Seré curioso

''¿Ir a bailar? Prefiero estar navegando''

Seré Curioso: Dolores Moreira

Lola Moreira tiene 17 pero la mentalidad de una deportista veterana y de prestigio mundial. Es la monarca mundial de la vela en su categoría, pero quiere más: sueña con una medalla olímpica. Seré Curioso, con César Bianchi.

03.01.2017

Lectura: 17'

2017-01-03T00:00:00-03:00
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Dolores es menor de edad, pero tiene las cosas claras, como una deportista profesional, de élite y veteranía, con años de competencia encima. Por eso dice -al lado de la madre- que no le interesa ir a bailar como a las demás jovencitas de su edad (tiene 17). Ella es más feliz en el agua, específicamente arriba de un velero. El mismo río ancho como mar que -se la juega, provocativa- el país se da el lujo de ningunear, al no saber explotar la bendición de semejante costa en provecho de la práctica de los deportes acuáticos.

Lola, así la conocen todos, hace solo unas semanas se despidió del 2016 obteniendo el título mundial juvenil sub-19 en la categoría Láser Radial en Nueva Zelanda. Volvió a Uruguay y casi sin dormir comenzó a conceder entrevistas como una estrella de cine de paseo. En este Seré Curioso con César Bianchi en el balcón del Yacht Club del puertito del Buceo, Lola contó cómo fue su primera experiencia al subirse a un velero a los 9 años, cómo venció el miedo a perder con la ayuda de su psicóloga, y cómo le ayuda la mentada "garra charrúa" cuando va última y tiene que superar a todos para ganar.

Para soñar no anda con chiquitas: Lola, la ambiciosa, sueña con una medalla olímpica.

 Por César Bianchi
@Chechobianchi

 

¿Te cayó la ficha de que sos campeona del mundo?
Sí... Lo vengo soñando hace tanto tiempo, que la verdad, cayó sí. Estoy hace tres años intentando poder llegar a ganar el Mundial juvenil y por suerte este año se dio.

¿Tu meta más anhelada era este Mundial o era tener un buen nivel en los Juegos Olímpicos de Río?(Piensa unos segundos) Pah, qué pregunta... El primer objetivo eran los Juegos Olímpicos, eso sin dudas. Pero una vez que pasaron los Juegos, ya tenía otro objetivo. Tomo cada competencia como un aprendizaje para la siguiente, y obviamente que un objetivo mío fue hacer un buen papel en los Juegos. Terminaron los Juegos y puse la mente en el Mundial juvenil de Láser Radial.

¿Cuánto hay de técnica, de esfuerzo físico y cuánto de psicológico en la vela?
Es una mezcla de todo, porque es un deporte donde tenés que estar haciendo un gran esfuerzo físico: estar colgado fuera del barco, intentando aguantar el peso del viento, del barco, y a la misma vez tenés que estar anticipando el giro del viento, la corriente, las olas. También anticipar las movidas de las rivales. Y hacer una estrategia pata intentar hacer el menor recorrido para la siguiente marca. Entonces es una mezcla de todo, y es un deporte bastante complicado para entenderlo de afuera. Pero una vez que estás dentro de la vela, y te involucrás un poco más, vas entendiendo todo bien.

Hay un psicólogo y un coach que trabajan contigo todo el tiempo. ¿Qué has logrado superar con terapia?
Tengo una psicóloga deportiva. Ella me ha ayudado mucho a dominar los nervios precompetitivos y durante la competencia, porque ahí te entran todas las dudas: "¿Entrené lo suficiente? ¿Cómo me va a ir en este campeonato? ¿Qué es lo que tengo que hacer?". Y tener la tranquilidad de decir: "Voy a hacer esto y va a estar bien, porque es lo que siento y es lo que he estudiado en este deporte. Sé que va a estar bien". Y durante la competencia, te preguntás: "¿Será esta la forma correcta, o será esta otra?".

