Contenido creado por Inés Nogueiras
Seré curioso

''La cultura va en un descenso terrorífico''

Seré Curioso: Guillermo Lockhart

Este año llegará a 10 años detrás de Voces Anónimas en TV. Guillermo Lockhart habla del éxito y el fracaso, los premios, la literatura y el ambiente del modelaje, en una nueva entrega de Seré Curioso. Por César Bianchi.

19.01.2016

Lectura: 19'

2016-01-19T00:53:00-03:00
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Da la impresión de que Guillermo Lockhart necesitaba esta entrevista para exteriorizar algunas de sus verdades o al menos para hacer catarsis. Brutalmente honesto, el conductor de Voces Anónimas -casi 10 años en la pantalla de Teledoce- no se guardó nada: lamentó que la gente ya no lea clásicos pero celebró que al menos lo leen a él en las recreaciones escritas de Voces..., despotricó contra la elección de los jurados en los Premios Iris y calificó de "malo" a Rastros, el programa que en 2015 emitió Monte Carlo TV para hacerle competencia. 

Una mañana de verano en el living de su apartamento, mientras su esposa y sus dos hijos pequeños dormían, Guillermo renegó del ambiente "superficial" que rodea a los modelos -debió "camuflarse", dijo, para sobrevivir-y de las maledicencias que pululan en la sociedad uruguaya que hasta hace unos años hacían circulan el rumor de su supuesta homosexualidad.

Hoy, ya de vuelta de las malas lenguas, prefiere concentrarse en seguir produciendo su programa (con las ganas locas que tiene de exportarlo) y de disfrutar de su hijos, los culpables de que haya vuelto a ser feliz tras la muerte de su mamá.

-Ya publicaste nueve libros, los dos últimos en 2015. Te has tomado muy en serio lo de pasar a papel las historias que contás por tevé... ¿Por qué? ¿Cuál es la necesidad?
-Porque cuando salió Voces Anónimas I, no teníamos los programas en Youtube ni Canal 12 tenía la página de internet trasmitiéndolo en vivo, y no había mucha chance de subir contenidos en alta resolución. La gente demandaba que se repitiera la temporada, cuando el programa era una novedad. Y al ver que no se iban a repetir los episodios, los mismos televidentes nos pidieron acceder a ese material, aunque sea de forma escrita. Fue una experiencia como para darle un gusto a esa gente.

-¿Los escribís vos?
-En los cuatro primeros tuve la ayuda de un escritor, Diego Moraes. Él me ayudó a encontrar el formato literario. Nosotros contábamos mucho con imágenes (gráficos y actuaciones), pero había que llevar esas imágenes al papel. Ahora los escribo solo yo. Me encanta porque hay historias que parten de la nada y hay que investigar. Como por ejemplo, en Sobrenatural hay historias en el Hospital de Clínicas y tuve que pasar una noche y recorrer lugares donde dicen que pasan cosas. Me siento cómodo metiéndome de lleno en las historias.

-¿En qué se diferencian Siniestro, Macabro, Limbo y Sobrenatural, tu libro de este año?
-Estos libros con subtítulos, digamos, no necesariamente acompañan las temporadas: pueden contarse ahora como adelanto de lo que será un capítulo o capaz que no entró para la tele y lo contamos. Muchas historias quedaban archivadas para la tele, pero se podían contar en el libro. Historias de Japón, ponele. Me encanta la mitología nipona y me encantaría poder hacer algo algún día. Macabro tiene historias más oscuras; Limbo tiene que ver con la quinta temporada, que transcurre en un limbo, una tierra intermedia, con un pie en la realidad y otro en la fantasía.

"La gente demandaba que se repitiera la primera temporada de Voces Anónimas. Al ver que no se iba a repetir, los televidentes nos pidieron acceder a ese material, aunque sea de forma escrita. Hacer los libros fue darle un gusto a esa gente"


-¿Cuánto hay de realidad, cuánto de leyenda urbana y cuánto de ficción en las historias que elegís contar?
-La idea es que haya un abanico de todas esas opciones. El caso de Dionisio Díaz: todos sabemos que fue real, que pasó. O lo mismo con la tragedia del boliche Cromagnon en Buenos Aires o el hundimiento del Graf Spee. Después hay historias de tradición oral, de barrios, como pueden ser La Llorona o Alicia del Buceo, que es la historia de la chica de la curva de la muerte. De repente vos pensás que es todo fantasía, pero viene un vecino y te dice que es verdad, que la conoció. Te deja a mitad de camino, como los mitos. Por algo se siguen contando... Ya otras historias van más a lo sobrenatural o a lo místico y ahí, bueno, cada uno verá si cree o no.

