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Seré curioso

"Esto no es izquierda, es otra cosa"

Seré Curioso: Franklin Rodríguez

"Hice la publicidad de la 99 mil porque no tenía para comer, para pagar las cuentas. Ahora no lo haría", dijo Franklin Rodríguez, hombre orquesta en el teatro y los medios. Por César Bianchi.

15.03.2016 09:35

Lectura: 24'

2016-03-15T09:35:00-03:00
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El paso del tiempo perturba a Franklin Rodríguez, lo trauma, por momentos lo frustra. En otros, lo hace pensar, pasar raya y sacar la conclusión de que, después de todo, la vida le ha sonreído. En números, Franklin tiene casi 53 años, 32 de trabajo en el teatro y derivados, tres hijas, un nieto a punto de nacer, 60 obras como actor, 15 como autor en Uruguay y el exterior y una a punto de estrenar -por fin- por la Comedia Nacional. Nada mal para un hijo exitoso del teatro uruguayo, que la Alta Cultura se ha empeñado en despreciar.

Los medios (tele, radio) cada tanto lo convocan, y un tiempo después lo despiden. Quizás porque no mide costos, porque la corrección política no es lo suyo. Es curioso que siendo un actor, acostumbrado a hacer el papel de otros, en los medios reivindique "hacer de Franklin". Igual de llamativo es que reclame consideración por quienes se encargan de premiar, pero no se atreva a subir a recibir estatuillas por vergüenza.

Un verborrágico Franklin Rodríguez -que acaba de estrenar un ciclo de autor con cinco obras propias, una por día- me recibió una mañana en el living de su casa de Palermo, para hablar, básicamente, de teatro. Y de política, esa que dice que lo hace reír, pero le calienta.

Por César Bianchi
@Chechobianchi

Fotos de Juan Manuel López

 


-"Hace 32 años que laburo de esto", dijiste en Desayunos Informales. ¿De qué laburás?
-Del teatro, desde los 17 años que cobro un pesito y lo tomo como mi profesión. En el año 90, cuando me echaron de un lugar donde vendía caja de cartones (el trabajo de 8 horas), empecé a dedicarme enteramente al teatro: dando clases, actuando, dirigiendo, trabajando en un canal. Yo puedo vivir de esto.

-Es que te reinventaste como comunicador, por eso lo preguntaba. Pero el teatro te abrió otras puertas...
-Sí, claro. Lo que vino después como comunicador -periodista no soy y comunicador tengo mis serias dudas-, soy un aventurero que puedo intentar de charlar con la gente de lo que hace, gracias a lo que he hecho. Si no tengo el rol de comunicador (en radio o tele), no me preocupa. Si vos hoy o mañana no estás trabajando como periodista, sentís que te falta algo. A mí eso no me pasa. Me pasa cuando no tengo teatro.

-Lanzaste un ciclo de autor con cinco obras propias, una por día, en tu teatro propio, Espacio Teatro (Mercedes y Andes). ¿Es un autohomenaje?
-Cuando lo presenté, alguien me preguntó por qué razón lo hacía, y como no tenía una razón, se me ocurrió pensar que como no estoy seguro de que me homenajeen cuando muera, me lo hago yo en vida. Los políticos (y economistas) dicen que éste va a ser un año difícil, entonces pensé cómo hacer para llevar gente al teatro. Y pensé: "¿y si meto cinco? ¿Una por día?" Se lo comenté a mi socia en Espacio Teatro, María (Filippi) y me dio para adelante. Es una por día: el jueves una, el viernes dos, el sábado otra y repito una del viernes, y el domingo otra. Y para mitad de año, estrenaría otra más. Hay dos nuevas y cuatro reestrenos, incluido un monólogo que hice en el interior, pero no en Montevideo.

"Los políticos (y economistas) dicen que éste va a ser un año difícil, entonces pensé cómo hacer para llevar gente al teatro. Y pensé: "¿y si meto cinco? ¿Una por día? Y mi socia me dijo: 'Dale para adelante'"

-Y el 20 de mayo la Comedia Nacional va a ser una obra tuya...
-Sí, una obra que presenté hace tres semanas. Se llama "Los Descendientes". Nunca me habían llamado, es algo raro para mí. Lo sentí como un reconocimiento. He bregado mucho para ello.