¿Te ha ayudado a controlar la frustración, si te toca perder?
También. Antes me iba mal y me ponía el balde en la cabeza, y no me lo sacaba más. Corría una regata, me iba mal, cometía tal error, y a la siguiente regata, seguía pensando en el error cometido en la regata anterior, y no pasaba la página. La psicóloga me ayudó muchísimo en eso: a dar vuelta la página, borrón y cuenta nueva.

"Tenés que estar haciendo un gran esfuerzo físico: estar colgado fuera del barco, intentado aguantar el peso del barco, y estar anticipando el giro del viento, las olas. Y hacer una estrategia pata hacer el menor recorrido para la siguiente marca".

Te escuché decir que a muchos les da miedo que el velero se dé vuelta y vuelque. Vos dijiste, sin embargo, que te divierte. ¿Por qué?
Es que, en realidad, no pasa nada si se da vuelta el barco. Porque vos mismo lo das vuelta de nuevo. Es normal que se dé vuelta, es algo común. Es como caerse jugando al fútbol, ponele. Tenés que darlo vuelta nuevamente, y seguir. Desde afuera, para el que no lo conoce, cree que es algo grave. La vela no es un deporte peligroso o extremo, y es súper tranquilo.

 Mucho se habla de lo sacrificados que son los deportistas amateurs en Uruguay, todos los que no son fútbol. En tu caso, ¿cómo se traduce ese esfuerzo? ¿Qué has tenido que sacrificar?
Sacrificar mucho tiempo con familia y amigos. Me pasó de sacrificar el estudio. El año pasado dejé de estudiar para concentrarme 100 % en la preparación para los Juegos Olímpicos, y en 2016 ya retomé (quinto humanístico). Pero se me complicaba mucho estudiar y entrenar a la vez. Este año estoy con el programa Uruguay Estudia que por medio de tutorías, me ayuda mucho a dividir los tiempos y entrenar y competir a la vez. También me pasó de tener que pasar muchas fiestas de fin de año lejos de mi país. El año pasado pasé Navidad, Año Nuevo y el cumpleaños de mi madre lejos del país. Obviamente se extraña, pero te vas acostumbrando. Yo voy a competir porque me encanta la vela, y son sacrificios que hay que hacer por algo que amás. Yo amo navegar, amo competir y amo representar a Uruguay.

Si no te hubieras dedicado a la competencia de vela, ¿a qué te habrías dedicado? ¿Qué te hubiera gustado estudiar después del bachillerato?
Pah, sinceramente no sé. Esta es mi vocación. De repente te digo que cuando termine de competir, me gustaría ser entrenadora de vela.

Sos la medallista más joven de la historia de los Juegos Panamericanos (Toronto 2015), con 16 años, y con la misma edad competiste en los Juegos Olímpicos de Río, juegos en los que fuiste distinguida con la elección para portar el Pabellón Nacional en la inauguración. ¿Recordás en qué pensabas, qué sentiste, cuando ibas desfilando con el Pabellón Nacional en la ceremonia?
Me acuerdo que cuando me dijeron que iba a ser yo la portadora del Pabellón Nacional, yo estaba entrenando en Brasil, llegué a Uruguay, estaba re cansada y me acosté a dormir, sin saber que ese día iban a elegir quién sería el abanderado. La llaman a mi madre y le cuentan que me eligieron a mí como abanderada, vienen mi madre y mi hermana corriendo a despertarme para darme la noticia, me levantan a los gritos diciéndome que me habían elegido. Y yo me desperté de malhumor, les dije: "No me molesten, déjenme dormir"... y a los tres segundos de apoyar de nuevo la cabeza en la almohada, caí en lo que me estaban diciendo: "¡¿Qué?!". Y ahí nos pusimos a festejar, me arrancó a llamar todo el mundo, para felicitarme, y entrevistas por teléfonos, fue una locura.