-¿Y vos crees?
-Yo creo, sí. Me ha pasado durante algún rodaje... Recuerdo una historia en el Museo Blanes. El retrato de Clarita (NdeR: Clara García de Zúñiga) es un cuadro que tiene sus historias. Es un personaje muy relacionado con ese edificio, la propietaria de ese lugar donde hoy está el Museo Blanes. La historia dice que su propia familia encerró a esa mujer en un altillo, la declararon loca y disfrutaron de su fortuna. Ella se vuelve, efectivamente, loca. Blanes pinta un retrato de ella cuando niña. Ese retrato te recibe en la entrada del Museo Blanes. Hay un mito de que no se puede tocar ni descolgar. El tema es que cuando fuimos a filmar ahí, había una luz que provocaba un reflejo en el marco dorado y fui a descolgar el cuadro para filmarlo bien. El camarógrafo me dijo: "Che, ojo, no subestimes... Mirá si te pasa algo". Y la verdad es que ni bien me fui del museo, tuve un accidente de auto. Por suerte no fue grave. Fue como un creer o reventar.

-En 2013, cuando la Cámara Uruguaya del Libro entregó los "Libros de Oro", vos encabezabas las ventas en la categoría "ficción de autor nacional" con tu libro Siniestro. En otras categorías los ganadores eran Luis Ventura, Ludovica Squirru, Federico Castillo y Horacio Varoli con el libro de Fabián O'Neill, Danny White que escribió sobre One Direction, y las 50 Sombras de Grey. En ese momento la periodista cultural Emma Sanguinetti puso en su muro de Facebook: "Los gustos se podrían resumir en: adolescentes enlatados, porno soft, chismes amarillistas, predicciones sicodélicas, exhibicionismo del fracaso y mucho terror. No sé a ustedes. a mí me asusta un poco...". ¿Qué pensás sobre este comentario?
-A mí me asustaría que la gente no leyera. A mí también me da pena que no lean a Cortázar, Poe o Lovecraft, en eso tiene razón. Ya es preocupante leer mails y ver faltas de ortografía. Esto mismo se puede llevar al cine o al teatro. Se está llevando a la sociedad por ese camino. Uno prende la tele y no hace falta decir qué es lo que predomina. Creo que la cultura va en un descenso terrorífico, peligroso, pero bueno... en lo personal, si bien comparto parte de lo que dice, a mí me pone feliz que lean mis libros. Estoy tranquilo porque sé que los cerrás y te dejan algo: te llevan a reflexionar o a querer contárselo a otro. Por algo me invitan los profesores a la escuelas y colegios. Si me dicen que un niño leyó mi libro, que tiene toda mi pasión, datos de interés general e información, me reconforta. Escribir un libro no tiene que ser sólo algo hipnótico o superficial.

"En el Museo Blanes fui a descolgar un cuadro para filmarlo bien. El camarógrafo me dijo: 'No subestimes... Mirá si te pasa algo'. Y ni bien me fui del museo, tuve un accidente de auto. Por suerte no fue grave. Fue como un creer o reventar"


-Tomando ese comentario en el muro de Facebook de Emma Sanguinetti, el periodista Jaime Clara le contestó diciendo que a él le asustaba "que existan árbitros que juzguen el gusto del público lector".
-Está bien lo que dice Jaime. Emma le erró en ser subjetiva...

-Bueno, es crítica cultural: es subjetiva por naturaleza.
-Sí, pero me parece que los críticos pecan de subjetividad. Deberían usar más la empatía, entender cómo va girando el mundo y ver que la persona quizás no tiene la culpa, si eso es lo que le ofrecen. Si vos vas a un restorán y sólo te ofrecen comida chatarra y no hay un menú variado, o te lo promocionan más, capaz que vas a eso, a lo que abunda. Te hablo de empatía y pienso en Cecilia Curbelo, otra autora que trabaja bárbaro, que vende muchos libros que apuestan a los adolescentes y les muestra que los entiende, que sufrió porque fue víctima de bullying cuando era chica. Ella es un ejemplo positivo de autores que venden mucho, porque sus libros reconfortan y les enseñan a los adolescentes.