-Vos tuviste algún encontronazo con la Comedia Nacional.
-Es que yo pedía que nos leyeran, que nos dieran la oportunidad a los autores nacionales, y si después no les gustaba, todo bien. Pero ésta vez me pidieron una obra, para un ciclo de autores nacionales, y de una me dijeron que sí. La escribí sobre fines de enero y principios de febrero y la guardé, a la semana me llamaron y les di esa. Y enseguida me dijeron: "Dale, la hacemos". Yo decía, precisamente, que el autor nacional tenía que estar. A vos puede no gustarte Tinelli, pero no lo podés negar: el éxito es el éxito. En teatro, los autores nacionales son parte del acervo cultural. No podés negar a Florencio Sánchez, a Leites, a Paredes, a Prieto. Podés decir "no me gusta", pero no negarlos. En teatro no se puede negar al autor nacional y menos si lleva público. A alguien podía no gustarle lo que yo hacía, pero yo llevaba público. En Espacio Teatro, en ocho años ha hecho un 90 % de autor nacional y un 70 % mío. Y estamos al día, siempre en actividad, sin deudas. Creo que había que darle un voto de confianza, y ahora me lo dieron. Estoy muy agradecido. También creo que hay un proceso de cambio y recambio generacional en la Comedia Nacional, el 80 % de los que están ahora son de mi generación, hemos peleado juntos para hacer un mango.

-¿De qué se trata "Los Descendientes"?
-Plena Guerra Civil Española, 1939, el falangismo, la espantada de españoles para el sur de Latinoamérica, llega Margarita Xirgú al Sodre expulsada de allá. Y en ese momento especial se muestran "los descendientes", los que descienden de los barcos y la sangre que desciende. Yo creo que la obra está buena, a mí me gusta muchísimo.

-En 2014 viajaste a Madrid gracias a una beca de dramaturgia de Iberescena, al presentar una obra sobre la permanencia sobre los cascos azules en Haití (un tema social vigente), con un soldado y un payaso como protagonistas. ¿Para qué te sirvió la beca?
-La beca me sirvió porque nunca gané nada (risas). Estuve con un tipo muy importante como José Sanchíz Sinisterra (NdeR: dramaturgo y director teatral español). En esa obra asumí un riesgo, porque no había humor y yo estoy acostumbrado a trabajar con el humor. Me costó escribir esa obra, fragmentada, y él no tiene continuidad emocional porque no quiere que te emociones. Yo creía que si no te emociona, no sirve. Me quedó una obra híbrida, entre lo que yo pretendía y lo que él aportaba, por eso todavía no la pude estrenar. Pero otra cosa buena que me dejaron esos 20 días en España fue un curso de guión con la gente de cine. Hice el curso con los salados que escribieron, por ejemplo, "El tiempo entre costuras". Aprendí mucho de producción, donde te das cuenta que si no tenés guita, no podés hacer grandes cosas.

"En teatro, los autores nacionales son parte del acervo cultural. En teatro no se puede negar al autor nacional y menos si lleva público. Ahora la Comedia Nacional me dio un voto de confianza, estoy muy agradecido"

-No fue la única vez que apelaste a un hecho real, de connotación periodística, para llevar a las tablas. También lo hiciste con "El salvador", la historia de Sergio Clavijo, el hombre que rescató a una mujer que se intentó suicidar en el Río de la Plata... ¿La gente te acompañó?

-No, a esa obra no la acompañaron, no funcionó. Ahora voy a ver qué pasa con "La vaca", una de las que estreno ahora. Es una cosa que pasó en La Plata, Argentina: volcó un camión con vacas, la gente corrió, agarraron una vaca, la tiraron al suelo y no podían matarla -¿con qué la matás?- y la descuartizaron viva a la bicha... y sacaban fotos. ¡La descuartizaron viva! ¿Sabés cómo se llama el barrio? El Churrasco. Y en la obra llevé esa escena al campo, a Viciadero (no Vichadero), donde en la comisaría tienen entre manos un caso tremendo, una de las familias más poderosas quiere saber por qué mataron una vaca suya. Lo que pasó con la vaca en La Plata es tremendo, porque pasó en un país civilizado... me hace acordar lo que pasó acá en la crisis de 2002, que bajaban desde el Cerro para saquear. Hay una frase que se le atribuye a Martín Aquino: "Va a llegar un momento en que las vacas van a ser de tuitos, porque la gente se las va a agarrar". Hay algo de justicia poética, como decía el premio Nóbel, Darío Fo (NdeR. actor y director de teatro italiano): "Aquí no paga nadie".

