas gotículas que van al aire la mayoría caen en una distancia corta, sin embargo, partículas virales pueden quedar en el aire y permanecer más tiempo en el aire. Eso fue ganando importancia y hay cada vez más evidencia sobre contagios de esa forma. Aquí los espacios abiertos cobran una importancia vital, porque contribuyen a diluir ese aerosol", sostuvo el investigador de la Facultad de Medicina.

Por su parte, Prolo señaló que de esta forma "al no tener el aerosol en un recipiente cerrado se baja muchísimo la posibilidad de contagio".

"En este caso el refugio es afuera y no adentro. Eso le fue sumando importancia al uso del espacio abierto", comentó la bioquímica.

El aprovechamiento del espacio y los límites que pone cada uno

Catalina Radi cree que "sería interesante saber si la existencia del viento afecta o puede ser otro factor de aumento de esta dispersión" de las gotículas del virus en espacios abiertos.

"Probablemente no sea lo mismo estar en un patio pequeño que estar en la playa con el viento del sur. Particularmente en Montevideo el viento es un factor fundamental para varios temas", dijo la arquitecta.

Por su parte, la bioquímica Prolo sostuvo que "al estar limitada la interacción social el acceso a lugares abiertos y a la naturaleza es un factor protector frente a otras posibles situaciones, como pueden ser psicológicas".

La investigadora entiende que el uso de espacios abiertos "previene posibles daños de estar confinado en un espacio cerrado, que puede ser distinto para cada persona. El acceso a lugares abiertos previene posibles consecuencias del encierro en los hogares".

Consultada sobre cuál puede ser el límite de cantidad de gente en un espacio abierto, Prolo sostuvo que "el límite va de la mano con la distancia mínima que se recomienda entre las personas".

"En algunos ejemplos, como ferias o eventos que acumulen personas, quizás sea bueno expandir los espacios que se ocupan para permitir mantener una distancia mínima necesaria. Eso tiene que ir acompañado de la planificación del evento y de cómo los organizadores deben tener en cuenta eso para evitar que la gente se aglomere", aseguró.

Zeida cree que en ese sentido "es importante cómo comunicar eso a la gente, y ser claro en esos aspectos para poder utilizar los espacios responsablemente".

En ese sentido, Catalina Radi cree que "además de la distancia otro factor clave es el tiempo, que no siempre se le da la relevancia que tiene. Si no puedo cumplir una medida debo reforzar las otras medidas".

"Una cosa es el tiempo frente a la exposición y otra es cuánto tiempo ocupo para estar en un lugar. Ese es un factor clave que cada uno debe entender, porque va en cada uno y tiene que ser de percepción propia. Entender el riesgo propio y con el otro, para compartir los espacios", sostuvo la arquitecta.

Monitoreo

En el grupo "Ensayos Urbanos para la Nueva Normalidad" cuentan con profesionales de comunicación visual y diseño industrial. En comunicación visual se ha hecho énfasis en que la persona entienda el riesgo y a partir de eso gestionar, sin transmitir miedo.

"En ese sentido la comunicación juega un rol clave. Uno puede modificar el entorno, pero hay que constantemente aprender a usarlo y a saber cómo comportarse en estas nuevas reglas que tiene el espacio", dijo Catalina Radi.

"Sabemos que queda un tiempo de entender cómo usar estas reglas y es importante estar en línea y tener el mismo código para entender cómo usar los espacios. Esto es una cosa constante que tenemos que estar recordando de diferentes maneras, que pueden ser creativas no restrictivas", añadió.

En ese sentido, los investigadores plantean tres cosas: identificar el problema, idear una solución y hacer el monitoreo en tiempo real.

Por eso creen importante "que se tenga un plan de contingencia para los casos en los que se complique. Por ejemplo, poder controlar el aforo, comunicar, hay diferentes maneras según la situación, no hay soluciones genéricas".

"Es importante tener datos de si la gente está cerca o lejos para saber si es necesario modificar algo, como el aumento de cuadras o tiempo de una avenida peatonal, por ejemplo", sostuvo la arquitecta Radi.

"Ese monitoreo permite aprender cosas para aplicar en otros momentos o en un mismo evento que se repite en el tiempo, como puede ser 18 de julio o Arenal Grande", agregó en referencia a las avenidas peatonalizadas por la Intendencia de Montevideo.

Carolina Prolo sostiene que "es claro que el mensaje no llega igual para todos".

"Hay gente que camina de tapabocas por más que no tenga gente muy cerca en la rambla u otras personas que se acercan mucho. El riesgo no se percibe igual por todos y eso es porque se vive de forma diferente y la gente se maneja distinto. Es necesario tener un mismo código", aseguró la bioquímica..

Por su parte, Ari Zeida cree que "cuanto mejor información tenemos vamos a poder tomar mejores decisiones. La vorágine de esta pandemia obliga a los tomadores de decisiones a tomarlas en tiempo real".

"El tiempo real del monitoreo se plantea en todos los ámbitos de quienes trabajan en el marco de la pandemia. En el ámbito científico no se tienen los tiempos que hay que tener para plantear hipótesis y soluciones. El monitoreo es indispensable para cualquiera de todos estos aspectos", sostuvo el investigador de la Facultad de Medicina.