-Ahora bien, como debate parece interesante preguntarse por qué el público prefiere leer tus historias de ficción y terror o los chismes de la farándula de Luis Ventura en vez de comprar a Murakami, Onetti o Faulkner. ¿Vos qué pensás?
-Yo creo que el mundo va evolucionando. Nosotros contamos muchas historias del presente, historias de Montevideo, de rincones del país. Cortázar es un clásico... pero tenés que irte aggiornando. Hoy salen contenidos a diestra y siniestra, Stephen King es un grande y se ha ido aggiornando, las temáticas de sus libros van cambiando. Va por ese lado: los que quedaron como referentes para la historia son más para los que les gusta la literatura, pero para el público que sólo quiere leer para entretenerse, esas lecturas están relegadas.

-Me consta que sos crítico de certámenes que premian productos audiovisuales, como los Premios Iris. ¿Por qué?
-Yo me desilusioné mucho. Nunca me dieron un Premio Iris, y siempre estuve nominado. No quiero ser malo, pero hay cuatro jurados. En el último, uno de los jurados era un argentino que trabajaba en la comedia musical Dance -vinculada a Canal 10- y me acuerdo que un amigo que estaba en la organización le preguntó y el argentino le confesó que no tuvo tiempo de ver Voces Anónimas... O sea: me tenía que juzgar y no lo vio. Y yo no sé cuán idóneos en televisión son los jurados que eligen. ¿Julio Toyos, otro de los jurados, sabe algo del despliegue de efectos o posproducción en Voces Anónimas, o cómo retocamos el color como si fuera una película?

-¿Pero pensás que están arreglados?
-Pienso que son muy subjetivos los jurados, y muchas veces no están a la altura para juzgar algunos productos. Estoy seguro de que no hay mala voluntad desde la organización de los premios. Pero creo que a veces se elige mal a los jurados.

-Vos estuviste nominado dos veces y no ganaste... Alguien podría decir que sangrás por la herida porque no te han premiado a vos.
-Y puede ser. Me molestó porque el premio no era tan importante sólo para mí, sino para muchos que trabajan conmigo. En 2010, por ejemplo, Voces... llegó a emitirse en el exterior. Me invitaron de NBC y filmé mis copetes en español neutro, para una temporada que se vio en Los Ángeles. También el enlatado se vio en varios países. Ese año, por ejemplo, era premio cantado (y no ganamos). Igual sigo yendo, fui a la última edición, pero ya me lo tomo de otra manera. El Libro de Oro de la Cámara del Libro es claro: son las ventas las que hablan, no hay subjetividad. Tengo un botón de plata en Youtube que te lo dan cuando pasás los 100.000 suscriptores. Esos son, para mí, los premios verdaderos, cuando se ve el apoyo del público.

"Nunca me dieron un Premio Iris, y siempre estuve nominado. Un argentino que estaba de jurado confesó que no tuvo tiempo de ver Voces Anónimas... O sea: me tenía que juzgar y no lo vio. Yo no sé cuán idóneos en televisión son los jurados que eligen"


-Desde 2006 conducís y dirigís Voces Anónimas en Canal 12. ¿Esta permanencia es sinónimo de éxito y aceptación?
-Creo que sí. El 30 de abril van a ser 10 años. Fue un piloto que llegó a la oficina de Eugenio Restano, iba a ser una temporada con historias de Montevideo. Él mismo me pidió si podíamos seguir de largo después de los 13 capítulos y ahí nos comprometimos a hacer una segunda temporada, ya con historias de todo el país y alguna del exterior. Y con el respaldo del canal seguimos, pero siempre pensando en renovarnos año a año, agregar algo distinto, porque si no, no se justificaría seguir.

-¿Cuál es la intención: contar una historia sin importar si realmente fue así o no o procurás que detrás haya investigación, que haya un trabajo periodístico?
-Ambas cosas, pero a veces no es tan fácil tener todo documentado. Con la historia de Dionisio Díaz pudimos hacerlo porque hay libros, canciones, documentales. Hay otro tipo de historias que son relatos orales, pero no hay mucha investigación detrás. Ahí se hace una primera entrevista y en una segunda entrevista chequeamos información. Tuvimos a Néstor Ganduglia como narrador, él ayudaba a ver cómo contábamos las historias. Y en los últimos años me preocupé de agregarle investigación, para que las historias sean más completas y creíbles. Hace poco hicimos el que llamamos Caso Bariloche, donde contábamos que un avión de Aerolíneas Argentinas había sido acompañado todo el trayecto por un OVNI. Ese OVNI fue visto por ellos, pero también por un avión de Gendarmería que pasaba cerca y por la torre del canal. El caso trascendió en la prensa, en el año 1995. < p/>