-¿Podés vivir del teatro?
-Yo trabajo afuera, doy clases, tengo derecho de autor, así que soy un privilegiado que fuera de la Comedia Nacional y algún elenco más, puedo decir que vivo de esto.

-Tus comienzos en el teatro son los de la película Billy Elliot: el chico que deja los zapatos de fútbol para ponerse el tutú...
-Algo así. Yo iba con unos amigos a comer unos bizcochos en la playa del Cerro y a estar con las chiquilinas del liceo 11, y pasé por el teatro Florencio Sánchez. A las cinco de la tarde y con un calor bárbaro, estaban ensayando. Miro para adentro y veo seis chicas en la clase, y me metí, de chusma. Yo tenía 16 años. Veo a un tipo y le pregunto: "¿Qué están haciendo acá?" "Teatro". "¿Y yo puedo hacer teatro?" "Si pagás 50 pesos, podés. Vení el lunes". Fui el lunes y así arranqué. Hicimos una obra y se acabó. Y cuando estábamos una noche comiendo pizza con los actores, uno mencionó a la Escuela de Arte Dramático (Emad), y pregunté dónde quedaba eso. Yo ahí trabajaba en San Pablo calzados. Salí del laburo y fui a averiguar. Hice un cálculo así: "Si en este teatro chico, había seis mujeres, en la Emad tiene que haber 60".

"'Debajo de las polleras' fue salado... Fue una obra escrita en tres días, ahora muchos dicen que se parece a 'Sex and the city'', pero no existía, ni había cable. Y 'Pantalones' fue la respuesta masculina"

-Legitimando lo que dice Alejandro Dolina que todo lo que hacemos los hombres es para levantar minas.
-Tal cual. Y te diré que al principio me dejaba llevar, pero no era que quería ser actor. Cuando egresé, con Tabaré Rivero, Andrea Davidovics, Ariel Caldarelli, armamos un grupo que se llama Teatro Sin Cueva sobre Tristán Narvaja, en la época de la dictadura. Y ahí sí empecé a darme cuenta que me gustaba mucho.

-¿"Debajo de las polleras" (1996) fue el primer gran gol? ¿Fue tu gran hit?
-Sí, "Polleras" fue salado... Fue una obra escrita en tres días, ahora muchos dicen que se parece a "Sex and the city", pero no existía, ni había cable.

-¿Tuviste que pensar como mujer para escribir?

-Yo pensé siempre como mujer... para vivir. Para escribirla le dije al grupo de actrices que me contaran cosas de mujeres y me dijeron que les daba vergüenza, entonces acordamos que ellas se reunirían, empezarían a tomar y yo solo iba a estar ahí como oyente, para escucharlas hablar de cualquier cosa. Fuimos a una casa, trajeron vino y las cuatro mujeres empezaron a hablar... y empezaron a decir cualquier barbaridad, ¡un horror! No tomé eso literal, pero entendí el espíritu de lo que ellas sentían. Entonces pensé que debajo de las polleras de la mujer, además de eso que tanto nos gusta, hay mucho más (además de vida).

-¿Y "Debajo de los pantalones" qué fue?
-Fue la respuesta masculina a eso. Un amigo mío, porteño, Carlos De Matteis, que tiene un teatro en Madrid, me dijo: "Tiene que ser de macho macho. Para mí tendría que llamarse 'Olor a huevo'". Le dije: "¡Nooo! No hay chance, no viene nadie". Y entonces le pusimos "Debajo de los pantalones". Ésta la escribimos juntos y nos divertimos mucho con estos tipos muy "machos". Hace cinco años que la hacemos. Cada tanto la levanto para poner otra cosa, y cuando la vuelvo a poner en escena, vuelve a ser un golazo. El gallego (Enrique) Vidal me dice: "¿Por qué la levantás si funciona? ¡Dejala!".