En la propuesta de "corte espacial" hacen énfasis en que "es muy importante trabajar con la población local a la hora de tomar decisiones sobre modificaciones del espacio".

Radi sostuvo que "es importante que haya un compromiso de la ciudadanía, porque se puede peatonalizar la ciudad, pero es importante el involucramiento de los actores que están en el territorio. Ahí es importante el rol de las intendencias y los municipios, ya que no es lo mismo en todos los departamentos".

"Las características de las personas y los espacios son distintos en cada departamento. Debe haber comunicación fluida desde las partes", aseguró.

Experiencia internacional

Un tema que adquirió relevancia en varios países durante la pandemia es el de "la movilidad activa", que al principio algunos países tomaron un rol preponderante en ese tema.

En el trabajo ponen ejemplos de países donde se buscó "descomprimir los sistemas de transporte público fomentando el uso de ciclovías".

"Hay países que adelantaron algunas infraestructuras que tenían en sus planificaciones para aprovechar y poner recursos ahí", cuenta Catalina Radi.

"Inglaterra se adelantó en infraestructura ciclista, por ejemplo. Eso lo está haciendo mucha gente, por ejemplo caminar varias cuadras para no tomar un ómnibus que puede estar muy lleno", sostuvo la investigadora de la FADU.

"Al tener que estar más quieto, porque uno se mueve menos, tener que trasladarse de una forma en la que también se hace ejercicio es favorable. Ninguna solución es totalmente perfecta y todos los países prueban cosas. La creatividad y la posibilidad de poner recursos para poder usar mejor la ciudad es fundamental", agregó.

Además, los investigadores coinciden en que hay "decisiones políticas de ampliar los lugares peatonales, para que la gente esté más espaciada, hay políticas sobre dónde poner los recursos para fomentar este tipo de actividades".

"En Oakland (California, Estados Unidos) se cortaban tramos de ciudad y eso se tenía monitoreado en una web pública. La gente podía evaluar y sugerir o ponderar las calles peatonales que estaban propuestas. En base a eso se evaluaba si se hacía o no, por ejemplo. Hay muchas maneras de que haya un vínculo con lo local", sostuvo Radi.

Zeida comentó que en su momento "se usó mucho el concepto de densidad como uno de los factores de riesgo. Eso ha ido cambiando en el tiempo y complejizándose. Han aparecido trabajos e información que demuestra que no es la densidad el factor más importante".

"Hay ciudades igual de densas donde no pasó exactamente lo mismo. Ahí es importante las dinámicas de las ciudades, cuánto se mueven las personas, si deben tener contacto con muchas personas al trasladarse, si mucha gente pudo hacer teletrabajo o no", agregó.

El bioquímico dijo que "estas son herramientas para usar responsablemente en espacios públicos y es importante el concepto de solidaridad de cada uno. No todos tienen la misma posibilidad de quedarse en casa, de cambiar de un medio de transporte a otro o no tomarse un ómnibus determinado día".

"Cada uno debe entender que se está en distintos lugares y hay distintas posibilidades de accesos a esos espacios públicos", añadió.

Conceptos clave

Los investigadores consideran necesario pensar la reactivación del espacio público en base a tres conceptos: sistémico, multiescalar y resiliente.

Radi explicó que el espacio público debe ser sistémico "porque cada parte dentro de la ciudad tiene un vínculo funcional con las demás partes".

:No se pueden mirar como formas independientes porque es un sistema, la complejidad es mayor y no se puede ser cerrado en cuanto a la soluciones posibles y el escenario cambiante", aseguró la arquitecta.

Por otro lado, multiescalar porque "si bien estas acciones, que pueden ser pequeñas y expandirse por Montevideo, podrían tener impactos a mayor escala e ir transformando a más largo plazo las ciudades".

"Un caso es el de la rambla, que es una ganancia a la hora de la nueva ciudad que probablemente no cambie mucho. Si esas pequeñas acciones van haciendo que a largo plazo las ciudades sean mejores y más pensadas para las personas estamos en un camino que está bueno. Que es el camino opuesto a lo policial o al control", dijo Catalina Radi.

Ari Zeida dijo que esto "suma mucho al concepto de apropiación y a defender el espacio público a futuro".

"Hoy puede ser una estrategia por la pandemia, pero es algo que puede quedar como ganancia para disfrutar todos", explicó el bioquímico.

Los investigadores creen que la resiliencia va por ese lado, de si una vez pasada la pandemia las ciudades y centros urbanos salen fortalecidos y mejores, con más y mejores espacios para las personas.

"La vida urbana propone intercambio, sociabilización y lugares que están buenos dentro de la ciudad. Estas cosas, mientras se hagan para que se generen hacia futuro miradas integrales, resilientes, con ciudades sostenibles y pensadas para las personas, me parece que en ese sentido, como sociedad, vamos ganando espacios dentro de los imaginarios y de la realidad", concluyó la arquitecta Radi.