-Y has vendido la idea al extranjero...
-Vendimos el enlatado, lo mismo que viste en Uruguay, pero en otros países. Y en Los Ángeles me pidieron si podía hacer mis copetes a un español neutro. En enlatado lo vendimos en Venezuela y Filipinas. Ahora hay una empresa distribuidora que hizo un arreglo con Canal 12 y estoy viajando a Miami, a Natpe, una feria donde se compran programas nuestros. En el exterior van a ver las mismas historias que se pasaron acá, con algunos capítulos de historias extranjeras.

-Si algo legitima que este tipo de historias gustan y tienen un público cautivo es que este año te nació un competidor: Rastros, en Monte Carlo TV. ¿Cómo reaccionaste ante la salida de ese programa?
-En un grupo de Whatsapp se generó un debate y empezaron a decirme que me estaban copiando... Yo había visto la promo, estaba al tanto. Yo sé que hay un público que le encantan estos temas y me parece genial que aparezcan programas nuevos. No es hipocresía: me parece que está bueno. No es un nicho, es un segmento, porque hay historias para toda la familia.

-¿Lo viste? ¿Qué te pareció?
-Ví solo el primer programa. La verdad es que me pareció malo. Te lo digo como espectador. Como productor observaría una cantidad de detalles... pero me senté a verlo por curiosidad. Pero para mí no valía la pena mirarlo más de una vez.

-Ellos tienen un diferencial: un aparato que les permite dialogar con espíritus...
-Hace 10 años que estoy en esto. Hemos dejado cámaras prendidas, ha venido gente con esos aparatos y quizás alguna manifestación se da... pero no tenés charlas con los fantasmas, la psicofonías hay que trabajarlas en posproducción y en sonido para detectar algo mínimo. Si se hacen correctamente -antes se usaban las cintas magnetofónicas-, se toma un block de papel y vas anotando: en tal minuto pasó alguien caminando, hubo tal ruido en tal minuto con tal segundo, y cuando un sonido no te coincide con lo que anotaste, ahí vas y lo estudiás... pero nunca es tan claro como para afirmar: "¡Me dijo Checho!". No es confiable.

"Ví solo el primer programa de Rastros. La verdad es que me pareció malo. Te lo digo como espectador. Como productor observaría una cantidad de detalles... me senté a verlo por curiosidad. Pero para mí no valía la pena mirarlo más de una vez"


-¿Si te ofrecían a vos ese aparato, no lo comprabas?
-Se manejó la idea en algún momento... A mí me puso mal por la gente ver que usan ese aparato. Quiero que si se hace un programa como el nuestro le pongan cariño a la hora de hacer el programa, en cómo lo filmás. Para hacer algo así, tienen que pasar cosas.

-¡A ellos les pasaron cosas!
-Pero les pasan en todos los programas. Y yo no lo quise hacer, porque sé que no va a pasar en todos los programas. Capaz que de 13 episodios, en uno... hay un ruido. Y capaz que en otro hay una sombrita que pasó, pero sé que no voy a tener 45 minutos de artístico con ruidos, voces, parafernalia. Eso no me va a pasar. Por ser amante de lo desconocido, pasé noches enteras en cementerios, en La Calera de las Huérfanas, y las únicas veces que presencié algún fenómeno inexplicable fue con la medium Cristina Blumenfeld, y no era tan así como lo muestran ellos.

-Sos productor de tu propio programa. ¿Has pensado en producir otro tipo de programas y cerrar el ciclo de las historias de terror o hay Voces Anónimas para rato?
-Voces... es un pasión y mientras el público esté enganchado con los contenidos, lo voy a seguir haciendo. Eso lo medís con el rating, pero también con la llegada al exterior, que es lo que me interesa ahora. La mira está ahí y abrir una nueva puerta. Y me encantaría producir cosas nuevas... uno se renueva y refresca las ideas con nuevos proyectos.

-¿Dónde quedó el modelo publicitario y de pasarela?
-Quedó encerrado en una pasarela, en algún desfile, hace unos cuantos años... Los últimos trabajos publicitarios míos fueron algún comercial de TV o alguna foto. Necesitás mucho tiempo libre, porque te sale un rodaje o un casting y tenés que estar varias horas para eso... Y en la vida hay etapas, tenés que saber cuándo cambiar. Cuando empezó a salir Voces Anónimas empecé a ir cerrando mi etapa como modelo para ir, de a poco, dedicándome sólo a esto, desde 2008 y 2009...