-¿Está bastardeada la comedia en teatro?
-Ahora no. Estuvo sí, pero ahora ya no tanto. Pero no está premiada nunca. Tampoco en el cine. ¿Alguna vez premiaron a Ben Stiller, que es un comediante de puta madre? No. Pero si hoy o mañana hace un papel dramático, ahí lo van a considerar. A Michael Keaton lo ven con otros ojos ahora que hizo Birdman, pero antes no existía... ¡y es buenísimo! A mí los críticos nunca me nominaron ni premiaron como comediante. Salvo como autor o director. Igual, no voy a recibir el premio... no voy porque me da vergüenza subir a recibir el premio.

-Qué curioso, porque te quejás si no te nominan, pero me decís que si te premian, no vas...
-Nunca fui, porque me da vergüenza. Vos decime cuántas veces una obra fue hecha cuatro veces en 20 años. El "Flaco" Denevi dijo una vez en El País que si no fuera uruguaya, "Debajo de las polleras" debería ganar un Óscar (que en realidad premia el cine, lo dijo en broma). No lo digo sólo por mí, otras comedias tampoco son reconocidas. A ver... tampoco los premios tienen mucha validez. Esa es la realidad de acá. Si yo te pregunto quién ganó el Florencio este año, no vas a tener ni idea. No tienen la fuerza que en Argentina tienen los Martín Fierro. ¿Por qué? Porque allá ganás y eso significa laburo: te van a salir trabajos en TV, en una tira, en dos películas. Acá no hay eso, te ganás un premio y te vas para tu casa. Yo tengo dos premios Iris y ese fue el año que laburé menos, vendía velas con mi mujer para vender en la feria. Es lindo el reconocimiento, pero no te reditúa en más trabajo.

-¿Te planteaste algún dilema al hacer un desnudo total en "Doña Flor y sus dos maridos"? Sobre todo, dado que sos vergonzoso como decís...
-Mi vergüenza es para recibir premios, no para actuar. Me plantee un dilema por un tema de edad, porque el año pasado tenía 52 años y el personaje, Vadinho, tenía 35... y pensé: "Pucha, ¿cómo estaré?", y lo hablé con Nacho (Cardozo). Tuve que pensar que se me iba a ver todo: el pito, la cola al aire. Lo que me tenía que preocupar era que el personaje fuera creíble, empático y que le perdonaran, porque el tipo es muy machista, que vive de las minas, chupa y es mujeriego. En aquel momento era "pícaro", hoy a tipos así los matan.

-¿Está el riesgo de que el espectador se quede en el desnudo y no en la actuación?
-Eso pasa, de hecho. "Che, ¿qué es Doña Flor...?" "El tipo que se desnuda totalmente". Van por eso. Espero que después que fueron a la obra, se queden con la actuación. Pero no es que te desnudás y la gente va. Hay un espectáculo atrás, Nacho le pone lo mejor que sabe, hay buenos actores, muy buenos bailares, buena coreografía. Yo me sentí muy cómodo y cuidado por Nacho. Después de la primera vez, ya te acostumbrás.

-En mi último "Seré Curioso" hablaba con el periodista Tomás Linn sobre su rol de docente y la nueva generación de periodistas. Ahora le pregunto a Franklin, el docente de actuación: ¿Cómo vienen las nuevas generaciones?
-En el teatro pasa lo mismo. Hay un 80 % que no sabe por qué va, no tiene ni idea. No es sólo acá, tengo amigos en Madrid y les pasa lo mismo. La lucha contra el celular es eterna. Este año voy a poner pena de muerte: si agarran el celular, se van. Si me dicen: "Pero tengo un talento bárbaro", les contestaré: "Sí, pero te tenés que ir. No aguanto más la lucecita del celular en tu cara". Cuando yo estudiaba, apagaba el celular, y cuando lo prendía, no tenía una llamada para hacer una película con Ricardo Darín. Pero lo peor es el desinterés. Lo bueno que tienen es que los estudiantes entran gratis a ver las obras. La mitad va, la otra mitad nunca fue. Y yo los provoco: "Muchachos, ¿no les interesa ver cómo actúa el que les cobra la cuota y les da clases? Al menos para evaluarlo como actor". Son mis alumnos, entran gratis y no vienen. No hay obligación, pero es de sentido común. Es como que vos, que sos periodista, no quisieras mirar el informativo y leer los diarios.