¿Y cómo evocás el momento de desfilar?
Me acuerdo que la espera para entrar al Maracaná se hizo eterna. A las cinco de la tarde formamos fuera del hotel todos uniformados, y recién diez y media de la noche entramos al Maracaná, y yo con la bandera. Fue una locura, poder desfilar frente a toda esa gente y millones de personas por televisión. Fueron unos pocos minutos, pero fue uno de los mejores momentos de mi vida.

¿Tuviste alguna reacción de cholula, al cruzarte en la villa olímpica con grandes deportistas de élite y prestigio mundial?
Vi muchos deportistas, pero no me les acerqué a hablarles, porque los veías todos los días y estaban todo el tiempo pidiéndoles fotos... Se nota que ya les molesta, entonces los dejé tranquilos. Pero, ponele, estaba almorzando con Inés Remersaro, que era mi compañera de cuarto, y le decía: "Pah, mirá, ahí está Fulano". Mirá, me saqué selfie con Del Potro, otra vez estaba almorzando con Inés y estaban Monfills y Tsongá, ambos tenistas. Me saqué una selfie con las gimnastas olímpicas de Estados Unidos. Y el último día con Inés nos sacamos una foto con la chica sudafricana de 400 metros vallas, que participó de una polémica... se dudó de su sexualidad, pusieron en duda que fuera mujer. La chica ganó oro por Sudáfrica, en atletismo. Yo sabía quiénes eran, porque me encanta mirar otros deportes.

"Pasé Navidad, Año Nuevo y el cumpleaños de mi madre lejos del país. Son sacrificios que hay que hacer por algo que amás. Yo amo navegar, amo competir y amo representar a Uruguay".

¿Sos futbolera o ni ahí con el fútbol?
Me gusta mirar fútbol, sobre todo cuando juegan Uruguay o Peñarol. Soy hincha de Peñarol, y a veces lo miro.

Déborah Rodríguez generó cierta polémica el año pasado tras los Juegos, cuando reclamó más apoyo, al decir que, si fuera profesional y no amateur, seguramente tendría más éxito deportivo. Y que los que ganan medallas lo hacen porque viven expresamente para eso. ¿Vos sentís cierta falta de apoyo del Estado?
No, no lo siento. Obviamente no es como en otros países que sos profesional y podés vivir de eso, pero apoyo hay. Desde el año pasado noto que la Secretaría de Deportes está apoyando más a los deportistas uruguayos. Yo también tengo el apoyo del Estado en el auspicio del Banco de Seguros del Estado. No es como en otros países, como en Bélgica, donde el equipo belga de Láser Radial tiene a cinco competidoras, y el Estado banca a las cinco chicas. Yo acá en Uruguay estoy sola. En Uruguay, en los últimos dos años (2015 y 2016) la Secretaría de Deportes está intentando apoyar más a los deportistas.

En Facebook, cuando celebraste el campeonato del mundo juvenil, dijiste: "¡Siempre con la Garra charrúa a nuestro lado!". De hecho, escribís una leyenda alusiva en tu velero...
Sí, con un marcador escribo en la popa, la parte de atrás de mi velero: "Garra charrúa" con un arco y una flecha, eso en cada barco que alquilo en cada competición. Es como una cábala que tengo.

¿Cómo le explicás a un extranjero qué es la Garra charrúa?
Me lo preguntan mucho, de hecho. Les digo que es un sentimiento que tenemos los uruguayos, al representar al país, y se traduce en no rendirse nunca y dejar todo hasta último momento.

"La llaman a mi madre para decirle que me eligieron como abanderada, mi madre me levanta a los gritos diciéndome que me habían elegido. Yo me desperté de malhumor, les dije: 'No me molesten, déjenme dormir¿... y a los tres segundos... '¡¿Qué?!'".

¿No será que la Garra charrúa es un mito y que vos llegaste porque te esforzaste y trabajaste un montón para tus logros?
Yo hablo de Garra charrúa porque siento terrible amor por representar a Uruguay. Siento que al representar a Uruguay le pongo el doble de ganas.