-¡Ahora podés comer y tomar sin preocuparte por la imagen!
-Es un tema. Sigo trabajando con la imagen, y ahora que nació mi segundo hijo se me alteró toda la vida. Desde hace un tiempito volví a reorganizar mi vida: volví a entrenar, al gimnasio, cinta, algo de fútbol. Con la paternidad había aflojado el entrenamiento. Cuando era modelo llegué a andar con tuppers. Un amigo, Mauro Ramírez, me enseñó a alimentarme bien con carbohidratos de mañana, verdurita a la noche y me pasó de tener que ir a asados con amigos, y yo abría el tupper para comer un pollo hervido con arroz integral o un pescado con lechuga.

-¿Hay mucha frivolidad en ese ambiente?
-Sí, sí, es un ambiente muy superficial. Es peor en el exterior. Es muy frío.

-O sea: se da eso de la "rubia modelo tonta"...
-Sí, para mí sí. ¡Tendría que meterme en esa bolsa, porque con los hombres es lo mismo! Para poder trabajar bien tuve que camuflarme en ese mundo superficial, donde en todas las reuniones, todas las charlas giran en torno a la imagen. Yo no me siento identificado para nada con ese mundo. En el exterior sí se da eso de "La rubia tarada", como cantaba Luca Prodan en Sumo. Es tal cual.

-¿Escuchaste rumores sobre tu sexualidad en tus años de modelo?
-Sí, la leyenda urbana de que yo era gay. Crecí con ella. Hasta me decía un amigo: "Tengo un amigo que me contó que su primo estuvo contigo". Al principio me re calentaba, después te das cuenta de que es un teléfono descompuesto. Mi hermano mayor es gay, tal vez por ahí se dio el teléfono descompuesto. Y un tío también es gay. Ojo, no es algo negativo para mí. Lo que me molesta es la mala intención. Y el rumor. Cuando entré en los medios me pasaba que venía Fulano y te abrazaba: "¡Vos sos un fenómeno! ¡Qué bueno lo que hacés!", y después de que yo me iba, me enteraba de que me mataba... Y en redes sociales es terrible. Siempre aparecen mensajes jodidos... al principio me calentaba y contestaba, después me acostumbré y dejé de hacerme mala sangre.

"Para poder trabajar bien en el modelaje, tuve que camuflarme en ese mundo superficial, donde en todas las reuniones, todas las charlas giran en torno a la imagen. Yo no me siento identificado para nada con ese mundo"


-Hablando de calentarse: ¿Nacional y el fútbol en general te sirven para hacer catarsis?
-El fútbol es una pasión. Es un escape a la rutina... Prendés la tele y ves a tu cuadro y te sacás el estrés. Tengo familiares e íntimos amigos de Peñarol. Mi fanatismo por Nacional es sano. Me gusta bromear y babosear... pero así es el folclore mismo del fútbol. Era más fanático cuando era más chico. Cuando Peñarol ganó el Quinquenio me hice mucha mala sangre, nos ganaban de atrás y yo no quería salir de mi casa para que no me babosearan mis amigos.

-¿Qué has descubierto sobre vos mismo desde que sos papá?
-Descubrí que por mis hijos soy capaz de hacer cosas que por mí no haría. Te pongo un ejemplo puntual: estuve dos o tres meses enfermo y no fui al médico. La pasé mal y no me recuperaba. Hasta que un día fui al médico y me curé en una semana. Pero mi hijo o mi hija tienen lo mínimo y salgo corriendo al médico. Pensás que si no estás al lado de ellos, te morís. Yo perdí a mi madre en 2006, un mes antes de que saliera Voces..., y me deprimí muchísimo. La llegada de mis hijos me cambió eso: aparecieron motivos de felicidad en mi vida.

-Libros varios, dos hijos, ¿plantaste un árbol?
-Planté en la escuela, en una jornada que salimos a plantar un árbol cada uno el Día de la Naturaleza. Y cuando mi familia tenía campo, hace un tiempo largo.

-¿Sos feliz?
-Soy feliz a través de ellos, mis hijos. Y también soy feliz con el programa, porque no es sólo un trabajo. Es una pasión.

Montevideo Portal | César Bianchi @Chechobianchi
Fotos: Gerardo Carrasco