-¿Y cada cuántos encontrás un buen valor, con talento?
-Hay uno o dos por clase, seguro. De cada 20, ocho o 10 llegan a tercer año (el último). El tema es qué oportunidades tienen los que tienen talento. Nosotros tenemos el teatro arriba, que permite que vos puedas hacer obras después de egresar.

"Hay un 80% de alumnos de teatro que no sabe por qué va, no tiene ni idea. La lucha contra el celular es eterna. Este año voy a poner pena de muerte: si agarran el celular, se van".

-Si las paredes de Espacio Teatro hablaran, ¿qué dirían?
-¿Antes o después? Porque primero fue un cine porno, después un prostíbulo y después casa de masajes. Finalmente, abrí un teatro. Presiento que si habla de su pasado, tiene mucho para decir. Ahora habla de un gran esfuerzo, de tipos que laburan mucho y que no paran de generar ideas, y no estamos empeñados, a pesar de haber sido abandonados de la mano de la Intendencia, con todo el apoyo de Cultura que teníamos y ya no tenemos. Por ahora, la vamos llevando.

-Cuando agendábamos esta nota, me dijiste que tenías la mañana libre. Te pregunté: "¿Cómo? ¿Y VTV?" y me contestaste en un escueto audio: "Me echaron". ¿Qué pasó?
-Me dijeron "vamos a prescindir de tus servicios" y dije: "Bueno, bárbaro". Esgrimieron algo así como motivos económicos, bueno, está bien. Yo no pido explicaciones, porque está decidido. Es como cuando te deja una mujer, no pregunto por qué. Creo que la ida de Victoria (Zangaro) fue determinante para que eso pasara. Yo traté de hacer lo que me habían pedido cuando me contrataron: leer noticias y dar mi opinión y confrontar mil veces como lo hice con mucha gente. Yo no hice de periodista, yo hice de mí.

-Cuando te fuiste de radio Sarandí, donde hacías Viva la Tarde, dijiste que te sentías encorsetado, no del todo libre para decir lo que querías, y salvabas a VTV. Decías que ahí te dejaban decir lo que quisieras.
-Y así fue durante un año y medio. Pero quizás ese fue el costo a pagar. A lo mejor la razón de este alejamiento fue haber dicho todo lo que yo quería todo este tiempo. Y lo de la radio, fue una discrepancia con la co-conductora (NdeR: se refiere a Adela Dubra). Discrepé mucho con la persona que estaba allí y me cansé de cinchar, no teníamos buena onda, hablábamos de temas distintos. Lo lamenté porque la radio me gustaba, me gustaba como la hacía yo. Yo no puedo dar una opinión para no quedar mal, yo opinaba como Franklin.

-¿Te sentiste sapo de otro pozo en la radio y la tele?
-Soy sapo de otro pozo. Es la verdad, no soy de la radio y la TV. Ojo, me convocan y me gusta.

-Tampoco te fuiste muy bien de Más Cerca, el programa de Claudia Fernández, y de hecho estuviste poco allí...
-Vivo aclarándolo: Claudia no tuvo nada que ver, fue la producción la que no cumplió. Ella conducía, todo bien, y yo hacía de "Susano". Yo siempre hago payasadas, pero éstas no me gustaban. Y no quería seguir en algo que no me gustaba hacer. Y eso que no había cobrado ni el primer sueldo. No hago casi nada que no me gusta hacer, salvo cuando estoy jugado y no me queda otra... como cuando hice la publicidad de (Rafael) Michelini, la propaganda de la 99 Mil. Lo hice porque no tenía para pagar las cuentas, para comer. Ahora no lo haría. De hecho, me volvieron a llamar y les dije que no. Lo hice porque me lo pagaron.