¿Y qué te hace pensar que una colega tuya de Noruega no le pone tantas ganas como vos?
Quizás ellos tendrán otra forma de llamarle a lo que nosotros llamamos Garra charrúa... Y son más fríos. Son definitivamente fríos, mucho más tranquilos los europeos. Nosotros, cuando pensamos que está todo perdido, siempre arriesgamos un poco más, un plus, para ganar. No digo de hacer trampa, lejos de eso. Te pongo un ejemplo de mi última regata en el último Mundial: yo iba en el puesto 25 y todas las que no me podían ganar en esa regata, me iban ganando, porque al final del campeonato hay ciertas chicas que están en posición de oro, plata o bronce, y todas me iban ganando. Y arranqué mal, estaba muy lejos de ellas. Yo pude haberme dado por perdida... pero no. Ahí es cuando entrego la Garra charrúa. Busqué todas las formas de intentar recuperarme y gané.

Decías que está lejos de hacer trampa, pero te escuché decir que una estrategia fue tirarles "viento sucio" a tus competidoras. ¿Eso es leal?
Sí, claro. Ellas me tiraron viento sucio a mí, y cuando pasé a ganar, yo se los tiré a ellas. Es perfectamente legal: te posicionás de cierta forma. Vas de popa, cuando el viento entra por detrás en el barco, el viento pasa por tu vela, atrás se forma una turbulencia, y entonces el viento que ingresó fuerte, sale con mucha menor intensidad por atrás. Lo que hago es ponerme detrás de la persona que va delante de mí, para mandarle viento sucio y así enlentecerlo y pasarlo. Son diferentes estrategias que se usan en la vela.

¿Cómo nace esto de ser velerista? No me imagino a una niña en edad escolar diciéndole a los padres: "Cuando sea grande quiero ser velerista".
Mis primos hacían vela, cuando eran chicos, allá en Paysandú, hacían optimist en el Yacht Club Paysandú, y justo mi primo estaba intentando vender su optimist para comprarse otro barco, de otra categoría. Y mi padre quiso ayudarlo, y le compró el optimist para usarlo como chinchorro, como auxiliar al velerito que él tenía. Se lo compró, y yo le pregunté a mi padre si en vez de usarlo como auxiliar de su velero, yo podía usarlo para aprender vela en la escuela de vela de Paysandú. Tenía 9 años. Me dijo que sí, probé y nunca más me bajé del barco. Cuando era chica probé distintos deportes, me encanta practicar deportes y tengo facilidad para ellos.

"Acá no es como en otros países, como en Bélgica, donde el equipo de Láser Radial tiene a cinco competidoras, y el Estado banca a las cinco chicas. Yo acá estoy sola. En Uruguay, en los últimos dos años la Secretaría de Deportes está apoyando más".

¿Qué más practicaste?
Qué no practiqué. Jugué al tenis, hockey, hándbol, básquetbol, vóleibol, natación y era buena para todo... Llegó un momento en que tuve que elegir. Tuve un dilema cuando tuve que elegir entre hockey, tenis y vela. Tuve que elegir dos: me quedé con el hockey y la vela. Y finalmente, a los 12 me quedé con la vela.

¿Cuánto dinero ha invertido tu familia para que puedas desarrollar la práctica de este deporte?
No, ni idea... (N. de la R.: Mariela, la mamá, me dirá que empezó como una actividad familiar, y luego fueron invirtiendo en el deporte de su hija, sin calcular el esfuerzo económico. "No lo cuantificás, lo hacés -hasta donde podés- porque es por una hija. Cuando se trata de un hijo, no lo medís").