-¿Esa presión de cuidar las formas o "cuidado con lo que preguntás" se potenció en Día a día de VTV?
-Bueno, llamó gente que se enojó mucho. Me recriminaban que había hablado mal de un avisador, que después se dedicó a la política. Pero me recriminaron en la TV algo que había dicho en la radio. Si vos ponés guita en un medio de comunicación y te vas a dedicar a política, ¿cuál es la garantía que sea un buen político? ¿Que tiene plata? ¿Qué hizo éste antes? Se lo puedo decir a Novick: ¿qué garantías tengo que usted fuera un buen político? ¿Qué hizo antes? ¿Qué propone para el futuro? Se enojaron muchísimo... Creo que a partir de allí se tensó la relación. O si yo veo que bombardean una escuela en Siria y mueren 40 niños. ¿Querés que me calle la boca? No, voy a decir lo que pienso.

-¿Estás poniendo un ejemplo inventado con lo de Siria?
-No, lo de Siria pasó. Y con el enfrentamiento Israel-Palestina. Hubo llamadas telefónicas, pero era lo que yo opinaba. Si querían, me hubieran dicho que leyera la noticia fríamente y no la comentaba, no opinaba y listo, como los informativistas que leen un teleprompter y pasan a otra noticia.

-En Buen Día Uruguay dijiste que deberíamos reírnos de lo de Sendic, en vez de dramatizar ese episodio. ¿A vos te causó risa?
-Es terrible lo que pasó... es terrible. Pero mirá cómo te lo digo: riéndome. Esto no puede pasar. Pero lo de Sendic, de mentir con el título, es infinitamente menor a los 800 millones que perdimos con Ancap y vamos a tener que pagar los uruguayos. Baja el petróleo y pagamos más el boleto. ¿Cómo no nos vamos a reír? Yo no puedo escribir un guión dramático con esto, si escribo algo con esto, me tengo que reír. Es lo que hace el carnaval: exorcizar los dramas, reírte de nuestras desgracias. Yo no soy del Frente, no voto partidos políticos, voto ideas. Soy de izquierda, pero no del FA. Esto no es izquierda, esto es otra cosa. Están cometiendo los mismos errores que los otros. Me acuerdo del Banco Pan de Azúcar (lo que se ocultaba, lo que no se decía), y lo de Sendic es terrible, pero lo de Ancap es más terrible.

-Pero "la culpa es de la derecha y los medios"...
-Eso me hace acordar a Venezuela. No había papel higiénico y la culpa es de la derecha. Tenés a Cristina Kirchner, al Partido de los Trabajadores de Brasil, ¿y la culpa es de la derecha? Como te decía: hay que reírse...

-Vos tenés tercero de liceo terminado. Tu formación académica pasa por la Emad. ¿Cuán importante es la educación formal en el Uruguay de hoy?
-Es muy importante. La formación académica hay que tenerla. Lo que no quiere decir que todos los que se recibieron en la universidad sean apetecibles y educados; no lo son. Basta ver los contadores que dirigen el país: tipos fríos, distantes, con números. Los que hicieron este país eran tipos muy salados, que estaban humanizados. Yo te puedo hablar de (Henry) Engler, que tiene un humanismo brutal, más allá de todo lo que le pasó. Hay facultades gratis en este país. Siempre nos caracterizó ser tipos críticos aún en los momentos más duros. El socialismo, el anarquismo, después el batllismo, todo eso nos hizo ser lo que somos hoy, y nos dio una prestancia intelectual que nos hizo brillar. Hoy eso está venido a menos. Si vos tenés a un tipo que se pone "licenciado" cuando no lo es, y es vicepresidente, pensás: ¿qué necesidad? ¡Si nadie te votó por eso!

-En un país donde la gente de la cultura suele ser de izquierda, ¿a este gobierno le importa la cultura?
-No, claramente no. Todos piensan lo mismo. No, no importa, es lo último. La cultura no es tener el Sodre o el Solís, es otra cosa. Bueno, no digo nada nuevo: tenemos los peores valores de repetición y aprobación de cursos en América Latina, esto es lo que nos está pasando. Este país es mucho peor que el que fue. Hablo de cultura general, de libros.

-¿Y al gobierno departamental le importa?
-Bue... lo que pasó recientemente con la dirección de Cultura (de Mariana Percovich) fue patético. Fue volver cinco años para atrás y perder lo conseguido con Héctor Guido. Habíamos conseguido implantar un modo de trabajar, tener sueldos, poder pagar tu puesta en escena, ir a los barrios, aportar al Estado. Yo entiendo los recortes, lo tengo claro. Pero no era forma de cortar plata que no era nada.

"Lo de Sendic, de mentir con el título, es infinitamente menor a los 800 millones que perdimos con Ancap y vamos a pagar los uruguayos. Baja el petróleo y pagamos más el boleto. ¿Cómo no nos vamos a reír?"


-Enrique "Cachete" Espert de Daecpu, también fue muy crítico con la gestión de Percovich, cuando lo entrevisté para este espacio.

-Y sí. Yo a Mariana no la entiendo, porque ella es de este palo, y va a volver cuando se termine la gestión. Ella recibió ayuda de eso que ahora cortó. Los teatros recibíamos una plata cada tres meses para pagar la luz, el agua y el teléfono. A cambio dabas tanta cantidad de entradas para que gente de los barrios viniera al teatro gratis. Era un trueque. A la vez estaba el Fortalecimiento: presentabas una obra, te daban plata para hacer la producción y te pagaban un sueldo de 12.000 o 13.000 pesos con el que vos tirabas, y la sala recibía una plata por alquilarte el lugar a vos. Todo cerraba de tal manera que vos aportabas a un fondo que era para pagar tu salud, tu jubilación, todo legal. Funcionó bien durante cinco años. Todo eso lo cortó. La cultura se cayó. Y tiene que ver con la educación. Cuando hablamos de educación es esto. Porque hoy yo tengo un alumno, Álvaro "Tito" Lamas -actúa en la obra "La Vaca"- que me vio a mí en el liceo 15, cuando tenía 20 años, y por ver esa obra que hicimos por la Intendencia en los barrios, quiso dedicarse al teatro.

-Vuelvo a vos: ¿Tenés un karma con la muerte, tras un par de complicaciones coronarias?

-Me da pavor la muerte. Viste que no se llama más "pre-infarto", hay que tomarlo como un aviso de que si no te cuidás, te morís. Y tuve dos. La segunda vez entré a transpirar frío en pleno julio y se me caía la mandíbula, iba manejando, llamé a la emergencia, me atendieron y me bajaron en silla de ruedas. Estuve tres días internado. Estaba pasado, sobregirado. Lo que me preocupa es la conciencia del paso del tiempo: yo hasta hace poco era un chico prometedor y joven, y ya no soy joven ni prometo nada. Ya cumplí 75 % de mi vida hábil. Me aferro como loco a la vida, y eso que soy fanático de Onetti.

-Sos un tipo muy coqueto, incluso vas al gimnasio para mantener tu estado físico. ¿Cómo te lleva estar a punto de ser abuelo?
-Mi hija está embarazada de ocho meses. Es raro ser abuelo y todavía un abuelo que se comporta como un pendejo... Pero ojo, no quiero ser pendeviejo, pero me cuido, no he perdido el pelo... ¡me desnudo en una obra! Mirá cuando el chiquilín diga: "Mi abuelo se desnuda en una obra". Pero ta, me pasó. Está bueno porque también te da la profundidad del tiempo transcurrido: una hija de 32 años, un nieto que se va a llamar León. Con las cinco obras y mi nieto, voy a estrenar mucha cosa en poco tiempo. A su vez, el abuelazgo está bueno, porque yo no tengo obligaciones, las tienen los padres. Lo voy a llevar conmigo de noche al teatro. No lo voy a llevar a jugar a las bochas.

-¿Sos feliz?
-Pah, soy tremendamente feliz. Me va bien, hago las cosas que me gustan y soy feliz: escribo, dirijo, tengo mi teatro, mi escuela, vivo de eso, tres hijas divinas, ahora voy a ser abuelo. Se va cerrando un círculo.