A propósito del equipamiento, escuché a un ingeniero de sistemas hablar de un aparato que bautizó "Misión Lola". Es análisis de datos aplicado al deporte. ¿De qué se trata?
"Misión Lola" es un proyecto con IBM y otras empresas, es tecnología aplicada al deporte. Es un aparato que yo coloco en el barco y va acumulando información: la velocidad del barco, la altura de la ola, la inclinación del barco, va recolectando toda esa información, luego la sube a una nube. Por ahora, navego con el aparato y va recolectando toda la información. Vamos en esa etapa. La idea es que después eso vaya a una nube y de ahí a una app que tenga mi entrenador en un celular, y él la tome en cuenta. Es una herramienta que me puede servir muchísimo para navegar, para mejorar mi manera de entrenar, y perfeccionarla.

¿Uruguay le da la espalda al mar?
Creo que sí. Tenemos una costa inmensa, muy linda, mucha agua y divinas playas, como para ir con el barco y navegar... Aprovechar a hacer actividades en el agua. No lo digo solo por la vela, sino por todos los deportes acuáticos. Hay países más pequeños, con menos costa, y tienen mucho más desarrollo.

"A bailar casi no voy. Cuando más entreno son los fines de semana, entonces no hay mucha chance. Si mis amigas salen, no las envidio: prefiero estar navegando antes que salir de noche. Cuando no estoy navegando, leo libros, escucho música".

Alejandro Foglia, que se acaba de retirar, ¿fue tu gran inspirador, tu modelo a seguir?
¡Sin dudas! Yo lo tenía como referente a él, cuando los Juegos Olímpicos de 2012. Seguí todas sus regatas en los Juegos, y después de los Juegos él fue a dar una charla a Paysandú, sobre su experiencia en Londres, y contó todo en detalle. Y ahí dije: "Ta, si él llegó a los Juegos, ¿por qué yo no puedo?". Me propuse intentar hacer lo que él hace, entrenar, competir y quién sabe, algún día llegar. Aunque se haya retirado, sigue siendo mi ídolo. Lo fue desde el principio.

Cuando no competís o entrenás, ¿tenés una disciplina marcada que seguir?
Sí, estoy lunes, martes, a veces miércoles, acá en Montevideo, voy al gimnasio acá con mi preparadora María Frinz, y en las tardes voy a estudiar. De miércoles a domingos me voy a Punta del Este, ahí hago gimnasio y agua. Llevo una alimentación especial, tengo una rutina de lo que como; como siempre lo mismo: en cada almuerzo o cena, un plato de ensalada, pollo, carne o pescado, puede ser chop-suey, morrones al horno, cosas así. Soy muy mala cocinando, aprendí a cocinar con mi nutricionista.

¿Tenés tiempo para la recreación? ¿Vas a bailar? Porque no dejás de ser una adolescente...
A bailar casi no voy. Cuando más entreno son los fines de semana, entonces no hay mucha chance de salir a bailar. Además, soy menor de edad, no puedo entrar a una disco para mayores. Si mis amigas salen, no las envidio: prefiero estar navegando antes que salir de noche. Me encanta ir al cine, pero cuando no estoy navegando, leo libros, escucho música. En cada viaje que hago, me compro un libro.

¿Se te acercan muchos hombres o jovencitos por verte en TV y conocerte por tus logros?
No, en realidad no. Algunos sí, pero hasta ahí... En la calle no me piden selfies. Me hablan chicos por las redes, pero lo llevo bien. Contesto "Gracias" y ta. No me meto mucho en el tema. Ahora estoy concentrada en la vela. Soy joven todavía, no me preocupo por esas cosas. Si conozco a alguien, pasará y ta.

¿Cómo te imaginás en 10 años?
Ojalá que con una medalla olímpica. Para Tokio no sé si me tengo fe, me veo metiéndome entre los 10 primeros, si sigo mejorando, metiéndole como le estoy metiendo ahora a la vela, me tengo fe. Y para los siguientes Juegos, creo que podría ganar una medalla... Si todo sigue bien.

¿Cuál es tu meta, tu sueño deportivo más grande?
Una medalla olímpica, no importa de qué color.

¿Sos feliz?
Sí, muy.

Montevideo Portal | César Bianchi
Fotos: Juan Manuel López